Mostrando entradas con la etiqueta Claudio López Lamadrid. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Claudio López Lamadrid. Mostrar todas las entradas

jueves, 28 de enero de 2021

Jeremías Gamboa / La última ciudad de Claudio López Lamadrid





Claudio López Lamadrid.
Claudio López Lamadrid. DANIEL MORDZINSKI


La última ciudad de Claudio López Lamadrid

El editor creía que el futuro de la industria del libro y de la literatura se jugaría en los países latinoamericanos y apostaba por recomponer la relación entre estos y España


JEREMÍAS GAMBOA
15 ENE 2019 - 10:24 COT

La última vez que vi a Claudio López fue en su reducto, esa oficina atiborrada de libros apilados en torres sobre su escritorio y comentarios escritos en una pizarra en las oficinas de Penguin Random House de la calle Travesera de Gracia, en Barcelona. Como casi siempre estaba vestido de negro y esa mañana tenía buen humor: sonreía de ese modo ladeado y silencioso, con aires de encanto y misterio, con los que seducía a sus amigos, colegas y autores. La noche anterior había caído al teatro Lliure junto a Ángeles González Sinde para ver una de las últimas funciones de El sistema solar, de Mariana de Althaus, y quedarse a ver el conversatorio que tuvo ella, mi pareja, con la directora y los actores de la obra, de manera que lo primero que hizo al verme esa mañana de abril fue hablarme con mucha emoción de la obra que había visto, de Mariana y también del Perú. Quería saber cómo iba todo en mi país o más bien quería que le confirmara todo lo bueno que él sabía que estaba pasando en el Perú. Su entusiasmo era evidente. Hablaba mucho de Jerónimo Pimentel, el joven y brillante director editorial de PRH en el Perú, y amigo mío, que había contratado hacía poco más de un año. Me contaba algunas de las sorpresas que había recibido de él y de la escena editorial en el Perú, y me preguntaba cómo observaba yo todo. Recuerdo que le dije que lo veía todo muy alentador pero que me parecía urgente darle un buen descanso a Pimentel. Estaba trabajando demasiado.

sábado, 23 de noviembre de 2019

Marta Rebón / La cáscara y el grano


Dostoievski


La cáscara y el grano

Algunos políticos se bastan con la bandera, la familia, la religión y las fronteras para salir a la arena pública



Marta Rebón
23 de enero de 2019


Cualquier lector de Dostoievski sabe que debe echarse a temblar cuando la realidad empieza a parecerse a una de sus novelas. En la república de las letras, el ruso es el retratista de las ideologías: cómo nacen, nos gobiernan, se propagan y… ¿mueren? No, mutan en boca de una nueva generación. Porque echemos un vistazo a lo que pasa por ahí: en Estados Unidos encontramos funcionarios en jaque por el enroque de Trump con el muro; en Brasil, barra libre para las armas de fuego; en Hungría se prohíben los estudios de género en las universidades; en Polonia… ¿Seguimos?

jueves, 24 de enero de 2019

Premio Alfaguara de Novela / Claudio habría sonreído

Patricio Pron

Premio Alfaguara de Novela

Claudio habría sonreído

La entrega del Premio Alfaguara se convierte en un homenaje al editor López Lamadrid, fallecido el pasado 11 de enero


Jesús Ruiz Mantilla
Madrid, 23 de enero de 2019

Con su boquilla negra para los cigarros y su aspecto de lobo de mar entre las letras globales, Claudio López Lamadrid no habría dejado de sonreír este miércoles. El jurado, antes de anunciarlo en sobremesa, le habría confiado ya el secreto de que Patricio Pron había ganado el Premio Alfaguara de Novela.

Patricio Pron gana el Premio Alfaguara con una novela sobre el amor en tiempos de Tinder



Patrico Pron


Patricio Pron gana el Premio Alfaguara con una novela sobre el amor en tiempos de Tinder

El autor argentino se plantea en 'Mañana tendremos otros nombres' los interrogantes de una generación perdida ante los nuevos usos y costumbres en las relaciones


Juan Carlos Galindo
Madrid, 23 de enero de 2019

Viajaba Patricio Pron (Rosario, 1975) en el metro de Madrid, leyendo, cuando observó a varias personas deslizando su dedo para seleccionar o rechazar parejas en Tinder. Y vio algo que le interpelaba. “La facilidad con la que estaban descartando a gente y  la convicción compartida de que todas estaban eligiendo cuando en realidad solo estaban escogiendo a partir de un menú creado por un algoritmo me hicieron recordar que muchos de mis amigos de mi misma edad sentían que no hacían pie en este nuevo orden amoroso”, cuenta Pron a EL PAÍS tras ser galardonado con el Premio Alfaguara de novela por Mañana tendremos otros nombres

Reflejo y ola que arrastra la tendencia literaria de cada tiempo, el Premio Alfaguara –uno de los más prestigiosos en lengua española y que está dotado con 154.000 euros y una escultura de Martín Chirino– recayó en 2017 en la distopía Rendición, de Ray Loriga y en 2018 en el true crime Una novela criminal, de Jorge Volpi. Era, quizás, el turno del amor y los usos y costumbres sexuales en la era del consumo exacerbado y las redes sociales. “Qué es el consentimiento, qué es una pareja en un momento en el que hay nuevas formas de unión, cómo redefinimos el destino o el azar ahora que tenemos estas herramientas sofisticadas para nuestras relaciones”. Esos son, definidos por el autor, los interrogantes que se plantea esta historia, presentada a concurso con el título El museo de las relaciones rotas y bajo el seudónimo No Soy Stiller. "No es una novela de ideas ni filosófica. Es una confluencia de géneros", explica el responsable de esta exploración generacional sobre el cambio en las relaciones, la tecnología y el nomadismo sentimental. 

martes, 15 de enero de 2019

Emotivo adiós del mundo editorial a Claudio López Lamadrid







La pareja de Lopez Lamadrid, Ángeles González Sinde, en la salida del tanatorio.
La pareja de Lopez Lamadrid, Ángeles González Sinde, en la salida del tanatorio. ALBERT GARCIA

Emotivo adiós del mundo editorial a Claudio López Lamadrid

“Se nos va Toti…”

Unas setecientas personas del mundo editorial de Barcelona y Madrid despiden a Claudio López Lamadrid


Carlos Geli
Barcelona, 14 de enero de 2014

La gustaba al editor Claudio López Lamadrid cultivar la relación personal, en especial con sus autores, “y si no empatizo, inconscientemente suelo apartarlo de mi lado, dejo de trabajar directamente con él”. Le debió ocurrir poquísimas veces con los escritores o con cualquiera, a tenor de las más de 700 personas que han rebosado el oratorio del tanatorio de Sant Gervasi de Barcelona para despedir al director literario de Penguin Random House, inopinadamente fallecido la noche del viernes a los 59 años tras un infarto cerebral que le atropelló en su oficina.

domingo, 13 de enero de 2019

Claudio López Lamadrid / El editor que se atrevió con América


Claudio López Lamadrid


Claudio López Lamadrid, el editor que se atrevió con América

Siempre estaba, detrás de los escritores, su fular, como una señal de que él estaba al amparo

Juan Cruz
Madrid, 12 de enero de 2019

Siempre estaba, detrás de los escritores, ese fular de Claudio López Lamadrid, como una señal de que él estaba al amparo. En España, en América. Su sonrisa era como un abrazo desde su altura, el escritor (Pamuk, Rushdie, los más jóvenes, los menos conocidos) sabía que muy cerca tenía la protección general que un editor proporciona al hombre inseguro que se guarda siempre entre los que firman mucho y los que firman menos.

Rafael Gumucio / Claudio López Lamadrid, nuestro hermano mayor


Claudio López Lamadrid

Claudio López Lamadrid

Nuestro hermano mayor

Todo pasaba por él y él pasaba por todo, huyendo siempre un poco para siempre volver


Rafael Gumucio
11 de enero de 2019

Uno escribe, entre otras cosas, para hacer creíble lo increíble. Sé que Claudio López Lamadrid murió ayer en una reunión editorial, pero no lo puedo creer. Tampoco tengo porqué creerlo. Puedo esperar perfectamente que llegue a Chile o me mande a llamar a Barcelona en cualquier momento. Puedo seguir esperando, como esperábamos todos los que lo queríamos, que decidiera el instante en que de pronto lo eras todo para él y después verlo subirse a una moto y arrancar repitiendo con delicia los sobrenombres e infidencias chilenos o argentinos o mexicanos que coleccionaba como quien colecciona piedras raras. Puedo esperar juntarme en la esquina de con la calle Balmes de Barcelona, equilibrando difícilmente su cabeza risada de emperador romano a un cuerpo que se sostenía siempre en diagonal sobre la vereda.

Claudio López Lamadrid / Casco, niño, moto


Claudio López Lamadrid
Foto de Daniel Mordzinski


Claudio López Lamadrid

Casco, niño, moto

Claudio López Lamadrid transmitía seguridad, esa sensación de que con él las cosas solo podían salir bien


“Lo único que tiene un editor son sus autores."
Claudio López Lamadrid

Claudio López siempre se iba antes de tiempo de los sitios. Mal equipado para la paciencia y con un umbral de aburrimiento muy bajo, dominaba el arte de la desaparición, hasta el punto de convertirlo en uno de sus encantos. Un extraño talento para la seducción en ausencia: cuanto menos estaba Claudio, más le quería la gente. Era capaz de convocar reuniones en su despacho y escabullirse a la mitad. A veces no era fácil desaparecer sin dar explicaciones: el trabajo de editor incluye una parte considerable de acompañar a los autores. Sin embargo, él se salía siempre con la suya, actuando de manera inesperada o farfullando alguna excusa surrealista que resumía, hasta hacer incomprensibles, varios argumentos. En una ocasión, para justificar que tenía que irse nada más cenar y dejaba tirado a un autor importante en un rincón inhóspito de la ciudad, intentó alegar que tenía que recoger a su hijo y solo tenía un casco para la moto así que no podía llevarle a ningún lado. Lo que dijo en realidad fue “casco, niño, moto” y aprovechó el desconcierto y la perplejidad que esas palabras generaron para subirse a la moto y desaparecer. Desde entonces, “casco, niño, moto” se convirtió en su lema, y en la mejor definición de su modus operandi.


Aunque dosificaba con cuentagotas su presencia, todo el mundo le conocía, y todo el mundo quería estar con él. Más que magnetismo, lo que tenía Claudio era un campo gravitacional propio de escala global e intensidad superior. Una vez establecido el contacto, físico o virtual, quedabas ligado a él por siempre en una órbita más o menos lejana, pero que indefectiblemente te acercaba como poco en momentos concretos del año: una FlL de Guadalajara, una feria de Fráncfort, alguna presentación, un viaje a Buenos Aires o Santiago. Allí tejía planes, sembraba libros y alimentaba amistades. El eco internacional de su desaparición es buena muestra de la red de afectos y complicidades que construyó. Su inmensa generosidad, la seguridad que transmitía, esa sensación de que con él las cosas solo podían salir bien, nos llevó a muchos a ser prohijados gustosamente y generaba una lealtad ciega entre quienes trabajábamos con él. También ayudaba, claro, lo divertido que era, lo bien que nos lo pasábamos. Estaba convencido de que tenía el mejor oficio del mundo, y a su lado esa convicción era verosímil. La fuerza de su personalidad y el éxito de su ejemplo humanizaron con creces el rostro de la edición de los grandes grupos en nuestro idioma; a cambio, ahora más que un editor, perdemos un trozo de alma.

Sergio del Molino / La columna que Claudio López Lamadrid rechazaría


Claudio López Lamadrid

La columna que Claudio López Lamadrid rechazaría

Para el mundo era una fiera, pero yo le recuerdo tímido y frágil. Un niño que jamás perdió la mirada franca y apasionada por la literatura


Sergio del Molino
12 de enero de 2019

Sé que Claudio López Lamadrid rechazaría este texto. Por sentimental, por idiota y porque no habla de televisión por ningún lado. Me lo devolvería tachado en rojo y me diría: haz lo que quieras, pero esto no funciona. Solo me quedaría el recurso de halagar su vanidad, como hacía António Lobo Antunes cuando le mencionaba en sus libros de crónicas. Lo siento, pero Claudio ha muerto, y no sé ni quiero escribir de nada que no sea Claudio.

Pablo Raphael / Claudio López Lamadrid


Claudio López Lamadrid


Claudio

En un mundo donde los editores son cada vez más gerentes de mercadotecnia, Claudio entendía que la literatura es una forma de resistencia


Pablo Raphael
12 de enero de 2019





Claudio López Lamadrid, retratado por Daniel Mordzinski.
Claudio López Lamadrid, retratado por Daniel Mordzinski.

Pablucas’, me decía Claudio López Lamadrid. O primo. Alguna vez le presté un árbol genealógico que enlazaba a los de la Madrid de Colima con los López de Lamadrid de Cantabria. Claudio regaló ese documento a su padre y a su vez bromeaba diciendo que unos hijos eran enviados a la guerra para defender el blasón familiar, otros a la iglesia para ganar el reino de los cielos y los más pequeños al nuevo continente para deshacerse de ellos. Yo le decía que la rama americana venía de Potes y no de Comillas y que ningún ancestro nos unía tanto como Orhan Pamuk, porque fue gracias a una conferencia sobre el futuro que el escritor turco impartió Barcelona, que conocí a quien poco tiempo después se convertiría en mi editor, como lo fue de muchísimos que le debemos tanto en ambas orillas del Atlántico.

Claudio López Lamadrid / Un perfeccionista


Claudio López Lamadrid

Claudio López Lamadrid

Un perfeccionista

Fue mi editor y mi amigo, una de esas figuras "más grandes que la vida" con las que todo escritor debería medirse alguna vez



PATRICIO PRON
11 ENE 2019 - 17:19 COT

Un editor tiene que dar la cara y defender sus elecciones”, sostuvo en alguna ocasión Claudio López de Lamadrid; más recientemente, en una conversación con Ignacio Echevarría, sostuvo que “hacer bien los libros no es tarea sencilla[…]: aparte de práctica y experiencia, se necesita cierta vocación, al menos una vocación de perfeccionismo, de trabajo bien hecho o como quieras llamarlo”.

Las letras en español lloran la muerte de López Lamadrid



Claudio López Lamadrid se hace un selfi con el escritor César Aira. 


Las letras en español lloran la muerte de López Lamadrid

El editor, fallecido el viernes, supo subrayar tanto la importancia de los jóvenes escritores como la solidez de los mayores


JUAN CRUZ
Madrid 12 ENE 2019 - 15:22 COT

Detrás de un escritor de Penguin Random House, grupo editorial en el que trabajó los últimos 20 años de su vida y en el que ejercía de director literario, estuvo siempre Claudio López Lamadrid, que murió el viernes en Barcelona víctima de un infarto a los 59 años.

sábado, 12 de enero de 2019

Claudio López Lamadrid, director de Penguin Random House, fallece en Barcelona a los 59 años

Claudio López Lamadrid, retratado por Daniel Mordzinski.


Muere el editor Claudio López Lamadrid

El director editorial de Penguin Random House fallece en Barcelona a los 59 años


Carlos Geli
Barcelona, 12 de enero de 2012

El editor Claudio López Lamadrid murió ayer viernes a los 59 años en Barcelona tras sufrir un infarto en las oficinas de la multinacional Penguin Random House. López Lamadrid se había convertido en las últimas dos décadas en una de las grandes referencias de la edición en español a ambos lados del Atlántico. Su apuesta por la literatura latinoamericana le llevó no solo a seguir el impulso arrollador de un gigante como Gabriel García Márquez, con quien trabajó estrechamente en sus últimos años, sino también a apoyar la obra de autores como César Aira, Fogwill, Samantha Schweblin, Fernanda Melchor o Cristina Rivera Garza. También acompañó la obra de nobel como J. M. Coetzee, Orhan Pamuk o V. S. Naipaul.

Muere el editor Claudio López Lamadrid




Claudio López Lamadrid


Muere el editor 

Claudio López Lamadrid

El director editorial de Random House y coordinador de Penguin Random House en América Latina ha fallecido como consecuencia de un infarto cerebral



El editor Claudio López Lamadrid, nacido en Barcelona en 1960, ha fallecido como consecuencia de un infarto cerebral. Director editorial de Random House y coordinador de todo el grupo Penguin Random House en América Latina, trabajó toda su vida pese a formar parte de una familia aristocrática (los marqueses de Comillas): aprendió el oficio de editor de muy joven en la editorial Tusquets, la empresa que comandaban su tío Antonio junto a su esposa Beatriz de Moura, que le mandaron a París seis meses a trabajar con Christian Bourgois con la idea de que, en el futuro, les sucediera al frente del sello. Pero, a los 29 años, abandonó la editorial para ponerse a trabajar como traductor y crítico literario freelance. Participó, junto a su amigo Ignacio Echevarría, en la creación de Galaxia Gutenberg.

viernes, 25 de mayo de 2018

Claudio López Lamadrid / Nunca conocí a Philip Roth

Philip Roth


Claudio López Lamadrid
Nunca conocí a Philip Roth

24 de mayo de 2018


Nunca conocí a Philip Roth. Estuve a punto en un par ocasiones, pero en ambos casos se frustró todo poco antes. Tampoco llegué a conocer a David Foster Wallace, quien meses antes de quitarse la vida se había comprometido a venir de promoción a Barcelona, una ciudad que amaba. Como tampoco he conocido nunca al tercer as de mi catálogo de autores norteamericanos: el esquivo y huidizo Cormac McCarthy. Con este, al menos aún tengo tiempo.
Empecé a publicar a Roth cuando el agente norteamericano Andrew Wylie decidió «migrar» a su autor de los sellos Alfaguara y Seix Barral y cobijar toda su obra en una misma casa. Fue en el año 2004 y con su novela «La conjura contra américa», un libro en el que Roth cambiaba las historia de los Estados Unidos al imaginar que en lugar de Franklin Delano Roosevelt las elecciones a la presidencia las ganaba Lindbergh, héroe de la aviación y antisemita declarado. Y con la novedad llegaba el fondo impresionante del autor, diez libros más, cuatro o cinco obras maestras, y más adelante una sucesión de novelas más breves, pero más intensas si cabe: «Elegía», «Sale el espectro», «Indignación» (la mejor de su postrera etapa), «Humillación» y «Némesis» (la primera y las tres últimas reunidas posteriormente en un volumen imprescindible: «Las némesis»).
Nunca conocí a Philip Roth por lo que atesoro las veces en las que tuve contacto o relación con él por circunstancial que esta fuera. Recuerdo por ejemplo que en el año 2006 recibí una llamada del secretario de los premios Príncipe de Asturias en la que se me comunicaba que si Roth se comprometía a venir a España a recoger el premio le concedían el premio de las letras de ese año. Llamé entonces a Estados Unidos y pregunté si estaría dispuesto a personarse en octubre en Oviedo. Roth dijo que no podía garantizarlo, que dependía de su estado físico, de la enfermedad que acababan de detectarle. El premio Príncipe de Asturias de ese año fue entonces a parar a Paul Auster. Seis años después, en 2012, la Fundación le entregaría el mismo premio a pesar de que tampoco pudo viajar a Oviedo a recogerlo.


Nunca conocí a Philip Roth pero recuerdo un intercambio de correos a raíz de la traducción de una de sus novelas: «Everyman». La traducción correcta del término sería «hombre corriente», «un hombre cualquiera», pero a él no acababa de gustarle, quería títulos contundentes, contundentes como lo fueron sus últimos libros. Tras las idas y vueltas con nosotros y con su traductor, quedó el título de «Elegía», tan alejado del original y al mismo tiempo tan cercano al contenido de la novela.
Nunca conocí a Philip Roth en persona y sin embargo, como tantos lectores fieles a su obra, lamento su pérdida como si le hubiera tratado a diario.
ABC




viernes, 23 de marzo de 2018

Cinco de los más importantes editores de España en la previa de Sant Jordi

Mesa redonda con cinco editores: Elena Ramírez, Sílvia Sesé, Emili Rosales, Claudio López Lamadrid y María Bohigas (Mané Espinosa)



La Vanguardia reúne a cinco de los más importantes editores del país en la previa de Sant Jordi

Llega Sant Jordi. El día más importante del año para el sector editorial: libreros, lectores, autores, editores... la calle se llena de libros y gente con ganas de comprarlos. Para hablar de ello, y del estado de salud de este invento único, y en consecuencia del estado de la cultura, La Vanguardia reunió esta semana en torno a una mesa a Elena Ramírez, directora de ficción internacional del Grupo Planeta; Emili Rosales, director editorial de Grup 62; Maria Bohigas, editora de Club Editor; Claudio López de Lamadrid, director de Literatura Random House; y Silvia Sesé, directora editorial de Anagrama.
¿El día de más trabajo del año?
Ramírez. Es un sueño. No sólo por las ventas sino por el entusiasmo alrededor del libro.
Rosales. Y porque cada vez hay más actos alrededor del libro y porque además es primavera. La gente está muy contenta.
Bohigas. Es cierto, y hay una sensación un poco irracional, los editores tenemos una sensación de ir a jugar al casino, a dar el golpe de dados.
López. Yo no tengo la sensación de ir a jugar a los dados. Lo bonito es que coincide el entusiasmo de toda la cadena del libro, desde el almacén hasta el jefe de la empresa. Es un día de entusiasmo.
Sesé. Yo destaco que es un día de encuentro entre lectores y autores, y nosotros en medio. Sientes esa conexión viva y matérica.
López. ¿Yo puedo preguntar?
Claro.
López . ¿Esto puede durar siempre? El milagro de es que exista, con miles de personas en la calle.
Mejor, ¿no?
López. Claro, pero el sector ya está pensando en el 2019, con la idea de llevarlo a paseo de Sant Joan, porque es más ancho.
¿Qué cambiarían?
López. El año que viene es difícil, porque el 22 es lunes de Pascua.
Rosales. Sant Jordi no debe cambiar, sería absurdo. Sí podemos expandirlo, generar pequeños santjordis, más repartidos. Y hay otros días que cada año cogen más vuelo, como la Setmana del Llibre en Català o Navidad. Hay que crear más días importantes para el libro.
López. ¿Tanto?
Bohigas. Sí. Si llueve o hay un lío político te suicidas. La concentración es salvaje. Y la gente espera el descuento, sobe todo en los libros que cuestan más de veinte euros. Tenemos cuatro meses válidos, el resto es el desierto. Por ello, creo que situar la Setmana en septiembre es un pésimo error, porque la gente está sin un duro. Como gremio deberíamos reflexionar al respecto.
El ser humano se explica con la ficción, necesita la ficción. Si en el siglo XIX la literatura era hegemónica, en el XX surgió el cine y más tarde la TV, hasta hoy, con multitud de canales. ¿Les condiciona, a la hora de editar…?
Bohigas. No estoy de acuerdo en que antes fuera hegemónica ni en que hoy ya no sirva. La literatura siempre ha sido marginal. Los que mandan, quienes representan el éxito social, no leen. Y hoy, aunque seamos esclavos del audiovisual y de las redes, creo que el libro sigue siendo el lugar donde se transmiten las cosas importantes. Aquel que quiere contar cómo ha superado una enfermedad no lo cuelga en la red, escribe un libro. Un género con gran tirada es la autoficción.
Es un discurso pesimista.
Ramírez. Es realista.
Rosales. En el siglo XX, el cine suplió a la literatura como fábrica de ficción, pero la literatura gozó de excelente salud. Y ahora son la series o los videojuegos. Por ello, debemos buscar las interconexiones. Han salido nuevos géneros, como los youtubers o la poesía urbana, que en buena parte es juvenil… Y paradójicamente, la crisis tremenda de estos años la hemos visto más en el lector adulto que en el lector joven. Ha resistido mejor el libro juvenil. Y hay otra cosa: me fascina cómo pese al torrente informativo diario, la influencia del libro sigue vigente. Oímos de Trump cada día, pero un libro sobre él resiste muy bien el paso de los meses.
Sesé. Entiendo el pesimismo, que vivimos cada día con las cifras. Pero leer siempre ha sido minoritario. Me preocupa que haya perdido el deseo aspiracional que antes tenía para mucha gente ver los libros y la literatura como algo que te situaba.
Bohigas. Depende del ámbito... creo que el libro de entretenimiento está perdido, pero también creo que hay todo un sector de lectores que en los años de crisis se está girando hacia la literatura. ¡La literatura es un lugar donde no se miente!
López. Se lee mucho menos. Incluido yo. Perdemos horas y horas en las redes.
Sesé.¿Y no crees que eso cambiará?
López. Creo que leemos más que nunca, pero a trozos. Lo que sí que creo es que la literatura conserva el prestigio. Creo que todo el entertainment de la literatura efectivamente ha migrado a las redes. Y hoy nadie lee 500 páginas de Platón. Te lo dirá cualquier catedrático. Los estudiantes leen resúmenes. Por eso como editores debemos pensar en nuevos formatos.
Sesé. Es que a mi me preocupa la absoluta disociación entre la universidad y la edición. Es absurdo. Mis amigos profesores están alarmadísimos. Nadie lee un libro. El interés literario en la academia es bastante peregrino.
Bohigas. Y en otros países. Es general, desgraciadamente.
Ramírez. Confluyen varias cosas: la irrupción de las tecnologías, los recortes... Estoy en el lado pesimista aunque creo que podemos ver cambios. Las cosas cambian a una velocidad escalofriante. No soy pesimista irreversible, sino pesimista presente.
López. Como editores debemos adaptarnos. Pongo tres ejemplos: el libro de Jordi Amat, el de Eduardo Mendoza y los de Chimamanda [Ngozi Adichie]. Son libros de 5 euros que la gente lee rápido. Leemos en el móvil, estamos cambiando.¡De Chimamanda vendo mil a la semana!
¿De qué hablan los manuscritos que reciben?
Ramírez. La literatura del yo es constante. La influenciada por series de TV, el crimen… y diría también probablemente tipos de entretenimiento que evadan de una situación política, económica y social de alta inestabilidad.
López. Y feminismo.
Sesé. Sí, en un sentido amplio.
Bohigas. Y el de la relación con la naturaleza. Cognetti, Thoreau… Es interesantísimo que coincide con que todos esos amantes de la naturaleza la aman tanto que la destruyen, con sus visitas. Es muy ilustrador de cómo somos. Creo que el auge responde a otra cuestión: la soledad. El extremo individualismo.
Sesé. Muchos manuscritos van en esta línea. Más crítica, más rebeldes, en varios aspectos, sobre todo en la relación del individuo con la sociedad y en relación con su cuerpo, con la agresión al cuerpo, en un sentido amplio, casi filosófico. En esto creo que entronca con los libros sobre naturaleza. Cómo encontrar una forma más sana y armónica para vivir en este mundo. Hay mucha literatura de rebelión, de grito.
Ramírez. Por el contrario, lo que parece interesarnos menos es el género distópico, el apocalipsis.
¿Y el proceso?
Rosales. Nosotros hemos publicado muchísimo sobre ello. Creo que hasta ahora no se han convertido en libros populares. Esta semana el Frankfurter Allgemeine recomendaba al juez del caso Puigdemont que antes de decidir lea Operació urnes. Es un gran éxito. Un reportaje periodístico, no ideológico, sobre la logística de todo el proceso.
Sesé. Nosotros hemos tenido el de Jordi Amat, que lleva ya cuatro ­ediciones en catalán y otras cuatro en castellano, y sigue vendiéndose, por su nivel de información ypor su calidad literaria.
Bohigas. Y porque la figura de Amat está cogiendo una gran fuerza.
¿Se han recuperado las librerías?
Bohigas. Sí. Aunque hay libros que si salen en una semana informativamente fuerte es como si se cerrara un grifo. Pero los picos de ansiedad pasan rápido. Y el proceso ha generado un interés por cuestiones vecinas…
Sesé. …sí: rebelión, propuesta de acción… Como los de Marina Garcés.
Rosales. Pero esto vuelve a poner el libro en una posición de privilegio, como generador de ideas.
Barcelona es una capital editorial . ¿Puede hacer más?
Sesé. Se puede hacer mucho mejor. Creo que tenemos que trabajar unidos y hacer algo potente, quizás un premio a lo Goncourt, con impacto.
Rosales. Las ciudades y los países pueden singularizarse a través de la cultura. Barcelona y Catalunya y España tienen una oportunidad única con el libro. Es que además está hecho, sólo tienen que aprovecharlo. Barcelona es la gran fábrica de ideas y de imágenes de Europa.
Sesé. Pero debemos implicarnos.
Rosales. Claro. Barcelona ya es una capital editorial, eso es un hecho.
¿La o una capital?
Rosales. A nivel mundial no me atrevo a decir que sea la capital.
López. Del español sí.
¿Aún?
Bohigas. Claramente, sí.
López. Y si algún día deja der serlo, si la llega a compartir con alguien, como la del inglés son a la vez Nueva York y Londres, no la va a compartir con Madrid sino con México, que está cogiendo una potencia brutal.
Sesé. Las sedes de los dos grupos más potentes están aquí.
López. Por el contrario, yo creo que sí se hacen cosas. Premios, encuentros… ¿Qué hace Londres que no hagamos nosotros?
Sesé. Creo que podemos hacer más.
López. La suerte es que en Barcelona nos llevamos todos más o menos bien. Mirad esta mesa… En Madrid se sacarían los ojos.
Sesé. Yo me refiero a crear algo… un premio… con una institución neutral, y que eso suponga unas ventas en el mercado relevantes. Eso nos falta absolutamente.
Este diario lo ha propuesto.
Bohigas. Yo creo que se puede hacer mucho. Lo del premio es una buena idea, pero inaplicable. La situación de los premios también nos define… es un funcionamiento mediterráneo puro. Barcelona podría ser un lugar más estimulante. Por ejemplo, tenemos un patrimonio turisticocultural, y la arquitectura, y somos la capital del anarquismo en el mundo anglosajón. La Barcelona de la época de Picasso es fascinante ¿alguien lo trabaja a nivel tursticocultural? ¡De ninguna manera! El modelo turístico no es apto para acoger valores que nos irían muy bien, que crearían un clima… Estamos huérfanos. Tampoco tenemos un festival literario, en el que pudiéramos tener autores latinoamericanos, españoles y catalanes.
Sesé. No podemos perder esa relación con América.
López. La hemos perdido ya.
Bohigas. No, no, no…
López. La hemos perdido, se van a México. Por el euro. Aquí no pueden vivir.
¿La capital de la edición en castellano será México?
López. Es Barcelona, pero con la literatura en el castellano acabará pasando como con el inglés, que tiene dos capitales, Londres y Nueva York. México y Barcelona competirán por la edición española, como en Italia compiten Turín y Milán. México es más barato. Europa tienen un problema de coste de la vida.
Hay una asimetría del mercado: el 75% es castellano y el 25%, catalan. ¿Se sienten rivales?
Ramírez. No. Somos cómplices. Compartimos gastos, trabajo, precios... Incluso cuando la editorial catalana no es del mismo grupo.
Rosales. Es cierto. El catalán continua teniendo el problema de que un alto porcentaje prefiere leer en castellano, y ahí hay mucho campo por recorrer. Pero a nivel editorial el catalán se ha adaptado muy bien al hecho de que Barcelona sea capital de la edición en castellano. Hay una estructura de primera magnitud. Si analizamos los grandes sistemas editoriales en Europa, no hay otro de la dimensión del catalán, o mayor, que traduzca tanto. Eso es por creatividad editorial pero también por la colaboración con los editores en castellano.
Hablan de hábitos de lectura, pero sólo en papel. Quizás habría que empezar a pensar en los hábitos de concentración... ¿hace suficiente el sistema educativo?
Ramírez. No. Lo que estamos constatando es que los hábitos de lectura de los jóvenes chocan con formas de ocio que no tienen nada que ver con la lectura. Es ahí donde hay que actuar. No esperar a que sean mayores y entonces intentar cambiarlos.
Sesé. Dirigirse a los no lectores a ultima hora es muy complicado. Acabas haciendo libros no-libros.
López. A la escuela no llegamos.
Bohigas. Convertir a una persona que no lee en una que lee es muy complejo.
Ramírez. Cuando he querido montar actos en los institutos, la primera pregunta es ¿quién paga qué?
Rosales. Hay profesores admirables, que hacen un trabajo heroico, pero el modelo educativo no favorece el gusto por la lectura.
Bohigas. Es que a medida que se va desplegando el Plan Bolonia, te das cuenta de que no es que no tengamos un cómplice: es que tenemos un enemigo. El sistema está pensado para crear obreros cualificados, no personas que piensen. Hay una ideología ambiente mecanicista y que concibe el mundo interior de una persona como una máquina. ¿La imaginación dónde está?