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lunes, 8 de julio de 2024

Liudmila Ulítskaya / «Siempre me ha gustado leer y he pagado un alto precio por ello»

Liudmila Ulítskaya para Jot Down
Liudmila Ulítskaya 


Liudmila Ulítskaya: «Siempre me ha gustado leer y he pagado un alto precio por ello»

Fotografía 

25 de diciembre de 2022

Liudmila Ulítskaya enciende el primero de los cuatro o cinco cigarrillos que consumirá a lo largo de la conversación. El entrevistador no alcanza a leer la marca grabada en la cajetilla, pero el olor del humo, que pronto se expande por la habitación, es grato. Una intérprete lleva sus palabras del ruso al inglés. Afuera, un tranquilo patio de vecinos ajardinado en pleno centro de Berlín, su ciudad de acogida tras decidir exiliarse a raíz de la invasión de Ucrania por parte de su país.  

lunes, 21 de marzo de 2022

Razones por las que Liudmila Ulítskaya se merece el Nobel

 

Liudmila Ulítskaya


Cinco razones por las que Liudmila Ulítskaya se merece el Premio Nobel de Literatura

CULTURA
09 OCTUBRE 2019
ALEXANDRA GÚZEVA

El 10 de octubre la Academia Sueca anunciará el ganador del premio más prestigioso que puede recibir un escritor. Estas son las razones por la que creemos que deberían dárselo a esta escritora rusa.

En las casas de apuestas Liudmila Ulítskaia ocupa el quinto lugar para ser la galardonada de 2019. Está detrás de la canadiense Anne Carson, la francesa Maryse Condé, la china Can Xue y el japonés Haruki Murakami. Pero pensamos que la rusa se merece ser la primera.

Doce escritoras rusas contemporáneas

 


Doce escritoras rusas contemporáneas 


Durante el siglo XIX y gran parte del XX las mujeres que escribían estuvieron a la sombra de los hombres. Actualmente hay muchas autoras muy reconocidas.

Alexandra Gúzeva
1 de febrero de 2020

1. Liudmila Ulítskaia

Se trata de una de las escritoras contemporáneas rusas mejor valoradas. Es una continuadora de la tradición de la novela decimonónica rusa. En sus obras narra la vida de varias generaciones de la misma familia, con los acontecimientos históricos como telón de fondo. Además le interesa cómo influye la política en el destino y la vida de las personas.

Recomendamos leer Daniel Stein, intérprete, ya que está traducida al español.

Aquí contamos por qué Ulítskaia se merece el Premio Nobel de literatura. 

2. Liudmila Petrsushévskaia

Se trata de una mujer orquesta. Petrushévskaia, que tiene casi 80 años, canta y organiza su propio espectáculo de cabaret. Además le encanta llevar excéntricos sombreros, escribe guiones de cuentos y de espectáculos.

Una de sus obras más famosas es Tiempo de noche. Se trata de una sincera muestra sobre la vida de las mujeres al final de la época soviética: un periodo lleno de horrores domésticos, recuerdos sobre la vergüenza que producían las primeras experiencias sexuales y en la que no había espacios propios.

Además, Petrushévskaia cuenta con varios volúmenes de cuentos llenos de horror y diversión sobre la familia y una divertida autobiografía sobre su infancia en la URSS, titulada Pequeña chica del Metropol.

En español destaca el libros de relatos Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina(Atalanta), traducido por Fernando Otero.

3. Guzel Yájina

Zuleijá abre los ojos, la novela con la que debutó en 2015 esta autora con raíces tártaras, fue todo un acontecimiento en el panorama literario ruso. Recibió varios premios y tuvo una gran tirada. Narra la cruda historia de una chica musulmana cuya familia es “deskulakizada” y enviada a un campo de trabajo estalinista. Se ha grabado una serie basada en la novela. Está publicada en España por Acantilado y traducida por Jorge Ferrer.

Hace no mucho se publicó en Rusia su segunda novela Mis niños, acerca de los alemanes del Volga y también se desarrolla durante la época de Stalin. Antes de la publicación en Rusia, varias editoriales extranjeras se pusieron a la cola para comprar los derechos de la traducción. Si lo que quieres es una trama conmovedora con un marcado acento étnico, las novelas de Yájina son para ti.

4. Alisa Ganíeva

La joven escritora de Daguestán escribe con madurez sobre cómo se compagina la contemporaneidad con las tradiciones caucásicas. El modo de vida de los jóvenes, las bodas y los arreglos matrimoniales, sobre estas cuestiones escribe la autora con un marcado colorido.

Ganíeva debutó con el pseudónimo masculino de Gulla Jirachiov con la historia Salam, Dalmat, que describe un día en la vida de un joven de Majachkalá. Nadie podía imaginar que una chica podía escribir un relato tan potente y veraz sobre el mundo masculino. Desde entonces ya se han traducido varias obras suyas a otras lenguas y es una invitada habitual a las ferias literarias en todo el mundo.

Su novela La montaña festiva (Turner libros) ha sido traducida por Marta Rebón.

5. Anna Starobinets

La llaman “el Stephen King ruso” y “la reina del horror”. Su mezcla de historias para adolescentes y de miedo es poco habitual para la literatura rusa contemporánea.

En Una edad difícil (Nevsky, traducido por Raquel Marqués García) trata sobre un chico al que la reina de las hormigas le ha secuestrado el cerebro y el cuerpo esclaviza la reina de las hormigas y quiere conquistar el mundo con su ayuda. Para Starobinets el horror tiene un aire de mística, de fantasía, incluso de fantasía antiutópica, como por ejemplo, en la novela Los vivos, que entró en la short-list del premio Bestseller Nacional.

6. Tatiana Tólstoi

La primera novela de este lejana descendiente de Lev Tolstói fue un auténtico éxito. La antiutopía Kis muestra un mundo tras el apocalipsis lleno de gente deforme y criaturas extrañas. Pareciera incluso que casi han olvidado el habla.

Y aunque tras esta obra Tolstói no ha publicado grandes novelas sí que han salido ensayos y libros de relatos, que han tenido mucho éxito y se han traducido a muchas lenguas. Cada relato cubre una vida entera y tratan de recuerdos de la guerra y amor, con un lenguaje muy expresivo, lleno de metáforas.

En español se han publicado Sonámbulo en la niebla Fuego y polvo

7. Mariam Petrosián

Netflix o HBO podría hacer una serie de éxito con el libro La casa de los otros, que se desarrolla en un internado para niños inválidos en el que se han borrado las fronteras entre el mundo real y el de fantasía. ¡Como si fuera un nuevo Hogwarts!

La historia surgió de los cuentos de ciencia ficción que la autora escribió en sus cuadernos de escuela. La casa de los otros es un best-seller que se ha sido traducido a diez idiomas y ha ganado varios premios literarios.

El escritor y comediante británico Stephen Fry dijo de ella que es uno de los escritores más interesantes de la “era Putin”.

En España ha sido traducido publicado por Edhasa Miy traducido por Xenia Dyakonova.

8. Dina Rúbina

En sus novelas te puedes sumergir en el colorido mundo oriental de Taskhent y Jerusalem, trasladarte a la calurosa España, caminar por San Petersburgo y Moscú y en ocasiones encontrarte en medio de un lugar judío ucraniano de la posguerra.

Los protagonistas de las novelas de Rúbina siempre son siempre personas poco convencionales: espías, artistas y embaucadores. Sus tramas son siempre intrincadas y su lenguaje, musical, lleno de exuberantes descripciones. Todavía no ha sido traducida el español, aunque recomendamos las siguientes obras: En el lado soleado de la calle (На солнечной стороне улицы), En la calle Vérjiaia Maslovka (На Верхней Масловке), Ahí va el Mesías (Вот идет Мессия), La paloma blanca de Córdoba (Белая Голубка Кордовы) y El Canario ruso (Русская Канарейка).

9. Olga Slavinikova

Todas las novelas de esta escritora son diferentes, incluso en género. Por ejemplo, 2017, es una antiutopía con una catástrofe ecológica, un género tan querido por los autores rusos, en la que hay una sangrienta guerra civil con paisajes postapocalípticos. En otras obras aparecen claros trazos de realismo mágico. En el libro Inmortales, la mujer y la hija de un hombre paralizado crean para él una nueva realidad y le esconden que la URSS se ha desmoronado. En su última novela El largo salto trata de un atleta, que tiene la capacidad para desaparecer y puede ascender por el aire.

10. Elena Chizhova

La traducción alemana de El tiempo sin ventanas ( De libros, Yulia Dobrovolskaia y José María Muñoz) se titula La silenciosa fuerza de las mujeres, y recoge con más claridad la  esencia de la novela. Las mujeres (incluso las enclenques bábushkas ) son capaces de soportar muchas cosas, y cuando coinciden, resulta que han vivido y sobrevivido a tantas  cosas, es poco probable que la mayoría de los hombres lo podrían soportar. Pero callan y llevan su cruz en silencio.

El carácter de las mujeres está muy bien descrito en las novelas de Chizova. La autora presta especial atención a la época soviética: la vida durante la Revolución, la guerra civil y la Segunda Guerra Mundial, los años de la posguerra, como por ejemplo El pequeño Chajes. En sus obras se “pinta” con detalle su Leningrado natal. Su trabajo más reciente, Ciudad escrita de memoria es un homenaje a la ciudad, en el que cuenta la historia de su familia y recuerda su infancia.

11. Marina Stepnova

Filóloga de formación, Stepnova creció en una familia de médicos y ella fue cuidadora de enfermos. Quizá por eso disecciona el alma humana de manera quirúrgica, al igual que sus ilustres predecesores, Antón Chéjov y Mijaíl Bulgákov. Su primera novela, acertadamente titulada El cirujano, ha sido comparada con El perfume de Patrick Suskind.

La obra más conocida de Stepnova, Las mujeres de Lázaro, detalla el amor de un hombre por tres mujeres de diferentes generaciones y destinos, y lo lejos que está dispuesto a llegar por este amor que todo lo abarca.

Sus obras no han sido publicadas todavía en español.

12. Ksenia Buksha

La novela más famosa de Buska Fábrica: ‘Libertad’ se desarrolla en la URSS, al igual que ocurre con muchos autores jóvenes. En 2014, nada más cumplir los 30, obtuvo el prestigioso galardón Bestseller Nacional y recientemente se ha traducido al inglés.

En la novela, Buksha aborda los primeros años de formación del poder soviético a través de una serie de monólogos de trabajadores de una fábrica de Petrogrado. La autora mezcla con maestría una fina prosa con la forma de hablar de la época y crea un libro que podría decirse que es una “novela "industrial”.

Buksha también escribe poemas y cuentos. Además, ha publicado una biografía del artista Kazimir Malévich en la popular serie rusa Vida de personas extraordinarias.


RUSSIA BEYOND




Las mujeres conquistan el Olimpo literario ruso

 

Liudmila Ulítskaya

Las mujeres conquistan el Olimpo literario ruso

CULTURA
03 ENERO 2013
PHOEBE TAPLIN
RUSIA HOY


Autoras consagradas como Liudmila Ulítskaya jóvenes como Irina Bogatyreva se asientan en el panorama literario ruso, tradicionalmente poblado de hombres.

El mes pasado el premio Russian Booker anunció su lista de candidatos para este año. No sorprendió a nadie que tres de los seis finalistas fuesen mujeres: en la actualidad la mitad de los libros publicados están escritos por ellas y los editores aseguran que en muchas ocasiones venden más que sus colegas hombres. 

domingo, 20 de marzo de 2022

Liudmila Ulítskaya / “Cuando sepa qué es la libertad, le dedicaré toda una novela”

Liudmila Ulítskaya


Liudmila Ulítskaya: “Cuando sepa qué es la libertad, le dedicaré toda una novela”

Liudmila Ulítskaya, una de las voces más respetadas de la literatura contemporánea rusa, vuelve a las librerías españolas con "Daniel Stein, intérprete", merecedora del Premio BIG BOOK en 2007. En la novela, inspirada en un personaje real, se narran las vicisitudes de un judío polaco que sobrevivió al Holocausto haciendo de intérprete para la Gestapo. Gracias a esa labor, pudo salvar la vida de cientos de judíos del gueto de Emsk. Al acabar la guerra, se convirtió al catolicismo y emigró a Israel, donde se enfrentó a la complejidad de su propia biografía. Paradigma de la libertad individual, la novela es una red compleja que se construye a partir de documentos (cartas, telegramas, entrevistas…) en los que afloran las heridas de la Europa Central del siglo pasado. Esta publicación en España coincide con la llegada a otros países de su novela más reciente, "La tienda verde", obra coral que abarca la historia de Rusia desde la muerte de Stalin hasta la del poeta Joseph Brodsky, con especial atención a la disidencia soviética.


Daniel Stein, intérprete es una novela compleja, poliédrica, experimental, a medio camino entre la ficción y la realidad. Incluso aparece en ella usted, en calidad de autora: confiesa sus dudas, las dificultades con las que se va encontrando, el tour de force que supone la empresa… ¿Fue una novela de indagación personal además de literaria?

Liudmila Ulítskaya / Descubrimientos


Liudmila Ulítskaya
DESCUBRIMIENTOS

Un día, mientras jugaba con los dedos y los labios de su amigo Borís, por cuya casa había pasado a copiar los deberes de matemáticas, Tania descubrió un objeto que no le pertenecía y que le interesó vivamente. A esa hora de la tarde, la puerta de la habitación de los padres de Borís se había quedado entreabierta y la ancha rendija luminosa con las dos sombras grandes frente al televisor parecían también formar parte de un juego, cuyas reglas observaban a la perfección, intercambiando réplicas que no tenían nada que ver con lo que estaba pasando. Aunque la sesión había comenzado con un cruce inocente e infantil de preguntas: «¿Lo has probado ya?», «¿Y tú?»; seguido de una proposición de Tániechka, que nunca había conocido una negativa: «¿Lo probamos?», la susodicha sesión acabó con una breve introducción, en el sentido literal y figurado de la palabra, del nuevo objeto de estudio.

Liudmila Ulítskaya / Una lectora





Liudmila Ulítskaya
UNA LECTORA


Desde pequeña, salida apenas de la primera infancia, Sóniechka se zambulló en la lectura. Su hermano mayor, Yefrem, el bromista de la familia, le repetía incansablemente la misma chanza, que ya sonaba pasada de moda en el momento de su invención: «¡A Sóniechka, de tanto leer, se le ha puesto el trasero en forma de silla y la nariz de pera!»

viernes, 18 de marzo de 2022

Liudmila Ulítskaya / “El régimen ruso de hoy está genéticamente vinculado al anterior”




Liudmila Ulítskaya


Liudmila Ulítskaya: “El régimen ruso de hoy está genéticamente vinculado al anterior”


Octubre 3, 2017

Es la novelista rusa contemporánea más leída en el mundo y en su país, donde es considerada una especie de conciencia moral. Disidente en la época de la Unión Soviética y crítica del gobierno de Putin, Ulítskaya habla aquí sobre las transformaciones que ha vivido en este último siglo una sociedad que nació con el mito de una revolución comunista de la cual se conmemoran 100 años este 25 de octubre— y terminó entregada al capitalismo de oligarcas multimillonarios.

POR EVELYN ERLIJ 
TRADUCCIÓN DEL RUSO DE YULIA DOBROVOLSKAYA


Por más de un siglo, Rusia fue una nación de mujeres. No en la esfera pública, pero sí en el espacio privado. Las guerras, declaradas y no declaradas, se han sucedido desde 1904 (año de la contienda contra Japón), y como resultado de ese impulso bélico los hogares se fueron vaciando de hombres. Solo en la Segunda Guerra Mundial, casi nueve millones murieron. Crecer sin padre o criar hijos sin una figura paterna se convirtió en una experiencia normal, y la literatura postsoviética es un buen testimonio. La Premio Nobel bielorrusa, Svetlana Alexiévich, escribió que no recuerda voces masculinas en su infancia. La autora Liudmila Ulítskaya (1943), en tanto, ha poblado sus libros de mujeres solas, de madres solteras, de esposas abandonadas que siguen adelante con una fuerza que cualquier hombre envidiaría.
La guerra no siempre fue el motivo de esa ausencia. En su cuento “La hija de Bujara”, compilado en Bednye rodstvenniki (Parientes pobres, 1992, sin traducción al español), Ulítskaya narra la historia de un doctor que se va de su casa cuando su pareja da a luz a una niña con síndrome de Down. En “Bronka”, incluido en ese mismo libro, una joven tiene un hijo cada año sin que nadie sepa quién es el padre. Simka, su mamá, tampoco hace preguntas. Quizá porque de eso se trataba vivir en la Unión Soviética: de aceptar la realidad sin hacer demasiadas preguntas. Así, a través de relatos cotidianos, la escritora reconstruye una memoria que desarma las narraciones gloriosas del pasado soviético oficial. Por ello, sus palabras son escuchadas como una suerte de voz de la conciencia del pueblo ruso.
“Si me consideran una autoridad moral es solo porque tuve la suerte de conocer a personas ejemplares. La vida ha sido generosa conmigo –explica Ulítskaya desde Moscú, Rusia, país en el que hoy es una de las autoras más leídas–. Desde joven he estado cerca de gente increíble, de un nivel moral e intelectual altísimo, y de distintos estratos sociales, desde científicos célebres hasta personas sencillas de gran calidad humana; desde disidentes, hasta mujeres sumisas entregadas a labores domésticas y al cuidado de sus hijos. Todos ellos están detrás mío. Yo, en realidad, no soy importante. No me atrevo a ofrecer una respuesta sobre por qué la gente lee mis libros en Rusia. Solo puedo decir que es algo que me alegra”.
Aunque en español hay solo cinco títulos traducidos, ha publicado una veintena de novelas y libros de relatos breves, por los que ha recibido importantes distinciones. En 1996 ganó el Premio Médicis de Francia; en 2001 obtuvo el Premio Booker ruso, y en 2009, el Premio Booker internacional. Sus trabajos han sido traducidos a 25 idiomas, pero su fama no ha evitado que las voces oficialistas de su país la tilden de “traidora”. Ulítskaya ha declarado de manera pública su descontento con el régimen de Vladimir Putin (“una sociedad que elige a un miembro de la KGB como presidente no es una sociedad consciente”, ha dicho), ha participado en protestas contra él y ha criticado la guerra que lanzó contra Ucrania en 2014.

“No me gusta el régimen actual por muchos motivos, pero he de mencionar estos dos detalles: la ausencia de represiones graves y las puertas abiertas”.

Ese mismo año, el Estado ruso inició una investigación en su contra por supuesta “propaganda homosexual”, tras ser editora de una serie de libros infantiles sobre cómo viven las familias en otras partes del mundo. “¿Por qué en vez de escribir sobre lo importante, usted ahoga la Gran Historia en lo individual y lo cotidiano? (…) ¿No se trata de un nuevo tipo de falsificación de la Historia, sobre todo considerando su estatus de gurú?”, la interrogó el crítico literario Lev Danilkin, de la revista rusa Afisha, en una de las varias entrevistas hostiles que le han hecho en su país.
Ser parte de la disidencia y vivir al margen de la oficialidad ha sido la historia de su vida. Nació en Baskortostán y se educó en Moscú, donde siguió una carrera como bióloga y genetista. Cuando trabajaba en un laboratorio, un empleado la denunció a ella y a cuatro científicos por leer y distribuir literatura prohibida. Terminó en prisión, y aunque fue liberada al día siguiente, perdió su trabajo, lo que a la larga la llevó a dedicarse a la dramaturgia y, luego, a la narrativa. El samizdat (la copia y divulgación de libros censurados) es el tema que aborda en su última novela, Zeliony chatior (La carpa verde, sin traducción al español), en la que narra los destinos de tres amigos que, en la era post-Stalin, se convierten en disidentes por amor a los libros.
“Pertenecí a esa juventud cuyas vidas cambiaban bajo la influencia de los libros –cuenta–. Nunca en la historia de nuestro país y, creo, del mundo en general, hubo otra época de ‘gran lectura’ equiparable a la de mi juventud. El libro era un verdadero tesoro y no solo me refiero a los libros de contenido político. Hasta los viejos manuales de genética en su momento fueron retirados de las bibliotecas, en los tiempos en que esta era perseguida. Por muy ridículo que parezca, ¡la genética fue tildada de ‘pseudo ciencia de la burguesía’! Sería erróneo pensar que solo Orwell o Solzhenitsyn fueron prohibidos. Qué feliz me sentí cuando a mediados de los 60 me pasaron el primer libro de un autor desconocido llamado Vladimir Nabokov. ¡Descubrí un mundo nuevo! Eso es lo que para nosotros significaba samizdat y tamizdat (la publicación en el extranjero de autores soviéticos prohibidos).

¿Por qué se le temía tanto a la palabra escrita en la Unión Soviética?

Nunca he visto listas de los libros prohibidos y no estoy segura de que en la KGB hubiera tales listas: cualquier libro que no había pasado el control de la censura estaba bajo sospecha. En aquella época, incluso los Evangelios estaban prohibidos. Las autoridades odiaban toda palabra libre, independientemente del ámbito del conocimiento humano: ciencia, arte, historia, filosofía. “En el principio era el verbo”: nuestros caudillos incultos difícilmente reconocerían la cita, pero instintivamente temían la palabra libre.

“La supervivencia de la humanidad está ligada a la comprensión de que somos parte de la misma especie, y que el objetivo principal consiste en comprender a las civilizaciones distintas y encontrar el consenso en vez de buscar el enfrentamiento. La Rusia actual todavía no ha madurado para asimilar esta idea bastante sencilla”.

¿Qué pasó con la disidencia que describe en La carpa verde? ¿Cuán viva está en la Rusia de Putin?

Algunos emigraron a Occidente, algunos se quedaron y encontraron un idioma común con la autoridad. Ha crecido una nueva generación de disidentes, pero es muy distinta a la de los idealistas de antes. ¿Cómo son sus vidas? Nada fácil. Pero la resistencia moderna no está sometida a las represiones tan fuertes de los años soviéticos. Según los datos de Memorial (asociación por los derechos civiles), actualmente en Rusia hay 120 presos políticos. No son los miles ni millones que había en los tiempos de Stalin. El poder actual no es tan sanguinario como lo era entonces. No obstante, la situación es tal, que un gran número de personas cultas, capaces de formar criterios independientes, elige abandonar el país. Es malo para Rusia, pero para los que se van, esperemos, es bueno. Las autoridades no ponen obstáculos a los que deciden marcharse. Y esto también habla a su favor, si lo comparamos con el estalinismo. No me gusta el régimen actual por muchos motivos, pero he de mencionar estos dos detalles: la ausencia de represiones graves y las puertas abiertas.

Muchos de sus relatos transcurren en los días duros de la URSS. ¿Cree que ese pasado también está hablando del presente de Rusia?

No soy una gran conocedora de la historia, hice carrera en biología, lo cual determina mi modo de ver. Incluso la historia la estudio desde el punto de vista de la evolución: a partir de esa mirada, el presente siempre es una continuación del pasado. La historia del siglo XX e incluso del XXI demuestra que a la larga los vencedores resultan perdedores, y que los vencidos, aprendiendo de su derrota, son capaces de desarrollarse. Hace 70 años, el mundo era bipolar y nadie dudaba que estos polos opuestos eran Estados Unidos y la URSS (también se podría decir el capitalismo y el socialismo), pero hoy la bipolaridad ya no existe, lo cual no me entristece. Creo que la supervivencia de la humanidad está ligada a la comprensión de que somos parte de la misma especie, y que el objetivo principal consiste en la máxima colaboración, en el esfuerzo para comprender a las civilizaciones distintas y en encontrar el consenso en vez de buscar el enfrentamiento. La Rusia actual todavía no ha madurado para asimilar esta idea bastante sencilla. Estamos a la espera. Tal vez viviremos para verlo. Lo mismo es cierto para cualquier potencia mundial.

El derrumbe del socialismo y la conversión de Rusia en una economía de mercado fue un giro violento. ¿Cómo cree que afectó la mentalidad de su país?

Creo que los 70 años del régimen soviético dejaron en ella una cicatriz profunda. El miedo frente al poder que vivieron varias generaciones fomentó mucha cautela. Para sobrevivir hacía falta “mezclarse con el paisaje”, camuflarse, pero incluso así uno corría riesgos. En los años en que los organismos de seguridad estatal recibían desde arriba una orden expresada en números sobre cuántas personas había que arrestar ese mes o ese año, nada salvaba, ni la cercanía con personas clave ni la participación activa en las represalias en el bando de cazadores. El régimen de hoy está genéticamente vinculado al anterior. El jefe del Estado dijo públicamente que la caída de la URSS fue una catástrofe geopolítica. Es así como la mayoría percibe la actualidad. La retórica soviética es sustituida por otra idea utopista: la misión especial de Rusia en el proceso histórico. Es la idea euroasiática, es decir, cuando Rusia no se presenta como la frontera del mundo occidental, sino como la vanguardia de Asia fusionada con Europa, que sigue su propio camino y posee un carisma especial. Incluso existe un término especial: Eurasia. Entre estos dos pilares, Oriente–Occidente, oscila el columpio ruso, alejándose y acercándose a la democracia occidental. Y este mismo proceso se reproduce en la conciencia popular.

La Rusia del último siglo comienza con el mito de la revolución comunista y termina con un capitalismo de oligarcas ultramillonarios. ¿Cómo se enseña esta historia hoy? ¿Cómo se da coherencia en el discurso a ese relato tan contradictorio?

Es un gran problema. Sobre todo para los historiadores profesionales. Fue el tema de grandes discusiones hoy prácticamente extintas. Dado que tanto la política como los funcionarios que están a su servicio siguen muy atentos a lo que dicen y opinan en las cimas del poder, hasta ahora no se ha logrado escribir un nuevo manual de Historia. Las imágenes de los caudillos (Lenin, Stalin) tienen dos caras. La desestalinización que había comenzado, hoy se ha reducido a nada. A pesar de estar tan lejos, usted ha percibido un rasgo muy preocupante de nuestro país y de nuestra sociedad: el intento de combinar lo incombinable. Esto ocurre en la esfera mental y en el ámbito económico. De hecho, su pregunta contiene la respuesta: no se pueden unir los ideales comunistas con el capitalismo de oligarcas, pero es justo lo que se intenta.

“El jefe del Estado dijo públicamente que la caída de la URSS fue una catástrofe geopolítica. Es así como la mayoría percibe la actualidad. La retórica soviética es sustituida por otra idea utopista: la misión especial de Rusia en el proceso histórico”.

No se han anunciado conmemoraciones oficiales por el centenario de la Revolución de octubre. ¿Qué le parece el supuesto miedo que tendría Putin frente a lo que simboliza Lenin, es decir, una revolución popular?

Soy incapaz de reconstruir las supuestas dolencias de alma de Vladimir Putin. No excluyo que a último momento encontrarán una solución teatralizada y veremos, por ejemplo, un gran show en la Plaza Roja o en los Campos de Marte de San Petersburgo. De verdad es un rompecabezas ideológico difícil: ¿celebrar el centenario de la Revolución como una gran victoria o reconocerlo como un grandísimo error?

¿Qué piensa del uso que Putin ha hecho de la figura de Stalin como símbolo de la fortaleza rusa, al mostrarlo como el hombre que expandió el imperio y venció al nazismo?

Kruschev abrió ese grifo, me refiero a la desestalinización, y el agua comenzó a fluir. El país dijo en voz alta lo que había sufrido. De todos los Evangelios, en Rusia, al parecer, solo han sabido oír las palabras de Pablo que aparecen en su Epístola a los romanos: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Es una frase muy cómoda para cualquier poder. Hoy no solo presenciamos la restauración del estalinismo, sino que vemos que Iván el Terrible, tirano y delincuente, se convierte en una gran personalidad histórica. Todas estas tendencias están vinculadas al embate de los ánimos imperialistas, al nacionalismo y patriotismo que el poder, en su búsqueda de un pilar firme, quiere usar de punto de apoyo. Es una piedra insegura, pero más aún: es peligrosa. Las autoridades actuales son precavidas: por un lado, sienten el deseo de dar marcha atrás y volver a meter a Stalin en su pedestal. Por otro, no tienen ganas de perder las últimas esperanzas de que el mundo vea en Rusia no un país asiático subdesarrollado, con un líder inamovible, sino un Estado civilizado. Eso lleva a que la política interior y la exterior no coincidan.

¿Qué le parecen esos jóvenes que hoy usan la sigla “URSS” en sus ropas?

Veo más a menudo a jóvenes con las siglas soviéticas fuera de Rusia, en el extranjero. No estoy segura de que esto refleja sus simpatías hacia el Estado desaparecido. Durante mucho tiempo, la más popular imagen en las camisetas era la del Che Guevara, pero cuando pregunté a un par de chicos quién era, no supieron responder. La mezcla de McDonald’s, Che Guevara, marcas populares de zapatillas, Beatles, Madonna y tatuajes son signos de la globalización, sea cual sea nuestra postura frente a esto. Es un fenómeno complejo, pero para mí es un presagio de la formación de una humanidad nueva, planetaria, con una conciencia nueva, con posibilidades nuevas y, espero, más ética que nosotros.

¿Es optimista respecto del futuro de Rusia?

En 1991 hubo una oportunidad de librarnos del poder soviético y de comenzar el camino democrático. Pero la perdimos. Confiemos en que no era la última oportunidad. El “tercer camino” que proponen los nuevos ideólogos, a nivel de definiciones, es flojo. No he encontrado en él nada, aparte de la retórica nacionalista sazonada con algo de mística. Tal vez no he sido capaz de comprender. Por varias razones no puedo hacer predicciones sobre el futuro de Rusia. La más importante es que hoy la situación es tan complicada, que no se puede esperar nada bueno. No obstante, vivir es increíblemente interesante. Al menos, mientras no corra la sangre.

Liudmila Ulítskaya / "Sólo la familia es capaz de defender a la persona del Estado"

 

Liudmila Ulítskaya


LIUDMILA ULÍTSKAYA 

"Sólo la familia es capaz de defender a la persona del Estado"



Cecilia Dreymüller
29 de diciembre de 2009

Desde hace diez años Liudmila Ulítskaya (1943) es una de las escritoras rusas más relevantes en el panorama internacional. Fue a partir del Premio Médicis en Francia por su novela Sóniechka. Ulítskaya es una bióloga de formación que vive en Moscú y ha escrito una veintena de obras, entre narrativa, cuentos infantiles y obras de teatro estrenadas incluso en Alemania. La novela que acaba de aparecer en España, Sinceramente suyo, Shúrik, recibió en su país el Premio a la Mejor novela del año 2004.