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lunes, 5 de junio de 2017

El futuro político del Guggenheim




La reina Sofía y el rey Juan Carlos en la inauguración del Guggenheim de Bilbao. / SANTOS CIRILO

El futuro político del Guggenheim

Superados con éxito los primeros 15 años del museo, el nuevo Gobierno deberá abordar con Bizkaia la renegociación del convenio con Nueva York

EVA LARRAURI Bilbao 21 OCT 2012 - 00:29 CET


El 19 de octubre de 1997, a las 11 de la mañana, el Museo Guggenheim Bilbao abrió sus puertas al público. La noche anterior el Rey, ante 800 invitados vestidos de gala, había apretado el botón que iluminó el museo en la fiesta inaugural, antes de servirse una cena elaborada por chefs de primera fila de la cocina vasca de la época, que contaba con txangurro con lomo de bacalao como plato principal. El Guggenheim pasó la prueba de apertura con buena nota: en su primera jornada de actividad recibió a 4.502 personas, expectantes por conocer el museo por dentro.

Egon Schiele / Desolación en el Guggenheim de Bilbao

Retrato de la cuñada del artista, Adele Harms, 1917
Egon Schiele
Egon Schiele

Desolación Schiele en Bilbao

El Guggenheim exhibe los sobrecogedores dibujos del expresionista austriaco

El centenar de obras procede de la colección del Albertina de Viena


Egon Schiele
Modelo desnuda rubia sentada sobre un paño marrón, 1912

La mano arqueada sobre la cadera, todo el peso del cuerpo sobre una pierna, la mejilla procazmente apoyada sobre un hombro y todos los argumentos explícitos del desnudo integral resumidos en un cuerpo andrógino, imperfecto, irresistible, reflejado en un juego invisible de espejos. Y al fondo el artista, tomando apuntes del natural, con el rostro hecho un naufragio. Y, si siguiésemos explorando, toda la desolación del mundo, también toda la rebelión frente a toda idealización de la belleza, también la irremediable evidencia, ayer como hoy, de estar ante la desintegración de un mundo sin un futuro claro. Es la vida en la Viena de principios del siglo XX, o es la vida según algunos, por ejemplo según Egon Schiele (Tulln, 1890-Viena, 1918), apóstata de la idea preconcebida y del prejuicio expresivo.

lunes, 17 de febrero de 2014

El Guggenheim celebra los 80 exuberantes años de Cy Twombly

Dos cuadros de la serie de Cy Twombly Nueve discursos sobre Cómodo, en el Guggenheim. SANTOS CIRILOS. C.

El Guggenheim celebra 

los 80 exuberantes años de Cy Twombly

El museo bilbaíno traza una semblanza del misterioso pintor estadounidense


Tenía 35 años. Se movía en el grupo de Jasper Johns y Robert Rauschenberg, pero le encantaba la vida en los países mediterráneos y, sobre todo, quedarse al margen del bullicio artístico de Nueva York, de los expresionistas abstractos y de la irrupción del pop art. Cy Twombly (Lexington, Virginia, 1928) pintó Nueve discursos sobre Cómodo, una serie unida por el fondo gris de sus nueve lienzos, recién instalado en Roma, un exilio que la crítica estadounidense no entendió. Hasta el punto de que su obra quedó relegada durante décadas en Estados Unidos aunque fuera apreciada por los coleccionistas europeos.


La muestra gira en torno a una obra adquirida por 21,5 millones de euros
A principios de 2007 el Museo Guggenheim Bilbao compró aquella serie de 1963 por 21,5 millones de euros, la adquisición más cara de la colección. Para arropar esa compra, el centro artístico bilbaíno la presenta ahora rodeada de pinturas y esculturas que Twombly ha realizado a lo largo de toda su carrera, desde sus comienzos en Nueva York en los cincuenta hasta los cuadros que han salido en los últimos años de su estudio de Gaeta, en Italia. "Es el contexto de Nueve discursos sobre Cómodo, una obra que supone un momento crucial, el punto álgido de su madurez", explica la comisaria de la exposición, Carmen Giménez. "Una pintura como fuegos artificiales".

Nueve discursos sobre Cómodo fue presentada en la galería Leo Castelli, en Nueva York. El desprecio de la crítica no impidió que fuera adquirida por un coleccionista, y a lo largo de cuatro décadas sólo fue expuesta al público en una ocasión antes de que la comprara el Guggenheim. Twombly, un entusiasta de la mitología, fascinado por la Historia antigua, pintó la serie inspirado por el emperador romano Cómodo, un tirano que acabó asesinado. La serie, convertida con el paso del tiempo en viga maestra de la carrera de su autor, se muestra en una sala de paredes curvas que hacen destacar el color y la unidad del conjunto.
El Guggenheim presenta la exposición como la celebración del 80 cumpleaños de Twombly, que el artista observa en la distancia, porque no concede entrevistas ni acude a conferencias de prensa. Trabaja en silencio, sin ayudantes. Sus fotografías son escasas y tomadas tiempo atrás por personas de su círculo más cercano. "Sólo quiere que se vea su obra", asegura Giménez.


Antes de llegar a la explosión de color de sus pinturas romanas, Twombly había pasado por caminos más austeros. La exposición arranca con obras pintadas con menos de 30 años que recuerdan a Dubuffet. Buscaba entonces inspiración en largos viajes, como el que realizó a Marruecos acompañado por Rauschenberg, y empezaba a tomar contacto, recuerda Giménez, con países como Afganistán e Irán, "fundamentales en el desarrollo de su obra".
El color estalla en la obra de Twombly ya en territorio mediterráneo. "Es la fuerza que le da Italia", asegura la comisaria. "Empieza a usar una vibrante paleta con una energía barroca, una pintura sensual". De aquello años felices en Roma procede Ferragosto (1961), la primera serie concebida por Twombly, antecedente directo de Nueve discursos...


Giménez cree que el rechazo de la crítica al viaje de Twombly abrió una crisis en él, que se puede identificar en las pinturas cercanas a propuestas minimalistas, con grandes lienzos de fondo negro en los que recupera el uso de trazos simples, así como en otras obras con paisajes bucólicos. El color y la sensualidad volvieron a la pintura de Twombly años más tarde, como lo demuestran Las cuatro estaciones (1993-1994) y los lienzos de gran formato inspirados por flores que cierran la exposición, creados entre 2005 y 2007.
Twombly no ha puesto fronteras entre el dibujo y la pintura, pero si con la escultura, su faceta más desconocida. Giménez indica que Giacometti es la principal referencia del Twombly escultor, a pesar de que no ha abordado la figura humana. En cada pieza, obras frágiles, de pequeño formato en su inmensa mayoria, "está la mano del artista".