Ripley y la obsesión por los caracoles
Por Jesús Ferrer
En 1951 se estrenaba una de las mejores películas de Alfred Hitchcock, «Extraños en un tren». Se basaba en la novela de una joven escritora primeriza, Patricia Highsmith (Fort Worth, Texas, EEUU, 1921 - Locarno, Suiza, 1995), quien pronto sería conocida como la celebrada narradora de suspense psicológico que con tanta admiración continuamos leyendo en la actualidad. Su obra se ha revalorizado con los años, a medida que se iban considerando en ella vertientes literarias que iban mucho más allá de la trama policial, ahondando en los oscuros entresijos de la condición humana. Obsesivas pulsiones sexuales, conciencia amoral del crimen, el protagonismo del imprevisible azar y una deprimente cotidianidad conforman, entre otros, los referentes de esta original narrativa. Tras su muerte se encontraron en un armario de su casa casi ocho mil páginas de anotaciones personales que ahora ven la luz en modélica edición, selección y prólogo de Anna von Planta, con el título de «Diarios y cuadernos. 1941-1995». A juzgar por lo ordenado y corregido que se encontraba el material original, parece indudable la voluntad de la escritora de que se publicara, de que conociéramos las claves de su literatura a través también de su compleja intimidad.