El día en que la mueca
de Mick Jagger se congeló
Hubo un tiempo en que nada podía detener el circo, pero la muerte de L'Wren Scott, su pareja durante 13 años, ha alcanzado al corazón del 'rolling stone'. La diseñadora era una 'rara avis' entre la aristocracia del rock. Formaba una extraña pareja con el ‘playboy’ devenido en empresario. Su pérdida ha recordado a sus satánicas majestades su propia mortalidad
DIEGO A. MANRIQUE 22 MAR 2014 - 00:01 CET
Mick Jagger, durante la actuación de los Stones en Shanghái el pasado 14 de marzo, cinco días antes de fallecer L’Wren Scott. / GETTY
Esta vez, sí. Mick Jagger y los Rolling Stones han sido alcanzados debajo de la línea de flotación. La decisión de suspender los conciertos en Australia y Nueva Zelanda, tras conocerse el suicidio de L’Wren Scott, de 49 años, no tiene precedentes. Los tres miembros oficiales de la banda se han unido públicamente a la consternación de Mick Jagger, que mantuvo una relación de 13 años con la diseñadora.
Que se sepa que, anteriormente, las muertes cercanas no detenían el circo. En 1969, reaparecieron en Hyde Park dos días después del ahogamiento de Brian Jones en su piscina. Brian llevaba un mes fuera del grupo y los Stones supieron convertir su show londinense en un homenaje al desaparecido. Al que, en realidad, detestaban y habían dejado por imposible.
En 1976, Tara, el segundo hijo de Keith Richards y Anita Pallemberg, fue hallado muerto en su cuna, en Suiza; tenía poco más de dos meses. Richards estaba en París pero no se movió: decidió que el concierto de esa noche seguiría adelante. En 2006, cuando falleció el padre de Jagger, tampoco se suspendió la actuación prevista en Las Vegas.
Los otros stones no celebraron la llegada de una mujer con ideas de como vestir a unos rockeros maduros
Así eran los Stones. Duros, profesionales, aparentemente insensibles. En los años salvajes, viajaban con un séquito que vivía al límite. Si alguien tropezaba y caía, ni siquiera miraban atrás. Aunque fuera un íntimo, como Gram Parsons, que les introdujo en las secretas claves del country: le derribó una sobredosis en 1973 y nadie viajó a Estados Unidos para presentar sus respetos al cadáver. Que, por cierto, fue robado e incinerado en el desierto. Lo más disparatado suele hacerse realidad entre la aristocracia del rock.