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jueves, 21 de enero de 2016

Ettore Scola / El último gran maestro de una época única del cine italiano

Ettore Scola

Ettore Scola: el último gran maestro 

de una época única del cine italiano




Néstor Tirri
PARA LA NACION
MIÉRCOLES 20 DE ENERO DE 2016


Tantas veces, en casos como éste, se suele apelar a la figura del "último". Lo que se ha convertido en un lugar común esta vez -es triste reconocerlo- es estrictamente así: se fue Ettore Scola, el último de los grandes realizadores del también grande cinema italiano del siglo XX, uno de los artífices de un período acaso irrepetible en la historia de cine. Su producción y su firma revistaron junto a la de coetáneos que han dejado, como él, marcas imprescindibles: Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini, Michelangelo Antonioni, Dino Risi, Mario Monicelli, por citar unos pocos.







En ese espectro impresionante, con picos de imaginación, de delirio, de vanguardia, de comicidad y de trascendencia reflexiva, Scola entabló un punto medio o -como dirían los renacentistas- a la medida del hombre. Pero si hay que buscar un común denominador que atraviese la totalidad de su producción, es que su impronta consistió en jerarquizar el arte de la comedia, con situaciones acaso no tan reideras, pero con implicancias casi siempre más medulosas.
Fue junto a Dino Risi, precisamente, con quien ejercitó -en pareja con Ruggero Maccari- una asombrosa versatilidad en la elaboración del guión (él ya tenía experiencia porque había participado, como guionista "en negro", en cerca de cincuenta películas). Con Risi vino a la Argentina, en 1964, pero los críticos de la época no se enteraron: era el guionista de Il Gaucho (Un italiano en la Argentina), presunta secuela de Il sorpasso, protagonizada por Vittorio Gassman. Ya era hora de situarse tras las cámaras: ese mismo año debutó como realizador con Se permettete, parliamo di donne, título que en la Argentina se conservó parcialmente con aquel Parliamo di donne que evidenciaba que el público argentino recibía al cine peninsular como cosa propia.


Había nacido en la primavera de 1931 en el pueblo de Trevico, en la provincia de Avellino (Campania), pero poco después la familia se trasladó a Roma, al rione Esquilino, para ser precisos. Plena época fascista, de la que el pequeño Ettore retendrá recuerdos duros; algunos reaparecen en Competencia desleal (2001); otros se cuelan sutilmente en la trama hogareña de esa monumental recorrida de 80 años por la historia de Italia que fue La familia. Pero el film que revive con más vigor ese período fue el encuentro de dos seres frustrados (Sophia Loren y Marcello Mastroianni) en la emblemática jornada de julio de 1938 en la que Adolph Hitler visita al duce en Roma: Un día muy particular, uno de los films más aplaudidos (a pesar de que no ganó) en el Festival de Cannes de 1978.
Unos años antes, en 1975, Moscú le había conferido el Gran Premio de su Festival por el que se perfila acaso como su capolavoroNos habíamos amado tanto (1974), otro de sus "recorridos" por la historia de Italia (esta vez, con el invalorable respaldo de Age y Scarpelli, los más grandes guionistas italianos de su siglo), desde el fin de la Segunda Guerra, film en el que tres enormes figuras del arte cinematográfico del país adhieren a la reconstrucción de Scola interpretándose a sí mismos: Fellini, Mastroianni (ambos, reproduciendo la noche del rodaje de La dolce vita en la Fontana di Trevi) y Vittorio De Sica, a quien Scola dedicó el film y de quien -por lo demás- se declaraba si no discípulo, al menos su seguidor.
Nos habíamos amado tanto fue candidato al Oscar, pero no lo ganó. Sin embargo señaló la línea más dominante en la sinuosa trayectoria de una vasta producción con estéticas a veces contrapuestas, con saltos sorprendentes, desde el verosímil grotesco de Feos, sucios y malos al arrebato romántico y casi melodramático de Pasión de amor (el despliegue de época más bello de su filmografía, de 1981, sobre una nouvelle de Iginio Ugo Tarchetti), o la teatralidad clásica de El viaje del capitán Fracassa (sin olvidar esa otra reconstrucción que fue La noche de Varennes (de 1982, con Mastroianni en el rol de un decadente Casanova).


Una nueva realidad

Pero fue la impronta de la commedia la que en alguna medida se impuso como el canon rector de sus invenciones para teñir buena parte de su obra, incluso en un título que se precipita en un desenlace trágico, Celos estilo italiano (1970), cuya ironía se insinúa de entrada en el título original, a la manera de los títulos de los vespertinos sensacionalistas: Dramma della gelosia (Tutti i particolari in cronaca), algo así como "Un drama por celos (todos los detalles en la sección policiales)".
Gente de Roma fue el film de su despedida "oficial", en 2004. Ocho años después, en un encuentro en L'Isola del Cinema, quien escribe estas líneas se atrevió a reprocharle al veterano realizador ese empecinado silencio, cuando en realidad aún tenía mucho para dar, a lo que Scola -en un momento políticamente difícil de su país- respondió con un sentimiento incontestable: "Lo que tenía que contar y decir lo dije; ahora, ésta no es mi realidad, no la Italia por la que luchamos y, por lo demás, el cine que sé hacer no se parece al que se hace hoy".
No obstante, un par de años después lo convencieron de rendir un homenaje a Fellini, que había sido su amigo, su fratello maggiore, y volvió. Así surgió esa rara evocación de los tiempos de la redacción de la revista de humor político Marc'Aurelio, que ambos cineastas compartieron en la juventud, antes de ser los gigantes que llegaron a ser. Así, Qué extraño que me llame Federico (2013), realizado con la colaboración de sus hijas Paola y Silvia, fue la definitiva despedida de Ettore Scola. "La ciudad que se ama, de una vez para siempre, es donde se puede hacer un encuentro": a la frase de Marc Augé se había anticipado Scola cuando transformó, como nadie, los restaurantes y las plazas de Roma en espacios cargados de un afecto que, en la maravilla del cine, vivirá para siempre.


La muerte de Ettore Scola / La noche romana es pura tristeza

Ettore Scola
Poster de T.A.

La muerte de Ettore Scola

La noche romana es pura tristeza

BIOGRAFÍA

El laureado cineasta se encontraba internado desde el domingo;
falleció en Roma rodeado de sus afectos

Elisabetta PiquéLA NACION
MARTES 19 DE ENERO DE 2016 • 20:19



ROMA.- A los 84 años murió Ettore Scola , inmenso cineasta italiano. Se encontraba internado desde el domingo en el Policlínico de esta capital, donde murió esta noche en el departamento de cardiocirujía, según informó la edición digital del Corriere della Sera.
Entre sus grandes "capolavori" se cuentan clásicos del cine italiano que saltaron a la fama en todo el mundo como C'eravamo tanto amati (1974: Nos habíamos amado tanto), film que encarna la típica comedia italiana, pero que también le rinde homenaje a otros géneros, con intérpretes eximios como Vittorio Gassman -su actor fetiche-, Stefania Sandrelli, Nino Manfredi; Una giornata particolare (1977: Un día particular), con Marcello Mastroianni y Sophia Loren, protagonistas de un amor imposible bajo la sombra del fascismo, y La famiglia (1987; La familia), retrato de una familia burguesa italiana a través del tiempo, otra vez con Gassman y Fanny Ardant . Con Brutti, sporchi e cattivi, (1976; Feos, sucios y malos) otra película que hizo historia retratando con atroz realismo la periferia romana, Scola ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

Sofia Loren y Marcello Mastroianni
Una jornada particular, de Ettore Scola

Un luto enorme para el cine y la cultura italianos, la muerte de Scola enseguida causó reacciones. "Fue un maestro de increíble y aguda capacidad de lectura de Italia, de la sociedad y de sus cambios, del sentimiento del tiempo, una conciencia civil que deja un enorme vacío en la cultura italiana", dijo el primer ministro del país, Matteo Renzi. "Nos dejó Ettore Scola, un gran maestro, un hombre extraordinario, joven hasta el último día de su vida", lamentó por su parte vía twitter Dario Franceschini, ministro de Bienes Culturales.
Protagonista, primero como guionista y luego como director, de una de las mejores páginas del cine italiano, Scola había nacido en Trevico (provincia de Avellino, en el sur de Italia) el 10 de mayo de 1931. Antes de entrar en el mundo del celuloide, fue periodista: comenzó a colaborar con la revista de humor Marc'Aurelio, donde conoció a personajes que luego también triunfarían en el séptimo arte, entre los cuales se encontraba Federico Fellini. En los años cincuenta comenzó a colaborar con Age y Scarpelli, nombre artístico del dúo de guionistas formado por Agenore Incrocci y Furio Scarpelli, realizadores de films inolvidables como Un americano a Roma (1954), La grande guerra (1959) y Crimen (1960).

Sofia Loren y Marcello Mastroianni
Una jornada particular, de Ettore Scola

Su primera dirección fue en 1964 con Se permettete parliamo di donne (Si me lo permiten hablemos de mujeres), con Vittorio Gassman, Nino Manfredi y Marcello Mastroianni. Su última película, en cambio, fue un documental dedicado a Fellini: "Che strano chiamarsi Federico" (Qué extraño llamarse Federico; 2013).
Scola estaba casado con la guionista y directora Gigliola Scola. Junto a sus dos hijas Paola y Silvia había presentado en noviembre pasado en la Fiesta de Roma un ulterior documental que contaba su vida y carrera, titulado Riendo y bromeando. Entonces dijo: "el cine es un trabajo duro pero, riendo y bromeando, se puede enviar algún mensajito, alguna postal con las observaciones sobre el mundo de uno. El cine es como un foco que ilumina las cosas de la vida".


miércoles, 20 de enero de 2016

Muere Ettore Scola, clásico del cine italiano

Ettore Scola
Muere Ettore Scola, 

clásico del cine italiano


Fiel retratista de Italia, con él se despide un cine militante, un cine que hablaba con y sobre la calle



GREGORIO BELINCHÓN
Madrid 20 ENE 2016 - 13:25 COT






Al cine italiano se le han acabado los clásicos. Y a la gente de pie, la que sufrió a Berlusconi en Italia y a cualquier político populista en el resto de Europa, la que aún vive haciendo equilibrios por encima del vacío de la crisis económica, se les ha muerto su caballero andante. Anoche falleció en Roma a los 84 años Ettore Scola, y con él se despide un cine militante, un cine que hablaba con y sobre la calle. De la generación de creadores que catapultaron el cine italiano en la segunda mitad del siglo tan solo quedan vivos los hermanos Taviani, pero la huella de Scola es más profunda, humana y sobrecogedora. A Scola le importaba, y mucho, según confesaba, ser una buena persona, y por eso sus películas destilaban bonhomía, algo que a la generación actual de estrellas autorales de su país nunca les ha preocupado: mientras ellos alimentan su ego, Scola animó el ego del pueblo. Ha muerto el rojo Scola.