Ayer murieron tres militares alemanes (todos de una unidad de Niedersachsen) y cinco afganos (a quienes alemanes les dispararon, al no detenerse cuando les dieron la señal de "alto", iban en un vehículo civil).
Ayer mismo, el "jefe" subrogante de la Iglesia evangélica alemana, Nikolaus Schneider (subrogante porque subroga a la obispa Käßmann, después de que renunciara, debido a que había sido detenida por conducir en estado de ebriedad, luego de que se pasó una luz roja y en circunstancias de que alguien avisó de esto a Bild), hizo ver -en entrevista en el Hamburger Abendblatt- que:
"El conflicto en Afganistán está fuera de control", con lo que, a mi modo de ver, no deja de tener razón.
Y continúa: "Existe el riesgo de que este Einsatz (llámase así a la misión militar) pierda totalmente su legitimación".
Schneider propone que "Alemania no se convierta en una especie de potencia de ocupación de largos años, sino que debe desarrollar, en el sotavento de la estrategia de salida estadounidense, también una perspectiva de salida".
Advierte: "Si los políticos no pueden encontrar ninguna palabra clara, le toca a la Iglesia decirlo: en Afganistán hay guerra".