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viernes, 28 de agosto de 2020

Marianne Breslauer / La fotógrafa truncada por el nazismo

Foto de Marianne Breslauer

Marianne Breslauer

La fotógrafa truncada por el nazismo

El MNAC dedica una muestra a Marianne Breslauer, que viajó por España en 1933


JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS
Barcelona 30 OCT 2016 - 19:43 COT


Autorretrato realizado en Berlín en 1933. 
MARIANNE BRESLAUER




El nazismo no solo acabó con la vida de miles de personas. También con la carrera profesional de jóvenes con talento que podrían haber continuado sus actividades artísticas si el régimen y la guerra no las hubiera truncado de forma brusca. Es lo que le ocurrió a Marianne Breslauer (Berlín, 1909-Zúrich, 2001), una joven de la alta burguesía de origen judío con formación fotográfica y gran sensibilidad para capturar instantes con su cámara que el ascenso del nazismo obligó a exiliarse y refugiarse con su familia en Suiza; una experiencia traumática que le hizo abandonar su cámara para siempre tras realizar apenas medio millar de instantáneas. Reivindicada en su país natal y en el de adopción a partir de 1980, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) le dedica la primera exposición individual en España, con 127 de sus imágenes, la mayoría inéditas, del viaje que Breslauer hizo durante dos semanas en la primavera de 1933 por Cataluña, Navarra, País Vasco y Andorra en compañía de su amiga, la periodista y escritora suiza Annemarie Schwarzenbach (1908-1942), otra enigmática figura de aquellos tiempos. Casi ninguna de estas imágenes pudieron publicarse a causa del régimen nacionalsocialista por ser Breslauer judía, tras negarse ella a hacerlo bajo un pseudónimo, ya que se prohibió imprimir obras de los "no arios".

jueves, 27 de agosto de 2020

El mundo según Annemarie Schwarzenbach, viajera existencial

Annemarie Schwarzenbach Legacy Swiss Journalist - CR Muse: The ...
Annemarie Schwarzenbach

El mundo según Annemarie Schwarzenbach, viajera existencial

De Persia a los Estados Unidos de la Gran Depresión, recorrido por la intensidad vital y narrativa de la escritora suiza


PATRICIA ALMARCEGUI
15 ENE 2019 - 08:25 CET

La escritora y viajera suiza Annemarie Schwarzenbach es una autora de culto desde hace más de dos décadas. Nacida en Zúrich en 1908 y muerta en Sils en 1942, publicó más de 20 títulos incluyendo novelas, libros de viaje, poemas, ensayos y relatos. A pesar de su valor literario, se la sigue recordando sobre todo a partir de sus hechos biográficos. A ello contribuye el éxito de la novela sobre su vida de Melania G. Mazzucco, Ella, tan amada (2000), y el personaje que construye la otra gran viajera suiza, Ella Maillart, en El camino cruel. Un libro que cuenta el viaje juntas por Asia Central, en coche desde Suiza hasta Afganistán, publicado cinco años después de la muerte de Schwarzenbach, y cuya imagen no podrá cuestionar.

Annemarie Schwarzenbach / Fotógrafa



Erika Mann y una mujer desconocida (1933)
Fotografía de Annemarie Schwarzenbach


Annemarie Schwarzenbach
FOTÓGRAFA

Annemarie Schwarzenbach "USA, Tuskegee/AL: Menschen; Junge Mädchen vor einem Schaufenster", 1936-1938

Österreich, Salzburg: Menschen; Eine Gruppe von Männern mit Hakenkreuz-Armbinde, 1. März 1938

Schweden, Mariefred: Schloss Gripsholm; Eine Gruppe Knaben in Pfadfinderuniform, 1. Juni 1937

Annemarie Schwarzenbach / La chica que retrató al ángel

Annemarie Schwarzenbach en el Pirineo en 1933.
Annemarie Schwarzenbach en el Pirineo en 1933. 

Annemarie Schwarzenbach

La chica que retrató al ángel

Breslauer es la autora de la icónica fotografía de la escritora Annemarie Schwarzenbach


Jacinto Antón
1 de noviembre de 2016



Annemarie Schwarzenbach.
Annemarie Schwarzenbach. MARIANNE BRESLAUER

¡Qué hermosa, maravillosa sorpresa la exposición del MNAC sobre Marianne Breslauer! Interesante por tantas cosas, la fotógrafa judía alemana era para algunos de nosotros sobre todo la autora del retrato icónico, seráfico, de una escritora rodeada del aura de leyenda, leyenda a la vez bella y maldita: Annemarie Schwarzenbach. Creadora de algunos de los textos más arrebatadores, melancólicos y desgarradores de la literatura de viajes (y de la literatura en general), la suiza Schwarzenbach (1908-1942), niña bien, lesbiana, antifascista, culta, chic, irredenta adicta a la morfina, voluntarista arqueóloga, paseó su mal de vivre y su agónica hipersensibilidad por una época y unos paisajes que le devolvían la imagen de su alma herida. Sus escritos sobre Persia y Afganistán (que recorrió en 1939-40 con Ella Maillart, que la convirtió en la inolvidable Christina de La Voie cruelle),especialmente, destilan una poesía oscura de una emoción inconmensurable.

jueves, 30 de noviembre de 2006

La belleza de Annemarie Schwarzenbach




Annemarie Schwarzenbach

La belleza de Annemarie Scharzenbach


Valeria Bergalli
30 de noviembre de 2006


Los retratos nos muestran a una joven de belleza andrógina, turbadora. Sus rasgos afilados y su figura esbelta tienen algo que recuerda vagamente a Robert L. Stevenson, otro escritor viajero tocado por la gracia. Annemarie Schwarzenbach fue una mujer compleja, quien en su agitadísima vida -vivió tan sólo 34 años, de 1908 a 1942- escribió libros de rara intensidad, fue fotógrafa y reportera, recorrió medio mundo -se debatió siempre entre el deseo de alejarse y el de regresar a las montañas de su Engadina natal- y dejó un rastro indeleble en la memoria y en los textos de muchos de sus contemporáneos. Hija predilecta y oveja negra, todo a la vez, de una familia conservadora y riquísima, Annemarie fascinó a casi todos los que la conocieron. A Erika y Klaus Mann, con los que mantuvo una amistad íntima y complicada, al padre de ambos, Thomas Mann, quien se refiere a ella en numerosas entradas en sus diarios, a André Malraux, a la escritora Carson McCullers, que se enamoró locamente de ella, a Ella Maillart y a muchos más.

Annemarie Schwarzenbach

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Son numerosas las contradicciones que marcaron su destino: los intentos desesperados de alejarse de la madre y sus reiterados regresos a casa en busca de aquélla que hacía lo posible por silenciarla; su condición de rica heredera que siempre dependió del dinero de su familia; su militancia antinazi y sus huidas al fin del mundo; su voluntad de incidir en el curso de los terribles acontecimientos de los años treinta y su adicción a la morfina. Nadie consiguió desvelar la naturaleza de su misterio, de su enigma. De sus textos se desprenden imágenes bellamente hipnóticas, descripciones desgarradas de paisajes envueltos en el polvo del desierto y bañados por la luna. Pero también puede deslumbrar, como muestran sus reportajes, con su talento para ahondar en los problemas sociales y con su conocimiento de la política internacional. A medida que pasa el tiempo y se rescatan del olvido los cuentos, artículos y cartas que escaparon del ansia de destrucción de su madre, la vida de Annemarie, como una imagen que emerge lentamente en el papel fotográfico, llega hasta nosotros con su ilimitada capacidad de seducción.

Valeria Bergalli es editora.

* Este artículo apareció en la edición impresa del martes, 31 de octubre de 2006.

martes, 21 de noviembre de 2006

Melania G. Mazzucco / Atrapar a un ángel

Annemarie Schwarzenbach: Fotos aus Afghanistan - DER SPIEGEL
Annemarie Schwarzenbach

Atrapar a un ángel

Melania G. Mazzucco trata de capturar en 'Ella, tan amada' la esencia de la escritora Anne


Jacinto Antón
Barcelona, 21 de noviembre de 2006


Ella, tan amada - Mazzucco, Melania G. - 978-84-339-7110-4 ..."Una y otra vez, interrumpida por lo oscuro y la caída, / brillaba ella terrena. Hasta que tras terribles golpes / franqueó el portal abierto, sin consuelo". Los versos del número 24 de los Sonetos a Orfeo, de Rilke, su poeta preferido, condensan la vida y el destino de Annemarie Schwarzenbach (Zúrich, 1908-Sils, 1942), el ángel devastado, la viajera y escritora suiza cuyo nombre no deja de remontar en el firmamento literario en los últimos años y que hizo de su existencia un fulgurante meteoro consumido por la pasión, las drogas y el mal de vivre. "Es curioso, si fueras un chico, se diría sin duda que eres de una belleza extraordinaria", le soltó Thomas Mann durante una visita de la muchacha, íntima amiga de sus hijos Erika y Klaus, rindiendo tributo el mago a su belleza andrógina y pensando seguramente en el Tadzio de Muerte en Venecia. También Anaïs Nin, que la conoció en 1943 en Brooklyn, la describió en su diario como un chico.



"Si fueras un chico se diría que eres de una belleza extraordinaria", le dijo Thomas Mann
"Tuvo el extraño destino de ser un personaje literario en vida", dice Mazzucco



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Compleja, ambigua, inasible y a la vez perturbadoramente frágil, símbolo y víctima de una época, la Schwarzenbach ha devenido con el tiempo un personaje de culto, un icono de la fuerza de un James Dean o un Lawrence de Arabia, a los que le unen la extrema sensibilidad (hasta la inestabilidad), una insondable desesperanza, el amor a las máquinas (le encantaba conducir automóviles) y una trágica muerte en accidente -la de ella, al caer de una bicicleta, como Nico, la cantante de la Velvet, otro ángel arrasado-. Autora de varias obras de sombría belleza (en castellano está disponible su hermosa Muerte en Persia, en Minúscula, y la misma editorial publicará en febrero Todos los caminos están abiertos. El viaje a Afganistán 1939-1940), Annemarie Schwarzenbach es un personaje que despierta un interés rayano en la obsesión. Seguramente porque devuelve una mirada especular en la que uno puede proyectar todas sus dudas, anhelos y temores.

La hicieron sufrir -su familia, los hermanos Mann, su condición homosexual, sus adicciones, sus internamientos (camisa de fuerza incluida), las circunstancias de su época-, pero en su dolor hay una extraña dimensión colectiva, como si concentrara las penas de su tiempo y vaticinara las nuestras.

Su biógrafa más reciente, Dominique Laure Miermont (Annemarie Schwarzenbach, Payoy, 2004; en castellano puede leerse la biografía de Dominique Grente y Nicole Müller publicada por Circe), ha dicho que su rostro, plasmado en el maravilloso retrato que le realizó en 1932 en Berlín Marianne Breslauer -y que le hacía pensar a la fotógrafa alumna de Man Ray en "el arcángel Gabriel en el Paraíso"- representa "el mal de Europa", la enfermedad existencial del continente. En ese retrato de Annemarie, con el pelo cortado a lo garçon, los labios entreabiertos, la mirada de una impenetrable tristeza, una sombra vela la parte derecha del rostro: die dunkle Seite, el lado oscuro, la faceta tenebrosa de su alma.

Como se ve, un aura espesamente romántica rodea a la Schwarzenbach y acercarse a ella resulta peligrosamente embriagador. La última en hacerlo desde la literatura ha sido otra escritora, Melania G. Mazzucco, la tan elogiada autora de Vita, que ha escrito una hermosa novela sobre Annemarie Schwarzenbach, Ella tan amada (Anagrama). Mazzucco estuvo el lunes en Barcelona para presentar su libro y explicar cómo trató de atrapar en las redes de la narrativa al ángel inconsolable. "Ha sido un largo viaje hacia ella, en el curso del cual tuve que aprender el alemán, porque no puedes sentir a un escritor sin conocer su idioma", dijo la novelista romana. "La busqué en sus viajes, en su literatura, leyendo todo lo que escribió y descubriendo que aunque olvidada tantos años, Annemarie fue una escritora de gran nivel. Otro camino fue sondear su presencia en la obra de escritores que la conocieron. Ella tuvo el extraño destino de convertirse en personaje literario en vida. Aparece en los libros de Thomas y Klaus Mann, en La Ruta cruel (Timun Mas, 1999) de Ella Maillart como la inolvidable Christina... Una vida mitografiada. Mezclando esos niveles, el documental, de la vida real, y toda la leyenda creada a su alrededor escribí mi novela". Mazzucco, que dice no haber inventado nada y haber conseguido no enamorarse del personaje, ha estudiado la obra fotográfica de Annemarie, incluido material inédito y ha podido reconstruir dos episodios oscuros de su vida como son el viaje al Congo Belga en 1941, con sus reflexiones delirantes, y los meses de penosa agonía tras la caída en bicicleta, cuando el ángel se arrastraba enajenada por el suelo como un animal. También se ha sumergido en el aspecto manicomial de su historial clínico -Annemarie recorrió los mejores psiquiatras de su época-, en el que encuentra conexiones junguianas con el símbolo del mensajero y el joven eterno. Para Mazzucco, lo más interesante de este "andrógino perfecto, esta mujer-chico que mimetizaba al otro sexo, es como encarna el mito de toda una generación: el viaje, las drogas, la sexualidad libre, la revuelta contra la burguesía y los padres...".

Ella tan amada, toma su precioso título de otro poema de Rilke, en el que "ella" es Eurídice. "Quise escribir para reencontrarla", dice Mazzucco, "y Rilke me dio la clave: tan amada, Annemarie, pero incapaz de entregarse".

* Este artículo apareció en la edición impresa del martes, 31 de octubre de 2006.
EL PAÍS

viernes, 27 de octubre de 2006

Melania G. Mazzucco / Ella, tan amada / Crónica del ángel devastado

Ella, tan amada - Mazzucco, Melania G. - 978-84-339-7110-4 ...

Crónica del ángel devastado



Francisco Solano
27 de octubre de 2006


"Ángel devastado", así llamó Thomas Mann a la joven Annemarie Schwarzenbach, fervorosa amiga y ocasional mecenas de los terribles Erika y Klaus. Ignorada hasta hace apenas una década, su figura está cobrando hoy una destacada relevancia. Perteneciente a una riquísima familia de empresarios suizos, Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) tuvo una agitada y dramática existencia, marcada por la autoridad materna, la adicción a la morfina y los intentos de suicidio; deseó, sobre todo, ser escritora, pero además practicó la arqueología y la fotografía, ejerció el reporterismo, y viajó por medio mundo, desde los desiertos de Persia a la jungla del Congo; su desenvoltura y su turbadora presencia física la han convertido en un icono lésbico.


ELLA, TAN AMADA

Melania G. Mazzucco
Traducción de Xavier González Rovira
Anagrama. Barcelona, 2006
559 páginas. 23 euros

Se trata de una vida que en sí misma es una novela. Así lo ha entendido Melania Mazzucco (Roma, 1966), que ha prescindido del género biográfico para adentrarse en el territorio de la fábula, apoyándose en datos verídicos, amplificándolos para elaborar la peripecia de una huida imposible. Mediante una pasmosa recreación, que se diría visionaria, Mazzucco ha logrado una insólita introspección en una identidad tan inasible como compleja. El resultado es esta voluminosa Ella, tan amada, que recorre el desconcertante itinerario vital de quien quiso ser "la extranjera, la vagabunda, la peregrina errante de todos los caminos", y que registra no sólo los hechos comprobados sino, por decirlo así, la atmósfera, el alma que sustenta la enigmática representación de un ser extraordinario, amenazado siempre por la fragilidad emocional y la autodestrucción.


"Quien escribe", dice Mazzucco, al revisar los papeles privados de la Schwarzenbach, "se apodera de todo -de los vivos, de los muertos, de los que aún no han nacido-". Esta observación es cardinal para entender el procedimiento empleado por la escritora italiana. Pero no contempla la penetración que se necesita para llevar a buen puerto un proyecto literario de la envergadura de Ella, tan amada, que se resuelve en una trágica radiografía de los años treinta, atravesados por la convulsión del nazismo y la pérdida de anclaje vital de cierta juventud, favorecida por el dinero, pero también concienciada por los ideales de libertad que encarnaban sus propios privilegios, la exquisita educación y el ansia de intervenir en el curso de la historia.

No obstante, la intensa fascinación que ejerce sobre la autora la Schwarzenbach -y que, sin duda, también alcanzará al lector- no resta un ápice de objetividad a su retrato. Ella, tan amada, apenas se distrae con las brumas hagiográficas. Consciente de que se trata de un personaje para quien la valoración ética de sus acciones pasa, irremediablemente, por la pulsión estética, y que a menudo son fruto del capricho o de un confuso sentido de la eficacia -donde el sexo y la seducción son primordiales- Mazzucco ha evitado las explicaciones psicológicas, tan socorridas y simplificadoras. Mazzucco no enfoca sólo la enmarañada personalidad de la Schwarzenbach, sino también el carácter de todos los que la conocieron y padecieron: los hermanos Mann; su marido, el diplomático francés Claude Clarac -un matrimonio a conveniencia de ambos, también tormentoso-; la relación desigual con sus hermanos; la protección inútil del padre; el celoso control de Renée, la madre, que consideraba que su hija Annemarie era una obra de arte creada por ella, una prolongación de sus inclinaciones lésbicas. Y muchos otros, no por secundarios concebidos con menor precisión, a lo que hay que añadir las admirables descripciones de los paisajes más diversos de Asia, África y América, además de la Europa de entreguerras. La magnífica, flexible y zigzagueante prosa de Mazzucco acredita en el lector la seguridad de estar delante de uno de los talentos más prodigiosos de la novelística actual.

En algún momento se dice de Annemarie Schwarzenbach que "nunca había sido capaz de apagar pasiones ni de corresponder a las mismas, tan sólo de encenderlas". Una afirmación que se podría aplicar a la novela en general, y muy en particular a Ella, tan amada.


* Este artículo apareció en la edición impresa del viernes, 27 de octubre de 2006.

EL PAÍS