Ya queda menos para el nuevo libro de Salinger
Entre la habitación en la que J. D. Salinger escribía y su dormitorio, en la granja de Cornish (New Hampshire), había una misteriosa caja fuerte. Una de las personas que la vio fue Joyce Maynard, con quien el autor de El guardián entre el centeno mantuvo una relación cuando ella era apenas una muchacha de dieciocho años y él tenía cincuenta y tres. En 1972 Maynard había publicado un artículo sobre su generación en The New York Times, en el que hablaba, entre otras cosas, de lo que suponía estudiar en Yale y ser virgen, como era su caso, en un clima de apertura sexual como el que reinaba en aquella época. Salinger elogió su texto en una carta, a la que ella respondió, y a la que después siguieron otras, en las que acabarían por constatar que se amaban. Fascinada, Joyce plantó sus estudios para irse a vivir con él. Los detalles de aquella convivencia, que duró nueve meses y acabó mal, se recogen en At home in the World, traducido al español como Mi verdad, obra en la que Joyce cuenta que en 1972 lo escuchaba «escribir a máquina todos los días».