Wolf Erlbruch: cuando el desenfado tiene premio
El gran ilustrador alemán ganó el prestigioso premio Astrid Lindgren 2017, uno de los más celebrados de la LIJ
Lo anunciaron esta semana en el marco de la Feria del Libro Infantil de Bolonia: Wolf Erlbruch, el celebradísimo ilustrador alemán, resultó ganador del Astrid Lindgren (ALMA), uno de los premios más prestigiosos de la LIJ. Erlbruch, quien nació en 1948, es un artista, diseñador y escritor que más de uno conocerá por una obra emblemática ilustrada por él, cuyo título, acá en la Argentina, fue traducido como Del topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la cabeza (también en español, El topo que quería saber quién se había hecho eso en su cabeza) y escrita por Werner Holzwarth. Cuenta, además, con una obra muy personal y rica en la que se destaca como un autor integral, tal es el caso de El pato y la muerte (también conocido como El pato, la muerte y el tulipán).
Tras cursar estudios de diseño gráfico, Wolf Erlbruch se dedicó a ilustrar revistas como Stern o Esquire para luego dedicarse a la enseñanza. Hasta 2009 ejerció el rol de profesor de Artes Ilustrativas y Visuales en la Universidad de Wuppertal, localidad donde reside. Fue en 1985 cuando inició su carrera de ilustrador de libros, con El águila que no quería volar, de James Aggrey. Pero cinco años después cobró reconocimiento mundial al ponerle imágenes a la historia de un topo que busca con desesperación al culpable de haberle hecho caca en la cabeza.
Esta obra, traducida a más de 21 idiomas, es considerada uno de los clásicos de los libros ilustrados, como expresa Violeta Canggianelli, narradora y editora de Eudeba, que descubrió a este autor cuando su hija estaba en el jardín maternal. "Cuando los niños dejaban los pañales, el cuento del 'topito birolo' era un gran recurso, y los chicos se divertían muchísimo con eso de hablar de 'lo prohibido' sin nombrarlo".
Aquellas personas que conocen su trayectoria, que siguen su carrera, identifican sus ilustraciones, sus texturas, que van más allá, que arremeten sin sutilezas, pero con sagacidad, ya que se permite arriesgar. "Su obra tiene una profundidad y un sentido del humor que pocas obras de la LIJ alcanzan. En sus cuentos hay una indagación de la condición humana, hay filosofía. Una irreverente filosofía", sostiene la ilustradora Eleonora Arroyo. El humor agudo es su impronta personal, como también expresa la ilustradora Claudia Degliuomini, quien descubrió a Erlbruch con el libro del topo.
Y lo que expresan Arroyo y Degliuomini no está muy alejado de los argumentos esgrimidos por el jurado a la hora de dictar el veredicto de este año: "Wolf Erlbruch hace de las cuestiones vitales algo accesible y manejable para lectores de todas las edades. Su obra muestra lo pequeño dentro de lo grande con humor y una calidez profundamente arraigada dentro de una perspectiva humanística. Domina con maestría el arte del dibujo sobre la base de una larga tradición al tiempo que abre nuevas ventanas de creatividad. Wolf Erlbruch es un minucioso visionario".
Para los analistas de la LIJ como también para todo tipo de lectores, Wolf Erlbruch es un imprescindible, tanto para niños como para adultos. "Nos hace pensar, disfrutar y sentir bien", sintetiza Arroyo. Carola Martínez, especialista en literatura infantil, considera que es un autor integral, que piensa al unísono la mayoría de sus libros y que, en ese sentido, su mirada trasciende el diseño, la ilustración o la autoría del texto.
Wolf Erlbruch emprendió el osado camino de tratar temas que no necesariamente son tenidos en cuenta en la literatura para niños, tal es el caso de El pato y la muerte (2007), el que es considerado el libro "más hermoso sobre la muerte jamás publicado". La ilustradora Claudia Degliuomini expresa que este costado de Erlbruch la emocionó, sobre todo, con esta obra; mientras que Canggianelli retoma su experiencia y relata que durante la infancia de su hija, "ni bien empezaron con las preguntas sobre la muerte, apareció El pato y la muerte" para, de una manera bella, dar respuestas y traer alivio.
Isol, multifacética artista y quien también fue reconocida con este galardón en 2013, termina de cerrar un perfil más que encantador de Erlbruch: "Lo conozco más que nada por sus libros –es un gran referente para mí–, que son inspiradores, inteligentes y vanguardistas", pero también comparte un costado generoso y tierno: "Estuve una tarde en su casa para mostrarle mi trabajo, y recuerdo que, muy amablemente, llevó mi libro Tener un patito es útil a su editor".
"Wolf Erlbruch es un clásico de la LIJ. Este premio es un reconocimiento más a su extraordinario talento. Es un faro para el mundo de la LIJ", sentencia Arroyo. "El Topito Birolo y El pato y la muerte son libros entrañables que deberían estar en manos de todos los niños del mundo", apunta Carola Martinez.
A la hora de crear, Erlbruch no le teme a ninguna técnica y apela a lo que lo motive, ya sea collage, dibujo con lápices y tiza, experimentos gráficos y acuarela. "Como ilustrador es personalísimo. Está en las antípodas de lo bonito. Tiene una manera magistral de interpretar el texto, jugando con él. En El libro de abecedario, con textos del siglo XVIII, Erlbruch se divierte y nos divierte ilustrándolo irónicamente", sostiene Eleonora Arroyo. "Es un grande, excelente dibujante y autor; muchos ilustradores lo admiramos. Estoy feliz porque le dieron el premio", concluye Isol.
El ALMA 2017 no es el primer premio que este talentoso artista recibe, ya que fue acreedor de varios galardones, entre los que vale mencionar el Deutscher Jugendliteraturpreis y el Hans Christian Andersen —considerado el "Pequeño Premio Nobel"—, en 2006, y cuyo jurado en ese momento expresó: "Es un autor siempre juguetón, jovial y filosófico".
En el año 2000 se publicó El nuevo abecedario, que recibió la aclamación del público y el reconocimiento de dos galardones, el Premio para Libros Ilustrados de Troisdorf y, en 2001, el Premio Bologna Ragazzi, por segunda vez, en la categoría Libros infantiles (de 6 a 9 años). Karl Philipp Moritz escribió el texto en 1970 y Wolf Erlbruch lo ilustró y ofreció una nueva interpretación.
El Premio ALMA (Astrid Lindgren Memorial Award), creado en 2002 por el gobierno sueco tras el fallecimiento de la popular autora de Pippi Calzaslargas, consta de una suma de cinco millones de coronas suecas (unos 500.000 euros), lo que lo convierte en el mayor premio internacional del mundo para la literatura infantil y juvenil. Este galardón constituye el reconocimiento a toda la creación literaria y no a una obra en particular, y son considerados no solo los escritores e ilustradores, sino, además, quienes realicen actividades narrativas y de fomento de la lectura. Finalmente vale aclarar que es un premio que se otorga en vida.
Entre su prestigioso palmarés se encuentran autores de la talla de Maurice Sendak, Christine Nöstlinger, Philip Pullman, Shaun Tan, entre otros, y en 2013, la elección recayó en una artista de nuestro país, Isol.
Acerca de la importancia que implica este premio para la LIJ como sobre la valorización de la obra de Wolf Erlbruch, las especialistas consultadas opinaron al respecto. "Es un reconocimiento enorme para los hacedores de libros para niños y, en sí, una gran valoración de este género. El premio busca un tipo de obra que tenga características afines a la obra de Lindgren, que en su momento fue muy de vanguardia, cercana a los niños pero 'demasiado rebelde' para algunos adultos. Ser parte de esta visión es para mí una alegría y un honor gigante. Y el reconocimiento económico da la libertad para poder hacer lo que quieras y dedicarte a escribir, dibujar… Sería bueno que Astrid Lindgren fuera más conocida en nuestro país, nos estamos perdiendo de grandes libros y personajes para el disfrute", finaliza Isol.
Y remarca lo importante que es para la difusión de la LIJ, pero fundamentalmente de la obra de los autores premiados: "El premio pone el foco en un autor u organización y lo promociona en todo el mundo. Se traducen los libros a otras lenguas, hay interés en conocerlo de parte de las editoriales. Muchas veces recae en personas que no son conocidas mundialmente y empiezan a tener esa chance de ser descubiertas", concluye.
"Que el premiado sea, una vez más, ilustrador es importante para darle prestigio a la profesión. Para que se reivindique la importancia del lenguaje visual y se lo respete como autor", dice Claudia Degliuomini.
"Creo que tanto Wolf como Isol son más que ilustradores o dibujantes, porque son artistas totales. Son talentosos y geniales en idear, escribir, dibujar, crear mundos. Son laburantes y poetas al mismo tiempo. Hagan lo que hagan, lo hacen con excelencia y belleza", puntualiza Violeta Canggianelli. Y sintetiza: "Celebro los premios y más cuando los premiados son artistas tan creativos, humildes, fascinantes, graciosos, únicos, que no subestiman la inteligencia de los niños y que nos ofrecen su humor y sus pensamientos de forma generosa. Nos dan la posibilidad de vivir la vida más alegre y acompañados".
En la Argentina, se pueden conseguir el libro del Topito Birolo, El pato y la muerte; Dos que se quieren; La gran pregunta y El nuevo libro del abecedario.
*El Premio de Literatura en Memoria de Astrid Lindgren será entregado el 29 de mayo de 2017 en el Auditorio Municipal (Konserthuset) de Estocolmo por la princesa Victoria de Suecia.