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domingo, 10 de mayo de 2020

Maj Sjöwall y Per Wahlöö / El hombre que ríe / Prólogo de Jonathan Franzen

Lectura y Locura | “La serie de Martin Beck” de Maj Sjöwall y Per ...

Maj Sjöwall y Per Wahlöö
El hombre que ríe
Prólogo de Jonathan Franzen

Un sueco de verdad, Ekström, que compartía habitación conmigo en la residencia universitaria, fue quien me dio a conocer este libro. Me regaló una edición barata, de bolsillo, en cuya portada aparecía la foto cutre de un individuo enfundado en una gabardina, que lucía gafas de sol de estilo mod y apuntaba a la cara del lector con una ametralladora. Esto sucedió en 1979. Por entonces, yo sólo leía gran literatura (Shakespeare, Kafka, Goethe) y aunque podía perdonar a Ekström por no advertir que me había convertido en una persona seria, lo cierto es que no sentí ni el más mínimo interés por leer un libro con una portada tan escabrosa. Sólo al cabo de muchos años, una mañana que estaba en cama, enfermo y demasiado débil para enfrentarme a Faulkner, Henry James y gente por el estilo, volví por azar a echar mano al libro. En esa época, y o estaba casado con una mujer que también se dedicaba a escribir, e invertía buena parte de mis energías en la obsesiva tarea de evitar resfriados, hasta tal punto que me lavaba las manos de forma compulsiva y llegué a inventar un pequeño gesto privado, para recordar a mi mujer que antes de llevarse las manos a los ojos debía limpiarlas de gérmenes. La razón de todo esto era que cada vez que cogía un catarro era incapaz de escribir y de fumar, y cuando era incapaz de escribir y de fumar no lograba sentirme inteligente, puesto que sentirme inteligente constituía mi única defensa frente al mundo. Pues bien, ¡qué consuelo más perfecto resultó ser El policía que ríe! Después de conocer al comisario Beck perdí para siempre el miedo a los catarros (y mi mujer, a su vez, dejó de sentir miedo ante mi malhumor, cada vez que cogía uno). Y es que, desde ese momento, los catarros quedaron asociados al lúgubre y divertido mundo de la policía criminal sueca. Diez eran, en total, las novelas negras de Martin Beck, todas ellas dignas de ser leídas de cabo a rabo durante el peor día de dolor de garganta. Mi entrega favorita, la que leía más a menudo, era El policía que ríe. Sus autores, el feliz matrimonio de Maj Sjöwall y Per Wahlöö, conseguían casar en ellas la satisfactoria sencillez de la novela de género y el aliento tragicómico de la gran literatura. En sus libros el bello y hábil trabajo de la investigación detectivesca se combina con poderosas y puras evocaciones del tipo de sufrimiento que tanto ansia la gente con dolor de garganta.

martes, 4 de marzo de 2014

Miqui Otero / Qué fue de los chicos malos de la literatura

Raymond Chandler

¿Qué fue de los chicos malos de la literatura?

Donde antes la norma eran escritores dipsómanos, juerguistas y rebeldes, ahora lo son profesores universitarios de aficiones raras



El boxeador y escritor Chester Himes junto con el francés Jean Giono: genior, copazos y figura en París en 1958 / CORDON PRESS
¿Qué sucede? ¿Nadie escribe ya en las servilletas de los bares ni emplea el culo del vaso como catalejo lírico? ¿No hay escritor que encuentre su futuro literario en el remolino líquido de la taza del wáter de un after-hours cuando rompe el alba? ¿No existen ya escritores que miran con ojos de lobo de Tex Avery ni que deslizan notas a las camareras y teclean con el cuello almidonado de la camisa lleno de rastros de carmín? ¿No hay literato vivo que busque bronca en los pubs ni que guarde una botella de escocés en el cajón del escritorio o que invite a los peores expresidiarios a la barbacoa de su cumple?
¿Dónde, en definitiva, están los chicos malos de las letras? ¿Los malditos de la narrativa contemporánea?

Recientemente incluso Ray Loriga –el vampiro de las letras ibéricas– admitía estar “harto de ser Ray Loriga”
Es una pregunta que se van haciendo varias plataformas, deThe New York Times para abajo. Es cierto que uno no imagina a Jeffrey Eugenides, el correctísimo autor de Las vírgenes suicidas, con la corbata en la cabeza y lanzando billetes a una stripper. Es verdad que la pasión por la ornitología de Jonathan Franzen no inspira la visión del autor agotando líneas de chupitos de tequila tamaño Gran Pirámide de Cholula. Son, en defintiva, malos tiempos para el malditismo. Malos tiempos para los chicos malos de la literatura.

Quizás la cosa tenga que ver con el prestigio actual de un escritor, cuya época de esplendor quedó muy atrás, “en la época del vapor"
Que la gran mayoría de escritores siguen teniendo esa sempiterna sed que parece ser el rasgo común del gremio, que aún beben en cuanto tienen una excusa, es evidente. Sin embargo, recientemente incluso Ray Loriga –por el altísimo, el vampiro de las letras ibéricas– admitía que estaba “harto de ser Ray Loriga”. Cualquiera que se ponga demasiado estupendo con esto de ser un escritor maldito será automáticamente motivo de chanza entre sus compañeros. No es que hayan dejado de beber, no, es que lo hacen en sus ratos libres, entre entrega y entrega de artículos, después de recoger a los nenes de la guarde y, sobre todo, hacerlo no les parece ya un motivo de orgullo (al margen de, quizás, los estibadores de antaño, ¿quién querría alardear de algo que todo el mundo puede hacer con el suficiente tiempo libre: emborracharse?).
Quizás, como dijo el estadounidense bebedor ocasional y escritor Kurt Vonnegut, la cosa tenga que ver con el prestigio actual de un escritor, cuya época de esplendor quedó muy atrás, “en la época del vapor”. Si cualquier persona hiciera un cálculo aproximado (monetario y sentimental) sobre el glamour de la literatura cerraría su portátil y juraría no poner jamás las manos sobre un teclado.

Los escritores de la era Mac



Jonathan Franzen y su sonrisa dan una conferencia en el círculo Rosamond Gifford /CORDON PRESS
Sí existen autores que persisten en la manía de coquetear con la imagen de malotes como Houllebecq o que no provienen de círculos académicos como Donald Ray Pollock, pero los tiempos de Lord Byron parecen remotos. Los autores con cierta repercusión son los que se presentan como realmente constantes y metódicos. El epítome del autor que anota al final de su novela el modelo de Mac con el que la escribió y los caffè macchiato de Starbucks que consumió durante su escritura encontraría su epítome en Franzen, el autor de Libertad. No es el único: el modelo de escritor gafitas que da clases de posgrado y que se permite algún hobby algo excéntrico, como de novela de Chesterton, es el predominante. De hecho, este perfil hegemónico ha dado lugar a cuentas paródicas como @emperorfranzen, una falsa cuenta de Twitter (aunque el que la gestiona dice que el que es un fake es el Franzen real), en el que se presenta una especie némesis arisca, diabólica y cascarrabias del responsable de Las correcciones.
Otro autor, Howard Jacobson, iba algo más allá en el diario The Guardian. Allí planteaba que nadie editaría ahora a Kafka, tanto por el carácter de su autor como porque sus historias carecían de redención. Jacobson, de hecho, brinda una pregunta: ¿cuándo fue la última vez que alguien intentó atracarte en el metro con la novela Middlemarch bajo el brazo? Leer es un acto civilizado y que requiere cierto sosiego, eso es cierto. Pero lo que se debate ahora es dónde están los escritores callejeros sin doctorado ni tesina.
Algunos se encuentran en nuevas escenas literarias como la Alt Lit: escritores mayoritariamente anglosajones y jovencísimos que escriben sobre alcohol, drogas y relaciones en internet –¿de qué iban a escribir?–. Firmas que no parecen preocuparse demasiado por la gloria literaria, como Tao Lin o Ben Brooks. Que viven, según han anotado algunos suplementos especializados, “una vida literaria” y que escriben sobre ella desde un enfoque autobiográfico.

La extinción de los bárbaros

Raymond Chandler era un perro callejero para Agatha Cristie pero un mindundi para el exdelincuente, y de paso autor de novela negra, Chester Himes. Jacobson, por ejemplo, cita a Philip Roth como “chico malo”. El autor judío, a su vez, afirmaba el año pasado que “la literatura no es un concurso de belleza” y que siempre se ha alineado más con el Céline polémico y trotamundos que con Proust. Bien, pues Roth será un enfant terrible en algunos círculos académicos (terriblemente talentoso, faltón y escatológico, especialmente en su primera etapa, es cierto), pero en su día fue tomado a broma por algunos ases del Nuevo Periodismo. Tom Wolfe afirmaba en el prólogo de su famosa antología: “Philip Roth y sus amigos están ahora repasando las historias de la literatura y sudan tinta, preguntándose dónde han ido a parar. Malditos sean todos, han llegado los Bárbaros…”.
Esos tales Bárbaros eran los exponentes del Nuevo Periodismo, que James Parker distingue en otro artículo en The New York Timescomo los últimos malditos. En los años sesenta, según él, los novelistas quedaban ridículos si querían competir a malotes con las estrellas del rock, con la excepción de gamberros como Hunter S. Thompson –en su libro de cartas El escritor gonzo se puede constatar cuán maldito era, aunque su editor comente en el prólogo que fue precisamente esa imagen lo que acabó con su genio narrativo– y de borrachuzos audaces y tardíamente provocadores como Norman Mailer –su idea de malditismo es insultar a los poetas famosos en Los ejércitos de la noche–. Actualmente la idea de malditismo en un periodista con vocación literaria pasa por darse de baja de autónomos en meses alternos para poder pagar el alquiler. El contexto es todo.
Rivka Galchen, en otra pieza que aborda este tema en The New York Times, rebate que no por ponerte un traje blanco todos los días, como el de Tom Wolfe, cambia uno la historia del periodismo creativo. Es decir, que el hábito no hace al monje. Que no por decir que te bebes el Nilo en vodka escribirás mejor. Algo así decía Kipling sobre un principiante en su relato El cuento más bonito del mundo: “Llegó envuelto en citas ajenas, tal como un mendigo se hubiera investido con la púrpura de los emperadores”. O como cantaban The Go Betweens: “Por qué la gente que lee a Dostoievski, se viste como Dostoievski?” (igual de mal, quería decir). Y esto tiene que ver, también, con algunos mitos de la escritura. Nadie escribe borracho (o si lo hace, borra y edita sin piedad con resaca).
Sin embargo, el escritor israelí Nir Baram insistía hace poco, al hilo de su novela Las buenas personas: “No sé de dónde viene esta manía de los escritores actuales por parecer monos, por ser asequibles y gustar”. Quizás los enfants terribles de la literatura no estén en las estanterías, sino en los clubes de monólogos. Louis C.K., responsable de la exitosa serie cómica Louie, parece con su humor libre de lo políticamente correcto parafrasear a Malcolm X cuando decía: “No os diré lo que queréis oír. Lo digo así porque soy uno de vosotros. Y uno de los peores de vosotros”.
Los autores de éxito de la narrativa actual, más allá del que insulta a otro escritor en una conferencia universitaria o del que falta a una entrevista promocional por la resaca fermentada durante la noche anterior, como mucho validan aquel verso de una canción de las Shangri-las: “Él es bueno-malo, pero no es diabólico”.



lunes, 26 de noviembre de 2012

Mirta Rojo / Letras más allá de Philip Roth


Philip Roth

Letras más allá de Philip Roth


La librería Tipos Infames de Madrid 

hace para S Moda 

una selección de los 10 novelistas estadounidenses 

a los que no hay que perder de vista. 

Estas son sus apuestas.


Mirta Rojo
El País, 25 de noviembre de 2012


01. Árbol de Humo, de Denis Johnson

Su visión oscura, terrible y alucinógena del mundo en guerra convierte a esta novela en una digna sucesora de Apocalypse Now.


02. Una historia conmovedora, asombrosa y genial, de Dave Eggers

Con su título no son necesarios más calificativos para describir la obra de este escritor sobrado de ingenio. Hay que comenzar con su primer libro.


03. The broom of the system, de Foster Wallace

Es el autor que proyecta la más alargada sombra de genialidad sobre la novela norteamericana actual. Pálido Fuego publicará próximamente su primera obra.




04. El fin de Alice, de A.M. Homes

Por el placer, casi olvidado, de sentir que el libro que uno tiene entre manos es algo peligroso, recomendamos este monstruo literario.




05. The marriage plot, de Jeffrey Eugenides

Es uno de los escritos más seductores y descomunales que hemos leído en tiempo. Dentro de poco aparecerá su traducción al español.


06. El tiempo es un canalla, de Jennifer Egan

Egan articula las historias de varios personajes para contar que, más allá de sus vidas privadas, como dice el título: El tiempo es un canalla.



07. Más afuera, de Jonathan Franzen

Después de la algarabía mediática de Libertad, hay que echarle un vistazo a toda su obra. Lo último es este ejemplar de ensayos.




08. El velo negro, de Rick Moody

Se lee y suena como un disco recopilatorio y autobiográfico de culpas, vínculos sanguíneos y literarios. Está escrito con humor y en orden aleatorio.



09. Chronic City, de Jonathan Lehem

El Manhattan distópico que ha descrito Jonathan Lethem en esta novela se parece demasiado al Manhattan auténtico.


10. Ciudad abierta, de Teju Cole

Este joven escritor de ascendencia nigeriana nos ha dado una alegría. Ciudad abierta está ambientada cinco años después del 11-S.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Eduardo Mendoza / Los enamoramientos de Javier Marías

Los enamoramientos

de Javier Marías

La ruta del doble éxito

EDUARDO MENDOZA El País23 DIC 2011



Cincuenta y siete críticos y colaboradores de Babelia han elegido los mejores libros de 2011. Un año dominado por grandes escritores, novelas en diferentes idiomas y ensayos literarios. Los enamoramientos, de Javier Marías, ocupa el primer lugar. La obra ha conseguido reunir a un tiempo el reconocimiento de la crítica y el favor de los lectores.
No es insólito pero tampoco muy común el que una novela reciba una buena acogida por parte de la crítica y también del público lector. Los enamoramientos es uno de estos casos y, una vez manifestada mi alegría, trataré de desglosar las razones de este doble éxito.
Nacido en 1951, con una dilatada (por temprana, su primera novela apareció en 1971, Los dominios del lobo) carrera literaria a sus espaldas, un sólido prestigio nacional e internacional e incontables premios en su haber, Javier Marías acomete la escritura de Los enamoramientos después de haber concluido la trilogía de Tu rostro mañana, una obra titánica que seguramente tiene que haberle producido la sensación de haber saldado de una vez por todas cualquier debate sobre su capacidad y sus méritos, de no tener que demostrar nada ni a los demás ni a sí mismo; quizá también la sensación de haber agotado el capital productivo y las expectativas, de que todo cuanto pudiera hacer en el futuro no contribuiría en nada a su prestigio. Ignoro si fueron éstas las circunstancias que acompañaron la escritura de la novela, pero tanto si lo fueron como si no, el resultado es que Los enamoramientos parece una novela escrita sin presión externa ni interna, con absoluta libertad, una de las más claras y redondas de su autor, tal vez, por usar un término coloquial, la más suelta. Sólo así se explica que haya podido adoptar sin aparente esfuerzo ni artificio una voz femenina y la haya mantenido sin fisuras a lo largo de cuatrocientas páginas. Y lo mismo ocurre con la trama de esta singular historia, a la que me referiré enseguida.

Los enamoramientos

Javier Marías
Alfaguara. Madrid, 2011
408 páginas. 19,50 euros
Libro electrónico: 12,99 euros

Las novelas de Marías, como sus personajes, tienen varios rostros y admiten varias lecturas, en todos los sentidos
Antes, sin embargo, quisiera detenerme en el título, que, a mi modo de ver, y de una forma muy típica de su autor, aclara y despista por partes iguales. Porque la novela no habla del amor, sino del enamoramiento. Y aunque nada se dice taxativamente al respecto, cabe la posibilidad de que el enamoramiento del título no se refiera a la turbulenta historia pasional que ocupa la parte central de la novela, sino a la atracción inicial, la que la protagonista contrae, casi como una infección, respecto de la pareja todavía anónima que coincide con ella por motivos triviales o, al menos, fáciles de imaginar en un mundo de hábitos triviales. Y es este enamoramiento el que lleva a María Dolz, apodada no sin ironía La Joven Prudente, a inmiscuirse en un asunto que en circunstancias normales sólo le habría afectado de un modo tangencial y pasajero y cuyo carácter oscuro, por no decir siniestro, resulta evidente desde el principio para el lector y también para ella.
Nada es convencional en la novela. El suceso desencadenante es un hecho violento de una gratuidad que roza lo inverosímil, un homicidio tan brutal como absurdo que choca con las convenciones no ya del género de la novela policial, sino de cualquier novela, un crimen sin móvil cuyo autor es conocido en todo momento y cuya culpabilidad nunca es puesta en duda. Y es precisamente esta dislocación de la lógica literaria y también de la lógica real la que mueve al escritor y a la protagonista del escrito a no dejar pasar el suceso como uno más de los hechos terribles pero ajenos que ocurren en la periferia de lo cotidiano. Un desconocido muere, otro aparece por causas razonables. "Fue entonces cuando decidí acercarme a ella", dice la protagonista como si con esta frase justificara abrir la puerta a un mundo de misterios y peligros.
Nada más típico de la temática de Javier Marías a lo largo de toda su obra: no el azar, sino una elección, sólo a medias voluntaria, hecha a partir del azar. Algo que sintetiza a la perfección el célebre principio de Corazón tan blanco: "No he querido saber pero he sabido". Esta elección azarosa lleva a la protagonista de Los enamoramientos a un estado de ánimo obsesivo, que le ciega pero al mismo tiempo le impulsa a indagar y penetrar en la verdad más opaca. De esta indagación surge el descubrimiento de algo que no es tanto engaño como doblez. No hay engaño por parte de las personas, sino de las apariencias tras las que se ocultan. Y si hay engaño, este engaño no va destinado a quien indaga, aunque en definitiva su descubrimiento le afecte de un modo profundo. Tal es el caso de María Dolz, La Joven Prudente, que, en contra de lo que parecerían indicar sus largas reflexiones, actúa de un modo absolutamente irreflexivo y a quien sólo la acción va relevando su sentido y sus consecuencias.
A este tema, que recorre toda la obra narrativa de Javier Marías, se une otro no menos recurrente: la obstinada persistencia de los muertos en la vida de los vivos; no sólo en el recuerdo, donde tienen reservado un alojamiento hecho de afecto y de pesadumbre pero circunscrito al territorio de la memoria, sino en todos los aspectos de la realidad cotidiana de los vivos, donde ejercen un influjo decisivo sobre la conducta y las emociones de éstos.
Como en un juego de espejos, se insertan en la novela dos referencias literarias: el asombroso y bárbaro episodio de la fallida ejecución en Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, y la maravillosa novela corta de Balzac El coronel Chabert. Las dos historias refieren casos de amor desmedido y en ambas uno de los protagonistas de la pareja amorosa regresa de un más allá falso desde el punto de vista clínico, pero no por ello menos real para el que permaneció en el mundo de los vivos.
Todo lo que acabo de decir es, por supuesto, una interpretación personal, no una clave para la lectura de Los enamoramientos. Las novelas de Javier Marías, como sus personajes, tienen varios rostros y admiten varias lecturas, en todos los sentidos del término. ¿Qué ha sucedido exactamente? ¿Qué hay de verdad en lo que los personajes han acabado revelando? ¿Qué saben cuando dicen saber y qué ignoran cuando pretenden no saber? Para obtener este efecto, Marías recurre a su habitual estilo. En esta ocasión, la contención es mayor que en otras novelas, quizá porque el tema es más patético y más doloroso. Dosifica el sentido del humor y lo utiliza con sordina, incluso en el habitual y esperado cameo del profesor Rico. En cambio no faltan las digresiones y el análisis minucioso y matizado de las emociones que lleva el relato más allá de la simple peripecia argumental. Como es habitual en él, Marías no escribe de un modo lineal ni ortodoxo: desparrama el texto, de tal modo que la narración no circula por canales bien trazados, sino por un cauce natural, accidentado, a lo largo del cual se producen meandros, remolinos y desbordamientos, sin perder nunca el rumbo ni el control último del discurso. Esta mezcla de caos y rigor requiere un envidiable dominio de la técnica narrativa, como demuestra el recurso al medido anacoluto como recurso literario, que tanto escandaliza a maestrillos e inspectores, pero que tan bien refleja la percepción de la realidad sobre la marcha, una percepción precipitada, a la vez sagaz y contradictoria, en la que intervienen la inteligencia, las emociones, los prejuicios y las limitaciones de un modo complementario y antagónico. Todo pertenece, en palabras del autor al "vagoroso universo de las narraciones, con sus puntos ciegos y contradicciones y sombras y fallos, circundadas y envueltas toda en la penumbra o en la oscuridad, sin que importe lo exhaustivas y diáfanas que pretendan ser, pues nada de eso está a su alcance, la diafanidad ni la exhaustividad".


25 libros de 2011

El País, 23 de diciembre de 2011


1. Los enamoramientos
Javier Marías (Alfaguara)
Novela
2. Libertad
Jonathan Franzen (Salamandra)
Novela
3. Némesis
Philip Roth (Mondadori)
Novela
4. El mapa y el territorio
Michel Houellebecq (Anagrama)
Novela
5. El ruido de las cosas al caer
Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara)
Novela
6.Caligrafía de los sueños
Juan Marsé (Lumen)
Novela
7. La obsolescencia del hombre
Günther Anders (Pre-Textos)
Ensayo
8. Historia de la literatura española. Derrota y restitución de la modernidad 1939-2010
J. Gracia y D. Ródenas (Crítica)
Ensayo
9.La gruta de las palabras
Vladimír Holan (G. Gutenberg / C. de Lectores)
Poesía
10. Deshielo a mediodía
Tomas Tranströmer (Nórdica Libros)
Poesía
11. Adiós a la universidad
Jordi Llovet (G. Gutenberg / C. de Lectores)

12.
 Correspondencia Carmen Martín Gaite-Juan BenetEnsayo
(G. Gutenberg / C. de Lectores)
Correspondencia
13. Tierra inalcanzableAntología poética
Czeslaw Milosz (G. Gutenberg / C. de Lectores)
Poesía
14. Por el bien del imperio
Josep Fontana (Past & Present)
Ensayo
15. Una habitación en Holanda
Pierre Bergounioux (Minúscula)
Ensayo
Yo confieso
Jaume Cabré (Destino)
Novela
16. El día de mañana
I. Martínez de Pisón (Seix Barral)
Novela
17. Anatomía de la influenciaHarold Bloom (Taurus)
Ensayo
Folie Baudelaire
Roberto Calasso (Anagrama)
Ensayo
18. Amor y obstáculos
Aleksandar Hemon (Duomo)
Relatos
Crímenes
F. von Schirach (Salamandra)
Relatos
Doctor Glass
Hjalmar Söderberg (Alfabia)
Novela
Solar
Ian McEwan (Anagrama)
Novela
19. El juramento de la pista de frontón
John Ashbery (Calambur)
Poesía
20. El emperrado corazón amora
Juan Gelman (Tusquets)
Poesía
*resultado de la encuesta con 57 críticos y colaboradores de 'Babelia'. en las primeras 20 posiciones quedaron 25 libros debido a algunos empates.


http://elpais.com/diario/2011/12/24/babelia/1324689138_850215.html



Letras para un mundo en crisis

JOSÉ MARÍA GUELBENZU 23 DIC 2011
La familia, Occidente y el propio ser humano viven un tiempo de mutación traumática. De Jonathan Franzen al premio Nobel Tomas Tranströmer pasando por Michel Houellebecq o Juan Marsé, los autores del año levantan acta de esa metamorfosis.
2.
Libertad
Jonathan Franzen
Traducción de Isabel Ferrer
Salamandra. Barcelona, 2011
667 páginas. 25 euros
Libertad no ha dejado indiferente a nadie. Unos, acaso escandalizados con el delirio fervoroso que ha ocasionado, le niegan el pan y la sal; otros la ensalzan sin medida; pero es una novela que tampoco admite la componenda del término medio. En realidad es un gran libro y una gran verdad literaria. La familia media americana de principios del XXI ya no es la de El Sueco de Philip Roth o el Conejo de Updike; la novedad es que se trata de un espacio descoyuntado por los acontecimientos y fracasos de los últimos años, que han dejado sin rumbo y desquiciados a aquellos que, a pesar de todo, no saben prescindir de su conciencia y se sienten cada vez más descolocados en medio de una clase media floreciente en un país cambiante y herido por los últimos acontecimientos. El libro ofrece una creación de personajes principales y secundarios de una intensidad tan minuciosa como exigente. Desprendido de la herencia posmoderna, Franzen se adentra en un realismo engañosamente tradicional para construir una estructura que represente ese descoyuntamiento y a fe que lo consigue. El concienzudo trabajo de creación del autor, que tampoco desdeña recursos expresivos modernos, es impresionante. JOSÉ MARÍA GUELBENZU



3.
Némesis
Philip Roth
Traducción de Jordi Fibla
Mondadori. Barcelona, 2011
208 páginas. 21,90 euros
De los grandes escritores judeo-americanos, Saul Bellow, el mayor de todos, es el más denso y ambicioso. Bernard Malamud, el más previsible. E. L. Doctorow, el más sutil y variado. Philip Roth tiene mucho del primero -el vigor de las tramas, el gusto por lo farsesco, su admiración por el tiempo de Franklin Roosevelt- y también algunos rasgos propios: el patriotismo, el refunfuño, cierta provocativa elementalidad. Todos sus lectores aceptamos ser naturales de Newark, mirar con recelo a los compatriotas italoamericanos, ser miembros de familias muy unidas y siempre conocemos a algún muchacho lleno de vida y de fe, cuya vida se frustra.
Némesis no le falta nada de esto. Estamos en 1944, tenemos al idealista Bucky Cantor -un instructor de campamentos juveniles que no ha podido ir a la guerra- y, como en La conspiración, sobreviene una oscura fuerza que amenaza a todos: una epidemia de poliomielitis, el mal del propio Presidente. Desde Patrimonio y Elegía, la experiencia de la enfermedad es una clave de su obra que aquí adquiere tintes de símbolo histórico y de problema filosófico. Las páginas finales deNémesis -narradas por un personaje que aflora como testigo, algo que le gusta mucho a Roth- son sencillamente sobrecogedoras, aunque no sepamos si son un grito de angustia o una profesión de fe en los seres humanos. Quizá las dos cosas. JOSÉ-CARLOS MAINER
4.
El mapa y el territorio
Michel Houellebecq
Traducción de Encarna Castejón
Anagrama. Barcelona, 2011
384 páginas. 21,90 euros
Cabe sospechar, en todo lo que escribe Houellebecq, una soterrada convicción de que la literatura es inútil. Ahora bien, se trata de una inutilidad práctica, o al menos lo suficientemente expansiva para que el autor pueda proyectar una figura social equívoca. Por un lado, talentosa y enérgica, y por otro embelesada por su propia inteligencia. De ahí surge su exhibicionismo, tan decididamente francés, con su propensión a incordiar y esa desinhibición verbal que le llevó a los tribunales y redondeó su crédito de creador intempestivo. Con El mapa y el territorioHouellebecq consiguió el Goncourt, y con esa notoriedad se diría que su narrativa se asimila mejor. Y así parece. Es, desde luego, su novela más complaciente. Su percepción de que esto se acaba, del estado crepuscular del mundo industrial, está admirablemente expuesto a través de Jed Martin, un artista que triunfa, casi sin darse cuenta, simplemente por reflejar la relación del hombre con el trabajo. Con este arranque, la novela podría haber sido una invectiva demoledora. Pero, aunque no pierde fuelle, la inclusión del asesinato de Houellebecq, y el irremediable recurso al relato policial, propone una vigencia en el género más bien desconcertante en un autor tan poco normativo. Pese a ello, y a la observación de Jed Martin de que un crimen aumenta la mediocridad del mundo, la novela se desembaraza de ese contagio y se sustenta en la misma obstinada corrosión que ha hecho de Houellebecq un escritor de inexcusable lectura. FRANCISCO SOLANO
5.
El ruido de las cosas al caer
Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara. Madrid, 2011
260 páginas. 11,99 euros
En El ruido de las cosas al caer, Juan Gabriel Vásquez diseña no solo el mapa moral de Colombia, la Colombia de los últimos treinta años, sino también el perfil humano de un héroe a la búsqueda de un secreto capital para entender su país, además de para entenderse a sí mismo. La breve pero reveladora relación entre el joven narrador, Antonio Yammara, y Ricardo Laverde, el misterioso personaje como sacado de una novela de Graham Greene, nos sitúa en una estructura argumental ya prototípica en la narrativa universal. Una estructura pensada para justificar la existencia de una verdad desconocida y el buceador de esa misma verdad de la que no sale indemne. Esta dialéctica dramática, pero no por ello menos luminosa, impregna esta soberbia novela.
Juan Gabriel Vásquez, de paso, ha bordeado también, con un registro distinto la novela generacional. La generación que comenzó a convivir en Colombia con la violencia, con los carteles de la droga, con los grandes magnates de la muerte. Esta realidad, la de la droga, está en la novela, la vemos lavarse casi microscópicamente ante nosotros por obra y magia de un método de representación que la mantiene sin embargo como un ruido de fondo (y el ruido de los y seres que se rompen para siempre) imposible de descifrar. J. ERNESTO AYALA-DIP



6.
Caligrafía de los sueños
Juan Marsé
Lumen. Barcelona, 2011
436 páginas. 15,99 euros
No tendría por qué ser noticia, pero da gusto recordarlo. A Juan Marsé no le falló el pulso de novelista ni en la urdimbre moral ni en el escenario peliculero que a menudo tiene este relato intenso, con sus dosis apuradas de secretos aplazados y de retales de esperpento. La huella autobiográfica es menos evidente de lo que aparenta, pero está, y está a fondo porque en parte recrea la experiencia de una adopción parecida a la suya. Pero sobre todo construye los pasos de una madurez moral (desde la cobardía y la mentira, desde el deseo y el miedo) y al mismo tiempo el relato se amasa entre calles y bares de barrio inconfundiblemente verdaderos, de mujeres atadas de por vida a sus huecos sentimentales, de muchachos vivaces y despiertos, de falsos y verdaderos cazadores de ratas azules, de barrios bajos visitados casi en un paseo onírico. El relato de formación virará hacia la formación adulta y hacia la culpa: Ringo, el muchacho protagonista, pronto empezará a escribir. Y todo porque un día cayó en sus manos un ejemplar de Las nieves del Kilimanjaro, de Hemingway, "un pequeño y alargado volumen de relatos de tapas blancas con tres cagadas de mosca en la cubierta". JORDI GRACIA
7.
La obsolescencia del hombre. Sobre el alma en la época de la segunda revolución industrial (volumen I)
Sobre la destrucción de la vida en la época de la tercera revolución industrial (volumen II)
Günther Anders
Traducción de J. Monter Pérez
Pre-Textos. Valencia, 2011
312 y 428 páginas
No queremos saberlo, pero lo cierto es que hemos caducado. Somos la humanidad después de su dimisión, tras una vergonzosa depauperación a manos de la técnica y de la historia ligada a ella. Auschwitz, Hiroshima, Vietnam (Irak, Gaza, hay que añadir), la fabricación de parados, marcan la caída del hombre en el peor de los infiernos: el de lo inhumano. Tal es el núcleo de La obsolescencia del hombre, la obra maestra del filósofo Günther Anders, publicada en dos partes en 1956 y 1980. Que se haya traducido por primera vez al español en este tremendo 2011 en el que el hombre intenta recuperar algo de lo mucho que ha perdido a manos de la invasión técnico-capitalista es estimulante y refuerza el sesgo virginal de la obra. Anders es un filósofo de la ocasión, exagerado, situado, siempre dispuesto a "caer en la praxis" y poco amigo de la ontología prístina. Precisamente porque su crítica de la tecnocracia es inapelable, hay que preguntarse qué pensaría hoy (en sus últimos años matizó algunas de sus posturas) sobre la capacidad de liberación de la revolución tecnológica en curso. Las revueltas árabes y la indignación mundial, tan ligadas a ella (Facebook, Al Jazeera), son un paso en el camino de la acción transformadora anhelada por Anders. LUZ GÓMEZ GARCÍA
8.
Derrota y restitución de la modernidad. 1939-2010
Jordi Gracia
y Domingo Ródenas
Crítica. Madrid, 2011
1.180 páginas. 39,50 euros
La estupenda Historia de la Literatura Española que dirige José-Carlos Mainer se ha enriquecido con tres nuevos volúmenes. Jordi Gracia y Domingo Ródenas, autores del volumen 7º dedicado a la literatura contemporánea, conscientes de la importancia del marco cultural, dedican 300 páginas a analizar ideologías, movimientos y actitudes de todos esos años. Se ocupan con el mismo vigor del franquismo y la Falange que de los movimientos rebeldes así como de los desarrollos posteriores ya en la época democrática. Uno puede percibir las chispas que saltan de las pugnas literarias, de las contradicciones internas y de los contrastes entre el verbo exaltado de algunos y las expresiones ponderadas de otros. Los autores y sus obras reciben tratamientos amplios y adecuados y el orden en que son presentados, afortunadamente, no se sujeta a las coordenadas a que estamos acostumbrados. Las valoraciones personales tienen también su lugar en el texto y ello dará ocasión a que se produzcan las acostumbradas disensiones. Son de notar textos bastante curiosos en la sección "Textos de apoyo".
Han acompañado a este volumen en su salida otros dos. El 8º, Las ideas literarias. 1214-2010, y el 4º, Razón y sentimiento. 1692-1800. Los dos coinciden en desmentir el tópico tan extendido sobre la inferioridad del pensamiento español a lo largo de la historia. El primero, dirigido por José María Pozuelo Yvancos y escrito por diversos especialistas, repasa las ideas que sobre el quehacer literario se han dado en nuestro país desde la época medieval hasta la más estricta actualidad. El segundo, a cargo de María Dolores Albiac Blanco, se afana en clarificar el siglo XVIII para apreciarlo en su variedad e importancia global frente a los que injustamente lo menosprecian. LLUÍS SATORRAS


9.
La gruta de las palabras
Vladimír Holan
Traducción de Clara Janés
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores
Madrid, 2011
667 páginas. 29,50 euros
"Antes de que el sembrador dé un paso / ya está aquí el segador", dicen dos versos de un poema de Vladimír Holan titulado Época. El libro se escribió entre 1949 y 1954 y los tiempos no han cambiado tanto como decía la canción. Salvo por una cosa: no son malos para la lírica sino para la justicia. De hecho, la traducción en España vive su particular edad de oro. La edición de poesía, también. De la conjunción de ambos es un ejemplo inmejorable La gruta de las palabras. Obra selecta, que incluye ocho libros completos de Holan (1905-1980) y una amplia selección de otros dos en versión de la poeta Clara Janés, desde hace décadas, la voz en español del autor checo. Libros ya clásicos de la literatura europea contemporánea como DolorUna noche con Hamlet oSoldados del ejército rojo -publicado íntegro por primera vez en España- forman parte de un volumen que recoge medio siglo de una escritura que pasó del hermetismo al compromiso social y de este a la metafísica sin perder pie jamás ni cerrar los ojos del asombro: "Un poco de nieve cae de esa ramita. / Pronto será un alud". JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS



10.
Deshielo a mediodía
Tomas Tranströmer
Traducción de Roberto Mascaró
Edición bilingüe
Nørdicalibros. Madrid, 2011
217 páginas. 19,50 euros
Al poco de publicarse Deshielo a mediodía, Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) recibía, a principios de octubre, el Premio Nobel de Literatura. Esta nueva antología de su obra reúne aquellos poemas que quedaron fuera de El cielo a medio hacer, publicada a comienzos de 2010, donde también se recogía su magnífica autobiografía Visión de la memoria. Gracias a la admirable traducción de Roberto Mascaró, es posible acceder en castellano a la poesía completa de uno de los más deslumbrantes maestros contemporáneos de la metáfora. Sus poemas surgen de observaciones precisas y concretas, donde la realidad se transfigura para perforar el enigma que se oculta en lo cotidiano para así revelar, en una lengua objetiva y profana, las fuerzas que gobiernan el universo: "Dejadlos sentir sin angustia / las alas camufladas / y la energía de Dios / arrollada en la oscuridad". Poeta del lenguaje, pues "lo salvaje no tiene palabras", sus versos son relámpagos de clarividencia, una energía salvadora que brilla sutil en la unión armoniosa entre la pureza clásica y el florecer de imágenes de su laconismo mágico. Gracias a la integridad y fortaleza que alcanza su profunda visión de la condición humana, no hay paredes que su escritura no pueda sobrepasar. Al leer sus poemas importa poco dónde vivamos o cuáles sean nuestras circunstancias. Como recordó otro poeta sueco, Gunnar Ekelöf, lo importante es respetar al lector, dejar para él una silla vacía en nuestra mesa. Y en la gran mesa de Tranströmer hay suficientes sillas vacías para todos, pues siempre tiene algo imperecedero que decirnos: "Yo no estoy vacío, sino abierto". ANTONIO ORTEGA


El reino indestronable 

de la novela

WINSTON MANRIQUE SABOGAL 23 DIC 2011
2011 ha sido un año de pesos pesados en la literatura en español y otros idiomas: Marías, Franzen, Houellebecq, Roth, Marsé, Milosz, Bloom, Calasso, McEwan y Gelman, situados entre los 20 primeros de la encuesta de Babelia, son la prueba.

Por cuarto año consecutivo la revista cultural y literaria de EL PAÍS ha elegido los libros del año a través de una gran encuesta con sus críticos y periodistas. Este año han participado 57 personas que en total han citado 360 títulos. Una cifra que muestra la gran riqueza y diversidad de criterios a la hora de votar. Cada uno eligió 10 libros de aquellos publicados este año en España, dando al primero de la lista 10 puntos y así de manera descendente.

El libro más votado ha sido Los enamoramientos, de Javier Marías (Alfaguara). Una novela citada por la tercera parte de los encuestados. Algunas conclusiones de la encuesta son:

- Entre los diez primeros libros hay seis novelas, dos poemarios y dos ensayos.

- Los libros en español son cuatro, frente a seis originarios en otros idiomas.

- La presencia de los cuentos ha disminuido: entre los diez primeros no hay ninguno y entre las 20 primeras posiciones hay solo tres.
- Las editoriales grandes dominan la lista de los 26 libros en las 20 primeras posiciones, sobre todo, y una vez más, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores con cinco obras. Los sellos pequeños apenas han colocado seis títulos.
- Hay tres rescates interesantes: la poesía de Vladimír Holan con La gruta de las palabras (Galaxia / Círculo), la novela de Hjalmar Sóderberg con Doctor Glass (Alfabia) y el ensayo de Günther Anders con La obsolescencia del hombre (Pre-Textos).
En nuestro blog PAPELESPERDIDOS puedes ver la votación de cada uno de los críticos.

Las votaciones de 'Babelia'

Los 57 críticos, colaboradores y periodistas de Babelia que han participado en la en encuesta son: Jesús Aguado, Víctor Andresco, Jacinto Antón, Javier Aparicio Maydeu, J. Ernesto Ayala-Dip, Nuria Barrios, Miguel Á. Bastenier, Fernando Castanedo, Amelia Castilla, Manuel Cruz, José Luis de Juan, Patricia de Souza, Edgardo Dobry, Cecilia Dreymüller, Jesús Ferrero, Rocío García, Carlos García Gual, Carles Geli, Luz Gómez García, Javier Goñi, Jordi Gracia, José María Guelbenzu, Elena Hernández Sandoica, Daniel Innerarity, Fietta Jarque, Iury Lech, Paloma Llaneza, José-Carlos Mainer, Alberto Manguel, Winston Manrique Sabogal, Josep Martí Font, Ricardo Menéndez Salmón, Vicente Molina Foix, Rosa Mora Pous, L. Fernando Moreno Claros, María José Obiol, Antonio Ortega, José Luis Pardo, Edmundo Paz Soldán, Luis Perdices de Blas, Rodrigo Pinto, Álvaro Pons, Benjamín Prado, Ángel L. Prieto de Paula, Josep Ramoneda, Isidoro Reguera, Manuel Rico, Ana Rodríguez Fischer, Javier Rodríguez Marcos, Sergio Rodríguez Prieto, Manuel Rodríguez Rivero, Ángel Rupérez, José Manuel Sánchez Ron, Marbel Sandoval Ordóñez, Lluís Satorras, Francisco Solano y Fernando Vallespín.
http://elpais.com/diario/2011/12/24/babelia/1324689141_850215.html
BIOGRAFÍA DE JAVIER MARÍAS