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jueves, julio 25, 2024

Tennessee Williams / Insinuaciones



No creo que deba mostrarme en público 
más abajo de los hombros. 
Hasta el nacimiento del cuello estoy vendado. 
Ninguna herida seria he recibido todavía, 
aunque espero recibirlas. 
Un resplandor oblicuo me recuerda las lanzas de hierro. 
Mi barriga se estremece, el bajo vientre se contrae. 
Una venda aplicada de antemano no sirve para nada. 
Durante la noche, mientras la paralizada víctima duerme, 
misteriosamente la herida se produce sin que la venda 
     haya sido traspasada. 
Y entonces deben admitir: ¡oh sí!, tenía razón, 
al parecer, sus ansiedades no carecían de fundamento. 

Moviendo los ojos por encima de la pálida sábana, trata 
de hablar: 
sus ojos, apesadumbrados, son dos rimas gastadas, 
dos estribillos lamentables sobre un tema épico... 

Tiendo la mano para tomar el anotador blanco: 
¡Volverán! 
¡Volverán y no estaré preparado! 

¡Oh sí!, yo sé que junto al velador encendido quedarán 
     calcinadas 
las píldoras curalotodo, semejantes a pedazos de un 
     conejo de porcelana
en la botella que lleva un rótulo puesto por el médico: 
imperecedero
Pero también observé el guiño cómplice y la mueca burlona 
mientras escuchaba, a través del estetoscopio, el estruendo 
de la muerte 
en mis venas... 

Sola, después de medianoche, en una casa barroca, 
una poetisa de edad madura, soltera, 
y pasada de moda hace veinte años, 
enloquecía entre los restos del cacareo romántico. 

Llevando su conocida caparazón a cuestas, la botella 
     y el anotador, 
bajó las escaleras y se sentó a esperar ansiosamente 
como una solterona, el llamado de un visitante que no llega. 

Su soledad habría sido menor 
si ella no hubiese colocado la botella de vino un escalón 
     más abajo 
antes de morir... 

Debajo de la alta y eterna oscuridad sonora 
la ramera Du Barry, 
la hombruna mujer de Arc, 
el cura en llamas, el ardido Savonarola, 
toda la cohorte herética vociferante exclamó 
o murmuró detrás de la máscara de hierro del silencio: 

¡Espera! ¡Espera! 

El azul es un pedazo de papel muy delicado.

Tennessee Williams (Columbus, Estados Unidos, 1911-Nueva York, 1983), En el invierno de las ciudades, Ediciones De la Flor, Buenos Aires, 1968 
Traducción de Juan José Hernández y Eduardo Paz Leston

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Foto: Tennessee Williams, 1966 Jack Mitchell / Vanity Fair / Getty Images

sábado, enero 13, 2024

Tennessee Williams / El violinista borracho



El amor es una vieja melodía
que un violinista borracho interpreta
mientras va dando traspiés
por sinuosos callejones.

Con el corazón enloquecido por la música
tocará el mismo estribillo [1]
cinco veces seguidas, a ciegas y sonriendo
bajo los amargos colmillos de la lluvia.

Las rameras a veces le pagan
cuando quieren una canción especial
pero la virgen corre las cortinas
para excluirlo como a la luna.

Los niños creen que está mal de la cabeza
pero lo siguen, sin saber el motivo,
hasta que su forma se vuelve una mancha
solitaria contra el cielo cada vez más oscuro.

Todavía en lo alto de una lejana colina
donde la lluvia es violenta y el trueno aplaude
el violinista borracho toca y toca
y toca hasta que la última cuerda se rompe.

Tennessee Williams (Columbus, Estados Unidos, 1911- Nueva York, Estados Unidos, 1983), "From The Night of the Iguana" (1959), The Collected Poems of Tennessee Williams, editada por D. Roessel y N. Moschovakis, New Directions, Nueva York, 2002
Versión de Jonio González
.
[1] En el acto segundo de la obra de teatro La noche de la iguana, de Tennessee Williams (y posteriormente en la película homónima, dirigida por John Huston en 1964), el personaje del abuelo (Nonno) recita el poema sólo desde el comienzo hasta el la mitad del sexto verso: "He will play the" (N. del T.)

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THE DRUNKEN FIDDLER

Love’s an old remembered song
A drunken fiddler plays,
Stumbling crazily along
Crooked sideways.

When his heart is mad with music
He will play the same refrain
five times over, blindly grinning
in the bitter teeth of rain

Harlots sometimes give him silver
when they whish a special tune
but the virginal draw curtains
to exclude him as the moon

Children think him mad but follow
on his trail, not knowing why,
til his form becomes a loneley
spot against a darkling sky

Still upon some distant hill
where rain is wild and thunder claps
the drunken fiddler plays and plays
and plays until the last string snaps.
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Foto: BBC

domingo, mayo 02, 2021

Tennessee Williams / Dos poemas


















Problema

Los muertos habitan una ciudad tan atestada
que los alquileres que pagan deben de ser extremadamente altos;
no veo el modo de que nosotros, la clase trabajadora,
resolvamos nuestro problema de vivienda cuando muramos.
Por supuesto, es posible que se nos dé 
cierta oportunidad de decidir dónde moraremos,
de elegir entre las pobres habitaciones del cielo
o los modernos y encantadores chalets del infierno.


Después de una visita

Los pétalos del cosmos
han caído del florero
y la tarde es la negación
de todo lo que fue la mañana...
El olor del té con limón,
y un ángulo de una silla
permanecen como tu única señal
contra el aire cada vez más oscuro.

Tennessee Williams (Columbus, Estados Unidos, 1911-Nueva York, Estados Unidos, 1983), The Collected Poems of Tennessee Williams, David Roessel y Nicholas Moschovakis, eds., New Directions, Nueva York, 2002
Versiones © Jonio González



PROBLEM

The dead inhabit such a crowded city
The rents they pay must be extremely high;
I do not see how we, the working classes,
Will solve our housing problem when we die.
Of course, it's possible that we'll be given
Somo Chance to arbitrate where we shall dwell,
To choose between the tenements of heaven
Or charming modern cottages in hell.

AFTER A VISIT

The petals of the cosmos
Are fallen to the vase;
And evening is denial
Of all that morning was …
The smell of tea and lemon.
And an angle of a chair
Remain your only signature
Against the darkening air.
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domingo, diciembre 23, 2018

Tennessee Williams / Trébol
















Son estos acres fragantes a los que
El atardecer llega muchas horas más tarde
Y donde el aire tranquilo, inmóvil
Refresca las afiebradas manos del Destino.

Prados en los que la tarde
Cuelga suspendida de una flor
Y los momentos de nuestra suerte
Flotan sobre una hora ingrávida.

Y nosotros, que pensábamos que seguramente la noche
Nos traería la victoria o la derrota
Solo descubrimos que las estrellas son un blanco
Trébol en nuestros pies desnudos.

Tennessee Williams (Columbus, Estados Unidos, 1911-Nueva York, Estados Unidos, 1983), The Collected Poems of Tennessee Williams, edición de David Roessel y Nicholas Moschovakis, New Directions, Nueva York, 2002
Versión de Jonio González

N. del T.: Este poema, junto con "Lyric" y "Lament", fue publicado bajo el nombre Thomas Lanier Williams en College Verse, vol. 6, nº 3, enero de 1937


CLOVER 

These are fragrant acres where
Evening comes long hours late
And the still unmoving air
Cools the fevered hands of Fate. 

Meadows where the afternoon
Hangs suspended in a flower
And the moments of our doom
Drift upon a weightless hour.

And we who thought that surely night
Would bring us triumph or defeat
Only find that stars are white
Clover at our naked feet.
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Foto: Tennessee Williams, circa 1955 FPG/Getty Image/Los Angeles Times

lunes, marzo 09, 2015

Tennessee Williams / Contar la vida














Después de acostarse por primera vez con alguien,
sin la ventaja o la desventaja de una relación previa,
es muy probable que la otra persona te diga:
háblame de ti, cuéntame tu vida, toda tu vida.

Y de buena fe piensas que realmente tiene interés
en conocer tu historia;
enciendes un cigarrillo y empiezas a contarla,
ambos ya descansados, desparramados sobre la cama
como un par de muñecas de trapo dejadas por una niña aburrida.

Le cuentas tu vida, o lo que el tiempo, o cierta prudencia
te permite contar, y oyes decir:
Oh, oh, oh, oh ,oh,
hasta que el último oh es un sonido apenas perceptible,

y entonces, por supuesto, se produce una interrupción.
El camarero, que tardaba en llegar, aparece con un bol
de cubos de hielo que se derriten, o bien uno de ustedes
se levanta para orinar y contemplarse, con suave desconcierto,
en el espejo del cuarto de baño. Y entonces lo primero que adviertes
antes de que hayas tenido tiempo de retomar el hilo
apasionante de tu historia,
es que te están contando ya su propia historia,
tal como pensaban hacerlo desde un principio.
Y tú, a tu vez, también exclamas: oh, oh, oh, oh,
cada vez más débilmente, apenas un suspiro,
mientras el ascensor, hacia la izquierda, a mitad de camino del corredor,
exhala un último, largo y profundo suspiro de postración
y deja de respirar para siempre. ¿Luego?

Bueno, uno de ustedes cae dormido,
y la otra persona hace lo mismo con un cigarrillo encendido en la boca,
y así es como la gente muere incendiada en los hoteles.

Tennessee Williams (Columbus, Estados Unidos, 1911-Nueva York, 1983), En el invierno de las ciudades, Ediciones De la Flor, Buenos Aires, 1968 
Traducción de Juan José Hernández y Eduardo Paz Leston
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Foto: s/d