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sábado, julio 22, 2023

Paul Muldoon / Una ruina



Pudo haber sido un molino, un granero derruido o una granja
junto a la que pasé en auto hace unos sesenta años
y, con mi pequeño ojo, divisé
a través de un marco los helechos desgreñados
y los pelirrojos matojos
de muchachos de mi edad a quienes mandaron a jugar en la nieve,
sus bolas de nieve
tan específicas en el descampado.
Ahora sin ventanas, sin techo, encajado

bajo la primera colina protectora de una cordillera
que se extendía hasta México -
un país hasta el que aun confiábamos en llegar
a toda marcha, al cual aún esperábamos trasladarnos
después del atraco  -esta ruina presagia
no sólo las segadoras en cámara lenta
transformando la pradera en supermercado
sino la suerte que le espera
a los muchos que han sido etiquetados una y otra vez

en esos sesenta años. El paisaje está tan marcado por el cambio,
el estropeado proceso de paz, los falsos bungalows,
las granjas eólicas arrastrándonos en su paso acelerado,
tan marcado por todas las vueltas
que las cosas dieron
para esos niños a quienes ahora llaman de regreso de sus juegos
en la nieve, las ortigas casi tan altas
como el muro divisorio,
una ruina parece la única cosa intacta.

[Traducción de Omar Pérez]

Paul Muldoon (Portadown, condado de Armagh, Irlanda del Norte, 1951), Indecisiones. Antología (1968-1998), Visor, Madrid, 2004. Vía Ñ, Buenos Aires, 22.7.2023



A Ruin

It might have been a gristmill, a dilapidated granary, or grange
I first drove by some sixty years ago
and, with my little eye, espied
through a doorframe the tousled ferns
and red-haired dockens
of kids my own age sent out to play in the snow,
their snowballs
so specific in the sprawl.
Windowless now, roofless, tucked

under the first, sheltering hill of a range
that ran all the way to Mexico—
a country into which we still hoped to ride
hell-for-leather, still hoped to adjourn
after the stickup—this ruin betokens
not only the slo-mo-
mowing of a meadow for a shopping mall
but the fate that would befall
the many tagged and retagged

over those sixty years. The landscape is so marked by change,
the bungled peace process, the shoddy bungalows,
the wind farms taking us in their stride,
so marked by all the turns
things have indeed taken
for kids now summoned back from playing in the snow,
the nettles almost as tall
as its dividing wall,
a ruin seems the only thing intact.

Howdie-Skelp, Farrar, Straus and Giroux, 2021

lunes, mayo 30, 2022

Paul Muldoon / Erizo



El caracol se mueve como un
aerodeslizador, que se eleva
sobre un colchón de caucho propio
y comparte su secreto

con el erizo. El erizo
no comparte su secreto con nadie.
Le decimos Erizo, sal
de ti mismo y te amaremos.

No queremos hacerte daño. Solo
queremos oír aquello
que tengas que decir. Queremos
las respuestas a nuestras preguntas.

El erizo no suelta nada,
se mete en sí mismo. 
Nos intriga qué tiene que ocultar
un erizo, qué lo hace desconfiar.

Olvidamos al dios
bajo esta corona de espinas.
Olvidamos que nunca más
confiará en el mundo un dios.

Paul Muldoon (Portadown, condado de Armagh, Irlanda del Norte, 1951), Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959, Tedi López Mills, compiladora, Fondo de Cultura Económica, México, 2011
Versión de Carlos López Beltrán

Traducción en colaboración con Pedro Serrano (N. de la compiladora)

El poema fue incluido en La generación del cordero. Antología de la poesía actual en las islas británicas, Trilce, México, 2000 (N. del Ad.)


jueves, mayo 17, 2012

Paul Muldoon / Versión extraordinaria




I

Te devolví mi reclamo sobre el pueblo minero
y  la rica veta que una vez trabajamos
el colapso
de una represa que te fastidiaba
tanto, la trocha angosta
que se  abrió  a todos
cuando se agotó en el desembarcadero
más allá de las cataratas
Te devolví vigas de roble
paneles machimbrados, tirantes hachados
de los que colgaban galletas
en una bolsa de arpillera, que supongo
rompió sus costuras
la última noche que nos recostamos a la vera del viejo desvío.

II
Me devolviste tu ceño fruncido
y la responsabilidad que habías eludido más recientemente
junto con algo de tu renombre
por haber saltado de una jaula elevadora  justo antes que se sacudiera                    
hasta quedar inmóvil, tu  locura salvaje
que disparabas con baratijas plateadas
la velocidad de esa jaula  que caía
y  la firmeza  de las paredes de nuestro cañón.
Me devolviste cielos de lagos
fallos de poleas, desfiladeros, el reflejo
de dos jarros y  platos de latón  en la caseta,
los ecos de suspiros
y   gritos de amor
las paredes de nuestro cañón ya han cedido.

Paul Muldoon (Condado de Armagh, Irlanda del Norte, 1951), Maggot, 2010
Traducción de Marina Kohon para Otra Iglesia es Imposible


Extraordinary Rendition

I gave you back my claim on the mining town
and the rich vein we once worked,
the tumble down
from a sluice box that irked

you so much, the narrow gauge
that opened up to one and all
when it ran out at the landing stage
beyond the falls.

I gave you back oak ties,
bully flitches, the hand-hewn crossbeams
from which hung hardtack

in a burlap bag that, I’d surmise,
had burst its seams
the last night we lay by the old spur track.

II.

You gave me back your frown
and the most recent responsibility you’d shirked
along with something of your renown
for having jumped from a cage just before it jerked

to a standstill, your wild rampage
shot through with silver falderals,
the speed of that falling cage
and the staidness of our canyon walls.

You gave me back lake skies,
pulley glitches, gully pitches, the reflected gleams
of two tin plates and mugs in the shack,

the echoes of love sighs
and love screams
our canyon walls had already given back.

Ilustración: Meeting Point, 1965, Laurence Stephen Lowry

sábado, marzo 17, 2012

Paul Muldoon / Por qué se fue Brownlee




Por qué se fue Brownlee

Por qué se fue Brownlee y a dónde iba,
sigue siendo aún hoy un misterio.
Pues si un hombre debía estar satisfecho
era él. Dos acres de cebada,
uno de papas, cuatro bueyes,
una vaca lechera, una casa de teja en el campo.
Fue visto por última vez saliendo a arar
una clara mañana de marzo, temprano.

Para el mediodía, Brownlee era famoso;
encontraron todo abandonado, el
último zurco sin abrir, su par de caballos
negros, como marido y mujer,
cambiando su peso de una pata
a otra, y mirando hacia el futuro.

Why Brownlee left, 1980

Paul Muldoon (Condado de Armagh, Irlanda del Norte, 1951), Carlos López Beltrán y Pedro Serrano, La generación del cordero. Antología de la poesía actual de las islas británicas, Trilce Ediciones, Ciudad de México, 2000

Why Brownlee left

Why Brownlee left, and where he went,
Is a mistery even now.
For if man should have been content
It was him; two acres of berley,
One of a potatoes, four bullocks,
A milker, a slated farmhouse.
He was last a seen going out to plough
On a March morning, bright and early.

By noon Brownlee was famous;
They had found all abandoned, with
The last rig unbroken, his pair of black
Horses, like man and wife,
Shifting their weight from foot to
Foot, and gazing into the future.

Foto: Paul Muldoon en su sitio oficial