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sábado, 31 de marzo de 2018

Julia Kristeva / Acusada de espía del régimen comunista de Bulgaria


Julia Kristeva, en enero de 2013. 


La filósofa Julia Kristeva, acusada de espía del régimen comunista de Bulgaria





La lingüista, exiliada en Francia desde 1965, desmiente la denuncia y la tilda de “grotesca"


ÁLEX VICENTE
París 30 MAR 2018 - 01:07 COT

La filósofa, lingüista y psicoanalista Julia Kristeva, una de las principales figuras intelectuales de la Francia de las últimas décadas, acaba de ser acusada de haber actuado como espía para el régimen comunista de Bulgaria, país donde nació en 1941. El semanario francés L’Obs ha publicado esta semana la ficha de los servicios de espionaje que demuestra que trabajó como "agente y colaboradora" a su servicio. Según ese documento, la policía secreta la alistó en 1971 y rebautizó con el seudónimo de Sabina. Kristeva  se exilió en Francia en 1965 con una beca de estudios, siendo hija de una familia no afiliada en el Partido Comunista. Según su versión, su padre fue asesinado en un hospital búlgaro a finales de los ochenta. Oficialmente, su país natal la consideró una “renegada de la patria”, lo que no impidió que regresara a Bulgaria durante una visita oficial de François Mitterrand, en 1989.
La intelectual no ha tardado en negar con firmeza estas acusaciones. "Alguien quiere perjudicarme", declaró a L’Obs el pasado miércoles, tildando la inculpación de “grotesca y falsa” y de “delito contra el honor” que perjudica la consideración de su obra. La lingüista asegura haber sido “objeto de vigilancia” por parte de los servicios secretos, lo que podría explicar la existencia de un dosier sobre su persona. Sin embargo, la ficha menciona explícitamente que fue “reclutada” por el teniente Ivan Dimitrov Bojikov en junio de 1971. El nombre y la fecha y lugar de nacimiento coinciden con los de Kristeva. Sin embargo, el documento no apunta cuánto tiempo duró la colaboración, ni si fue remunerada por los servicios prestados.
Esta ficha reemerge ahora a causa de una verificación realizada por la revista Literaturen Vestnik, para la que Kristeva aspiraba a trabajar. Según la normativa en vigor, los medios búlgaros tienen la obligación de comprobar y hacer público el pasado de todo periodista nacido antes de 1976 en caso de haber apoyado al régimen. Los archivos de la era comunista fueron parcialmente desclasificados en 2006. Desde entonces se puede acceder al listado de políticos, diplomáticos y figuras públicas que colaboraron con la Darzhavna Sigurnost, una de las mayores redes de espionaje de la Guerra Fría, implicada en casos como el intento de asesinato de Juan Pablo II o la muerte del disidente Georgi Markov, envenenado con una jeringuilla escondida en la punta de un paraguas. En su día, los servicios secretos búlgaros contaron con una red de 100.000 agentes e informadores.
A través de esta polémica, la realidad y la ficción vuelven a solaparse. En su reciente novela La séptima función del lenguaje (Seix Barral), Laurent Binet se inventaba un pasado de espía para Kristeva, dentro de la investigación sobre el asesinato ficticio del semiólogo Roland Barthes que relataba su libro. “Sé que la realidad supera a menudo la ficción, pero preferiría que no supere mis ficciones. Encuentro que sería un poco vejatorio para mi imaginación”, reaccionó Binet en un correo electrónico.
Kristeva formó parte del círculo de la revista Tel Quel, de inclinación maoísta, junto a su marido, el escritor Philippe Sollers. Para ese grupo, la revolución en el mundo debía ir acompañada de una revolución en las ciencias sociales. Kristeva es conocida por su estudio de asuntos como la migración, la alteridad o la depresión. Como teórica de la literatura, se distinguió al enunciar la noción de intertextualidad. También es uno de los principales exponentes de la escuela feminista surgida del ámbito académico francés, junto con Hélène Cixous y Luce Irigaray. Kristeva es profesora emérita de la Universidad París-Diderot y profesora invitada de Columbia. Además, es doctora honoris causa por Harvard y comandante de la Legión de Honor en Francia.

Julia Kristeva / Teoría, proceso e interpretación del sentido



Julia Kristeva


Julia Kristeva: teoría, proceso e interpretación del sentido

Douglas Bohórquez
Universidad de los Andes. Núcleo Universitario «Rafael Rangel». Trujillo

Originaria de Bulgaria donde nació en 1941, Julia Kristeva se instala en el horizonte intelectual francés a partir de la publicación de un libro profundamente audaz y renovador que despertará la atención y la polémica en Francia pero también en otras partes del mundo donde se discuta sobre las últimas tendencias de la crítica literaria y semiótica. Nos referimos a Semiótica. Investigaciones en torno al semanálisis (Kristeva, 1969b). Kristeva había llegado a París en 1965 con una beca de estudios, en el marco de acuerdos franco-búlgaros con la intención de obtener su doctorado de tercer ciclo en literatura francesa y comparada. Ingresa a la Escuela Práctica de Altos Estudios y sigue cursos con Lucien Goldman quien dirige su doctorado de tercer ciclo sobre los orígenes del discurso novelesco en Francia.

jueves, 2 de noviembre de 2000

Julia Kristeva / Teoría de la melancolía

Julia Kristeva

Julia Kristeva

BIOGRAFÍA

Teoría de la melancolía


LLUÍS BASSETS
Madrid 1 NOV 1984

"La melancolía es la conmemoración permanente de un duelo por la pérdida del objeto maternal", explica Julia Kristeva entrando ya en el tema de su actual investigación, que se convertirá a buen seguro en su próximo libro. El concepto de melancolía está estrechamente vinculado, según Julia Kristeva, al de crisis. "La crisis es a fin de cuentas una depresión", dice la pensadora francesa. "Ésta es una época de pasiones depresivas, de derrota de una generación que ha perdido la ilusión, y precisamente en la melancolía contemporánea lo que está en crisis es la estima de sí mismo. La gente no se acepta tal cual es.Precisamente el psicoanálisis es un medio que permite recuperar una estima de sí mismo atemperada, sin entusiasmos, naturalmente".








¿Pero no será esta reflexión sobre la melancolía una forma de poner en primer plano la propia crisis de los intelectuales franceses, después de una travesía dura y dolorosa? ¿No será la cultura francesa actual un nido de depresiones y de melancolía? A fin de cuentas, casi todos los maestros de pensadores como Julia Kristeva han muerto: Roland Barthes, Jacques Lacan, Michel Foucault, o el caso de Louis Althusser, desaparecido en las montañas de la locura. Los grandes proyectos científicos han quedado disminuidos y relativizados. Las utopías políticas, manchadas por los horrores del goulag. Las teorías revolucionarias, bloqueadas por la distancia abismal entre sus enunciados y las necesidades reales de una sociedad en plena modificación.
Un tema eterno
Pero Julia Kristeva no lo ve así. Cree que la melancolía es un tema eterno, desde la filosofía griega hasta Dostoievski. Piensa que muchos intelectuales franceses han sucumbido ante la crisis y la depresión, pero que otros continúan trabajando. "Ahora aparecen textos contra los maitres-á-penser del estructuralismo, con la pretensión de hacer tábula rasa, como si toda una generación se mostrara aterrorizada y se refugiara en el siglo XIX o en una ironía febril y maníaca. Mucha gente se ha refugiado también en la simple transmisión del saber, o en sus aficiones personales, y han abandonado el trabajo de creación intelectual. Pero yo creo que la gente sería sigue trabajando, y hay una continuidad importante en el pensamiento francés de hoy en día".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de noviembre de 1984



miércoles, 1 de noviembre de 2000

Julia Kristeva / "Quien no está enamorado ni se psicoanaliza, está muerto"


Julia Kristeva: "Quien no está enamorado ni se psicoanaliza, está muerto"


LLUÍS BASSETS
Madrid 1 NOV 1984

"La muerte vive una vida humana, dijo Hegel. Esto es cierto cuando no estamos enamorados o en análisis". Julia Kristeva, después de la travesía del estructuralismo y la semiología, Mayo de 1968 y el maoísmo, es una dulce profesora universitaria, inteligente y brillante, preocupada por cuestiones cotidianas. Con ese talante habló la pasada semana en el Instituto Francés de Madrid y dijo: "Quien no escribe ni está enamorado ni se psicoanaliza, está muerto".




MÁS INFORMACIÓN


Julia Kristeva está hoy lejos de los grandes modelos y paradigmas de las ciencias sociales y de la teoría literaria que conmovieron el panorama universitario de los años sesenta y de los setenta.La abyección, el amor, la melancolía, ocupan sus clases y sus reflexiones. Y desde hace unos siete u ocho años todo gira en torno a su labor de psicoanalista, su consulta y sus pacientes, incluso los temas que elige para sus seminarios universitarios. Estuvo en Madrid para hablar del amor -tema de su último libro- y atrajo fundamentalmente a un público de psicoanalistas, no siempre satisfechos ante sus planteamientos ciertamente originales y heterodoxos. Explica que, efectivamente, quien no está enamorado ni se psicoanaliza ni escribe, está muerto.

Los casos que explica Kristeva en su último libro, Histoires d'amour, tienen todos algo en común: la falta de amor. "Ser psicoanalista es saber que todas las historias terminan hablando de amor", reza la contraportada de su libro. Pero una de las mayores infelicidades en la sociedad occidental -explica- es el individualismo, que nos hace negar el amor y la solidaridad. Nuestra sociedad carece, además, de código amoroso. Para Kristeva, no hay más solución que reconciliarnos con nosotros mismos. "El individualismo occidental es también un valor importante que se puede capitalizar positivamente, y mientras nosotros nos lamentamos por nuestros excesos individualistas, los japoneses, por ejemplo, se sienten disminuidos por su falta".
Narciso y Don Juan
Las historias de amor que explica Kristeva se engarzan con mitos y figuras literarias, en cuyo estudio la escritora despliega toda su sabiduría semiológica y psicoanalítica: Narciso, Don Juan, Romeo y Julieta, la Virgen, los trovadores, Stendhal, Baudelaire, Bataille, Freud. En ese libro sobre el amor, además, adquiere especial densidad su saber teológico. Julia Kristeva asegura que le interesan muchísimo las evocaciones marianas que realiza Karol Wojtila en sus viajes o en sus alocuciones en el Vaticano. A propósito del individualismo, dice sin el más leve asomo de ironía: "A fin de cuentas, la necesidad de aceptarse a sí mismo es un mandamiento de Dios en el Antiguo Testamento: Ámate a ti mismo".

El escultor Miguel Berrocal, a la salida de la conferencia pronunciada por la psicoanalista en el Instituto Francés, de Madrid, le inquirió con todo su desenfado malagueño si creía en Dios. "Nón, je suis athée", contestó tranquilamente Kristeva. Por sus elogios de la idealización y su saber inagotable sobre cuestiones teológicas, nada permitiría pensarlo, si no fueran sus propias palabras.
Un movimiento espiritual
La depresión y la propia muerte de las grandes figuras del estructuralismo es para Kristeva una consecuencia natural de un sobreesfuerzo intelectual colosal que se: manifestó en los años sesenta. "Todo quedará de aquel gran movimiento del espíritu. Fue un momento de gran tensión y esfuerzo, de explosión cerebral en un país que ha sido siempre muy conformista. Algo así como un Sturm und Drang. Este mismo hecho explica las muertes en masa de los grandes pensadores. Y la salida a una situación así es la sublimación, la creación o el análisis". Es decir, Umberto Eco, novelista, y Julia Kristeva, psicoanalista.
Lo más efectista del pensamiento estructuralista apenas interesa ya a Julia Kristeva, que sigue utilizando conceptos, teorías y un léxico transformado en su trabajo psicoanalítico, constantemente preñado de términos lingüísticos y de una pasión irrefrenable por la literatura. Participa todavía en algún congreso de semiótica, pero se muestra escasamente motivada por la semiótica institucionalizada y convertida en academia, bien lejos, en gran parte, de aquella semiótica crítica de la ciencia y crítica de sí misma que enunciara en un famoso artículo luego recopilado en su libro Semeiotiké. La semiótica greimasiana -desarrollada a partir de A. J. Greimas, primero lexicógrafo y luego investigador semiótico- es uno de sus objetos de crítica: "Hay descripciones formales de las narraciones que tienen interés porque son objetivas, pero no creo que sea en ellas donde puedan localizarse los elementos más interesantes de la narración. El placer, la catarsis, que abarcan otros niveles de la lectura no aparecen en esta semiótica".
Hora cero
Para esta joven pensadora (43 años y una extraordinaria historia intelectual en las espaldas de su cerebro) la participación, con trabajos algunos de ellos decisivos, en esta tormenta del espíritu que giró alrededor de la revuelta de mayo de 1968 es un privilegio y una fortuna.
"Para la gente que participamos en aquel movimiento siendo mucho más jóvenes que las grandes figuras, ahora es un momento muy importante porque es una hora cero. A mí no me interesa el sentido de la esperanza, pero pienso que no hay sentido sin esperanza". Después del desengaño de la época del compromiso político, cuando el propio desengaño deja de ser una pulsión interesante, ahora los intelectuales de la travesía de mayo se interesan principalmente "en los fenómenos subjetivos, que pueden parecer menos grandiosos pero más eficaces, porque tocan los puntos neurálgicos de la vida de cada uno".
Cuando se le pregunta a Julia Kristeva si se siente todavía radical, asiente, aunque sin grandes gestos ni mucha pasión, y afirma que la radicalidad de su trabajo reside precisamente en la incidencia en las vidas de las gentes, a través del "modesto compromiso del psicoanálisis", algo así como una forma absolutamente microscópica y nada trascendental de cambiar la vida, de transformar el mundo mediante la reconciliación de la gente consigo mismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de noviembre de 1984