Alberto Moravia |
La muerte de Alberto Moravia
"Lloro a solas por el amigo que he perdido"
27 SEP 1990
Lo he apenas visto en su cama grande donde ha dormido siempre solo. La manta le cubría casi hasta el cuello, el pecho desnudo, el rostro reclinado como para huir de la luz de la ventana de enfrente. Hasta sus cejas arrebatadas, como ciertas flores que de noche se cierran, se habían inclinado hacia un lado.Le conocí cuando era aún un muchacho, cuando Elsa Morante era una chica menuda y bellísima, vivaz como una avispa. Fue Pier Paolo Pasolini, mi joven profesor de Literatura, quien me lo hizo encontrar. Y cuando Pier Paolo murió, Moravia y yo lloramos juntos. Hoy lloro solo, sin pudor. Me faltará sólo un amigo con quien todo pudor me estaba prohibido. No escucharé ya una voz que sabía hablar del mundo como de un tercer amigo calavera. De él conocía lapsus y vicios, despreciaba su vocación auto destructiva, amaba toda su mágica, anormal criaturalidad, como sólo los grandes escépticos saben amar.