Laure Adler
Marguerite Duras
Esta biografía contribuye a hacer más inteligible a la mujer y a la creadora, aunque subsista "esa parte de penumbra y de misterio". Porque Duras poseía una gran habilidad para reinventarse y confesar lo inconfesable.
Por Lourdes Ventura
El Cultural, 15 / 11 / 2000
“Las biografías que se escriben sobre mí no me interesan para nada. Mis libros deberían bastar”. Así respondió Marguerite Duras a la escritora Frédérique Lebelley que le proponía, como tantos otros lo hicieron antes, escarbar en su vida. También alzó los hombros con indiferencia y remitió a su obra cuando Laure Adler se ofreció para investigar en su pasado. Un pasado, unos textos y una filmografía que, a pesar de resultar archiconocidas para muchos de sus lectores, siguen sin iluminar del todo el camino de los biógrafos sucesivos y estudiosos de la obra durasiana, y que más parecen enrarecer el rastreo por la historia de una vida que como dijo Duras en El amante, “no tiene centro, ni camino, ni línea”.