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lunes, 5 de febrero de 2018

Patricia Highsmith / Tom Ripley, el talento de un don nadie





Ripley, el talento de un don nadie

BCNegra disecciona al inquietantemente atractivo psicópata que creó Patricia Highsmith


CARLES GELI







Matt Damon y Gwyneth Paltrow, en la adaptación de la novela de Patricia Highsmith que rodó Anthony Minghella en 1999.
Matt Damon y Gwyneth Paltrow, en la adaptación de la novela de Patricia Highsmith que rodó Anthony Minghella en 1999.


A Ripley, pues, un equipo así lo caló pronto. “No se trata de un psicópata encantador: nos atrae porque es tan poliédrico y está tan lleno de contradicciones como nosotros; en el fondo, sus amigos son peores que él en muchos aspectos”, lanzó Solana. “La capacidad de Highsmith para hacer creíble un personaje tan contradictorio, para truncar las expectativas del lector, es brutal: cuando crees que es un psicópata luego le ves con remordimientos de conciencia”, refuerza Sanz, que tiene viva en la memoria la imagen de ese Ripley “tan, tan, tan guapo, demasiado incluso, que fue Alain Delon”, citando así la primer adaptación al cine de la obra, la de René Clément de 1960. Casi cuatro décadas después, tendría el rostro de Matt Damon, en la versión de Anthony Minghella (1999).
“Pues la interpretación de Delon le gustó a Highsmith”, terció Herralde, que hizo notar con agudeza que el crimen de Ripley “es pasional: el ve el lujo y el arte y se siente fascinado; hay un sentimiento de amor, pero sin sexo, de Ripley hacia Dick y siente celos de la novia de éste… Ripley, en el fondo, tiene miedo, no quiere volver a ser un don nadie, ese ‘nobody’ que puebla la novela de Highsmith”. “Es cierto, Ripley no mata por gusto sino por necesidad, pero lo hace sin remordimiento; es un snob, se considera superior a todos”, ratifica Sanz. Pero Solana, autora de Un crim imperfecte, añade un matiz: “Aunque algo le pasa porque, ya siendo rico y con estatus, sigue suplantando, vampirizando identidades: o no tiene bastante dinero o se aburre”. “Sí, como Sherlock Holmes: necesita desarrollar su talento, su creatividad para matar”, reforzó Sanz, autora de Black, black, black. Y volvió a matizar Herralde: “Su creatividad la destina a hacer planes para matar, porque él es elegante, pero lo que es matar, mata chapuceramente…”, dijo citando sin citar los brutales golpes de remo o de cenicero con que Ripley suele liquidar torpemente a sus víctimas.

Matt Damon como Tom Ripley


DON WINSLOW: “MAFIA Y POLICÍA COOPERAN”

“La mafia y la policía comparten códigos, sus miembros provienen de clases medias y bajas y tienen mayormente orígenes italianos o irlandeses; conozco policías que tienen cuñados mafiosos... A menudo, ambos colectivos cooperan”. Lo afirmó en el marco de la BCNegra Don Winslow, quizá el novelista mejor informado de los trapicheos entre políticos, jueces, policías y el mundo criminal. Al menos, en Nueva York. Lo demuestra en Corrupción policial (RBA), obra de ficción donde “todo es verídico”. Interrogado con habilidad por el escritor y periodista antonio Lozano, también desveló que “el 90% de los casos se descubren por chivatazos”; que los atentados del 11-S “salvaron a la Mafia en su momento más bajo porque los mejores efectivos y los presupuestos pasaron a la lucha antiterrorista”. También explicó el fenómeno de lo que los propios miembros d elas fuerzas de seguridad llaman  "testimentir": los policías suelen hacer “falsos testimonios, inventarse actividades o denunciar falsos tiroteos o delitos para poder intervenir sin esperar la orden judicial”, si bien “jueces, fiscales y delincuentes saben el juego y negocian las sentencias” y que “hay unidades sucias que aceptan sobornos”. Por supuesto, en las pruebas  de análisis clínicos a los que deben someterse policías sanos prestan sus muestras de sangre u orina para encubrir a sus compañeros con problemas físicos o psíquicos, lo que le haría que perdieran su puesto y la futura pensión... Pero el autor de El poder del perro y El cártel (que hará una tercera entrega sobre la droga), aclaró: “Desde aquí es fácil decir que está mal, que parece que no haya un estado de derecho, pero hay que estar ahí luchando cada día; el policial es un complejo mundo moral”.

Hubo unanimidad en el retrato psicológico: “Ripley cree que está corrigiendo una injusticia social” (Herralde); “es evidente que es infeliz por sus orígenes y se realiza forzando la vida que él cree que merece, para lo que no reparará en nada para alcanzarla, pero afloran las contradicciones” (Solana). Y mientras Sanz le puso un paralelismo literario (“el ansia de desclasamiento suele estar siempre castigada, por ejemplo en Agatha Christie; pero en Highsmith, nunca”), Solana le dio un vuelo filosófico: “Recuerda un poco al superhombre de Nietzsche, con un código moral propio, con unos valores que han dado la vuelta y ya nadie sabe qué está bien o mal; Ripley se queda mirando al lector y le dice: '¿Qué harías tú? ¿Querrías estar en mis zapatos, no?'”.
Highsmith convivió con su criatura 35 años, entre 1955 y 1991, traduciéndose en cinco novelas: El talento de Mr. Ripley (1959); La máscara de Ripley(1970), El juego de Ripley (1974), Tras los pasos de Ripley (1980) y Ripley en peligro (1991). Herralde, adalid de la escritora en España tras el poco éxito que cosechó su anterior editor, Luis de Caralt, y que la ha mantenido bien vigente hasta hoy (ha publicado 32 títulos), desveló que, a su muerte, estaba escribiendo un nuevo Ripley, un personaje que la marcó tanto que “firmaba muchas cartas mezclando nombres y apellidos de ambos”. Al parecer, también se encontró una anotación sobre esa nueva entrega nonata: “Ripley se está volviendo loco con tanto cambio de identidad”. Tiene un punto de lógica: las reacciones de Ripley son “una respuesta extrema a las emociones que todos reconocemos: la sensación de que hay una vida mejor siendo vivida por alguien más en otro lugar”, y que quién no conoce en su vida a un Dickie “cuya atención nos hace sentir especiales… Todos disfrutamos de la luz de esa atención y sentimos el frío de perderla”, escribió Minghella. Por eso, según el cineasta, “todos hemos sido Tom Ripley”. Ni que sea una vez.
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sábado, 13 de febrero de 2016

Patricia Highsmith / Tom Ripley



Tom Ripley

Patricia Highsmith

BIOGRAFÍA DE PATRICIA HIGHSMITH

Traducción de Jordi Beltrán. Anagrama. Barcelona, 2009. 1.276 páginas, 24 euros.


GERMÁN GULLÓN | 12/06/2009 |  Edición impresa


Patricia Highsmith. Foto: Archivo

La novela norteamericana de los años 50 y 60 amplió el interés del lector hacia el lado oscuro de la realidad con obras como A sangre fría (1966), de Truman Capote, donde dos psicópatas asesinan gratuitamente a una familia de granjeros de Kansas. En ese contexto hay que situar la narrativa de Patricia Highsmith (Texas, 1921-Locarno, 1995), quien sondeará en sus ficciones la mente amoral del delincuente. No se trata de una exploración freudiana, sino del reconocimiento de la existencia de la maldad humana, nuestro lado hobbesiano. The Times eligió a la autora como la mejor escritora de novelas de crimen de la historia, por delante de Simenon y de Agatha Christie.


lunes, 17 de enero de 2011

El talento de Mr. Ripley / A pleno sol

Patricia Highsmith
EL TALENTO DE MR. RIPLEY
A PLENO SOL
A pleno sol es un filme francés de 1960, dirigida por René Clément y protagonizada por Alain Delon (en el papel de Tom Ripley), Maurice Ronet (como Philippe GreenleafMarie Laforêt (en el papel de Marge Duval).

El largometraje esta basado en la novela El talento de Mr. Ripley de Patricia Highsmith. Este mismo argumento fue retomado 39 años después por Anthony Minghella en El talento de Mr. Ripley, película estadounidense protagonizada por Matt Damon (Tom Ripley), Gwyneth PaltrowJude LawCate Blanchett y Philip Seymour Hoffman que obtuvo 5 nominaciones a los Premios Óscar en 2000.

El filme narra la historia de Tom Ripley, un cazafortunas. Tom es enviado a Europa por el señor Greenleaf para buscar a su hijo Philip, un playboy mimado, y llevarlo de vuelta a los EE.UU. A cambio recibirá 5.000 dólares. Philip engaña a Tom fingiendo que está decidido a volver, pero no tiene ninguna intención de dejar a su prometida ni de cumplir los deseos de su padre. La codicia de Tom le llevará a cometer todo tipo de locuras.

Alain Delon como Tom Ripley
En A pleno sol no sólo veremos un buen guión y una magnífica puesta en escena, sino que tendremos la oportunidad de presenciar una asombrosa actuación del galán de cine francés de los años 60: Alain Delon.

El talento de Mr. Ripley', 

de Patricia Highsmith


Siempre que trato de imaginar a Tom Ripley, pienso en un personaje renacentista tocado por el encanto de la duda; un ser privilegiado, de un refinamiento casi florentino, amante del arte y de la buena vida; un tipo elegante, ingenioso, soñador... Pero un psicópata. Alguien que cuando tiene que matar, mata, y además sale bien parado.
También el escenario y la ambientación de las novelas de Patricia Highsmith tienen más que ver con una atmósfera mediterránea, de pueblos con flores y viejas casas encaladas junto al mar, que con la estética esquinada de gasolineras y hamburgueserías rodantes y garitos nocturnos que ha conformado desde siempre el paisaje anímico de la novela negra. El crimen no es aquí una pieza más de la vida urbana, como en Cosecha roja, sino una pasión individual, casi una forma de realización personal. Ripley no tiene nada que ver con el detective desencantado y duro al estilo de Sam Spade o de Philip Marlowe; tampoco posee el romanticismo del strong silent man, ni su sarcasmo. En el fondo, los personajes del género negro se mueven en una barrera ética ambigua, pero tienen perfectamente clara la diferencia entre el bien y el mal. Ripley, no. Es un seductor maravillosamente amoral y lo bastante inteligente o loco o persuasivo para ser capaz de convertirse en otro. Pero esa suplantación no se produce para burlar mejor el cerco policial, sino por la pura necesidad de ser otro. Ahí radica su encanto. "Más bien simpatizo con los delincuentes", decía Patricia Highsmith. "Los encuentro interesantes. A no ser que resulten monótonos y estúpidamente brutales".


El placer no reside en el castigo del culpable, sino en la aproximación al asesino

Ripley es un seductor maravillosamente amoral capaz de convertirse en otro
La creadora de Ripley detestaba que se la encasillara dentro de la serie negra, de la que realmente no sólo la separan diferencias de orden icónico, sino sobre todo psicológico y afectivo; sin embargo, hay algo esencial que la sitúa en la misma pauta, porque la novela policiaca tiene que ver con el placer derivado de la resolución de un enigma, que es un placer, si se piensa, muy adolescente. No es casual que las novelas de misterio y grandes crímenes comiencen a leerse a una edad en la que se empieza a dudar de la inocencia. Yo recuerdo que en esa época amaba a la vez, y de un modo contradictorio, la poesía y los ejercicios de lógica matemática, la tinta invisible y los conflictos morales, el humo de los cigarrillos que fumaba Humphrey Bogart en El halcón maltés y la mirinda de naranja. Dentro de la imagen segura y controlada del mundo adulto que tenía en esos años, las novelas de Patricia Highsmith me situaban de pronto ante una verdad sobrecogedora: en una situación aparentemente apacible, alguien, un vecino, un antiguo compañero de estudios, cualquiera, en el momento menos pensado, podía convertir nuestra existencia en una pesadilla. El reto de la lectura tenía entonces algo de partida de ajedrez. Había que imaginar la jugada siguiente, adelantarse a los acontecimientos, preverlos. Ésa es en parte la clave del suspense, según Alfred Hitchcock, que fue quien más contribuyó a la popularidad de Patricia Highsmith cuando llevó a la pantalla su novela Extraños en un tren. Sin embargo, de todos los personajes de esta escritora huraña y amante de los gatos, fue precisamente Tom Ripley el más mimado por el cine. La primera adaptación de El talento de Mr. Ripley fue interpretada en 1960 por Alain Delon, Maurice Ronet y Marie Laforêt -aquella actriz de ojos de color moscatel- en A pleno sol. Hace cuatro años, Anthony Minghella llevó a la pantalla una versión más fiel de un Tom Ripley, sexualmente ambiguo y dubitativo, con aspecto de angelical demonio indefenso, que llega a la cumbre de la seducción cuando interpreta My funny Valentine.
El verdadero juego que nos propone la escritora consiste en invertir los papeles: el héroe es el asesino, un asesino tocado por un levísimo halo de desamparo que lo hace infeliz y, por tanto, cercano y comprensible. Por el contrario, las víctimas no nos resultan especialmente simpáticas, y el lector va adentrándose sin darse cuenta en ese complejo reborde moral donde el placer no reside en el castigo del culpable, sino en la aproximación al asesino hasta el punto de desear la posibilidad de un crimen perfecto. Son novelas deliciosamente incorrectas en las que Patricia Highsmith, muy hábilmente, nos deja a los lectores la última palabra. O el silencio, que es ese escalofrío íntimo con el que cerramos el libro y lo apoyamos sobre la mesilla de noche como quien deja una pistola cargada.

viernes, 14 de enero de 2011

Anthony Minghela / Tom Ripley

Anthony Minghela
TOM RIPLEY

Anthony Minghela, el director de El paciente inglés, 
presenta una nueva versión de la obra de Patricia Smith.
Minghela ve en Tom Ripley la encarnación de las angustias del siglo XX.
JESÚS RUIZ MANTILLA Madrid 23 FEB 2000


Cuando Anthony Minghella, oscarizado director británico por El paciente inglés, le dijo a Sidney Pollack que sí llevaría El talento de Mr. Ripley al cine, lo hizo entusiasmado por la idea de desnudar a un personaje amoral, angustiado, capaz de amar, pero más capaz de matar. Y es que este director, que concibe sus obras como productos delicatessen en las que mima cada plano, ha ahondado en los personajes que creara Patricia Highsmith. La nueva versión, protagonizada por Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law, ha conseguido cinco candidaturas a los Oscar de este año.
Entre las estatuillas a las que aspira la película, que se estrena este viernes en España después de pasar por la sección oficial del Festival de Berlín, están la de la dirección artística, el diseño de vestuario y la banda sonora. Jude Law aspira al Oscar como actor secundario, y el propio Minghella, que hoy presenta el filme en Barcelona, como autor del guión adaptado.Este hombre obsesionado con la elegancia -"pueden acusarme de ser elegante, me encantan las cosas que son finas y me gusta que me identifiquen con ellas", dice- y también algo susceptible con sus kilos de más -"esa silla para gordos es en la que me tengo que sentar yo, ¿no?", dice al entrar en la habitación del hotel berlinés donde se desarrolla la entrevista- ha buceado con muchas bombas de oxígeno por la legendaria obra de la Hihgsmith.
"En esta novela está la angustia del hombre del siglo XX. No es sólo la historia de ese personaje criminal al que nunca coge la policía, es un paseo por el infierno de un hombre que muestra todas las frustraciones del presente: querer ser otro, mirarse en los espejos exteriores más que en los interiores, esta cultura de la venta que nos ofrece la gran oportunidad de explorar el miedo que uno se tiene a sí mismo y cambiarse por el de enfrente", reflexiona sonriente este hombre bajito, amable, con perilla de pincho y calva rapadita al cero.

Honrar el libro
"Lo difícil de adaptar una obra que amas es que trabajas con la obsesión de honrar el libro y la película", aclara el cineasta. Pero lo que pocos pueden negar es que Minghella ha sacado conclusiones contundentes sobre los personajes.
Una historia con enjundia en la que Minghella no pretende juzgar al hombre que esta vez lleva la máscara con la cara de Matt Damon. "Una de las cosas que más me cuestan en el proceso de una película es la elección del reparto. Yo me tengo que enamorar de los actores. ¿Y cómo lo haces? Te sientas con ellos, conversas y bebes. A Matt lo elegí porque me subyugó con su inteligencia. Yo tenía claro que no haría la película sin un Ripley que me convenciera mucho, y en Matt vi esa transparencia y esas sombras del personaje".


Jude Law y Matt Damon
Su elección era muy importante porque toda la película se ve a través del mundo de este hombre camaleónico, ambicioso, acomplejado, cruel y encantador. "Esta vez he robado la cámara y he hecho la película con el ojo de Ripley", continúa el director, "con su visión del mundo, con su forma de hacer las cosas, y no quiero que nadie le reeduque, sino que le acompañen en su infierno", dice. Sin embargo, esta opción es difícil de entender por algunos, sobre todo en Estados Unidos, donde la Academia de Hollywood ha escatimado a la película algunas opciones de peso para el Oscar. "El público americano no acepta bien que un criminal se libre de su castigo, y ése es Ripley, lleva el castigo dentro, pero no paga con la cárcel".
El talento de Ripley ha llevado a Minghella otra vez hasta el sol de Italia, como en los días en que rodó El paciente inglés, y le ha dado la oportunidad de llevar al cine un relato turbio y negro sin perder la fidelidad a su estilo luminoso y elegante, una apuesta arriesgada. "Me encanta Italia, mis raíces están en aquel país. Sin embargo, creo que soy más italiano de lo que pienso y menos de lo que me gustaría ser", dice jugando con los galimatías otra vez, como en su película.
Minghella ha puesto sobre la mesa una imagen de Ripley con tendencias homosexuales sinceras y heterosexuales cuando se trata del hombre que quiere ser. "Creo que la homosexualidad está en la superficie de la novela. Quizá no se lea en el libro claramente y yo no lo enfaticé por eso, pero lo veo en la descripción de las miradas, los gestos, que dicen muchas cosas", afirma este director que se había prometido a sí mismo escapar de las adaptaciones literarias, pero que sigue sin poder hacerlo. "De hecho, hay un libro, La montaña de oro, que me ha impresionado tanto que va a hacerme romper mi promesa de no volver a las adaptaciones", cuenta. Se trata de una visión cruel y descorazonadora de la Odisea de Homero trasladada a la guerra de secesión estadounidense que Minghella se ha decidido a trasladar al cine.


'La Cenicienta'
Patricia Highsmith, que dejó escritas cuatro novelas sobre Ripley, no ha sido la única referencia literaria que le ha servido a Minghella. "También he investigado en Los paraísos perdidos, en Macbeth, en La Cenicienta, y en varios libros en los que los personajes pierden la virginidad moral", cuenta.
"Las historias morales me interesan, por algo vivo con las bendiciones y las maldiciones que supone ser un director católico, alguien que cree en el purgatorio y en el karma, lo que le da capacidad de entender el alma de Ripley, de encontrar humanidad en la misma".
Pero también este director de tiempos pausados, amigo de la degustación del cine, de la creación de atmósferas cuidadas, revela sus referentes cinéfilos: "El Fellini de La dolce vita, Visconti, Kurosawa y Kieslowski, otro director también católico preocupado por la moral como gran misterio en su trabajo", se confiesa Minghella.
Bajo el oscuro sol
"Me encanta Ripley. Es tan diferente a mí". Matt Damon insiste en desmarcarse de su personaje en El talento de Mr. Ripley: un tipo amoral, un acomplejado social dominado por su deseo de ser otro. Los remordimientos atormentan al Ripley de Damon.
Un asesino muy distinto al que en 1959 interpretó Alain Delon en A pleno sol, la película de René Clement que convirtió al actor francés en icono de una juventud que deseaba reinventarse lejos del peso de una Europa gris y avejentada. Moreno, bello y cínico -y sin tiempo para remordimientos-, su personaje en aquella versión de la novela de Patricia Highsmith carecía de los ambiguos matices que 40 años más tarde le ha dado el californiano Damon.
La homosexualidad no latía en el personaje de Delon, que sin embargo era un Ripley mucho más sexual.
El triángulo que formaron Alain Delon, Marie Laforet y Maurice Ronet causó un fuerte impacto: anunció la peligrosa luz de los sesenta. La estética luminosa de la película, los cuerpos y el sol mediterráneo contrastaban con la oscuridad mental.
"En A pleno sol está la manera europea de ver Europa", dice Minghella. "En mi película está la visión americana, idealizada, sobre Europa. Clement era más contundente, más realista".