Cartas que tal vez nunca lleguen
Álex Ayala Ugarte
12 DE JULIO DE 2016
El futuro de la empresa estatal de correos de Bolivia está en el aire. El presidente Evo Morales se plantea cerrarla.
EN SUS más de diez años como cartero, Rubén Manríquez, uno de los funcionarios del servicio boliviano de correos, ha cargado buenas y malas noticias. Manríquez adora la cara de felicidad de los usuarios cuando llega con alguna de las compras que hicieron vía Internet, pero en una ocasión le tocó entregar un vestido de boda con un mes de retraso y tuvo que aguantar la reprimenda de la madre de la novia sin traje. Se salvó de dejar una bomba en un edificio porque quedaba unas calles más allá de la zona que le asignaron sus superiores. Y le alegra la vida a una señora cada vez que toca su puerta con un giro que ella espera como si se tratara de un diamante en bruto. Estas escenas de película de Buñuel, sin embargo, no volverán a repetirse si Evo Morales decide ordenar el cierre de la empresa estatal, tal y como sugirió recientemente en una rueda de prensa.