Malcolm Lowry
Hernán Lara Zavala
30 de noviembre de 2007
I
Malcolm Lowry, a quien le gustaba contemplar el universo como un arcano, un criptograma lleno de “correspondencias mágicas” o “coincidencias misteriosas y fatales”, vio marcada su vida por dos mujeres, tres hombres y un país. Las mujeres fueron sus esposas Jan Gabrial y Margerie Bonner; los hombres el escritor norteamericano Conrad Aiken, que fungió como su tutor, guardián, maestro, preceptor, padre putativo, cómplice, doble y rival, Nordhal Grieg, novelista noruego con quien se identificó por sus experiencias marítimas, y Albert Erskine, editor estadounidense de Bajo el volcán y amigo leal que creyó como nadie en su talento. El país fue, por supuesto, México y, más específicamente, Cuernavaca o Quauhnáhuac como a él le gustaba nombrarla, escenario de su gran novela.