Otras aguas
En la hora justa
(¿será feliz esta silla -hundida- mientras el mar retrocede
lleno de luces?)
invitado a vacilar
(lirios y lirios y el guinda senegalés tiene otras aguas. ¡Eh!
¡La cima que separa esas vidas!)
Entre las sepias de ayer y su alarma y el dedo ciego que
roza, que toca, en el deslumbre, mi saquito niquelado-
la realidad, querida, pierde un guante que nadie levanta.
¡Pompa, desarma tus radios! (No me oye)
Campo lateral
¿Soy esto que tus ojos se están llevando?
Miserable manada, chamusquina de las horas, en la marca
de la creciente
roja
bajo los árboles dirá: “Hermana mía, eras tan suave, yo
temblaba en tus brazos como un dios sin duración”.
-¿Para quién deja ella caer
sus mascarillas aspiradas, acá y allá, dando pasos como vidas
incontables a ninguna parte?
Los casinos del firmamento
Fiel
como un lector de corazón negro al que tu labio se ha negado (vuelvo al
cielo
desde el estéreo de unas hojas frotadas por las cosas que no
he visto
-un pájaro, eso sí,
un lince quieto en su nácar-)
vuelvo al cielo.
La que va a ser vieja cerró los ojos:
-Narra usted bien.
(La delicia boba con los vellos deshechos
en el día y la hora oscuros
aletea sobre mí).
Sergio Bizzio (Villa Ramallo, Argentina, 1956)
Caleta Olivia,
Buenos Aires, 2020
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Foto: Laura Ortego/Visita