Gabriel García Márquez |
El escritor en su laberinto
Por Rodolfo Braceli
Después de una persecución de cuatro años, a Gabriel García Márquez lo tenía a una distancia de noventa metros. Pero faltaban todavía seis horas para que pudiera suprimir esos noventa metros y atravesar el umbral de su casa ocre en Cartagena. Apenas seis horas para saber que su organismo era cierto. Pero seis horas pueden volverse una eternidad intolerable. Y entonces uno quiere matar el tiempo, justamente ese tiempo huidizo y codiciado que desde Adán y Eva nos hace decir “cómo se pasa la vida”, “pero si parece que fue ayer”. Con el diablo en el cuerpo, mordido por la impaciencia y el pánico, le dije a mi compañero fotógrafo, Jorge Luengo, que nos iríamos acercando de a poco a García Márquez. De a poco, hasta que la entrevista imposible fuera tan cierta como ese hombre flaquito que allí en la esquina lavaba un auto importado.