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Nikolái Gógol |
Juego de espejos rusos
Vladimir Nabokov analiza la obra de Nikolái Gógol y extrae de él los elementos que fundan su propia escritura. Reivindica, con ingenio y humor, a su compatriota como gran creador.
Genio y figura, Vladimir Nabokov es y será por siempre un autor singular, único, irrepetible, pero, al mismo tiempo, un escritor fecundante. Su peso en la narrativa norteamericana que decide divergir de la gran narrativa judía de los años cuarenta es considerable, aunque su magisterio no sólo no se agota ahí, sino que, en mi opinión, apunta al destino de la novela en el siglo XXI con no menor empuje que el de un Robert Musil, por citar otro nombre cuya influencia se proyecta decididamente hacia el futuro. En 1944, Nabokov, que ya publicara tres años antes su primera novela escrita directamente en inglés, La verdadera vida de Sebastian Knight, decide sacar a la luz un estudio sobre Nikolái Gógol que los lectores acogen con sorpresa debido a lo no-canónico -o como dijeron los puristas y los solemnes: irreverente- de su exposición. Su producción inglesa seguirá un camino imparable con Bend sinister en 1947 y Lolita en 1955 y de ahí en adelante su importancia no dejará de crecer.