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lunes, 6 de enero de 2014

A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto

Salinger

Este muerto está muy harto

Cuatro años después del fallecimiento de J. D. Salinger, el mundo sigue sin tener muy claro qué hacer con sus restos


Xavi Sancho
6 de enero de 2014

El 27 de enero de 2010 moría a los 91 años el escritor estadounidense J. D. Salinger. Había pasado medio siglo recluido en New Hampshire por razones que, después de muchas disquisiciones y decenas de artículos al respecto, podemos concluir que solo sabía él y que, como sin duda era su deseo, se las llevó a la tumba intactas. Los que escribieron al respecto de su vida y obra durante los días siguientes al fallecimiento del autor de El guardián entre el centeno certificaron la enorme magnitud de la figura de Salinger al dedicar todos las piezas a sus experiencias propias, ya fueran con la obra del escritor o, simplemente, con la sombra que ellos mismos se proyectan. No hay muerto más grande que el que consigue que todos los que hablan sobre él terminen hablando de ellos mismos.












El escritor, en una imagen documental.
El escritor, en una imagen documental.


Pasada esta fase, se accedió al inevitable segundo tramo, el titulado Este tío está sobrevalorado. Gente y más gente releyendo las obras del autor para concluir que el tipo era un pozo del que, tras extraer un par de cubos de agua cristalina, todo salió con sabor a fango. Esta fase llegó a su cénit el pasado mes de noviembre, cuando tres cuentos más o menos inéditos se filtraron en la red y... “Pues no es para tanto”. “Pasados los 16 años nadie puede leer a Salinger”. Y así ad nauseam. Uno de los cuentos fue sustraído de la biblioteca de la Universidad de Princeton. Se trata de Ocean full of bowling balls, que, según expresó el autor en su testamento, no debía publicarse antes de 2060. Los otros dos, Paula y Birthday boy, parece que salieron de la biblioteca de la Universidad de Texas.








Salinger junto Emily Maxwell.
Salinger junto Emily Maxwell.


Un par de meses antes, se estrenaba Salinger (el título es obra del que titula los discos de Portishead), la parte documental de un proyecto que incluye también un libro y que trata de ser la biografía definitiva de la vida del hombre que jamás quiso tener ninguna (ni vida, ni biografía). La expectación al respecto era tan grande que Jake Salerno, uno de sus impulsores, publicó como aperitivo una foto inédita del autor de Franny & Zooey y esta tuvo siete millones de descargas (supera eso, Beyoncé). El libro se edita en España este mes. Para la confección del mismo –y del documental– se ha entrevistado a más de 200 personas. De ellas, las que realmente mantuvieron algún tipo de contacto con Salinger son pocas. Por motivos metafísicos no aparece Truman Capote, quien en Plegarias atendidas escribió el que tal vez sea el mejor pasaje jamás redactado con Salinger de protagonista. En él, Capote se topaba con el escritor en lo más crudo del invierno de New Hampshire, semidesnudo y enterrado en la nieve con una botella de whiskey en la mano. Tampoco aparece Joyce Maynard, la que fue novia adolescente del novelista –dejó de estudiar a los 18 años para irse a vivir con él, que soplaba 53– y cuyas sulfúricas revelaciones sobre la pasión de este por las jovencitas son más escándalo que novedad.


DE OTROS MUNDOS
La venganza de Peggy Salinger
El guardián entre el centeno sigue cautivando después de cincuenta años
La biografía de Salinger escrita por su hija retrata a un iluminado entregado a sí mismo
Rodrigo Fresán / Para Jerome, con amor y sordidez
Benjamín Prado / Adoptados
La revista malagueña Zut publica dos relatos inéditos de Salinger
Salinger / Thomas Pynchon / Cormac McCarthy / El talento de la evasión
El atronador silencio de Salinger
Salinger demanda al continuador de su novela
El juez da la razón a Salinger en su denuncia por plagio
Salinger / La intimidad como arte
Salinger / El aire del New Yorker
Salinger / El miedo a hacerse adulto
Salinger / Adiós al gran enigma de las letras estadounidenses
Charlie Chaplin le quitó la chica a Salinger
El cine cuenta la vida de Salinger
David Trueba / Sin salinger
Salinger / La ternura entre el centeno
Dulce y desconocido señor Salinger
El paulatino viraje al negro de Salinger
Enrique Vila-Matas / Salinger y los nuevos tiempos
Así comienza / El guardián entre el centeno
Kenneth Slawenski / Salinger podía ser intratable
Salinger / Nueve cartas
Salinger / Las zonas oscuras
Salinger / Escribir para sí mismo
Cinco volúmenes inéditos de Salinger verán la luz a partir de 2015
Elsa Fernández-Santos / Lo nunca visto en Salinger
Eduardo Lago / Asedio a la fortaleza de Salinger
Salinger / Bioficción
Tres cuentos inéditos de Salinger, filtrados en internet
A los cuatro años de la muerte de Salinger / Este muerto está muy harto
Salinger / Todos los agujeros negros
Salinger / Si quieres que te busquen, escóndete
Ni Guerra y paz ni Cincuenta sobras de Gray / Los libros más influyentes según Facebook
One-hit wonder / Embrión de un catálogo de casos literarios
Secretos de los libros únicos de un autor / Treinta eclipses memorables
Salinger / ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?
Autor de culto / Un secreto de dioses
Salinger / Cómo se engendra un monstruo
Salinger por Salinger
Salinger y otros nueve desconocidos
Oona y Salinger / Dos atractivos personajes
Frédérick Beigdeber / El escritor que odia a los viejos
Salinger / Un joven enamorado



domingo, 13 de febrero de 2005

Lizzy, la última Jagger


Lizzy Jagger


Lizzy, la última Jagger

Tiene 20 años y lleva cinco trabajando de modelo a tiempo parcial. Ocupa titulares por su amistad con el hijo de John Lennon, y Mango la ha fichado para su campaña de primavera. Pero la hija del cantante de los Rolling Stones reniega de la alfombra roja y sólo quiere perderse en Madagascar.


Xavi Sancho
13 febrero 2005

Debutó en la pasarela desfilando para Thierry Mugler con 14 años. A los 15 se inició como consumidora de Mango. Cinco años después es la imagen de la marca para la primavera de 2005. La hija de Mick Jagger y Jerry Hall atiende a la prensa en un hotel madrileño y todo el mundo está muy feliz porque es simpática y accesible. Educación británica, una taza de té que se aguanta con un suspiro sobre una mínima mesa. Un paquete de Camel Light tirado sobre el sofá, un encendedor de los que no da pena perder y un estilismo de evocaciones campestres, cortesía de la marca. Lizzy lleva todo el día negando que su padre tenga cáncer, recordando que fue y es consumidora habitual de la marca que la acaba de fichar y que está encantada con todo esto. Sea esto lo que sea.
-¿Qué le atrajo de Mango?
-Compro en sus tiendas desde pequeña. La ropa es muy divertida. A mí y a mis amigas nos encanta.
-¿Qué producto no anunciaría nunca?
-Ropa interior. Me da vergüenza y me parece cutre. Una vez me ofrecieron incluso posar para Playboy. No puedo imaginar que la gente quiera verme desnuda.
-Pero es que hay mucha gente que quiere verla desnuda.
-¡No!
Ha sido imagen de Burberry o Tommy Hilfiger y actualmente cede sus labios (genéticamente generosos, cortesía de papá) a la marca de cosmética Lancôme. Lizzy ha sido además la comidilla de la prensa del corazón durante unos meses. Su supuesta relación con Sean Lennon, hijo del famoso beatle, ha despertado gran interés en todo el mundo, amén de desbocadas y, en ocasiones, apocalípticas teorías sobre la intertextualidad y la muerte del rock and roll. "Somos sólo amigos. Nada más. Cuando leíamos lo que se escribía de nosotros, no parábamos de reír. Simplemente salimos algunas veces a conciertos y tal, pero nunca fuimos novios". Él llevaba camisetas de los Rolling Stones y ella declaraba que era demasiado joven para comprometerse. "Ambas cosas son ciertas, pero tampoco son pruebas de que saliéramos juntos, ¿no?". Pero aquí no termina su no relación con descendientes de la banda de Liverpool. "Stella McCartney [hija de Paul y diseñadora] iba declarando por ahí que ella y yo éramos grandes amigas. Y eso es mentira. Nos hemos visto un par de veces, pero ella insistía en decir que éramos colegas. Odio esa actitud de ir presumiendo de amigos famosos. Ella lo hace cada vez más. Será porque su marca pierde mucha pasta". Va a ser la única respuesta no seguida de una sonora carcajada.
-¿Qué piensa su padre de todo esto?
-Está encantado. Bueno, me dijo que no dejara los estudios y que si quería dedicarme a la moda los fines de semana, que lo hiciera. Pero no fui a la universidad. Ahora me apoya.
-¿Hubiera preferido que tuviera un trabajo normal?
-El único trabajo normal que he tenido ha sido en Nueva York. Era canguro. Me encantan los niños.
El año pasado, Lizzy dejó Nueva York para volver a Londres, su casa. Otra razón para dejar su no relación con Sean. "Las llamadas telefónicas internacionales me aburren", declaró. "Echaba de menos Londres. Nueva York se parece cada día más a Los Ángeles. Y odio Los Ángeles. Además, la música en Nueva York ya no es tan divertida como antes. Sólo hay hip hop, y no lo soporto. En cambio, en Londres, la escena ahora es genial. Hay muchísimas bandas buenas y ya se puede salir a ver conciertos de nuevo". A todos los famosos les gusta decir que son gente normal. No lo son. Pero algunos, al menos, consiguen parecerlo. Lizzy es uno de ellos. Logra convertir incómodas entrevistas en joviales conversaciones posadolescentes sobre música, vacaciones y daños colaterales provocados por la fama. Todo con una enorme sonrisa. "Quiero ir de vacaciones a Madagascar". ¿Por la música? "No, ja, ja, ja. Siempre me ha apetecido ir allí. No sé por qué. Cuando acabe todo este follón, me iré. Ahora debo marcharme a Barcelona a hacer el catálogo de Mango y luego tengo días libres". ¿Estás cansada de tanta promoción? "No". Seguramente no miente.
-¿Sabe cocinar?
-Un poco.
-¿Y cantar?
-En la ducha.
-¿No debemos temer que grabe un disco?
-No, ni vosotros ni mi padre.
En Londres, Lizzy evita la alfombra roja. Famosa desde la cuna y rodeada de otros famosos encantados de serlo, la Jagger no quiere jugar en esta liga. "Asisto sólo a los actos a los que debo. Para mí, una buena noche es ir al pub con mis amigas, nada de fiestas con caras conocidas". Esto es la normalidad, pero la normalidad no es un concepto que Lizzy tenga muy claro. Para ella, que te persigan los fotógrafos y que periodistas de países que no sabías que existían te pregunten sobre tu vida es lo más común. "Para mí, todo esto es normal. No he conocido otra cosa. La gente se extraña de que uno viva en este mundo feliz, pero si es el único que has conocido…". ¿Y te gusta? "No está mal".
-¿Cuál es su diseñador favorito?
-Vivienne Westwood.
-¿Y su banda preferida?
-Ahora, Bloc Party [la nueva sensación del rock británico].
-Todo muy inglés, ¿no?
-Es que soy muy inglesa, no puedo evitarlo.
La experiencia nos dice que toda modelo quiere ser actriz o cantante. Su madre era modelo y actriz; su padre, cantante y, de algún modo, actor. Su futuro está escrito. Ha participado en el filme Enigma y se prepara para una película de terror en Estados Unidos. "Lo que de verdad quiero hacer es actuar en películas de época. Con grandes pelucas y vestidos estupendos". Pero el terror se ha manifestado en todo su esplendor en la vida de Lizzy: afirma haber visto fantasmas en la mansión de su padre en Francia. Dos de sus tres hermanos, Georgia y Gabriel, también. Una mujer con la cabeza bajo el brazo.
-¿Aún cree que aquello era un fantasma?
-Sí, y Gabriel habla a menudo con aquella mujer.