Juan José Saer |
Juan José Saer
Idioma original: castellano
Año de publicación: 2008
Valoración: Muy (pero muy, muy) recomendable
Carlos Andia
6 de diciembre de 2017
Un hombre abandona la ciudad y no se sabe de él durante treinta años. Al cabo de ese tiempo vuelve, busca a uno de sus antiguos amigos y charla con él en un bar. Para contar esto, Juan José Saer emplea unas cincuenta páginas. Como emplea grandes párrafos o varias páginas para describir cómo alguien abre un paraguas plegable o cose un botón, o la búsqueda de una pauta para consumir un plato de aceitunas verdes y negras en función de la potencia de su respectivo sabor. Qué quieren que les diga, son muchas, sí, pero qué páginas. La prosa de Saer puede parecer excesiva, con su frase demorada, sinuosa, en la que una subordinada se descubre en el interior de otra subordinada, y así sucesivamente, como matrioshkas o pequeños puzles, oraciones interminables que son como un eco de pensamientos no errantes sino, al contrario, de una precisión mareante. Frases que requieren leerse un poco hacia delante y hacia atrás, que necesitan reconstruirse, que se inflan como una burbuja creciente e impredecible y terminan estallando en un verbo solitario. Pero nada es gratuito, todo está donde debe estar y en su dosis exacta. Si encima sabemos –luego diré por qué- que este caballero, Saer, apenas corregía nada de sus escritos, lo que sugiere que todo ese torrente le salía con naturalidad, llegamos a la conclusión de que era un monstruo.