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domingo, 28 de diciembre de 2014

Javier Cercas / La memoria histórica se ha vuelto una industria

Javier Cercas

Javier Cercas 

“La memoria histórica se ha vuelto una industria”

El escritor reflexiona sobre las mentiras que forjaron nuestro pasado reciente

'El impostor' es una “novela sin ficción” sobre Enric Marco, la falsa víctima del nazismo


GUILLERMO ALTARES Barcelona 15 NOV 2014 - 00:03 CET


Javier Cercas, en Barcelona. / CONSUELO BAUTISTA
Una pregunta crucial sobrevuela la última novela de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), El impostor (Random House): ¿toda vida tiene una mentira dentro? ¿Toda existencia tiene algo de ficción? Y, yendo más lejos, en sus páginas surge otra cuestión más importante: ¿toda historia colectiva es, en el fondo, un invento? Cercas regresa a la Guerra Civil, que trató en Soldados de Salamina, y a la Transición, que enmarca su libro sobre el 23-F, Anatomía de un instante, para construir lo que llama una novela sin ficción en torno a la figura de Enric Marco, el nonagenario barcelonés que se inventó una vida con tanta habilidad que acabó siendo presidente de Amical de Mauthausen sin haber estado detenido nunca en un campo nazi como mantuvo durante décadas. Sólo en 2005, gracias al trabajo de un historiador, Benito Bermejo, se desveló la inmensa mentira.
Quizá porque toda novela es necesariamente una impostura, los impostores tienen una profunda tradición literaria, desde Jean-Claude Romand, que asesinó a toda su familia con tal de que no descubriesen que les mentía desde hace años, un caso real que Emmanuel Carrère retrató en El adversario, hasta el personaje central de Patricia Highsmith, Tom Ripley, un mentiroso despiadado de ficción, aunque lleno de realidad. Cercas dialoga con la historia y con la literatura en un libro que arrastra al lector a muchos rincones de su propia memoria, personal y colectiva.

Javier Cercas / El impostor / Reseña

Javier Cercas

¿Salvar al impostor?

La verdadera y folletinesca vida de Enric Marco, la historia personal de su propia búsqueda y sus reflexiones sobre la escritura son los tres escenarios que alterna Cercas



    Enric Marco. / CONSUELO BAUTISTA
    En un attacco espléndido, el autor confiesa que esta es una novela que ha querido y no querido escribir, que temía y deseaba a la par. De hecho, se habla de ella, de El impostor, tanto como de su personaje principal, el falsario Enric Marco. Y resulta tan protagonista el uno como la otra, y como quizá lo sea también el mismo autor que busca manufacturar con probidad su relato. Escribir —cuando se trata de la vida real— es un gozo (al que Cercas no renuncia, afortunadamente para sus lectores), pero también una maldición. Y no es la primera vez que el autor la percibe… En este libro reconoce, con buen humor, el malestar psíquico de haber escritoAnatomía de un instante, su indagación sobre el 23 de febrero de 1981. Al acabar Soldados de Salamina sintió el vértigo de su propio éxito y lo purgó en las tensas páginas de La velocidad de la luz. Y en el camino de El impostor escribió Las leyes de la frontera —con más ficción, claro, que verdad— para expulsar de sí unas sombras que le hablaban de una posible —aunque remota— opción de haber sido otro.

    viernes, 26 de diciembre de 2014

    La realidad asalta la ficción

    Ilustración de Fernando Vicente


    La realidad asalta la ficción

    La narrativa rompe barreras y se fortalece agarrándose a la historia y a las noticias. Hoy las novelas quieren sonar a verdad

      No nos llamaremos a engaño. Que la realidad es la materia prima más sustanciosa de la ficción es una verdad probada desde que la sabiduría popular tomó forma de Sancho Panza, por ejemplo, o el Essex, el ballenero hundido por un cachalote en 1820, se transformó en el Pequod en el tintero mágico de Melville. O para qué saltarnos siglos, milenios. Que Zeus raptara a Europa para traerla a Creta se explicaba por razones de belleza y de carácter (él era así), pero que con ella y sus hermanos llegara el alfabeto y nuevas ideas de Oriente no era sino la realidad escondida bajo la deslumbrante explicación mitológica.
      También Madame Bovary, Oliver Twist o Anna Karenina nacieron para encarnar a personas que sufrían en zonas vitales donde habita la miseria o la imposibilidad del amor, fuera geográficamente en Francia, Inglaterra o la Rusia imperial. La lista podría no tener fin.
      Es decir: siempre ha ocurrido.Pero algunas de las novelas más sugerentes que estos días se encuentran en las librerías están marcadas por un asalto firme y serio de la realidad a los teclados. La realidad ha agarrado a la ficción por la pechera y le ha sacudido unos guantazos que no le han dejado KO, no, sino que, por el contrario, la han espabilado. La novela no solo no ha muerto, como predijeron muchos, sino que se renueva y revive con una fortaleza inusitada. Y más herramientas. "La realidad siempre ha sido el carburante de la ficción, todo parte de ella", sostiene Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), que ha logrado con éxito elegir un fragmento de la historia y darle un sitio en la literatura. Llevarlo del periódico a la librería.

      domingo, 14 de diciembre de 2014

      Vargas Llosa / La era de los impostores



      La era de los impostores

      PIEDRA DE TOQUE

      La ficción ha sustituido a la realidad en el mundo que vivimos y los mediocres personajes del mundo real no nos interesan. Los fabuladores, sí, como ‘el pequeño Nicolás’ o Enric Marco



      FERNANDO VICENTE
      En estos días, el personaje más mediático en España es el “pequeño Nicolás”, un joven veinteañero que, desde que era un adolescente, se las arregló, embaucando a medio mundo, para hacerse pasar por amigo de la realeza, de grandes empresarios, autoridades y políticos de alto vuelo y del servicio de inteligencia, todos quienes le habrían encargado delicadas e importantes misiones. Lo extraordinario del caso es que buen número de estos personajes se tragaran sus patrañas, lo recibieran, lo escucharan y (al parecer) hasta lo gratificaran por sus servicios. En la era del espectáculo en que vivimos, el histrión es el rey de la fiesta.
      Javier Cercas acaba de publicar un libro, El impostor, consagrado a Enric Marco, el más notable embaucador de nuestro tiempo y, acaso, de todos los tiempos. Su historia dio la vuelta al mundo hace nueve años cuando un pertinaz historiador, Benito Bermejo, reveló que Marco, presidente de la asociación que agrupaba a los sobrevivientes españoles de los campos de exterminio nazis, que había publicado libros, artículos, ofrecido cientos de conferencias en colegios, universidades y había hecho llorar a los congresistas refiriendo en el Parlamento español los horrores indecibles que padecieron él y sus compañeros en aquellos mataderos humanos, era un fabulador de polendas que nunca estuvo en alguno de esos campos nazis y se había inventado de pies a cabeza esa heroica biografía de resistente republicano, exiliado y prisionero de la peste parda hitleriana. Enric Marco, ya muy conocido por sus campañas a favor de mantener viva la memoria histórica del Holocausto, se hizo todavía mucho más famoso, dentro y fuera de España, como autor de la más formidable patraña del siglo.