Inscripción en una campana agrietada
Cuántas sombras, cuánta agua veloz
me ha costado
contabilizar mis días en escaleras y plazas,
cuántas caídas me ha costado
aprender la serie de puertas, el peso de las campanadas
y la luna inmediatamente después
ya lo sabes: soy tan melancólico y tan enamoradizo
que hay noches en las que deseo bañarme en tu sangre
y estoy a punto de hacerlo.
¡Qué corta es la distancia entre amante y verdugo!
Lo veo ahora
en esas plazas donde ya sea el agua ya el hierro
golpean incesantemente la piedra
que he desgastado dejándola tan fina: no hay
cortina entera entre nosotros
ninguna puerta que no esté rota y en cada una de las
lámparas apagadas la luz de septiembre mira a su alrededor buscando
a los que van a morir esta noche.
Capitulación
Yo me rindo a las cosas exteriores
con la misma precisión con que las evito.
Montañas y agua, árboles y sombras
son signos mutuamente ininterpretables.
La tarde resuena a través del follaje
con el sonido que hace el follaje por la tarde.
Henrik Nordbrandt (Frederiksberg, Dinamarca, 1945), Nuestro amor es como Bizancio, traducción de Francisco Uriz, Debolsillo, Barcelona, 2010
Envío de Jonio González