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martes, 21 de marzo de 2023

Sara Mesa / "Los lectores se ganan escribiendo, no en las redes"

Sara Mesa


Sara Mesa: "Los lectores se ganan escribiendo, no en las redes"

La escritora publica 'La familia' (Anagrama), desolado retrato de las relaciones de unos padres y sus tres hijos, y de las consecuencias de años de silencios, secretos y mentiras


Nuria Azancot

14 de septiembre de 2022


Tras el éxito de su anterior novela, Un amor (2020), elegida por los críticos de El Cultural como el Libro del Año, Sara Mesa (Madrid, 1976) sigue a vueltas con la realidad y la imaginación en su nueva obra, La familia. Tímida y reservada, la escritora sevillana conversa hoy con El Cultural sobre las claves de una ficción en la que regresa a temas como la incomunicación, el amor, el maltrato y la soledad.

Sara Mesa / "La esencia de la literatura es el conflicto, no la perfección ni la belleza"

 

Sara Mesa
Foto de Sonia Fraga

Sara Mesa: "La esencia de la literatura es el conflicto, no la perfección ni la belleza"


Nuria Azancot

21 de noviembre de 2018


Una niña que ronda la adolescencia, Casi, y el Viejo, un anciano desahuciado, amante de los pájaros y de Nina Simone, son los protagonistas de Cara de pan, la última novela de Sara Mesa (Madrid, 1976). Una historia de descubrimientos, soledades y amistad que lanza Anagrama a finales de este mes.

lunes, 20 de marzo de 2023

Sara Mesa / “Si no te sientes deseada, como mujer estás perdida”

Sara Mesa


Sara Mesa: “Si no te sientes deseada, como mujer estás perdida”

El último libro de la escritora, ’Un amor’, es tan opresivo y a la vez liberador, y hasta cierto punto sórdido, como el resto



Laura Fernández
Barcelona, 2 de septiembre de 2020


Los personajes de las novelas de Sara Mesa (Madrid, 44 años) no son escritores pero lo parecen. Todos, de una forma u otra, se narran a sí mismos. Escriben cartas, como la Sonia de Cicatriz, o llevan un diario, como Casi en Cara de pan, o simplemente juegan a traducir a su propio idioma lo que les rodea, como Nat, la protagonista de su último libro, Un amor (Anagrama), tan opresivo y a la vez liberador, y hasta cierto punto sórdido, como el resto. “En todos los casos, se produce una ruptura de las expectativas, una pérdida de control sobre ese relato que les obliga a improvisar otro”, admite la escritora. Eso no impide que lleguen al lugar al que se dirigían, solo que no lo hacen como esperaban.

Sara Mesa / Una autora portentosa

Sara Mesa



'La familia' de Sara Mesa: un padre dominante, una madre frustrada y una autora portentosa

La escritora captura un reguero de escenas inolvidables que, sobre todo, violentan las expectativas políticas o morales de quienes leen

Nadal Suau

14 de septiembre de 2022


La familia es al cien por cien “un libro de Sara Mesa” (Madrid, 1976), aunque desde un lugar casi-otro que los anteriores, o quizás desde un ángulo ligeramente distinto. He aquí su talento de siempre para lograr que las atmósferas cotidianas engendren serpientes y que el tono lacónico anuncie fuego, aunque las unas y el otro acaben por revelarse como sucesivas formas (más soterradas) de la misma cotidianidad miserable, secreta, impronunciable.

La famila

Sara Mesa
Anagrama, 2022. 232 páginas. 18,90 €

He aquí los huecos y vacíos, la observación seca de situaciones ambivalentes, los diálogos fatales; todo lo que convierte a Mesa en una narradora cada vez más singular. Simultáneamente, la constelación de personajes se adensa y amplifica gracias al empeño por registrar cada rincón de la familia aludida en el título; las escenografías, aun escuetas, significan más que nunca; la trama lineal desemboca en retablo de perspectivas y evocaciones; y en la textura de su prosa medio sfumata medio metódica, cierta exactitud forense converge con el andar a tientas de la memoria. Una paradoja difícil de lograr, incómoda e hipnótica de leer. En fin: una novela buenísima.

Y luego, claro, a algunos nos ocurre lo siguiente: los miedos y máscaras de este padre, esta madre y estos hijos nos apelan de un modo tan íntimo que asusta. Pero no a causa de una jugada sentimental por parte de la autora, sino al contrario: debido a lo inextricable de los claroscuros que les atribuye, esos que compartimos pese a nuestra incapacidad de nombrarlos.

Sara Mesa / "Si la escritura es reductible a una explicación, es errónea"

Sara Mesa


Sara Mesa: "Si la escritura es reductible a una explicación, es errónea"

Tras ‘Cara de pan’, la escritora regresa con ‘Un amor’ (Anagrama), su novela “más realista”, que explora nuestra incapacidad para comunicarnos y las zonas grises de la moral humana


Andrés Seoane
2 de septiembre de 2020

Año a año, libro a libro, Sara Mesa (Madrid, 1976) se consolida en el panorama narrativo español como una escritora versátil y sorprendente, que en cada nuevo escrito es capaz de, sin perder su estilo, explorar y añadir elementos muy diferentes a los habituales. Tras el unánime reconocimiento de su anterior novela, Cara de pan (Anagrama, 2018), la escritora regresa ahora con una historia totalmente diferente, la de Nat, una joven que deja su vida en la ciudad por motivos misteriosos para irse a vivir a una pedanía alejada de todo donde comenzará a integrarse (o a intentarlo) en el complejo microcosmos humano que la puebla.

Reconoce Mesa que Un amor (Anagrama), nació antes que la obra anterior, pero que tuvo que apartarse de la historia para pulir “algo que no cerraba bien, pequeñas obsesiones, un dar vueltas tontamente... vete a saber. De lo que no me cabe duda es de Un amor es una novela mucho más compleja y ambigua que Cara de pan, que era una historia más transparente y cerrada, con algo casi de cuento infantil. Lo mismo por ahí decepciona a algunos lectores”.

Pregunta. Ha dicho muchas veces que en toda literatura reside algo autobiográfico, cosa más evidente en algunos otros de tus libros, pero ¿qué hay camuflado de usted en Un amor? 

Respuesta. Resumiéndolo mucho diría que la novela es una mezcla de sueños míos, o un gran sueño que los engloba a todos. Durante un tiempo tuve pesadillas recurrentes (todavía a veces vuelven, pero entonces eran diarias) en las que alguien entraba en mi casa inadvertidamente o mediante alguna argucia para hacerme daño, aunque ese daño jamás se concretaba. Otra variante era que el techo de la casa se desmoronaba, las paredes se derretían o empezaba a salir agua del suelo… Ya sabes que, según el psicoanálisis, en los sueños las casas nos representan; de hecho, estos son sueños muy corpóreos, representan nuestro cuerpo y miedo por la amenaza física. Por otro lado, la semilla narrativa de la relación entre el casero y la inquilina la tomé de una amiga a la que le pasó algo similar. Metes todo eso en una coctelera, mi interés por las relaciones de poder en los pequeños grupos, el asunto de los animales y… ahí está Un amor.


P. ¿Qué es lo que motiva a Nat a viajar a La Escapa y a permanecer allí a pesar de todo lo que le sucede?

R. Ella misma lo cuenta, aunque nadie la entiende y ni siquiera ella lo entiende plenamente: renuncia a su trabajo en la ciudad a raíz de un pequeño hurto y, para organizarse una nueva vida, se marcha a un lugar barato donde subsistir varios meses con los ahorros que tiene. No quiero dar más detalles ahora porque la historia está contada en un momento concreto y no puede sacarse de su contexto, pero el asunto del hurto es importante como reflejo de una inadaptación vital.

P. Los habitantes de la pedanía y de los hechos de la novela aparecen únicamente vistos por ella, ¿por qué limita la historia a su punto de vista?

R. Es una elección narrativa que tomé casi naturalmente, porque permite asomarse no a lo que ocurre, sino a lo que la protagonista cree que ocurre. Como la primera persona, pero con más distancia, porque uso la tercera. Esto debería hacer que los lectores cuestionen lo que leen. Por ejemplo, si los vecinos son retratados bajo una luz oscura… ¿de dónde viene esa negatividad? ¿De ellos mismos o de los ojos que los miran?

Una experiencia inexplicable

P. En este sentido, obliga al lector a tomar partido, a decantarse a la vez que a implicarse mucho en la lectura. ¿Por qué esta exigencia y esta fe en el lector?

"Mi lector no sacará de la lectura conocimientos o ideas, no alcanzará explicaciones ni juicios. La literatura no se explica, se siente"

R. Pues yo creo que mis libros no son nada exigentes. Cualquier lector medio puede acceder a ellos, a veces casi mejor que yo misma. Lo que ocurre es que no sacará de la lectura conocimientos o ideas, no alcanzará explicaciones ni juicios. No hay por qué tomar partido ni llegar a una conclusión. Como mi admirada Flannery O’Connor, yo creo que la lectura es una experiencia, como lo es ver una puesta de sol o escuchar una canción. No se explica, se siente. Por supuesto, un análisis crítico profundo puede explicar ciertas cuestiones, pero eso no tiene mucho que ver con la lectura. Si la escritura es reductible a una explicación, entonces es errónea.

P. Precisamente defiende que es de esa clase de escritores que escribe para entender. ¿Un escritor debe simplemente plantear preguntas?

R. No se trata solo de plantear preguntas, sino de caminar de la mano con los lectores para que experimenten un proceso similar al de la escritura. Cuando yo escribo estoy indagando, estoy experimentando y buscando. Es una sensación inquietante y placentera a partes iguales. Escribo para compartir eso, para comunicarlo.

Esta visión personal de la escritura no se hace extensiva a la lectura, donde la escritora sí reconoce desmarcarse más de su terreno. “Leo a muchos contemporáneos, por supuesto también en español, entre los que admiro a Mariana EnriquezMariano Peyrou, Pablo Gisbert, Giuseppe Caputo, Esther García Llovet, Miguel Serrano Larraz… Fuera de nuestra lengua, leeré todo lo que escriban Fleur JaeggyHerta MüllerLionel ShriverJ. M. CoetzeeLydia DavisMichel HouellebecqGeorge Saunders... Todos ellos tienen algo que ya me gustaría a mí tener”. No obstante, en cuanto a influencias literarias asegura que “no siento que nadie se parezca a mí ni que yo me parezca a nadie, pero esa sensación de singularidad sé que es falsa, estoy convencida de que hay puntos en común con otros que no soy capaz de ver. Son preguntas que tiene que responder la crítica literaria, no los propios escritores”.

Una sociedad hipócrita

P. Muchos de sus protagonistas siempre tienen relación con la literatura, en este caso Nat es traductora. ¿Es algo consciente o le sale así?

R. Yo creo que la relación no es con la literatura, sino con la escritura, un intento de expresión verbal aproximativo, nada profesional, no siempre acertado ni exitoso. Es verdad que muchos de mis personajes escriben diarios o cartas o, como en el caso de Nat, tratan de llegar más allá con la literatura. Pero Nat es una traductora comercial que, por primera vez en su vida, intenta traducir un libro literario… y fracasa. De momento no me interesa la literatura como tema, pero sí la escritura, el lenguaje y su inadecuación, las dificultades expresivas y los modos tan diversos en que se interpretan los textos.

P. Cuestiona, como en otros libros, zonas grises de la moral donde anida la intolerancia de la sociedad. ¿caminamos hacia una sociedad cada vez más intolerante o simplemente cambian las formas y los modos de serlo?

"La sociedad actual enmascara todo bajo el disfraz de la tolerancia. No somos más intolerantes que antes, pero sí más hipócritas"

R. Es complicado saberlo, pero tiendo a creer que lo segundo. De hecho, lo más decepcionante es comprobar cómo la sociedad actual se coloca el disfraz de la tolerancia y las buenas palabras para enmascarar acciones en esencia profundamente intolerantes. Quizá no somos más intolerantes que antes, pero sí más hipócritas.

P. La culpa es un tema siempre presente en sus novelas. Ésta muestra cómo las comunidades siempre necesitan un culpable, alguien a quien criticar y convertir en chivo expiatorio de los más peregrinos impulsos y prejuicios, ¿es algo inherente al ser humano?

R. Según René Girard sí, y de hecho es lo que explica la aparición de la violencia tanto en las sociedades primitivas como en las contemporáneas. Pero también dice Girard que el chivo expiatorio no se crea por las diferencias, sino por las similitudes, es decir, en el ámbito de la competición. A mí este mecanismo siempre me ha resultado interesantísimo y aterrador, aunque claro, mi aproximación es únicamente literaria. En esta historia lo interesante era describir una comunidad cerrada, la sensación de pertenencia o de exclusión, el desconocimiento de las reglas por parte del intruso, el poder del grupo y, finalmente, la creación del chivo expiatorio.

La vacuna de la lectura

P. Desde hace años sus novelas y cuentos han recibido elogios ininterrumpidamente, ¿cómo se vacuna uno contra la soberbia?

R. ¡No creyéndome nada! No, en serio, siempre he hablado del factor suerte, y también soy consciente de que los elogios, por sí mismos, no son nada ni son para siempre e incluso pueden ser obstáculos en tanto que generan expectativas demasiado altas en los lectores o pueden llevar al acomodamiento creativo. He sido muy afortunada con la crítica y también con los lectores, así que estoy muy agradecida, pero soy también tremendamente insegura y cada vez que publico siento una especie de culpa por no haberlo hecho mejor. La mejor vacuna es leer mucho y bueno, lo que te devuelve a tu verdadera dimensión. Ah, y una última cosa: cuando escucho elogios muy entusiastas de libros que a mí no me gustaron nada o que incluso me parecieron malísimos, pienso: eso también puede pasar conmigo y no me estoy dando cuenta.

"La mejor vacuna para un escritor contra la soberbia es leer mucho y bueno, lo que te devuelve a tu verdadera dimensión"

P. En mayo nos contaba que había planeado en un gran cambio para 2020, centrarse plenamente en la literatura. Más allá de esta terrible interferencia que vivimos, ¿por qué sentiste que era el momento? ¿Un escritor literario puede vivir de los libros en España?

R. Dependerá de lo que necesite, de las personas que deba mantener, de su capacidad de adaptarse a otras tareas paralelas a la escritura (en las que yo soy, por cierto, bastante torpe), del lugar económico de partida... Yo no tomo nada como definitivo. Decidí que en esta época lo haría así y fíjate qué época más dura y extraña nos está tocando. El tiempo me irá diciendo si me lo puedo permitir o no… Pero quiero pensar que una dedicación más exclusiva a la escritura hará que escriba mejores libros.

P. También nos decía que nunca escribe de la actualidad y que no planeaba usar nada de estos últimos meses en su escritura, pero ¿está ya trabajando en algo nuevo? ¿Ha sentido la influencia de todo lo que ha pasado de alguna forma?

R. He escrito mucho, pero aislándome del exterior, de momento solo borradores que precisan todavía mucho trabajo. Pero estoy convencida de que todo lo terrible e inesperado que está pasando terminará colándose de una manera u otra en mi percepción del mundo, aunque no mencione expresamente la pandemia. Soy una escritora de digestión lenta y, como la protagonista de Un amor, tengo que subirme a lo alto del monte para poder ver bien lo que no se distingue de cerca.

EL CULTURAL


Sara Mesa / “La niña que fui, lo que soy, determina mi novela”

Sara Mesa


Sara Mesa: “La niña que fui, lo que soy, determina mi novela”

  • Dos años después de que su anterior libro, 'Un amor', fuese elegido como mejor novela del año, la escritora sevillana vuelve a obtener el reconocimiento de nuestros críticos con 'La familia'
  • Las diez mejores novelas en español de 2022
Nuria Azancot
19 de diciembre de 2022

¿Qué podría contarnos sobre la prehistoria de La familia y cuáles fueron los principales problemas que le planteó?

Hacía muchos años que la historia me rondaba por la cabeza, pero tardé en encontrar el tono adecuado. Lo que al final vi claro es que necesitaba abrir el foco y que entraran en escena más personajes, distintas perspectivas temporales y espaciales. También que la dureza de algunos de los hechos podía ser contrastada con el humor y la compasión.

sábado, 18 de marzo de 2023

Novela en español / En transición hacia dónde

Sara Mesa


Novela en español: en transición hacia dónde


Llevo casi una década comentando con los lectores las listas de lo mejor del año que elabora El Cultural, y en este tiempo me he divertido muchísimo buceando en los contrastes que se revelaban entre mis propias opiniones, las ajenas, el stablishment y las modas emergentes, la edición industrial y la artesanal, las agendas sociopolíticas y el devenir estilístico de la literatura, etc. Quiero decir que estos balances, con sus limitaciones, siempre regalan una oportunidad de comprender cuál es el panorama en el que nos movemos, quiénes somos en tanto que país lector: uno cargado de miserias, sí, pero también de intersticios por lo que se cuelan poderosas señales de vida…

viernes, 17 de marzo de 2023

Sara Mesa / Salinger, el niño sabio

 





Salinger, el niño sabio

Se cumplen cien años del nacimiento del escritor estadounidense. La leyenda oculta una de las obras más influyentes y peculiares de las últimas décadas.

2 enero 2019


El 1 de enero de 1919, en el seno de una acomodada familia neoyorquina de ascendencia judía, nacía Jerome David Salinger, uno de los autores más presentes en el imaginario colectivo de las últimas décadas y, como tal, uno de los más desvirtuados, simplificados, caricaturizados y mal entendidos. En el centenario de su nacimiento nos esperan, previsiblemente, multitud de artículos periodísticos que se centrarán en la peculiar vida del escritor, en sus secretos, sus rarezas y sus supuestas perversidades. Escucharemos, una vez más, que el asesino de John Lennon llevaba encima El guardián entre el centeno cuando cometió su crimen. Que Salinger se retiró a un rancho en Cornish, New Hampshire, en plan eremita, donde se zambulló en el estudio y la práctica de las religiones orientales. Leeremos de nuevo detalles morbosos sobre sus biografías no autorizadas, sobre su obsesión por la privacidad, sobre sus amoríos con chicas muy jóvenes. Rumores sobre los libros no publicados, esos que supuestamente siguió escribiendo y escondiendo en cajas fuertes. Anecdotarios, en suma, que poco sirven para celebrar la verdadera grandeza de uno de los escritores más influyentes de mediados del siglo XX, aunque su influencia haya quedado tantas veces adulterada por lecturas epidérmicas. Todo esto recuerda a una de las reflexiones que hace Buddy –el escritor y profesor de los Glass, esa gran familia “salingeriana”–: sus alumnas de último curso, dice en Seymour: una introducción (1963), especializadas en literatura inglesa, son incapaces de citar un verso de “Ozymandias” o de explicar mínimamente de qué trata el poema, pero, eso sí, se saben al dedillo detalles como que Shelley era partidario del amor libre, que una de sus dos mujeres escribió Frankenstein y que la otra murió ahogada.

martes, 12 de enero de 2021

Los diez mejores libros de 2020

Sara Mesa

Los 50 mejores libros de 2020

LOS DIEZ MEJORES

‘Un amor’, de Sara Mesa, es la obra más destacada en una votación en la que han participado 100 críticos, escritores y periodistas. La propia autora analiza las claves de una novela que busca el “desconcierto”

EL PAÍS
20 de diciembre de 2020

Cuando los arqueólogos del futuro encuentren un fósil digital con un enlace a los mejores libros de 2020 según Babelia, sabrán que en el gran año de la covid ningún libro sobre la pandemia se coló en el palmarés pero triunfaron títulos que retratan bien la sociedad del momento. Por un lado, el reconocimiento de la literatura escrita por mujeres es rotundo: las novelistas y poetas ocupan seis de los primeros diez puestos de la lista, incluido el principal, que es para Sara Mesa con Un amor. Por otro lado, La era del capitalismo de la vigilancia, de Shoshana Zuboff, sobresalió en meses en que —por ocio, por negocio y por telenegocio— nos volcamos en la vida digital mientras Los europeos, del inglés Orlando Figes, y Otoño, de la escocesa Ali Smith, hicieron lo propio en el año en que se consumó el brexit.

Oportunamente, el Madrid de Andrés Trapiello retrata la historia pasada de una ciudad que vivió semanas desbordada por el coronavirus mientras la salida de Poeta chileno, de Alejandro Zambra, coincidió con el jubiloso referéndum constituyente en Chile. Por su parte, Las malas, de Camila Sosa, y Casas vacías, de Brenda Navarro, serían, desde la ficción, buenas lecturas complementarias para el debate feminista sobre transexualidad y maternidad. Finalmente, la ciencia ficción filosófica de Ted Chiang en Exhalación serviría para evadirse —es un decir— de un mundo en el que, como en M. El hijo del siglo, un novelón sobre Mussolini, cada día se usa más la palabra fascista. Para todo los demás, es decir, lo que queda del año: Rachel Cusk, o sea, Despojos. Por Javier Rodríguez Marcos.
1. Un amor
Sara Mesa
ANAGRAMA

Por Sara Mesa.

Decía mi admirada Flannery O’Connor que pedirle a un escritor que hable de su escritura es como pedirle a un pez que dé una conferencia sobre natación. A menudo, cuando me preguntan por el sentido de mis libros, por cuestiones interpretativas o compositivas complejas, recuerdo esta afirmación y, si no fuese porque resulta maleducado, diría, con toda mi humildad y sinceridad: “Yo qué sé”. Apelar al misterio de la escritura puede sonar un poco místico —y quizá sea una manera de escurrir el bulto—, pero admitamos al menos que sí hay una buena dosis de misterio en la génesis de un libro, como la hay en el fenómeno de su lectura, tan imprevisible.


Un amor es una novela misteriosa para mí. Surge, de hecho, de un sueño recurrente —con toda la ambigüedad que conlleva el mundo onírico—, de historias escuchadas hace muchos años y de imágenes que me asaltaron de pronto, sin explicación aparente —goteras en una casa, un perro atado a una estaca, el sonido de la lluvia en el tejado de un cobertizo, una mujer espiando los movimientos de la furgoneta de un hombre—. Con todo eso, hace años, empecé a construir una historia que no sabía bien dónde me llevaba. Tardé mucho y cometí muchos errores, aunque también algún acierto que me impedía desistir y tirarlo todo a la basura. Cogí y solté la novela varias veces, entre medias escribí otras cosas. En mi editorial tuvieron una paciencia infinita conmigo, puesto que un día lo veía claro y al siguiente pedía que se olvidaran de lo dicho —­gracias, Jorge Herralde, Silvia Sesé, Isabel Obiols, por no matarme—. Al final, después de dar muchos rodeos absurdos, llegué a una especie de calma resignada, una especie de paz. Qué novelita enclenque, pensé, pero al mismo tiempo, para animarme, me agarré a una de las reflexiones de la protagonista: “No se llega al blanco apuntando, sino descuidadamente, mediante oscilaciones y rodeos, casi por casualidad”.

Y luego, casi por casualidad, esta novelita enclenque empezó a engordar; es decir, a ser leída, interpretada, compartida, amada y seguramente odiada. Sentí sorpresa y agradecimiento ante tantas lecturas —la ramificación de mi trabajo—, aunque también el famoso síndrome del impostor, de la farsante, pues este 2020, tan complicado y duro por muchas razones, ha sido también un año de excelentes libros.

Un amor no es una novela de amor y sin embargo se titula así porque amor es la palabra más manoseada del mundo. La confusión que origina el título, la posible decepción o desconcierto que ocasiona en los lectores, es buscada. Si en los grandes almacenes colocaran el libro en el apartado de novela romántica, me sentiría muy feliz, porque sería como activar una pequeña bomba en sus anaqueles. Entonces, si no se trata de un amor convencional, ¿a qué amor me refiero? ¿Qué significa este título?

En relación con el significado de los sueños, Eugène Ionesco decía: “La mayor parte de las personas, cuando intentan contar sus sueños, los interpretan, los explican, los hablan, intervienen. El sueño es una historia o una situación que se debe contar de la manera más desnuda o que solo se debe describir. No se deben contar los sueños, hay que intentar describirlos; el sueño no es discurso, es imágenes”. Yo me agarro a esta dualidad discurso/imagen del mismo modo que a la idea del pez conferenciando sobre natación. No deseo inmiscuirme en una labor que no me corresponde. Quizá no es mi papel ofrecer interpretaciones ni respuestas tajantes como quien desvelara la solución de un acertijo. Escribí Un amor como quien emprende una búsqueda y así me gustaría que fuese leído.




2. La madre de Frankenstein
Almudena Grandes
TUSQUETS

Almudena Grandes es un alud sentimental y narrativo. Y si La madre de Frankenstein es el mejor de sus Episodios de una guerra interminable algo tendrá que ver el hecho de que en los personajes femeninos se perfilan mujeres decididas (para bien o para mal), de independencia intelectual contrastada, que no titubean para ser lo que soñaron. Y ahí está la enfermera María y hasta la parricida Aurora Rodríguez Carballeira y su víctima, su hija Hildegart, diseñada para ser arquetipo de la nueva mujer republicana. La identificación emotiva es fuerte, sensación que refuerza Germán, psiquiatra que regresa a España para trabajar en un manicomio de mujeres, espacio-tiempo donde reflejar el terror con el que el nacionalcatolicismo pintaba los pardos años cincuenta. El resto, pura marca Grandes: buenos diálogos y mejores tramas, destilados con menos alambiques. Grandes ha dejado, como nunca, jirones de piel (personal, literaria) en este monstruo.. Por Carles Geli.



3. Los europeos
Orlando Figes. Traducción de María Serrano Giménez
TAURUS

Lo que Orlando Figes hace en Los europeos es reconstruir las líneas maestras que permitieron que, hacia 1900, en el Viejo Continente la gente leyera los mismos libros, escuchara la misma música o disfrutara de las mismas obras de arte, que fijarían además el canon de la alta cultura. El historiador sigue las vidas del escritor Iván Turguénev y de la cantante y compositora Pauline Viardot, que tuvieron una larga e íntima relación, y del marido de esta, Louis Viardot, crítico de arte y periodista, para mostrar cómo con la expansión del ferrocarril se produjo una primera globalización que instauró hábitos cosmopolitas. El libro levanta un apasionante siglo XIX que revela la enorme ebullición de ideas y de iniciativas creativas que marcaron las vibrantes y complejas señas de identidad de Europa. Por José Andrés Rojo.



4. Confía en la gracia
Olvido García Valdés
TUSQUETS

Hay algo vivo y a la vez mineral en los nuevos poemas de Olvido García Valdés (Asturias, 1950). Por eso al releerlos nunca están donde los dejamos; crecen e inquietan. ¿Qué es? ¿La respiración? ¿El deseo? ¿La soledad exigente con que enlazan sensorialidad y extrañeza para explorar cada pliegue? Se entretejen en ellos lecturas y animales, generaciones diversas en fiestas con globos, memoria, fantasmas, música, tiempo, luz. Forma y tonos libérrimos en los que caben el 15-M, el Brexit y la convicción de que envejecer es bueno. Líneas de un diálogo interior que ocurre en ráfagas de intensidad, cuando alguien con mucho visto y sentido elige confiar en lo benigno para encenderse e invitarnos: “… toma / el mundo por cuerpo, decía, como un ciego / el bastón, respira ahí como si fueras todo…”. Por Raquel Garzón.


5 . No digas nada
Patrick Radden Keefe. Traducción de Ariel Font Prades
RESERVOIR BOOKS

Está construida como una novela de misterio que trata de revelar quién estaba detrás de un famoso crimen sin resolver, pero la investigación periodística de Patrick Radden Keefe, basada en un centenar de entrevistas y numerosas consultas a archivos y viajes, va mucho más allá. No digas nada aplica una bien medida fuerza narrativa a la enmarañada historia política reciente de Irlanda del Norte y mete de lleno al lector en el drama de los Troubles, del que cabría pensar que se ha escrito ya más que suficiente. Y, sin embargo, el reportero de The New Yorker demuestra en este libro que la historia late bajo la paz, que hay un relato abierto en aquella herida, que las mejores intenciones con las que, por ejemplo, se creó un archivo oral en una universidad para reconstruir la historia de los terroristas pueden llevar a imprevisibles consecuencias legales, y que las víctimas de un conflicto de más de medio siglo son todos o casi todos. El secuestro y asesinato de una viuda y madre de 10 hijos, Jean McConville, en 1972 en Belfast —que nunca acabó de estar claro, ni siquiera cuando apareció su cuerpo más de 30 años después—, permite a ­Radden Keefe desenterrar un trágico relato. Y en los claroscuros de esa historia surgen preguntas que no solo atañen a por qué se llevaron a McConville y quién disparó la pistola, sino por qué una joven como la implacable Dolours Price entraba en una banda terrorista, hasta qué punto admitir un error significa quitar el sentido a toda una vida dedicada a una lucha y si un líder capaz de forjar la paz es un traidor o un héroe con rasgos de sociópata. 
Por Andrea Aguilar.


6. El hijo del chófer
Jordi Amat
TUSQUETS

Alfons Quintà fue un asesino, un tipo profundamente malvado. Sin embargo, se convirtió también en uno de los periodistas más importantes de Cataluña pese a que sus maltratos y acosos eran un secreto a voces. Con este personaje siniestro, Jordi Amat ha construido un libro magnífico en la estela abierta por autores como Emmanuel Carrère. A través de la figura de Quintà, El hijo del chófer se convierte en un retrato de la Cataluña contemporánea, pero sobre todo de los juegos de poder capaces de aupar hasta la cima social a un personaje de esta categoría humana. En ese sentido, se trata de un libro que se eleva por encima del momento que describe para convertirse en un relato universal sobre la maldad y el poder. Por Guillermo Altares.



7. Las maravillas
Elena Medel
ANAGRAMA

Empezar a leer Las maravillas es meterte en un túnel de acero frío en el que las voces que la escritora cordobesa Elena Medel entrelaza son las de todas las mujeres. En el personaje que protagoniza el libro, pero del que es también su gran ausente, se condensan las desgracias económicas de la España de los últimos 50 años: el abandono, el ascenso social truncado. La lucha feminista va abriéndose paso en la sociedad y en el libro. Pero el 8 de marzo de 2018, cuando el feminismo se instaló en la conciencia de muchos españoles, la vivencia radicalmente opuesta de los otros dos personajes principales de Las maravillas condensa el sentido del relato. Qué doloroso y qué bien narrada la primera novela de la poeta Elena Medel. Por Carmen ­Pérez-Lanzac.



8. Exhalación
Ted Chiang. Traducción de Rubén Martín Giráldez
SEXTO PISO

Con una exquisita e incisiva prosa alegórico fantástica, Ted Chiang (Nueva York, 53 años), el multipremiado orfebre de lo galáctico especulativo que hay detrás de la historia de La llegada, la película de Denis Villeneuve, reflexiona sobre la relación entre humanidad y tecnología en esta su segunda antología de relatos en 30 años. Convencido de que todo relato de ciencia-ficción puede ser un tratado filosófico, Chiang se aproxima a aquello que nos hace humanos —la memoria y sus borrosos límites narrativos, una inevitable y dolorosa empatía hasta por lo que finge estar vivo— desde la humildad del apasionado escritor de género que ha hecho de su obra pura literatura. Por Laura Fernández.


9. A corazón abierto
Elvira Lindo
SEIX BARRAL

A corazón abierto es la expresión radical de las mejores virtudes de la memoria. Elvira Lindo recuerda como si estuviera pintando al natural lo que vio en las distintas épocas de su vida y lo estuviera pintando con todos los colores, con la música precisa, con el atrevimiento que dan el amor, la nostalgia y también la rabia de haber visto de cerca, y haber sufrido, los dolores y los vacíos que anidan en lo hondo de lo inolvidable. Asombrada aún por lo que vivió en la infancia, abraza a quienes compartieron con ella también los resplandores oscuros. El resultado es un cálido recuento de la vida y no resulta extraño que haya sido además una puerta para que miles de lectores hayan sentido que ella escribe también de la vida de cada uno de ellos. Por Juan Cruz.


10. pequeñas mujeres rojas
Marta Sanz
ANAGRAMA

Cierra Marta Sanz con esta novela una trilogía negra que estira, rebasa y manipula los límites del género para ir mucho más allá. Esta última entrega es una carta de denuncia contra el olvido de la injusticia, un wéstern asfixiante, una historia coral sobre los efectos del silencio en la que hasta las voces de los muertos están impecables. Una novela necesaria que describe la violencia, sobre todo contra las mujeres, con un lenguaje propio, crudo y sin tópicos. Ni el mismo detective Zarco, visto aquí por los ojos de las mujeres de su vida, podría imaginar una despedida mejor. Por Juan Carlos Galindo.