La saga de los escritores boxeadores
La literatura es boxeo. En la teoría de José Luis Alvite, literatura y boxeo solo son dos maneras distintas de escupir. No se trata, en el fondo, más que de un combate en situaciones adversas, en el que intentas mandar a la lona a tu rival y este te devuelve los golpes. Nunca reculas, boxeas con la cara. Porque la cara, o tu estilo, siempre revelan lo que eres. Esta es una verdad que no necesita demostración. La certidumbre de que la literatura es boxeo se impone con tanta fuerza que no solo ha permitido convertir el boxeo en un material literario de primera, con el que han experimentado los autores más grandes, sino que ha dado pie a la saga de los escritores boxeadores. No se trata de una tribu menor. Podría competir con cualquier otra saga, si exceptuamos tal vez la de los escritores suicidas y la de los alcohólicos. Probablemente, nadie lo vio tan claro como Budd Schulberg, que advirtió desde joven que escribir es proyectar golpes en la oscuridad que vienen de vuelta. Si acaso Rocky Marciano, que en los años en que su carrera ya declinaba, le propuso a Schulberg crear la organización «Fighthers and Writers». Nunca se materializó, pero la idea evidenciaba la afinidad entre púgiles y literatos.