James Robinson, premio Nobel de Economía: “No se puede lograr una economía inclusiva con un régimen autoritario”
El economista y politólogo de la Universidad de Chicago descarta que los modelos autoritarios vayan a superar el éxito de los sistemas democráticos, y anticipa que el modelo chino eventualmente tendrá que cambiar.
LUIS ALBERTO PERALTA
Madrid - 21 OCT 2024 - 22:45 COT
Para James Robinson (Reino Unido, 1960) la economía y la ciencia política son indivisibles. Está convencido de esto desde que él y su viejo amigo, el economista Daron Acemoglu, leyeron El nacimiento del mundo occidental de Douglas North (Premio Nobel de economía 1993) en sus años de bachillerato. Según Robinson, este libro le reveló un análisis económico e histórico de los cambios institucionales que permitieron el surgimiento de Europa en la edad moderna. “Nos convenció de que las instituciones habían sido el motor de la revolución industrial y el crecimiento económico en ese entonces”, explica el economista y politólogo; que desde entonces decidió orientar su trabajo a profundizar en este enfoque y aplicarlo al contexto actual.
Predecir el futuro: de Homero Simpson a Gustavo Petro
Hay una cosa simple de entender: a más de la mitad de un mandato presidencial ya es posible proyectar la trayectoria con la que va a terminar.
Paola Ochoa
13 de octubre de 2024
Sí, ya sé que muchos de ustedes me vendrán con el cuento de que nadie puede predecir el futuro ni anticipar lo que está por venir y bla, bla, bla. Pero hay una cosa simple de entender: a más de la mitad de un mandato presidencial ya es posible proyectar la trayectoria con la que va a terminar. Más aún cuando se trata de un movimiento de caída libre con aceleración constante y jalonada por una fuerza de gravedad de contradicciones, negaciones, provocaciones y ausencia de gerencia.
Un cartel en la localidad gambiana de Kololi reza: "Bienvenidos a La Costa Sonriente de África. Gambia tiene cero tolerancia hacia el abuso sexual de menores y su explotación. Por favor, practique el turismo responsable".PICTURE ALLIANCE (PICTURE ALLIANCE VIA GETTY IMAGE)
“Si no tienes dinero para ir a Europa en barco, intentas llegar iniciando una relación con un turista”: el turismo sexual que asola Gambia
La desigualdad económica propicia la llegada de viajeros europeos al país africano en busca de calor pero también de sexo pagado. Los planes del Gobierno para atraer “turismo de calidad” no acaban de prosperar
JOOST BASTMEIJER
Janjanbureh (Gambia) -
“Vamos a dar un paseo por la playa”, grita una mujer holandesa, sonriendo abiertamente antes de desaparecer entre las dunas, donde besa a un gambiano que aparenta tener unos 30 años menos. Sus acompañantes, otras tres holandesas y tres jóvenes locales con rastas, no parecen sorprendidos ni molestos.
La economía se debatirá entre estancamiento y recesión. Y las cifras de violencia seguirán al alza.
Mauricio Vargas 31 de diciembra de 2023
A pocas horas de las campanadas del final de 2023, llega la hora de arriesgar las predicciones para el año nuevo, que suelo hacer en estas fechas. No me fue mal con las que planteé hace un año. Acerté en que empezaría el desgaste de opinión para el presidente Gustavo Petro, aunque jamás imaginé que su popularidad cayera tanto ni tan rápido, con más de 60 % de encuestados que desaprueban su gestión.También vi venir el deterioro de la economía, con un estancamiento de la inversión y del consumo que nos pone en peligro de recesión. Un país que creció 7,5 % en 2022 va camino de poco más de 1 % en 2023, por debajo de Brasil y México –con los que debemos compararnos–, que suben más de 3 %.
Un grupo de personas se baña en un embarcadero cerca de Copenhague (Dinamarca), el pasado 22 de junio.
IDA MARIE ODGAARD (AFP/GETTY IMA
Irlanda, Dinamarca o Singapur: cómo algunos países pequeños destacan en un mundo de superpotencias económicas
Los Estados de menor tamaño son más vulnerables a las crisis y eso les hace apostar por la innovación y el comercio. La baza de los incentivos fiscales también les sirve para generar riqueza
Francisco de Zárate Madrid, 5 de agosto de 2023
No es casualidad que las dos principales potencias del mundo se cuenten también entre las naciones más extensas del planeta. En la carrera por la prosperidad, tanto China como Estados Unidos han sabido aprovechar la variedad de recursos naturales que su tamaño les otorga tanto como las economías de escala que sus trabajadores, contribuyentes y consumidores son capaces de generar.
Gustavo Petro dice que 'un litro de leche vale 10.000 pesos'
En un video que circula en redes sociales, el candidato habla con un campesino al respecto.
EL TIEMPO 13 de junio de 2022
En un video que está circulando en redes sociales, el candidato presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro, aparece conversando con un campesino de San José de Suaita, en Santander.
El dirigente chavista acusado de narcotráfico que acumula poder en el Gobierno de Maduro
Tareck El Aissami, señalado por Estados Unidos por tráfico de drogas, se pondrá al frente de la crisis del combustible y a la par lleva la cartera de producción nacional en Venezuela
Florantonia Singer
Caracas, 28 de abril de 2020
Tareck El Aissami cada vez tiene más poder en el gabinete de Nicolás Maduro. El hombre fuerte del líder chavista, buscado por presuntos delitos de narcotráfico por Estados Unidos, lleva las riendas de las áreas más neurálgicas de Venezuela: la economía y ahora se hará cargo del petróleo. En la Gaceta Oficial que circuló el lunes apareció la designación de El Aissami como ministro de Petróleo. Ya detenta la cartera de Industrias y Producción Nacional, además de la vicepresidencia de Economía. También se destituyó al general Manuel Quevedo de la presidencia de PDVSA, poniendo fin al manejo militar de la empresa que llevó la producción al abismo con 1.120.000 barriles menos en dos años, y en su lugar se nombró a una ficha del pasado: el ingeniero químico Asdrúbal Chávez, primo del expresidente Hugo Chávez.
Jessica Bruder: “Cuando has abandonado, o has sido expulsado de la sociedad de masas, la vida sigue sucediendo”
Decenas de miles de trabajadores estaounidenses se han lanzado a la vida en la carretera. Utilizan vehículos para alternar trabajos estacionales y han formado sus propios códigos. La periodista Jessica Bruder los siguió durante tres años para presentar un ensayo periodístico.
Pablo Elorduy
15 de noviembre de 2020
“No he dormido”, justifica Jessica Bruder para no conectar la cámara durante la entrevista. No es para menos, es 4 de noviembre y Estados Unidos sigue sin tener claro quién será el próximo presidente. De hecho, hoy es 15 de noviembre y aunque la victoria de Joe Biden ha sido clara, la transición presidencial no está tan clara como parece. “Nuestros nervios están disparados”, continúa Bruder “esperábamos que Biden ganase de manera aplastante. Sigo creyendo, sigo siendo optimista, en que va a ganar, pero el solo hecho de que Trump esté tan cerca es aterrador, es terrible para el futuro del país”.
Para que el modelo del progreso funcione hay que acabar con la corrupción; pero para multitud de Estados, eso es imposible. Los casos de Venezuela y Alemania son ejemplos de elección sobre pobreza y prosperidad
19 de septiembre de 2020
Una de las tesis más controvertidas del liberalismo hoy es que, por primera vez en la historia de la humanidad, los países pueden elegir ser pobres o prósperos. Nunca antes aquello fue posible, porque la prosperidad dependía siempre de la cantidad de recursos con que contaba una nación, de su situación geográfica y de su fuerza militar. Pero en el mundo globalizado de nuestro tiempo, se sabe perfectamente cuáles son las políticas que crean empleo y fortalecen económicamente a un país, y las que lo empobrecen y hunden. Los casos antinómicos de Venezuela y Alemania podrían servirnos de ejemplo.
El caso de Venezuela es sabido por todo el mundo. Era uno de los países más ricos del planeta, porque, resumiendo, se trata de un inmenso lago de petróleo y otros minerales, que no hace muchos años atraía una inmigración gigantesca, para la que sobraba el trabajo, y el país progresaba a pasos de gigante, pese a la corrupción y a los desafueros de sus gobiernos, lo que permitió al comandante Chávez y su “socialismo del siglo XXI” conquistar el poder en unas elecciones que probablemente fueron libres. Nunca más lo serían, por supuesto. En la actualidad, Venezuela se muere de hambre, se ahoga en la corrupción, y por lo menos cinco millones de venezolanos han huido del país, a pie, con sus bolsas y sus hijos, para sobrevivir. Es obvio que el socialismo, del pasado o del presente, no garantiza la prosperidad, sino la miseria, a corto o largo plazo. Por eso, Rusia y China han dejado de ser socialistas y practican, más bien, un capitalismo de amiguetes, con amplio margen en la vida económica para la empresa privada y la competencia, pero una muy estricta rigidez en la esfera política, donde el viejo sistema autoritario persiste casi intacto.
Cada vez que usamos Internet cedemos inconscientemente parte de nuestra soberanía personal a un poder opaco, sin límites ni fronteras. La socióloga Shoshana Zuboff ha puesto nombre a ese fenómeno en un libro llamado a marcar época: 'La era del capitalismo de la vigilancia'
Joaquín Estefanía
26 de septiembre de 2020
Facebook llegará a conocer todos los libros, todas las películas, todas las canciones que usted, lector de estas líneas, haya consumido en su vida, larga o corta. La información de la que dispone la empresa informática servirá para deducir a qué bar irá usted cuando llegue a una ciudad extraña, un bar en el que el camarero ya tendrá preparada su bebida favorita. Ello lo pronostica el creador y director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, una de las personas más ricas del mundo, que la fundó en 2004. El presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, no se queda atrás: “Si nos dais más información de vosotros mismos, de vuestros amigos, podemos mejorar la calidad de nuestras búsquedas. No nos hace falta que tecleéis nada. Sabemos dónde estáis, sabemos dónde habéis estado. Podemos saber más o menos qué estáis pensando”.
Es como si un tiburón hubiera estado nadando silenciosamente en círculos bajo el agua del mar, justo debajo de la superficie en la que se estaba desarrollando la aburrida vida cotidiana, y hubiese saltado de repente con su piel reluciente, por fin a la vista de todos, para hacerse con un buen bocado de carne fresca. Con el tiempo ese tiburón ha revelado ser una nueva variante del capitalismo, desconocida hasta hace muy poco, una variante que se multiplica con extraordinaria rapidez y que se ha fijado el dominio como meta, la hegemonía respecto a otros capitalismos (comercial, industrial, financiero…), a través del conocimiento y monetización de nuestra pequeña existencia. Una forma de capitalismo sin precedentes se ha abierto paso a codazos, casi sin previo aviso, para entrar en la historia.
El capitalismo de la vigilancia es, según lo defineShoshana Zuboff, profesora emérita de la Harvard Business School y autora del monumental libroLa era del capitalismo de la vigilancia, la reivindicación unilateral, por parte de un selecto grupo de empresas provenientes de Silicon Valley, de la experiencia humana privada como materia prima para su traducción en datos. Estos datos son computados y empaquetados (del mismo modo que las célebres hipotecassubprime, origen de la Gran Recesión del año 2008) como productos de predicción y vendidos en los mercados de futuros de los comportamientos de la gente. Los serviciosonlinegratuitos, lasappque no cuestan nada, solo son un cebo, no un regalo que hacen media docena de empresas magnánimas creadas por jóvenes emprendedores, casi todos estadounidenses, divertidos y simpáticos, en nada parecidos a los grandes magnates encorbatados del pasado que posaban fumando un habano.A través de estos servicios digitales básicos comienza la extracción de datos de la vida de cada uno de los ciudadanos que utilizan Internet, la acumulación de sus comportamientos (cómo se visten, qué películas ven, qué comida engullen, los libros que leen, el deporte que practican, si son activos o jubilados…), que serán horneados para poner en bandeja un festín de predicciones listas para ser transformadas en dólares. Muchos de esos ciudadanos, desconocedores de esta realidad escondida, felices con la innovación tecnológica que hace sus vidas más cómodas, han abierto sin darse cuenta las puertas de sus casas y sus refugios más íntimos a estos monopolios que succionan nuestra información y con ella moldean nuestro futuro. El filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han lo resume en esta certera frase: “Pienso que estoy leyendo un ebook, pero en realidad es elebookel que me lee a mí”.
¿Le dice usted a su cónyuge que hoy le apetece comer paquetitos de pato crujiente con salsa hoisin y poco después, casi instantáneamente, aparecen en su teléfono móvil diversos mensajes de restaurantes chinos que se los pueden proporcionar?, ¿organiza el viaje familiar anual a San Petersburgo y Moscú, y le llueven las ofertas sobre el viaje, alojamiento y compras que puede hacer?, ¿mira en el ordenador, en la tableta o en el móvil un anuncio de camisas vaqueras que le gustan y la publicidad de las páginas web que visita habitualmente se llena de pantalones, parkas, gorras, zapatillas del mismo estilo? Este es el resultado del capitalismo de la vigilancia. Evgeny Morozov, un ensayista bielorruso experto en tecnología, que ha escrito una larguísima (y a veces despiadada) crítica al libro de Zuboff que a su vez es casi otro libro (Los nuevos ropajes del capitalismo), dice en ella: se nos está engañando por partida doble; en primer lugar, cuando hacemos entrega de nuestros datos a cambio de unos servicios relativamente triviales y, en segundo lugar, cuando esos datos después son utilizados para personalizar y estructurar nuestro mundo de una manera que no es transparente ni deseable. Se pierde cualquier atisbo de soberanía personal.
La nueva tiranía no necesita golpes de Estado. Se basa en nuestra gran dependencia de la tecnología
La experiencia humana como materia prima gratuita para una serie de prácticas comerciales la mayoría de las veces ocultas de extracción, predicción y ventas. Este es el nuevo y creciente capitalismo de la vigilancia, que plantea enormes contradicciones a la “democracia de mercado” en la que estábamos instalados. ¿Qué supondrá este cambio fundamental para nosotros, para nuestros descendientes, para nuestras imperfectas democracias, para “la posibilidad misma de que exista un futuro humano en un mundo digital”? (Zuboff). Para desarrollar esas antinomias, la autora se apoya en el concepto de “tiranía” utilizado por Hannah Arendt; la tiranía como perversión del igualitarismo, porque trata a todos los demás como seres igualmente insignificantes: “El tirano manda según su voluntad e interés propio (…) como uno contra todos, y los todos a los que oprime son todos iguales, es decir, carecen de poder”. La tiranía del capitalismo de la vigilancia no requiere de golpes de Estado clásicos, ni del látigo del déspota, ni de los campos de exterminio nazis, ni de los desaparecidos, ni de los gulags del totalitarismo. Es una especie de golpe incruento, aparentemente indoloro y parasitario, pero que llega al fondo de lo que pretende, la dependencia masiva de las obsesiones que nos inyecta.
Este es un libro importante. La era del capitalismo de la vigilancia es un texto multifacético. Es de economía conductista, pero también de psicología, de tecnología o —esencialmente— de pensamiento político. Tiene que encontrar sus lectores en los intersticios de esas profesiones y no ser marginado por los científicos sociales acostumbrados a las disciplinas unipolares. Es una intensa llamada de atención a la posibilidad de un golpe de Estado desde arriba y permanente, no como un derrocamiento puntual del Estado, sino más bien como un sumidero de la soberanía personal (y por acumulación, del conjunto de la ciudadanía) y como una fuerza muy poderosa en la peligrosa deriva hacia la “desconsolidación” y la falta de calidad de la democracia, que actualmente amenaza a los sistemas políticos liberales. Sus actividades representan un desafío al elemental derecho al tiempo que tenemos por delante, que comprende la capacidad del ciudadano de imaginar, pretender, prometer y construir un futuro.
La era del capitalismo de la vigilancia. Shoshana Zuboff. Traducción de Albino Santos. Paidós, 2020. 910 páginas. 38 euros. Se publica el 29 de septiembre.
En los comicios al Parlamento Europeo, Kyriakos Mitsotakis (líder del partido conservador Nueva Democracia; bisnieto, nieto e hijo de políticos de la saga Mitsotakis) sacó nueve puntos al joven político que encarnó el sueño griego con el triunfo de Syriza y del “no” en el referéndum del 5 de julio de 2015. El 61% de los ciudadanos votó entonces contra la austeridad impuesta por la Unión Europea (UE). Ante el reciente descalabro, el primer ministro adelantó las elecciones generales al domingo 7 de julio. Atrás quedan las imágenes de la plaza Syntagma con los líderes del partido de izquierda radical, rodeados de miles de ciudadanos que les acompañaban con sus gritos, banderas y esperanzas.
Aryana Adali se baña en el Tacana, uno de los miles de afluentes del Amazonas, en el resguardo indígena de Tikuna-Huitoto de Leticia (Colombia).ANA PALACIOS
De ‘prostibares’ por el Amazonas: así funcionan las redes de trata en la selva
La zona de la Triple Frontera entre Colombia, Perú y Brasil es el enclave idóneo para el tráfico ilegal, no solo de droga o recursos naturales, también de personas. Casi siempre, mujeres y niñas
ANA PALACIOS
Leticia, Amazones, 29 de julio de 2020
Ni se nos ocurriría mencionarla. Si nos preguntaran por un lugar donde se sufra la trata, pocas veces contestaríamos la Amazonia o la triple frontera amazónica entre Colombia, Perú y Brasil. Sin embargo, ningún país se libra de este delito que comercia con las personas como si fueran mercancía, que en el 62% de los casos son mujeres y en el 23% niñas, en torno al 80% de las veces, con objetivo de explotarlas sexualmente.
Unos hombres empujan un coche en una gasolinera de Caracas.
La trama mexicana del petróleo venezolano
El Gobierno mexicano sigue la pista de cerca de 200 millones de euros del intercambio de crudo de una red de Alex Saab con empresarios del país norteamericano, según documentos a los que han tenido acceso EL PAÍS y Armando.info
JAVIER LAFUENTE/ELÍAS CAMHAJI/ROBERTO DENIZ
México / Bogotá 29 de julio de 2020
Petróleo venezolano a cambio de maíz y camiones cisterna para agua potable procedentes de México. Es el acuerdo que firmaron en junio de 2019 una empresa mexicana, Libre Abordo, sin experiencia en el sector, y la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex) —la estatal venezolana encargada de centralizar las importaciones públicas—. Fue una operación en dos contratos valorada en casi 200 millones de euros, según documentos a los que han tenido acceso EL PAÍS y Armando.info como parte de una investigación conjunta, y que evidencian la opacidad del intercambio. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que investiga el caso, asegura que con este sistema se han despachado más de 30 millones de barriles de crudo, una operación que viola las sanciones estadounidenses sobre Venezuela. Las autoridades mexicanas también han puesto el foco en el esquema ante la falta de claridad de los contratos. La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) del Gobierno de México tiene abierta una investigación para arrojar luz sobre estas operaciones.
Desde las maras de El Salvador que castigan a quienes se saltan la cuarentena hasta el apagón cultural en Argentina. Desde los médicos del exilio cubano en la frontera de México con EE UU hasta la odisea de los vendedores ambulantes en el DF, los confinados sin combustible en Venezuela, las protestas sociales silenciadas en Chile, las víctimas invisibles en Colombia y los estragos negacionistas en Nicaragua y Brasil.
Alma Guillermoprieto 1 de mayo de 2020
Lo que da rabia es tanto esfuerzo perdido. Ocupamos un continente y medio, desde el desierto que abraza a Ciudad Juárez en la frontera con Estados Unidos hasta la neblinosa Ushuaia, que de todo el mundo es el poblado más próximo a la Antártida. Somos un universo multicolor de más de 600 millones de seres humanos, hechos al esfuerzo, con hambre de progreso, dotados la mayoría de una incomprensible disposición al buen ánimo. Sobrevivimos a unas economías que trepan lentamente y vuelven a caer en el pozo de la inequidad y la inflación. Llevamos un siglo y otro poco de lucha por la igualdad y la democracia —dictaduras vienen, dictaduras van, pero nunca se ha dejado de empujar el cambio. Se cuentan por millones las familias que suman jornadas de trabajo y hacen cuentas, y sacan del ahorro de hormiguita para el enganche de un apartamento o la matrícula de la primera integrante de la familia que ha de llegar hasta la universidad. Y todos esos años y luchas las desaparece en cuestión de semanas, como quien borra un pizarrón, la fuerza ciega de un virus. Porque, muy aparte de la pérdida de vidas humanas que nos espera en los meses por venir, está el colapso de industrias, comercios y economías familiares de una región que ya se encontraba en un difícil declive económico, de no-tan-bien a bastante peor, cuando llegó la plaga.
La hiperinflación acelera la dolarización de Venezuela
Casi la mitad de la población tiene ingresos en divisa estadounidense, mientras el Gobierno desregula las transacciones y la justicia autoriza los pagos de alquileres
Alonso Moleiro
Caracas, 28 de octubre de 2019
El caos económico y la hiperinflación están produciendo la brusca aceleración de la dolarización en Venezuela. La circunstancia ya no es circunstancial y ha penetrado los filamentos de la economía. En el país sudamericano ya se cobran habitualmente en divisa estadounidense las consultas médicas y odontológicas privadas, los seguros, los servicios turísticos, los electrodomésticos y las cocinas, los inmuebles, las cuentas del restaurante, la educación privada. Incluso las actividades comerciales menores, como las visitas a la peluquería, las compras en el mercado y los traslados en transporte. En muchos casos, las ventas se ofrecen en dólares “o en bolívares, de acuerdo a la tasa oficial del día”.
López Obrador, entre la transformación y la obstinación
El presidente de México se muestra intransigente en ceder a sus grandes programas, a pesar de la pandemia y de que su liderazgo y olfato político comienzan a dar signos de debilidad
Javier Lafuente
México, 6 de abril de 2020
Una de las imágenes que dejará este sexenio en México será la del presidente dando un mensaje en un patio del Palacio Nacional solo. Con el eco repicando cada palabra. Si el Papa dio la bendición urbi et orbi en una plaza de San Pedro vacía, Andrés Manuel López Obrador hizo tres cuartas partes de lo mismo con el que se antojaba —hasta entonces— uno de los mensajes más esperados desde que la pandemia del coronavirus se instaló en el país. Una ilusión, pues lo que recalcó el mandatario mexicano es que nada va a poner el freno a sus deseos de cambios. La Cuarta Transformación es imparable hasta el punto de que López Obrador ha dicho que la crisis ha venido “como anillo al dedo”, donde todos ven una soga al cuello.
La omnipresencia de López Obrador es desconcertante. El mandatario brindó el domingo su cuarto informe trimestral. Entre uno y otro ha celebrado 90 ‘mañaneras’, su conferencia de prensa diaria, y enviado una media de cuatro vídeos diarios durante los fines de semana, en los que sale de gira por el país. Nunca la población estuvo aparentemente tan informada y, sin embargo, presa de la confusión. En el momento en el que se le reclamaban más concesiones, López Obrador se mantuvo impertérrito. Allí donde muchos vieron una oportunidad perdida para generar confianza, él vio la posibilidad de llevar la conversación a su terreno. La atención está, de nuevo, en su forma de responder; en las grietas que se han abierto en su gabinete, sobre todo entre los asesores económicos. En si ha condenado a México al abismo. Y ahí, el presidente se maneja como nadie, pues no tiene rival en la arena política. El debate sobre si el país está bien preparado para afrontar la pandemia en materia sanitaria ha quedado en un segundo plano.
El mensaje que transmitió López Obrador fue claro: nada va a parar su Cuarta Transformación de México. Ni siquiera la peor pandemia del último siglo, que ha puesto patas arriba la política y la economía de todo el planeta, hará que viren sus intenciones. No, al menos, de momento. Ante un posible retroceso, el presidente responde con más de lo mismo. Rechazó la posibilidad de endeudarse para financiar un programa similar al de otros países, como le reclamaba parte de su Gobierno, lo que ha abierto una grieta que ya es un secreto a voces. “El mensaje da una confirmación formal a lo que parecía ser su postura desde hace unas semanas: presumir la inmovilidad de su programa económico como una virtud”, considera Humberto Beck, profesor e investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México.
Para el analista hay varios aspectos de la postura de López Obrador —su rechazo a “rescatar a los empresarios” o a seguir recetas “neoliberales”— que tienen antecedentes históricos que los hacen explicables, “como la opacidad en el rescate bancario del Fobaproa o la larga y problemática historia de México con la deuda externa”. “Pero estamos en tiempos de crisis sin precedentes, que demandan nuevas ideas y formas de concebir los problemas. Este último aspecto me parece una ausencia en el discurso presidencial”, añade el politólogo mexicano. La claridad, a su juicio, convive con cierta contradicción: “La rigidez de su postura ante la crisis confirma otra cosa: que de una manera extraña, una parte sobresaliente de su programa termina coincidiendo con aspectos importantes de la ortodoxia neoliberal, sobre todo en los temas de gasto público”. Pocas horas después de su mensaje, López Obrador defendió en su conferencia de prensa matutina que su Gobierno se ha anticipado “al derrumbe del modelo neoliberal que provocó el coronavirus”.
La forma en que López Obrador ha afrontado la pandemia hace semanas que levantó ampollas. Fueron polémicas sus giras cuando las autoridades sanitarias comenzaron a recomendar que se guardase una “sana distancia” entre las personas: el presidente viajó a Guerrero y Oaxaca, dos de los Estados más frágiles económicamente, donde es previsible que la población se vea más afectada y repartió abrazos sin freno. Se le criticó cuando sacó dos estampitas que decían que le protegían del virus: “Son mis guardaespaldas”. O con una serie de declaraciones que dieron la impresión de que minimizaba la fuerza de la pandemia: “Tengo mucha fe. No nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias”; “si estuviera angustiado, si la situación estuviese fuera de control, lo diría. Estoy tranquilo”; “eso de que no hay que abrazarse, no pasa nada”; “los mexicanos por nuestra cultura somos muy resistentes a todas las calamidades”; “no dejen de salir, todavía estamos en la primera fase, yo les voy a decir cuándo no salgan”.
“Las posturas de no suspender las giras o aplicar más medidas de contención igual no son las más correctas, pero son entendibles, porque como presidente de México es razonable que sienta que tiene un margen de decisión que varía dependiendo de las circunstancias nacionales”, apunta Beck. El presidente, no queda claro si por necesidad o convicción, ya ha ido dejando atrás todos esos gestos incómodos.
Hace 10 días, instó por primera vez a los ciudadanos a quedarse en sus casas. Lo hizo a través de un vídeo en el que hacía referencia a una serie de informes que le habían trasladado los expertos. “A mí me da la impresión de que ese discurso era el de alguien que estaba diciendo unas cosas que le habían dicho que tenía que decir”, apunta el director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Stanford, el mexicano Alberto Díaz-Cayeros, para quien López Obrador ha perdido una gran oportunidad. “En los procesos de toma de decisiones es crucial que haya una sintonía para que todo el mundo pueda saber lo que ocurre y saber que todos saben. López Obrador tenía una oportunidad increíble de crear un punto focal y la ha perdido”, añade Díaz-Cayeros, quien ve como explicación que el mandatario ha reaccionado con base a un exceso de confianza, de seguridad, en sí mismo. “Muchos tomadores de decisiones responden de la misma manera, teniendo en cuenta que hasta el momento les ha ido bien, por el conocimiento que tienen del país. O porque en el pasado han sentido que les ha funcionado”.
Ningún político mexicano en lo que va de siglo ni en las décadas finales del XX conoce México como López Obrador. Ha dado varias vueltas al país y ha sabido como nadie responder a los reclamos de unos y otros, hasta lograr la victoria presidencial más rotunda de la historia reciente de México. Desde el 1 de julio de 2018 no ha hecho si no navegar con viento a favor. Anuncio tras anuncio, siempre en positivo, aunque este fuese una calamidad para no pocos, como el caso de la cancelación del aeropuerto de la ciudad de México. Sin embargo, en las últimas semanas se ha topado con la necesidad de comunicar malas noticias y ha quedado en cierta manera al descubierto.
“No ha logrado pegarle a la fibra sensible del mexicano”, afirma Díaz-Cayeros, en la misma línea que Humberto Beck: “Estamos viendo los límites de su carisma. Incluso con las estampitas, muchos de sus seguidores se sintieron desamparados. No ha logrado salirse con el ingenio y la simpatía popular”. El politólogo del Colegio de México ahonda en lo paradójico que resulta que haya cedido el protagonismo del combate al coronavirus al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, “un técnico, su némesis”. Más allá, el anuncio más importante en materia sanitaria, la declaración de estado de emergencia, lo cedió al canciller, Marcelo Ebrard, que ha fungido como el hombre fuerte del Gobierno en todas las crisis que se han desatado, independientemente de que estas tuvieran que ver con su cargo de canciller o no.
Ante este escenario, el mandatario mexicano ha reaccionado llevando a todos sus adversarios al escenario de la confrontación, donde se mueve sin rival y donde ha conseguido alejar las dudas. Ha vuelto a recurrir a la idea de que todo aquel que le critica responde a una lógica conservadora, refractarios al cambio. Cuando se le ha cuestionado por qué no quiere hacerse la prueba de coronavirus, su reacción ha sido insinuar que sus críticos quieren beneficiarse de un hipotético “vacío político”. “Se imagina como un protagonista en la continuidad de una lucha histórica de larga duración entre liberales y conservadores”, considera Beck, quien argumenta que buena parte del proceder de López Obrador responde a su asunción de figura histórica, vinculada a la lectura de la historia mexicana y latinoamericana “que le ha proveído en gran medida de los lentes con los que se percibe a sí mismo”. “Tiene muy en cuenta, por lo tanto, que esa historia ha sido una historia de conflicto y guerras civiles y tiene por eso una sensibilidad quizás exacerbada, probablemente distorsionada, a interpretar a sus críticos y adversarios en esos términos: si él es el heredero de Hidalgo, Juárez y Madero, por lógica los otros tendrían que ser los herederos de los adversarios de la Independencia, la Reforma o la Revolución. Más todavía, se lee a sí mismo en términos del siglo XX latinoamericano y los repetidos, y dolorosos, tropiezos de la izquierda en ese período, muy notablemente los golpes de Estado contra Jacobo Árbenz en Guatemala y, sobre todo, Salvador Allende en Chile. Tiene la convicción de que una tendencia profunda de la dinámica histórica latinoamericana es el sabotaje de las iniciativas políticas democráticas de la izquierda, tanto para evitar su llegada al poder como para sacarlo después de haber triunfado”.
“La visión del mundo de López Obrador, que no tiene interés en salir del país, que no tiene mayor visión de cosmopolitismo, influyó en cómo ha afrontado la crisis. Tiene ideas viejas respecto a cómo México está inmerso en un mundo global”, añade a este respecto Díaz-Cayeros. Uno de los episodios más significativos de esta crisis es que por primera vez desde que asumió el poder, el presidente mexicano ha participado en una reunión del G20, los principales líderes mundiales. En su intervención, apeló a la “fraternidad universal”, un concepto que retrotrae a la mitad del siglo pasado.
México encara la fase tres de la pandemia con la convicción de que su presidente, el primero que se dice de izquierdas que gobierna el país de habla hispana más grande del mundo, la segunda economía de América Latina, no va a ceder un ápice en lograr los objetivos de su Cuarta Transformación. Con la duda de si su voluntad de dejar huella en la historia es compatible con la temporalidad de la crisis. Lo resume Humberto Beck así: “Ha esbozado una idea coherente de nación, pero no parece ser la mejor para reaccionar a la crisis. Un gran político debe responder a la nación y a la emergencia. Aún hay margen”.