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viernes, 12 de julio de 2024

La superstición Woody Allen con música de Herbie Hancock




Woody Allen presenta su última película, 'Golpe de suerte', en Barcelona, el pasado 18 de septiembre de 2023.KIKE RINCÓN


La superstición Woody Allen con música de Herbie Hancock

Crecer con la certeza de que cada año hay una de sus películas para ir a ver al cine es crecer con una cierta garantía de que no todo pesa tanto como para causar, al final, el derrumbe




Fernando Navarro
18 de octubre de 2023

Al salir del cine, no paraba de pensar en la canción. Ese ritmo adictivo impulsando la trama narrativa como una secuencia que incita al cuerpo y al espíritu. Todo fluía como si el mundo, ese lugar estropeado, no fuera a estropearse nunca. Hablo de Cantaloupe Island, de Herbie Hancock. Y también hablo de Golpe de suerte, de Woody Allen, el filme donde suena la canción de Herbie Hancock.

jueves, 11 de julio de 2024

¿Qué le pasa a Tom Waits?




Tom Waits, en una imagen promocional


¿Qué le pasa a Tom Waits?

El músico, centrado en su carrera de actor, lleva más de una década sin publicar material nuevo ni ofrecer un concierto


Fernando Navarro

8 de julio de 2024


Hay silencios que suenan atronadores. Uno de ellos es la ausencia musical de Tom Waits (74 años), quien lleva desaparecido de la escena desde hace ya demasiado tiempo. Los datos son concluyentes: lleva más de una década sin publicar material nuevo ni ofrecer un concierto, aunque haya hecho apariciones públicas musicales puntuales y breves. ¿Qué le pasa a Waits? ¿Se ha retirado de la música? Porque el autor de Downtown Train no se ha esfumado del todo: su rostro sigue apareciendo en películas o series.

Tom Waits y el sótano de los despojos


Tom Waits

Tom Waits y el sótano de los despojos

El músico, encerrado como una rata de cañería, se puso a componer un disco en Nueva York buscando “ese ambiente caótico de diner”



FERNANDO NAVARRO
10 de abril de 2020

El día que Paul Hackett perdió el último metro de la noche supo que Nueva York puede ser una pesadilla. Este programador anónimo de una compañía informática conoció de primera mano la fauna nocturna de una metrópoli repleta de personajes extravagantes, habitantes de mundos oscuros y fantásticos, donde nunca se sabe cuándo acaba la diversión y empieza el peligro, quizá porque en la ciudad que nunca duerme no hay límites entre lo uno y lo otro, como no los hay entre la leyenda y la realidad.

domingo, 13 de agosto de 2023

Eva Amaral canta a pecho descubierto por la libertad de las mujeres en el festival Sonorama Ribera

 

Eva Amaral


Eva Amaral canta a pecho descubierto por la libertad de las mujeres en el festival Sonorama Ribera

FERNANDO NAVARRO|

El dúo Amaral enciende Aranda de Duero durante el concierto de celebración de sus 25 años en la música


“Esto es por Rocío. Por Rigoberta. Por Zahara. Por Miren. Por Bebe. Por todas nosotras. Porque nadie nos puede arrebatar la dignidad de nuestra desnudez. La dignidad de nuestra fragilidad, de nuestra fortaleza. Porque somos demasiadas. Y no podrán pasar por encima de la vida que queremos heredar. Donde no tenga miedo a decir lo que pienso. Porque hoy es el día de la Revolución”. Tras estas palabras, en mitad del concierto del dúo Amaral la noche de este sábado en el festival Sonorama Ribera de Aranda de Duero, la cantante Eva Amaral se quitaba el corpiño de lentejuelas que lucía y cantó a pecho descubierto la canción Revolución. De esta forma, el concierto conmemorativo de las bodas de plata del grupo se convirtió también en un acto reivindicativo por la libertad de las mujeres.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Keith Richards / Ya no desayuno con heroína ni con alcohol

Keith Richards


“Ya no desayuno con heroína ni con alcohol. Eso ya terminó”

Keith Richards, que reedita su primer álbum en solitario, repasa su vida y la carrera de los Rolling Stones en una entrevista con EL PAÍS


Fernando Navarro
Madrid, 4 de marzo de 2019

Toda crisis matrimonial tiene momentos de fricción que parecen insuperables, incluso si el matrimonio responde al nombre de los Rolling Stones. Mick Jagger había decidido tomarse un tiempo que se antojó determinante: publicó dos discos en solitario (She’s the Boss en 1985 y Primitive Cool en 1987) y se negó a salir de gira un año después con la banda para promocionar el flojísimo Dirty Work. Keith Richards y el resto del grupo se molestaron, pero nada como ver a Jagger reuniendo a principios de 1988 a otra banda, que incluía al guitarrista Joe Satriani, para dar por su cuenta una serie de conciertos en Japón. Se había pasado de la raya: aquello ya eran cuernos. Así lo sintió Keith Richards, que, celoso y enfadado, sacó también en 1988 su primer disco en solitario, Talk is Cheap, un título que era una crítica velada a Jagger, quien no paraba de hacer promoción de sí mismo olvidándose del resto del grupo.

viernes, 2 de julio de 2021

Tom Waits y el sótano de los despojos

Tom Waits


Tom Waits y el sótano de los despojos

El músico, encerrado como una rata de cañería, se puso a componer un disco en Nueva York buscando “ese ambiente caótico de diner”


Fernando Navarro
10 de abril de 2020

El día que Paul Hackett perdió el último metro de la noche supo que Nueva York puede ser una pesadilla. Este programador anónimo de una compañía informática conoció de primera mano la fauna nocturna de una metrópoli repleta de personajes extravagantes, habitantes de mundos oscuros y fantásticos, donde nunca se sabe cuándo acaba la diversión y empieza el peligro, quizá porque en la ciudad que nunca duerme no hay límites entre lo uno y lo otro, como no los hay entre la leyenda y la realidad.Como en las mejores pesadillas, una simple tontería desencadena todo un desfile de sucesos desquiciantes. A Paul Hackett, el angustiado protagonista de la película Jo, qué noche (traducción horrible para After Hours de Martin Scorsese), todo se le desmadra por unos peniques. Pierde el metro porque le faltaban unas pocas monedas para el billete. Justo ese día acababa de subir el precio y el vendedor se niega a dejarle pasar. Ni colarse puede por un policía. Todo tan absurdo que parece estúpido, pero al final es el comienzo de una aventura urbana inquietante y loca.

domingo, 19 de agosto de 2018

Aretha Franklin / La irrepetible voz del alma



Aretha Franklin


Aretha Franklin, la irrepetible voz del alma

Conocida como 'reina del soul', la prodigiosa cantante simbolizaba el esplendor de la música afroamericana en su cruzada de supervivencia, influencia y reconocimiento


Fernando Navarro
Madrid, 16 de agosto de 2018

De todas las extraordinarias dimensiones emocionales a las que lleva la música, ninguna llegó hasta donde llegaba Aretha Franklin. Cantó en su propia galaxia, con sus propias reglas de gravedad, con un estilo tan sofisticado y pasional que alumbró con la fuerza de una supernova todo un género como el soul, el estilo que más definió con su voz torrencial, pero no el único de todos en los que dejó su imborrable estela. Muerta a los 76 años en Detroit (Estados Unidos), la cantante estadounidense fue más que una vocalista prodigiosa: simbolizaba el esplendor de la música afroamericana en su cruzada de supervivencia, influencia y reconocimiento.

domingo, 29 de julio de 2018

Moriremos todos, menos los Rolling Stones



Moriremos todos, 

menos los Rolling Stones

Son ancianos, millonarios, desfasados, arrogantes y les importa un bledo que les vean como payasos


FERNANDO NAVARRO
Barcelona 28 SEP 2017 - 05:58 COT
Si alguna vez ha pensado que le tocará morir algún día, piense antes, o mejor justo después, en los Rolling Stones. No porque no vayan a morir, como ya se prevé en cualquier casa de apuestas tras romper todas las estadísticas y quinielas, sino porque a lo mejor encuentra en ellos una razón para que esta tragicomedia llamada vida muestre el descaro como última bala, como un quiebro final con el que irse con una sonrisa a la tumba. Son ancianos, millonarios, desfasados, arrogantes y les importa un bledo que les vean como payasos del circo que, como nadie en este estropeado planeta, ayudaron a levantar: el circo del rock and roll, al que algunos, por suerte en este mundo repleto de descreídos e interesados, encuentran aún algún significado profundo.

sábado, 15 de julio de 2017

Un coloso musical llamado Stevie Wonder

 


Un coloso musical llamado Stevie Wonder

Un coloso musical llamado Stevie Wonder

Apenas un puñado de artistas de la música popular pueden igualar su fabuloso cancionero


Fernando Navarro
15 de julio de 2017

A estas alturas de siglo XXI, se dice poco: Stevie Wonder es un gigante musical. Uno de esos artistas imponentes por el legado de su obra, a la altura de muy pocos. Pero, por extraño que parezca, no goza de ese reconocimiento en vida al nivel de otros iconos, algunos de ellos menos relevantes para la historia de la música popular. La lista sería extensa: apenas un puñado de artistas pueden igualar su fabuloso cancionero. Conviene, por tanto, no esperar a que muera para que se le reconozca, al menos en este blog, su lugar entre los más grandes.

Wonder fue un niño prodigio. Ciego de nacimiento, el músico concibió desde el primer momento la música como un elemento catalizador de sensaciones. Tal vez por eso desarrolló una extraordinaria capacidad para captar un amplio espectro sonoro, donde convivían con igual gracia géneros como el soul, el góspel, el R&B y el pop, impregnados de un refulgente sentido del ritmo. A mediados de los sesenta despuntó con fuerza con su particular interpretación jazzística, vibrante en su ropaje rhythm and blues. Cualquiera de esos primeros álbumes de aquel chaval contienen destacadas dosis de R&B clásico con ímpetu juvenil. De alguna forma, el joven Wonder era el discípulo más aventajado de Ray Charles, otro gigante nunca lo suficientemente valorado en el panteón de colosos musicales. De hecho, le dedicó un disco, Tribute to Uncle Ray. Las señas de identidad de Wonder eran su ritmo delicioso y su espíritu entusiasta que, bajo el amparo de Motown, le hacían arrimar su soul al universo del pop. Algo digno de elogio, con obras tan embriagadoras como Down to Earth.

Solo por esos primeros años Stevie Wonder merecería ser nombrado como un artista más que interesante de la edad dorada de la música popular norteamericana, pero solo fueron la carta de presentación. Vaya si lo fueron. El niño prodigio del soul iba a hacer una revolución tranquila en la música negra. Dotado de un extraordinario instinto y con un talento envidiable, Wonder iría disco a disco abriendo una fascinante senda sonora. Música colorida con su irrepetible sello de calidad. Todo lo que grababa era oro y todo sonaba a Stevie Wonder, el pianista ciego, el compositor profundamente sentimental, el mago melódico.

La década de los setenta fue gloriosa. Desde que publicó Signed, Sealed and Delivered en 1970 hasta Hotter than July en 1980. Casi un álbum por año y a cual más fascinante. Son los siguientes: Signed, Sealed & Delivered (1970), Where I'm Coming From (1971), Music of My Mind (1972), Talking Book (1972), Innervisions (1973), Fulfillingness' First Finale (1974), Songs in the Key of Life (1976), Stevie Wonder's Journey Through The Secret Life of Plants (1979), Hotter than July (1980). Aunque, a decir verdad, podríamos remontarnos hasta For Once on My Life, publicado en 1968 y un disco delicioso. Es la senda de un titán. Es un recorrido discográfico apasionante, repleto de sofisticación sonora, en el que Wonder demuestra ser un experto arreglista, desarrollando nuevas técnicas y sonidos que combinan el pop, el jazz, los elementos africanos, el funk e incluso la herencia clásica del Tin Pan Alley. Su voz elástica se convierte en un poderoso ímpetu vital cuando se lanza al jolgorio instrumental en canciones, ya clásicas, como Superstition, Signed, Sealed & Delivered o Sir Duke, todas con su estilo pletórico y colorista, pero también alcanza un inigualable timbre romántico en baladas que también llevan su sello como Think of Me as Your Soldier, You are the Sunshine of my Life o He’s Misstra Know it All.

Escuchar al Stevie Wonder de los setenta es como comer un enorme helado de todos los sabores. Fresa, chocolate, limón, vainilla, nata, menta… Pocas cosas más sabrosas para los oídos. Haced la prueba: dedicad un día a escuchar todos esos discos uno detrás de otro y el viaje es alucinante. Pero hay algo más: creeréis más en la humanidad. Las canciones de Wonder son tan espirituales y reconfortantes, cargadas de ese optimismo irrepetible salido de los detalles instrumentales y su fina voz, que es imposible no sentir la necesidad de vivir.

Por discografía y evolución, podría ser el mejor artista de la poblada y trepidante década de los setenta, o al menos estaría al mismo nivel de David Bowie y por encima de iconos como Bruce Springsteen, Tom Waits, John Lennon o Lou Reed. Y podría ser el mejor músico del R&B-soul de la historia ante otros gigantes como Marvin Gaye o Prince. Ese es su territorio, el de la grandeza.

Más allá de su imagen actual de buen rollista adorable, que lleva lustros con ella, Stevie Wonder es un auténtico coloso.

EL PAÍS

domingo, 11 de diciembre de 2016

Patti Smith rinde un emocionado tributo a un Dylan ausente en la ceremonia del Nobel

Patti Smith

Patti Smith rinde un emocionado tributo a un Dylan ausente en la ceremonia del Nobel

La cantante, nerviosa, tuvo que volver a comenzar su actuación

Fernando Navarro
Madrid, 11 de diciembre de 2016

Nunca antes un premiado con el Nobel estuvo tan presente en una ceremonia como en esta, en la que el protagonista no acudió. Bob Dylan, maestro de las paradojas, consiguió con su ausencia captar la atención de todos. Como en una de sus más célebres canciones, Blowin’ in the wind, su nombre estaba flotando en el viento durante la gala en Estocolmo, que quedó marcada por la emotiva actuación de Patti Smith, interpretando casi en lágrimas una composición de Dylan, y el magnífico discurso de la Academia sueca de reconocimiento a un creador que "cambió" la "idea de la literatura".Patti Smith, que se dedicó a la poesía y la música maravillada por la obra de Dylan, tal y como ha reconocido en varias ocasiones, se llevó la mayor ovación de la tarde cuando acabó su interpretación de A Hard Rain's a-Gonna Fall, la canción de Dylan de 1963 perteneciente al disco The Freewheelin' Bob Dylan. Previamente, la orquesta había tocado distintas piezas clásicas tras los discursos de los premios de Física, Química o Medicina, pero ninguna alcanzó el punto apasionado de Smith que, como escondida en su larga y abultada melena blanca, tuvo que parar en mitad de la canción, visiblemente emocionada. "Lo siento. Estoy muy nerviosa, les pido disculpas", reconoció ante el auditorio, repleto de hombres en chaqué y pajarita y mujeres con ostentosos vestidos.

martes, 18 de octubre de 2016

Bob Dylan / Un creador por encima de la prosa



Bob Dylan, un creador 

por encima de la prosa

El músico publicó 'Tarántula', un libro fallido, pero 'Crónicas' es un fabuloso mapa de recuerdos



Fernando Navarro
13 de octubre de 2016

No se puede valorar a Bob Dylan por su obra en prosa. El autor de Like a Rolling Stone es creador de centenares de canciones, muchas de ellas magistrales, pero solo tiene dos libros, propiamente dichos a su nombre: Tarántula y Crónicas.
Bob Dylan







El primero es un disparatado y fallido experimento de literatura beat. En sus palabras, una divagación personal de prosa épica, que vino influida por su pasión con la poesía surrealista francesa, que fue acentuada por su amigo Allen Ginsberg, gran voz de la generación beat. Después de que Dylan quedase prendido de Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud, Ginsberg le recomendó Los cantos de Maldoror de Comte de Lautreamont y se sumergió aún más en el decadentismo artístico. No funcionó. A medio camino entre la improvisación y la pretensión literaria, Tarántula,escrito entre 1965 y 1966, naufragó. El libro no se publicó hasta 1971 y fue vapuleado por la crítica, haciendo incluso que el propio Dylan, siempre tan seguro de sí mismo, renegase de él.
No se puede decir lo mismo de Crónicas (2004), el primer volumen de unas memorias que, tal y como se pactó en su día con una cifra millonaria con la editorial Simon & Shuster, deberían tener otros dos tomos. Según su agente literario Andrew Wylie, el segundo volumen, en el que se especula que detallaría entre otras cosas la configuración de Blood on the Tracks, está en camino. Pero en el universo de Dylan, que también lo prometió en una entrevista en 2010 en Rolling Stone, eso puede no significar nada. El nuevo premio Nobel de Literatura siempre ha sido ingobernable y, por ahora, parece más preocupado en sacar discos.
Crónicas es un fabuloso mapa desordenado de sus recuerdos, desde su llegada a Nueva York a principios de los sesenta hasta saltar sin ton ni son a las sesiones de grabación del disco Oh Mercy! en los ochenta. Son impresiones personales de su tiempo y sus ídolos –Woody Guthrie, Roy Orbison, Elvis Presley…-, que desbordan una gran fuerza narrativa. En ese libro, Dylan acerca al lector a un mundo que parece extinguirse, el suyo, el de la memoria americana del siglo XX, con evocaciones literarias propias de un notable escritor. Es el mismo mundo al que, entre 2006 y 2009, el veterano músico invitaba a adentrarse a través de sus fascinantes programas de radio elaborados por él mismo. Cada programa de Theme Time Radio Hour era un viaje en el tiempo con blues, soul, country, folk yrock’n’roll, aderezados de sus irónicos y, en ocasiones –cierto-, pasionales comentarios.
No se puede medir la talla del monumental Bob Dylan por sus libros en prosa. Son un añadido, como un adorno, a lo verdaderamente esencial, trascendental: sus canciones. En ese terreno ha sido imbatible y, por eso, es el primer músico en tener un Nobel de Literatura. Por eso, ha vuelto a hacer historia.

sábado, 15 de octubre de 2016

El bello otoño de Bob Dylan


Bob Dylan

El bello otoño de Bob Dylan

Una radiografía de algunas de las mejores canciones del músico en su última etapa muestra su magnífica vejez


Fernando Navarro
24 de mayo de 2016




Esquivo con su propio mito e inmerso en su particularísimo modo de vida entregada a la música y la carretera, Bob Dylan alcanza los 75 años con casi más actividad que nunca, aunque el eco de su obra no resuene en la conciencia colectiva contemporánea con tanto fervor como en otras épocas. Con esa mueca que le acompaña desde sus primeros años como de ir dos pasos por delante, o al menos de saberse dueño de sus propios pasos e ir a su bola, Dylan ha tenido olfato artístico y magnífica sensibilidad para trasladar la vejez a su música, creando obras más que notables desde que en 1997, cuando la publicación deTime Out of Mind, muchos ya pensaban que el cantautor más genial del siglo XX, que entonces tenía 56 años, estaba para el arrastre, sin inspiración y condenado al ocaso. Pero desde entonces no solo ha mostrado una devoción a la música increíble -por no decir casi enfermiza- sino que ha compuesto algunas de sus mejores canciones.

martes, 15 de diciembre de 2015

El retrato más íntimo de Frank Sinatra


Frank Sinatra

El retrato más íntimo de Frank Sinatra

Un documental de HBO recorre de manera pormenorizada y con imágenes inéditas la vida y la carrera de uno de los iconos de la música del siglo XX

sábado, 20 de junio de 2015

‘Like a Rolling Stone’ / Medio siglo de un hito de la música popular

Bob Dylan

‘Like a Rolling Stone’

Medio siglo de un hito de la música popular


Bob Dylan grabó su canción más célebre hace 50 años y marcó un antes y un después






Una baqueta cae con fuerza sobre una caja y al mismo tiempo un pie golpea el bombo. Es la detonación. Al instante, se abre todo un universo, creado por una absorbente atmósfera eléctrica y con un órgano estelar de fondo. Son unos segundos hasta que una voz circense dice cuatro palabras mágicas, las cuatro primeras de un relato de una verborrea divina: “Once upon a time…” Como en los cuentos. “Había una vez…”. En palabras de Bruce Springsteen: “Ese golpe de tambor sonaba como si alguien hubiera abierto de una patada la puerta de tu mente”. Es el comienzo de Like a Rolling Stone, la mejor composición de la historia del rock según buena parte de la crítica especializada, la canción con la que Bob Dylan cambió ya definitivamente el curso de la música popular en el mundo, la pista que acaba de cumplir medio siglo desde que se grabó entre el 15 y 16 de junio de 1965. Como dijo el poeta estadounidense David Henderson, no se trataba de una canción, sino de “una epopeya”. Una epopeya que narraba las emociones imparables de su autor, pero que también afectó para siempre a la visión del rock y al alma de toda una nación.
En 1965, Estados Unidos se encontraba en uno de los períodos más agitados de su historia mientras Bob Dylan andaba deshaciéndose de su papel de portavoz generacional en la música folk, que veía como una camisa de fuerza que le oprimía. Apenas habían pasado cuatro años desde que, proveniente de su pueblo de Minnessotta en busca de Woody Guthrie, había empezado a tocar en los clubes de Greenwich Village junto con los puntales del movimiento folk neoyorquino como Pete Seeger, Ramblin' Jack Elliott o Dave Van Ronk. Apenas había pasado un año desde que había publicado The Times They Are A-Changin' y los tiempos estaban cambiando para todos, incluido él, que, fascinado por el vibrante aroma juvenil y desenfadado que desprendían los Beatles o los Rolling Stones, había decidido hacer lo contrario de lo que se esperaba de él.

El primer (y enorme artísticamente) paso fue Bringing It All Back Home, publicado unas semanas antes de la grabación de Like a Rolling Stone. Con esa doble cara acústica y otra eléctrica, Bringing It All Back Home, una obra maestra fechada en marzo de 1965, fue el disco que inauguró el cambio de Dylan, una espléndida ranura por la que se divisaba algo muy distinto a lo que se conocía del autor de Blowin’ in the wind. Y ese algo era eso que Dylan describía entonces con estas palabras: “Es ese delgado, salvaje sonido mercurial. Es metálico, dorado y brillante”. Bringing It All Back Home fue la primera parte de la que se conoce como la trilogía mercurial de Dylan, formada también por los álbumes Highway 61 Revisited y Blonde on blonde. La trilogía del antes y el después, por la que se dio el camino a la inversa: los Beatles, los Rolling Stones y, en definitiva, todos, se fijaron entonces en Dylan para saber por dónde iban los nuevos tiempos. Y Like a Rolling Stone fue, y sigue siendo, el máximo exponente de ese sonido.
El crítico musical estadounidense, Greil Marcus, uno de los mayores estudiosos de la obra de Bob Dylan, lo llama “sonido total”. Un sonido que nace del blues de Robert Johnson pero que se expande en muchas direcciones, como si contuviese un big-bang de la música norteamericana dentro, entre los trazos de la guitarra rítmica y el bajo, la alta temperatura del órgano Hammond de Al Kooper (se coló de casualidad), las potentes estelas de la armónica y la voz incisiva y desafiante de Bob Dylan. Al igual que antes había sucedido con el canto pasional de That’s All Right de Elvis Presley, el alarido de Tutti Frutti de Little Richard o el riff de Johnny B. Goode de Chuck Berry, bastaba esa extraña explosión sonora, esa conjunción de elementos venidos de todas partes y de ninguna, para reconocer lo inexplicable. Era una forma de mirar hacia adelante sin olvidar las huellas. Era innovación. Poderosa innovación con un mundo emocional propio, pero también universal. Tal y como recoge Marcus en su libro Like a Rolling Stone. Bob Dylan en la encrucijada, el sonido de Like a Rolling Stone lo abarcaría y lo consumiría todo. “Mientras durase, ese sería el mundo mismo, ¿y quién sabe lo que sucedería cuando se abandonase ese mundo y se volviese al mundo que parecía tan completo y acabado antes de escuchar ese sonido?”.
Su avalancha sonora arrastra al oyente. Sin aliento. Le obliga a tomar partido. Like a Rolling Stone no es una canción que se pueda simplemente oír. No está concebida para oyentes perezosos, ni para turistas musicales. Conviene recordarlo: una baqueta cae sobre una caja y al mismo tiempo un pie golpea el bombo y... ¡boom! “Once upon a time…”. Como en los cuentos, el oyente está obligado a adentrarse en su mundo, sino la canción te expulsa. Como las grandes fábulas expulsan a los que sólo pueden ver aquello que alcanzan sus ojos.

Esa epopeya llamada Like a Rolling Stone, grabada en los estudios de Columbia en Nueva York, era un desafío para el oyente pero también para la época. Sus seis minutos de duración, con ese torrente instrumental, rompían los esquemas de las emisoras de radio. Era la antítesis del single, pero lo era de todo al mismo tiempo. Porque la canción más pop de Dylan hasta la fecha era lo menos pop de 1965. Su creador daba paso con esta composición a todo un sello personal de canciones que comenzaban en alto. Es decir, en los primeros compases, ya estaba toda la banda en la cúspide sonora y de ahí no había ni un respiro, ni un paso en falso en ese caudal incontrolable, hasta que se desvanecía. Pasaría en otra célebre comoHurricane y en varias más.
Como afirmó Greil Marcus, Dylan buscaba con Like a Rolling Stone conquistar un territorio. Y lo consiguió. Era el territorio artístico y sentimental de los agitados años sesenta, de la ruptura generacional y del rock’n’roll. Cuando se grabó la canción, en Estados Unidos, empapado por el beat de los Beatles y demás acólitos, se cocían todo tipo de revueltas y choques. En pleno conflicto bélico con Vietnam, paranoia de la guerra fría y carrera espacial con los rusos, se había producido el famoso Domingo Sangriento en Selma tras las cargas policiales contra los manifestantes por los derechos civiles y Martin Luther King había pasado por la cárcel mientras el presidente Lyndon Johnson intentaba mitigar todo con la base para la ley que daría el voto a los negros. Y los medios no se perdían detalle del proceso contra Richard Hickock y Perry Smith (protagonistas del libro A sangre fría de Truman Capote), encarcelados por asesinar a cuatro miembros de la familia de Herbert Clutter en Holcomb (Kansas) y que acabaron ahorcados. Like a Rolling Stone se puede traducir “como un bala perdida” o un “canto rodado”. Y en 1965 todos, y no sólo la chica de la canción que antes vestía tan bien y hablaba bien alto, parecían cantos rodados en la encrucijada de su propia historia. Todos parecían hacerse la misma pregunta del estribillo: “How does it feel? (¿Qué se siente?)”. También Dylan, que estaba inmerso en su propia vorágine de acontecimientos y problemas sentimentales.
Like a Rolling Stone cumple medio siglo. Con toda su urgencia y su orgullo herido, la canción fue un hito. Y lo seguirá siendo. Porque, muchos años después de su creación, ya en otro siglo, sigue sonando abrasiva. Su fuego está intacto después de escuchar cómo esa baqueta cae y un pie golpea un bombo. Cuenta Howard Sounes en su biografía sobre Bob Dylan una anécdota ilustrativa al respecto. Durante esos días de grabación, Dylan estuvo en una fiesta y la cantautora Maria Muldaur le invitó a bailar al verle sentado solo en un rincón con las piernas cruzadas moviéndose con nerviosismo. Ya le empezaban a llover las críticas en la comunidad folk por su experimentación sonora, pronto recibiría el calificativo de “judas”, mientras otros veían en él un mesías político que solucionaría todos los desajustes del país. Ante la propuesta de Muldaur para bailar, Dylan alzó la vista hacia ella y contestó: “Bailaría contigo, Maria. Pero me arden las manos”. Esas manos fueron las manos que crearonLike a Rolling Stone, una canción para la historia.