Mostrando las entradas con la etiqueta Andrew Graham-Yooll. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Andrew Graham-Yooll. Mostrar todas las entradas

domingo, mayo 19, 2019

Andrew Graham-Yooll / La huerta de tomates














Su labor (¿o fue de ella?) era inseparable de cada estío,
como sentía él,

hizo que los veranos parecieran pocos, también muchos
cuando niños.

Carpía la tierra, más luego peinaba la superficie, suave,
para cada plantín, 
             
docenas, quizás, la idea dirigida a la delicia por suceder,
con cuidado,

revolvía la superficie con vieja horquilla de jardín,
semana tras semana.

De ahí llegaba el fruto con ostentosa firmeza, grandes
duros verdes, el primer

avistaje se comunicaba con un rugir animal. Las esmeraldas,
casi perfectas esferas
                       
se lavaban, cortaban, cocinaban, para cien frascos
de sabrosa conserva.

Se le ordenaba cocinar afuera, claro, en un viejo brasero.
Mi madre opinó

que apestaba el vinagre hirviente, claro, las cocciones
hediondas ¡afuera!

bajo la cuerda de la ropa, ¡horror! que luego se lavaba
tres veces.

Con los días llegaban más colorados, firmes como pecho
de virgen, adorablemente perfumados.

Las colocaba y presentaba a mi madre en una toalla de
cocina, con estilo casi medieval.

Ella olfateaba, todos aspiraban. El aire olía
levemente terroso,

la superficie mínimamente peluda, colorado intenso, con el
gusto dulce de la fruta más fresca.

Mamá lo adoraba, mujer querida, su mente puesta en la
ensalada del siglo,

para mi padre estaba ese otro cielo, el que seguro podía
tocar y sentir.

Para él era como husmear la garganta de mi madre,
donde emanaba,

seguro, el mejor perfume del mundo.
Ella murió joven.

Aquel año los tomates se pudrieron en el suelo.

                             (Barracas, Buenos Aires, Feb. 2015 - 
                             Larroque, Entre Ríos, April  2016)


Andrew Graham-Yooll (Buenos Aires, 1944-Londres, 2019), Espanglish, Prosa Editores, Buenos Aires, 2019

Ref.:
Infobae
La Voz
Radar
Clarín
La Nación

Foto: Néstor García/Clarín

Tomato garden

His work (or was it hers?) became a summer feature, 
as did he.

Maybe the seasons were few but felt as many when we 
were small.

Dad dug the earth then hoed, gently, round the stem 
of each tiny plant,

dozens, with the mind’s eye set on the delicacy that 
would happen, gently.

Home in summer, he hoed with an old garden fork,
week after week.

So arrived the fruit with ostentatious hardness, large 
firm green ones, first

discovered with an animal grunt.  The green almost 
perfect spheres

were washed and cooked for an annual hundred jars of 
scrumptious chutney.  

He was told to cook outdoors, of course, on the old iron 
grate. Mother said 

it stank, the boiling vinegar, of course, cooking had to be 
in the back yard, 

under the laundry line, the wire, later to be cleaned 
three times.

In time came the ripe red, firm as a virgin’s breasts, 
perfumed adorably.

He had them placed in a kitchen cloth and presented, in
medieval manner, 

to my mother. She sniffed, we all sniffed, they smelled of that 
slightly dusty

minimally furry surface, intense red, with a sweet taste 
of the freshest fruit.

Mother loved it, dear woman, her mind set on the salad 
of the century,

but for Dad it was that other heaven, the one he could 
actually touch.

It  was to him like sniffing at my Mother’s throat, 
whence emanated, 

he was sure, all the best perfumes in the world. She 
died too soon. 

The tomatoes rotted in the ground that year.
                                                            
                                     (Barracas, Buenos Aires, Feb. 2015 –
                                     Larroque, Entre Ríos, April  2016)

jueves, abril 24, 2014

Andrew Graham-Yooll / Inconclusas / Unfinished













Trapped! ¡Atrapado!
Alegremente / agreeably.
Entre dos culturas,
¡Anglicano! Catholic!
Una, habla poco
de su ancestro beligerante.
La otra, no tiene memoria.
Encierro complicado.

Andrew Graham-Yooll  (Buenos Aires, 1944), Espanglish 3, Aurelia Rivera Libros, 2013

lunes, diciembre 23, 2013

Andrew Graham-Yooll / Verano
















Para Adriana

Amanece otro día
en el paraíso;
la canícula abruma:
la cortina a las seis ondeó
dos centímetros, eso hasta
con gesto agotado,
por primera vez en la noche.
Aspas lentas en el techo
revuelven el aire
espeso como masa
de budín.

No hay viento, apenas
un soplo sin diploma de
brisa,
de los desnudos sudados
brota
humedad, derrame copioso
que provoca
mera sugerencia de amor
mañanero.

No salió el lagarto overo
indolente
el solazo lo frena,
cocina el rayo la boca
de su cueva.
La hembra del hornero
conmina a gritos
que le traigan fresco del río,
donde, no señor, en el
calor
no piensa volar en la jornada.
El casal de torcazas intenta
un arrullo, pero le
agobia el concierto
atropellado:
los infaltables loros.

Se hace rulos el moho negro
reseco antes verde que generó
la lluvia, cuando llovía,
en los ladrillos
bajo la parra de uvas
achicharradas.
Quema el agua de la canilla
con grados como para el mate,
recaliente está el caño.
  
Las tareas de cada día
reclaman atención
¡qué vamos a pensar en
labores cuando arde el sol!
Sentados en el patio,
consideramos
qué hacer;
hablarlo es
un enorme desafío.
                                                          Pueblo Liebig, Entre Ríos


Andrew Graham-Yooll  (Buenos Aires, 1944), Espanglish 3, Aurelia Rivera Libros, 2013