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miércoles, 23 de marzo de 2022

Nabokov / Gógol / Juego de espejos rusos



Nikolái Gógol



Juego de espejos rusos

Vladimir Nabokov analiza la obra de Nikolái Gógol y extrae de él los elementos que fundan su propia escritura. Reivindica, con ingenio y humor, a su compatriota como gran creador.


Genio y figura, Vladimir Nabokov es y será por siempre un autor singular, único, irrepetible, pero, al mismo tiempo, un escritor fecundante. Su peso en la narrativa norteamericana que decide divergir de la gran narrativa judía de los años cuarenta es considerable, aunque su magisterio no sólo no se agota ahí, sino que, en mi opinión, apunta al destino de la novela en el siglo XXI con no menor empuje que el de un Robert Musil, por citar otro nombre cuya influencia se proyecta decididamente hacia el futuro. En 1944, Nabokov, que ya publicara tres años antes su primera novela escrita directamente en inglés, La verdadera vida de Sebastian Knight, decide sacar a la luz un estudio sobre Nikolái Gógol que los lectores acogen con sorpresa debido a lo no-canónico -o como dijeron los puristas y los solemnes: irreverente- de su exposición. Su producción inglesa seguirá un camino imparable con Bend sinister en 1947 y Lolita en 1955 y de ahí en adelante su importancia no dejará de crecer.

martes, 18 de octubre de 2016

Andrea Aguilar / El aura de los libros perdidos


El aura de los libros perdidos

Robadas en estaciones o calcinadas entre las llamas se desvanecieron obras de Hemingway, Gógol y Schulz. Un ensayo recupera su historia


ANDREA AGUILAR
18 OCT 2016 - 17:05 COT



Ernest Hemingway perdió en un maleta todos los cuentos que había escrito y una primera novela en 1922.  HULTON DEUTSCH GETTY IMAGES

Los manuscritos perdidos han sido un tema literario (o metaliterario) recurrente, una estructura narrativa sobre la que se han construido un buen número de obras, y tras la que se han escondido escritores tan grandes como Cervantes. Como un intrincado juego de espejos que borra las fronteras entre realidad y ficción o como simple cebo para empujar la trama de una historia, el capital creativo y las posibilidades de fabulación a las que invita la desaparición (¿romántica?, ¿deses­perada?, ¿azarosa?, ¿irremediable?) de una obra están más que probadas. En un plano más terrenal, se encuentra la erudita pasión académica por incunables, desaparecidos y demás piezas imposibles del gran puzle literario. También, la ágil recuperación de libros “perdidos” en cajones o áticos emprendida por agentes, editores y deudos de insignes escritores ha demostrado el excelente tirón, en este caso comercial y mediático, de la literatura extraviada y recuperada.