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sábado, enero 30, 2016

Rubén Darío / Divina Psiquis















1
¡Divina Psiquis, dulce mariposa invisible
que desde los abismos has venido a ser todo
lo que en mi ser nervioso y en mi cuerpo sensible
forma la chispa sacra de la estatua de lodo!
  Te asomas por mis ojos a la luz de la tierra
y prisionera vives en mí de extraño dueño:
te reducen a esclava mis sentidos en guerra
y apenas vagas libre por el jardín del sueño.
  Sabia de la Lujuria que sabe antiguas ciencias,
te sacudes a veces entre imposibles muros,
y más allá de todas la vulgares conciencias
exploras los recodos más terribles y oscuros.
  Y encuentras sombra y duelo. Que sombra y duelo encuentres
bajo la viña en donde nace el vino del diablo.
Te posas en los senos, te posas en los vientres
que hicieron a Juan loco e hicieron cuerdo a Pablo.
  A Juan virgen y a Pablo militar y violento,
a Juan que nunca supo del supremo contacto;
a Pablo el tempestuoso que halló a Cristo en el viento,
y a Juan, ante quien Hugo se queda estupefacto.

2
Entre la catedral y las ruinas paganas
vuelas, ¡oh Psiquis, oh alma mía!
-Como decía
aquel celeste Edgardo,
que entró en el paraíso entre un son de campanas
y un perfume de nardo-.
Entre la catedral
y las paganas ruinas
repartes tus dos alas de cristal,
tus dos alas divinas.
Y de la flor
que el ruiseñor
canta en su griego antiguo, de la rosa,
vuelas, ¡oh, Mariposa!,
a posarte en un clavo de Nuestro Señor.

Félix Rubén García Sarmiento, Rubén Darío (Metapa, hoy Ciudad Darío, Nicaragua, 1867-León, Nicaragua, 1916), "Cantos de vida y esperanza", 1905 *, Poesías completas, ordenadas por Luis Alberto Ruiz, Ediciones Antonio Zamora, Buenos Aires, 1967

* El libro está dedicado a Nicaragua y a la República Argentina [N. del Ad.]

Foto: Rubén Darío c.1914. Biblioteca Nacional de Chile

viernes, marzo 04, 2011

Julio Herrera y Reissig / Tánato y Eros



El abrazo pitagórico

Bajo la madreselva que en la reja
filtró su encaje de verdor maduro,
me perturbaba en el claroscuro
de la ilusión, en la glorieta añeja...

Cristalizaba un pájaro su queja...
Y entre el húmedo incienso de sulfuro
la luna de ámbar destacó al bromuro
el caserío de rosada teja...

¡Oh, Sumo Genio de las cosas! Todo
tenía un canto, una sonrisa, un modo...
Un rapto azul de amor, o Dios, quién sabe,

nos sumó a modo de una doble ola,
y en forma de «uno», en una sombra sola,
los dos crecimos en la noche grave...

Los parques abandonados


Neurastenia

Le spectre de la realité traverse ma pensée
Víctor Hugo

Huraño el bosque muge su rezongo,
y los ecos, llevando algún reproche,
hacen rodar su carrasqueño coche
y hablan la lengua de un extraño Congo.

Con la expresión estúpida de un hongo,
clavado en la ignorancia de la noche,
muere la Luna. El humo hace un fantoche
de pies de sátiro y sombrero oblongo.

¡Híncate! Voy a celebrar la misa.
Bajo la azul genuflexión de Urano
adoraré cual hostia tu camisa:

«¡Oh, tus botas, los guantes, el corpiño...!»
Tu seno expresará sobre mi mano
la metempsícosis de un astro niño.

Las Pascuas del tiempo


Amor sádico

Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo, el beso
de la repulsión nos unió un instante...

Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante,
ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.

Y ya perdida para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,

huraño, atroz, inexorable, hirsuto,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto!

Los peregrinos de piedra

Julio Herrera y Reissig (Montevideo, 1875-1910), Poesía completa y prosas, edición crítica de Angeles Estevez, coordinadora, ALLCA XX/Universidad de Costa Rica, 1998
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Ilustración: El beso, 1822, Théodore Géricault

César Vallejo / Idilio muerto















Idilio muerto

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!".
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892-París, 1938), "Heraldos negros", 1918, Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968
---
Foto: César Vallejo, Niza, Francia, 1929 Biografía y Vidas

jueves, marzo 03, 2011

Julio Herrera y Reissig / Bromuro


Bromuro

Burlando con frecuencia el vasallaje
de la tutela familiar en juego,
nos dimos citas, a favor del ciego
azar, en el jardín, tras el follaje...

Frutó de aventura tu aéreo traje,
sugestivo de aromas y de espliego...
y evaporada entre mis brazos, luego,
soñaste mundos de arrebol y encaje...

Libres de la zozobra momentánea
-sin recelarnos de emergencia alguna-
en los breves silencios, oportuna

te abandonabas a mi fe espontánea;
y sobre un muro, al trascender, la luna
nos denunciaba en frágil instantánea.

Julio Herrera y Reissig (Montevideo, 1875-1910), Las lunas de oro, O.M. Bertani, Editor, Montevideo, 1915
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Ilustración: Herrera y Reissig por Matías Bergara, en Antología, Estuario Editora, Montevideo, 2010

martes, agosto 10, 2010

Leopoldo Lugones / Salmo




Salmo pluvial

Tormenta

Érase una caverna de agua sombría el cielo;
el trueno, a la distancia, rodaba su peñón;
y una remota brisa de conturbado vuelo,
se acidulaba en tenue frescura de limón.

Como caliente polen exhaló el campo seco
un relente de trébol lo que empezó a llover.
Bajo la lenta sombra, colgada en denso fleco,
se vio el caudal con vívidos azules florecer.

Una fulmínea verga rompió el aire al soslayo;
sobre la tierra atónita cruzó un pavor mortal;
y el firmamento entero se derrumbó en un rayo,
como un inmenso techo de hierro y de cristal.

Lluvia

Y un mimbreral vibrante fue el chubasco resuelto
que plantaba sus líquidas varillas al trasluz,
o en pajonales de agua se espesaba revuelto,
descerrajando al paso su pródigo arcabuz.

Saltó la alegre lluvia por taludes y cauces,
descolgó del tejado sonoro caracol;
y luego, allá a lo lejos, se desnudó en los sauces,
transparente y dorada bajo un rayo de sol.

Calma

Delicia de los árboles que abrevó el aguacero.
Delicia de los gárrulos raudales en desliz.
Cristalina delicia del trino del jilguero.
Delicia serenísima de la tarde feliz.

Plenitud

El cerro azul estaba fragante de romero,
y en los profundos campos silbaba la perdiz.

Leopoldo Lugones (Villa María del Río Seco, 1874-Tigre, 1938), El libro de los paisajes, Otero y García, Editores, Buenos Aires, 1917

Ilustración: Atardecer con laguna, Ernesto Laroche

miércoles, julio 28, 2010

Delmira Agustini / Rebelión















Rebelión

La rima es el tirano empurpurado,
Es el estigma del esclavo, el grillo
Que acongoja la marcha de la Idea.
No aleguéis que sea de oro! El Pensamiento
No se esclaviza á un vil cascabeleo!
Ha de ser libre de escalar las cumbres
Entero como un dios, la crin revuelta,
La frente al sol, al viento. Acaso importa
Que adorne el ala lo que oprime el vuelo?

Él es por sí, por su divina esencia,
Música, luz, color, fuerza, belleza!
A qué el carmín, los perfumados pomos?
Por qué ceñir sus manos enguantadas
A herir teclados y brindar bombones
Si libres pueden cosechar estrellas,
Desviar montañas, empuñar los rayos?
¡Si la cruz de sus brazos redentores
Abarca el mundo y acaricia el cielo!
Y la Belleza sufre y se subleva
Si es herir á la diosa en pleno pecho
Mermar el torso divinal de Apolo
Para ajustarlo á ínfima librea!

Para morir como su ley impone
El mar no quiere diques, quiere playas!
Así la Idea cuando surca el verso
Quiere al final de la ardua galería,
Más que una puerta de cristal ó de oro,
La pampa abierta que le grita "¡Libre!"

Delmira Agustini (Montevideo, 1886-1914), "El libro blanco" (1907), Poesías completas, Editorial Losada, Buenos Aires, 1971

jueves, octubre 22, 2009

Leopoldo Lugones / Anacreonte


La vejez de Anacreonte

A Ponciano Vivanco

La tarde coronábale de rosas.
Sus dulces versos, en divino coro,
Se iban flotando como polen de oro
Sobre las alas de invisibles mariposas.

Componían los mimos suaves glosas,
Mujía blandamente el mar sonoro,
Como si fuera un descornado toro
Uncido a la cuadriga de las diosas.

Y más rosas llovieron; y la frente
Del poeta inclinóse dulcemente,
Y un calor juvenil flotó en sus venas.

Sintió llenos de flores los cabellos,
Las temblorosas manos hundió en ellos...
Y en vez de rosas encontró azucenas.

Leopoldo Lugones (Villa María del Río Seco, 1874-Tigre, 1938), Los crepúsculos del jardín [1905], Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1980

De Lugones en este blog:
Segundo violín

Ver también:
Antología votada de la poesía argentina
Modernismo

Ilustración: Anacreonte, Baco y Amor, Jean Léon Gérôme, 1848

viernes, mayo 01, 2009

José Martí / Baile y bazar




XXII

Estoy en el baile extraño
De polaina y casaquín
Que dan, del año hacia el fin,
Los cazadores del año.

Una duquesa violeta
Va con un frac colorado:
Marca un vizconde pintado
El tiempo en la pandereta.

Y pasan las chupas rojas
Pasan los tules de fuego.
Como delante de un ciego
Pasan volando las hojas.


XLII

En el extraño bazar
Del amor, junto a la mar,
La perla triste y sin par
Le tocó por suerte a Agar.

Agar, de tanto tenerla
Al pecho, de tanto verla
Agar, llegó a aborrecerla:
Majó, tiró al mar la perla.

Y cuando Agar, venenosa
De inútil furia, y llorosa,
Pidió al mar la perla hermosa
Dijo la mar borrascosa:

"¿Qué hiciste, torpe, qué hiciste
De la perla que tuviste?
La majaste, me la diste:
Yo guardo la perla triste".

José Martí (La Habana, 1853- Dos Ríos, 1895), Poemas selectos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2009
---
Foto: Martí en Cayo Hueso, Florida, 1891 Sociedad Cultural José Martí Universidad de La Habana

martes, abril 21, 2009

Delmira Agustini / Lo inefable




Lo inefable

Yo muero extrañamente… No me mata la Vida,
No me mata la Muerte, no me mata el Amor,
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

¡Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz…

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!... ¡Ah, más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!

Cantos de la mañana, 1910

Delmira Agustini (Montevideo, 1886-1914) Poesía. Correspondencia, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1998

domingo, marzo 29, 2009

La felicidad


Felices de vosotros

Felices de vosotros, los imbéciles,
los que nada pensáis ni sentís nada,
huecos de corazón y de cerebro,
espíritus sin luz, almas sin almas.

Felices, sí, felices los que sólo
alimentáis famélicos la panza.
Y flotáis en los mares de la vida
como flota lo fofo sobre el agua.

¡Quién pudiera matar el pensamiento,
aniquilar el corazón y el alma,
y vivir en las sombras sumergido,
sin conciencia, sin luz, sin sol, sin ansias!

Alberto Ghiraldo (Buenos Aires, 1874 ó '75-Santiago de Chile, 1946), Los mejores poemas de la poesía argentina, Corregidor, Buenos Aires, 1974

Foto: Ghiraldo, en Historia Argentina, de Diego Abad de Santillán, Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1971 Wikipedia

viernes, marzo 27, 2009

La luna de Lugones


Segundo violín

La luna te desampara
y hunde en el confín remoto
su punto de huevo roto
que vierte en el mar su clara.

Medianoche van a dar,
y al gemido de la ola
te angustias, trémula y sola,
entre mi alma y el mar.

de "A ti, única (Quinteto de la Luna y del Mar)" 

Leopoldo Lugones (Villa María del Río Seco, 1874-Tigre, 1938), El libro de los paisajes, Otero y García Editores, Buenos Aires, 1917


Ilustración: Caricatura de Lugones, revista Martín Fierro, julio de 1924 Canal Encuentro

lunes, marzo 23, 2009

Ramón López Velarde / El mendigo


Soy el mendigo cósmico y mi inopia es la suma
de todos los voraces ayunos pordioseros;
mi alma y mi carne trémula imploran a la espuma
del mar y al simulacro azul de los luceros.

El cuervo legendario que nutre al cenobita
vuela por mi Tebaida sin dejarme su pan,
otro cuervo transporta una flor inaudita,
otro lleva en el pico a la mujer de Adán,
y sin verme siquiera, los tres cuervos se van.

Prosigue descubriendo mi pupila famélica
más panes y más lindas mujeres y más rosas
en el bando de cuervos que en la jornada célica
sus picos atavía con las cargas preciosas,
y encima de mi sacro apetito no baja
sino un pétalo, un rizo prófugo, una migaja.

Saboreo mi brizna heteróclita, y siente
mi sed la cristalina nostalgia de la fuente,
y la pródiga vida se derrama en el falso
festín y en el suplicio de mi hambre creciente,
como una cornucopia se vuelca en un cadalso.

Ramón López Velarde (Jerez de García Salinas, Zacatecas, México, 1888- Ciudad de México, 1921), Zozobra (1919)

Foto: Velarde, en la portada de Ramón López Velarde. Álbum, por Elisa García Barragán y Luis Mario Schneider, UNAM

sábado, febrero 07, 2009

Rubén Darío / Alababa los ojos negros de Julia


¿Eva era rubia? No. Con negros ojos
vio la manzana del jardín: con labios
rojos probó su miel; con labios rojos
que saben hoy más ciencia que los sabios.

Venus tuvo el azur en sus pupilas,
pero su hijo no. Negros y fieros,
encienden a las tórtolas tranquilas
los dos ojos de Eros.

Los ojos de las reinas fabulosas,
de las reinas magníficas y fuertes,
tenían las pupilas tenebrosas
que daban los amores y las muertes.

Pentesilea, reina de amazonas;
Judith, espada y fuerza de Betulia;
Cleopatra, encantadora de coronas,
la luz tuvieron de tus ojos, Julia.

La negra, que es más luz que la luz blanca
del sol, y las azules de los cielos.
Luz que el más rojo resplandor arranca
al diamante terrible de los celos.

Luz negra, luz divina, luz que alegra
la luz meridional, luz de las niñas,
de las grandes ojeras, ¡oh luz negra
que hace cantar a Pan bajo las viñas!

Félix Rubén García Sarmiento: Rubén Darío (Metapa,1867 - León, Nicaragua, 1916), "Prosas profanas", 1896, Poesías completas, Ediciones Antonio Zamora, Buenos Aires, 1967

N. de R: Ayer se cumplieron 113 años de la muerte del numen del modernismo 

En este blog:  "Disfrazado de embajador o de mono", homenaje de Enrique Molina 

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Foto: Rubén Darío a los 25 años, 1892 Archivo del Escritor, Salas Virtuales, Chile

lunes, febrero 02, 2009

Tres poemas mitológicos americanos


La muerte del héroe *

Aún se estremece y se yergue y amenaza con su espada
cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo
hunde en la sombra infinita su mirada
y en sus labios expirantes cesa el canto heroico y rudo.

Los dos Cuervos** silenciosos ven de lejos su agonía
y al guerrero las sombras alas tienden
y la noche de sus alas, a los ojos del guerrero, resplandece como el día
y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden.

* El poema alude al Ragnarök, destino, ocaso de los dioses. (N. de R.)
** Los que, en la mitología germánica, acompañan al dios Odín. (N. de R.)

El Walhalla

Vibra el himno rojo. Chocan los escudos y las lanzas
con largo fragor siniestro.
De las heridas sangrientas por la abierta boca brotan
ríos purpúreos.
Hay besos y risas.
Y un cráneo lleno
de hidromiel, en donde apagan,
abrasados por la fiebre, su sed los guerreros muertos.


El canto del mal

Canta Lok * en la oscura región desolada,
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.
El Pastor apacienta su enorme rebaño de hielo,
que obedece, —gigantes que tiemblan—, la voz del Pastor.
Canta Lok a los vientos helados que pasan,
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

Densa bruma se cierne. Las olas se rompen
en las rocas abruptas, con sordo fragor.
En su dorso sombrío se mece la barca salvaje
del guerrero de rojos cabellos, huraño y feroz.
Canta Lok a las olas rugientes que pasan,
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

Cuando el himno del hierro se eleva al espacio
y a sus ecos responde siniestro clamor,
y en el foso, sagrado y profundo, la víctima busca,
con sus rígidos brazos tendidos, la sombra de Dios,
canta Lok a la pálida Muerte que pasa
y hay vapores de sangre en el canto de Lok.

* El que encabeza la lucha contra los Ases -dirigidos por Odín- en el Ragnarök. (N. de R.)

Ricardo Jaimes Freyre (Tacna, 1868 -Buenos Aires, 1933), Poesía en español -Spanish Poetry

Foto: Jaimes Freyre. Letralia

sábado, octubre 11, 2008

Enrique Molina / Disfrazado de embajador o de mono


















Francisca Sánchez 
(Fragmento)
      
       Lazarillo de Dios en mi sendero
      ¡Francisca Sánchez acompáñame! *
                                            Rubén Darío


Disfrazado de embajador o de mono
O de duque de los confines de la lujuria
Nada apaga las constelaciones del trópico
Los enceguecedores volcanes
Que fermentan henchidos de flores
En su corazón
- ¡Oh amado Rubén!-
              Y de pronto
La criada fosforecente cantando por los pasillos
De una pensión de Madrid
La arisca mata de pelo sobre la nuca de vértigo
Tantas noches
Envuelto en sombras venenosas
Se propagan aúllan los fantasmas
En su sangre aterrada
En tales cuartos amueblados del insomnio
Ella aparece desnuda entre los montículos
Del campo lentamente desnuda
Devorado ahora por el éxtasis
Con las venas llenas de brasas
Junto a ese cuerpo gemelo en la oscuridad
              Francisca Sánchez
Sola en la hierba de las caricias
Sola en su instinto de rescoldo
El viento reconstruye sus risas abrazos de loba
Labios predestinados
A ese rey de la fascinación de vivir
El fastuoso poeta al borde de la catástrofe y la gloria.

Enrique Molina (Buenos Aires, 1910-1997), "Las bellas furias" (1966), Obra poética, Corregidor, Buenos Aires, 1987

* Francisca Sánchez "acompañó" a Darío desde 1899 hasta 1916. Breves biografías la describen como "sencilla, analfabeta, de origen campesino". Darío testó tres veces en su favor, la última en 1914, según documentos que obran la Universidad Complutense de Madrid. Tuvo con ella un hijo, Rubén Darío Sánchez. La relación con Francisca Sánchez coincide con la etapa diplomática de la vida de Darío y con su mayor gloria: cuando regresó a Nicaragua en 1907 para divorciarse de su segunda mujer, Rosario Murillo, se lo recibió con honras oficiales y se dictó "causal de larga separación" únicamente para que pudiera cumplir con su cometido. No obstante, Murillo le hizo pleito y el divorcio no se concretó. En sus tempranos últimos años Darío estuvo obsesionado por la muerte. Padeció delirium tremens y tuberculosis, cuyos primeros síntomas aparecieron en 1906. En 1916 otra vez viajó a Nicaragua. Murió ese año en León, cerca de donde había nacido, en casa de Rosario Murillo, a los 49 años.
Seis poemas, o un poema en seis partes, dedicados a Francisca Sánchez, figuran entre las obras póstumas de Rubén Darío. Sin fecha segura de composición, son versos que revelan su temprana angustia mortal a la vez que la clara percepción de su propia valía como poeta. El tercero finaliza: "Alma socoral y oscura , /con tus cantos de España, / que te juntas a mi vida /rara, /y a mi soñar difuso, /y a mi soberbia lira,/ con tu rueca y tu huso, /ante mi bella mentira,/ ante Verlaine y Hugo, /¡tú que vienes /de campos remotos y oscuros!" Pero Molina cita el sexto:


Ajena al dolo y al sentir artero,
llena de la ilusión que da la fe,
lazarillo de Dios de mi sendero,
Francisca Sánchez, acompáñame...
En mi pensar de duelo y de martirio,
casi inconsciente me pusiste miel,
multiplicaste pétalos de lirio
y refrescaste la hoja de laurel.
Ser cuidadosa del dolor supiste
y elevarte al amor sin comprender;
enciendes luz en las horas del triste,
pones pasión donde no puede haber.
Seguramente Dios te ha conducido
para regar el árbol de mi fe;
hacia la fuente de noche y de olvido,
Francisca Sánchez, acompáñame...

Poesías completas de Rubén Darío, Ediciones Antonio Zamora, Buenos Aires, 1967

domingo, octubre 05, 2008

El cantor de América


Blasón

Soy el cantor de América autóctono y salvaje:
mi lira tiene un alma, mi canto un ideal.
Mi verso no se mece colgado de un ramaje
con vaivén pausado de hamaca tropical...

Cuando me siento inca, le rindo vasallaje
al Sol, que me da el cetro de su poder real;
cuando me siento hispano y evoco el coloniaje
parecen mis estrofas trompetas de cristal.

Mi fantasía viene de un abolengo moro:
los Andes son de plata, pero el león, de oro,
y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el latido;
y de no ser Poeta, quizá yo hubiera sido
un blanco aventurero o un indio emperador.

José Santos Chocano (Lima, 1875 -Santiago de Chile, 1934)

Noticia.
Exponente del modernismo en Perú, poeta laureado, diplomático y aventurero, José Santos Chocano vivió y murió de manera pintoresca y violenta. Fue encarcelado a los 20 años por razones políticas. Viajó a Colombia como diplomático, y luego a España, donde frecuentó celebradamente los ambientes literarios y de donde salió, de modo subrepticio, acusado de fraudes bancarios. En México apoyó el gobierno revolucionario de Francisco Madero, realizó misiones confidenciales para Venustiano Carranza y fue secretario y consejero de Pancho Villa. En Guatemala colaboró con el gobierno fraudulento y dictatorial de Manuel Estrada Cabrera. Huyó antes de que lo fusilaran. En Perú mató en duelo a pistola al joven intelectual Edwin Elmore a raíz de una disputa literaria sobre José Vasconcelos. En Chile se dedicó a la búsqueda de tesoros y murió acuchillado en un tranvía. Su frase más célebre ha sido: "Whitman tiene el norte, yo tengo el sur". Gozó de gran popularidad en su país y en toda Hispanoemérica en las dos primeras décadas del siglo pasado. Se le reconoce universalmente su grata fluidez para la versificación y aún se discute su admirada reivindicación a la par del imperio incaico y del conquistador español, junto con los tipos criollos americanos del centro y del sur: el charro, el llanero, el gaucho.



jueves, agosto 14, 2008

Joaquín Castellanos / El temulento




¡Ya van tres noches de festín!, en ellas,
ávido el corazón de algo inmenso,
toda una vida de placer condenso
¡y aún tengo hambre de placer y amor!
¡Quiero beber mi juventud de un sorbo
del goce en la frenética locura,
como en el ansia de la sed se apura
una copita repleta de licor!

Afluye a mi cerebro en onda cálida
la sangre, haciendo estremecer el pulso;
y vacilante, trémulo, convulso,
con nerviosa inquietud,
siento que el aire a mis pulmones falta;
mi pecho en sorda agitación palpita,
¡y el golpe seco al retumbar imita
del martillo clavando el ataúd!

¡Corra el deleite para mí a raudales;
más que la tempestad, temo la calma;
tormentas de placer sacudan mi alma
que harto conoce ya las de pesares!
¡Dadme el ardor de las pasiones locas,
dadme un edén de tropicales flores;
quiero aturdirme en frenesí de amores
y en un salvaje vértigo gozar !

Hoy busco las ciudades; hoy prefiero
la sucia fonda que con luz mezquina
amarillenta lámpara ilumina
a un paisaje bellísimo con sol;
la taberna es mi hogar; en este sitio
donde se goza, porque en él se olvida ,
¡vengo a tomar venganza de la vida
usando como arma el alcohol!

Aquí llegan los náufragos del mundo;
aquí en la pobre y mísera taberna
el pueblo alivia su tristeza eterna
de un dolor cuyo fondo nadie ve,
este es el sitio, la fatal guarida
en donde a unos la miseria lanza
a otros un amor sin esperanzas
y a muchos como a mí ...yo no se qué.

¡Irresistible vértigo...! Conozco
un hombre de alto ingenio, allí perdido;
ebrios los padres de su padre han sido,
su padre y sus hermanos ebrios son;
los tristes frutos de su amor, los rasgos
de esa fatal herencia llevan fijos
y ebrios serán los hijos de sus hijos,
¡ay! ¡hasta la postrer generación!

Yo he visto en frente a la taberna el cuerpo
de un joven bello de gallardo talle
que un día sobre el cieno de la calle,
entre un charco de sangre amaneció;
nadie sabe su historia ni su nombre,
no tuvo quien lo asista, moribundo;
su último y doloroso ¡adiós! al mundo
¡nadie lo oyó!

Eso me espera a mí ...pero bebamos.
Adentro mis gozosos camaradas,
bailando con mujeres alquiladas,
se agitan al compás de un acordeón.
Allí en un charco de licor, un ebrio
resbala y cae ...; palmotea y mofa ...
tumbado en tierra impreca y filosofa;
¡he ahí al hombre, al rey de la creación!

Joaquín Castellanos (Salta, 1861-1932)

Noticia: Castellanos es un autor casi secreto del modernismo americano. Participó en Buenos Aires de la insurrección Radical de 1893 contra el gobierno conservador que sofocaba las aspiraciones de poder del nuevo partido, mediante el control del voto cantado. Las milicias radicales llegaron a dominar las ciudades de Santa Fe y Rosario, San Luis y Corrientes y gran parte de Buenos Aires *. Castellanos fue legislador y ministro de gobierno en Buenos Aires y gobernador de Salta. Publicó poemas, textos políticos, su labor parlamentaria y un ensayo sobre el caudillo guerrillero de la independencia argentina Martín de Güemes. Integró la Academia Argentina de Letras. El poema "El temulento" fue publicado en 1887 ** con el título de "El borracho"; se reedita, con el título cambiado por el autor, en 1923. (Más información en El Portal de Salta ).

* Terminada la insurrección, el caudillo radical Leandro Alem escribió: "Los radicales conservadores se irán con Don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña y los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda." Se suicidó en 1896.
** En 1888 Rubén Darío publica Azul, considerado la partida de nacimiento del modernismo hispanoamericano.

Nota del Ad.: Este poema se publica en este blog por su valor literario e histórico y en memoria de Rafael Aulicino, que solía recitar sus primeros versos con una mezcla de parodia y emoción verdadera.

jueves, diciembre 06, 2007

Girri y el modernismo

En 1946, Alberto Girri publicaba su primer libro, "Playa sola", el que tal vez sea preciso recordar hoy por singulares motivos: se inscribe en una época dominada en la poesía argentina por un taciturno romanticismo esteticista, que se manifestaba en versos de métrica y rimas regulares, como si la forma realizara en realidad la paradójica función de evocar, románticamente, un clasicismo crepuscular. Girri se hizo cargo de la época, esto se ve cuando se vuelve a leer "Playa sola"; pero que el suyo haya sido un libro distinto, aunque comprometido con el contexto, no resulta tan importante como el segundo rasgo que lo caracteriza: la reescritura de otra tradición, la modernista (el modernismo de Darío y Herrera y Riessig) con el punzón, el estilo, que sería luego de Girri a lo largo de su extensa obra. Aquello que él decía deberle a Borges: “El me mostró la posibilidad de una concisión epigramática, de una sintaxis estricta en el español, cosas que en un principio me parecían inalcanzables”. No bastó el reconocimiento para que Borges dijera a su vez, en una de sus más perfectas boutades: “De Girri puedo decir esto: a veces no lo he entendido; pero siempre que lo he entendido, lo he admirado”. La rigurosidad de Borges en la prosa, que en su máxima expresión es sorprendente y arrobadora, se había hecho ya extrema en la poesía de Girri, conocido y desdeñado por su aspereza y compleja parquedad.
Vamos a lo que quería señalar: la reescritura de la poesía parnasiana y modernista, con un lenguaje contemporáneo, razonado, en muchas piezas del libro, y en una esencial de la literatura argentina, el poema “La fuente”, que alude a las fuentes versallescas del modernismo, y comienza:

“Esta tarde con su estricto abandono,
la fuente
es un viejo soldado melancólico”.

Es menester leer este libro para entender cómo en él Girri comienza la desnaturalización de las ideas, la poesía y la cultura que trabajaron nuestras vidas (yacen aún en el rococó de los antiguos edificios). Fue su nuevo vigor severo y místico lo que hizo que el monje trapense Thomas Merton le escribiera: “La imagen casera del hombre es su enemigo. Debe ser destruida con palabras directas y paradojas. Tal es tu obra religiosa, mérito y sacrificio. ¡Golpea fuerte, Girri, con gracia metafísica!”.

Sábado 3 de julio de 2006 Ñ 140

La fuente

Esta tarde con su estricto abandono
la fuente
es un viejo soldado melancólico.
El aire impera, impera la voluntad del polen
y leones alimonados
acechan la carne dormida de la hiedra.
Desplomada en silencio,
entre un coro verde de cazadores de moscas
vuelven los pobres Narcisos
y montan guardia.

Es la fuente, y su tiempo,
las infinitas generaciones de escarabajos,
las cumplidas efemérides del amor,
nombres veloces, veloces gentilezas registradas.

(Malamente impresa en la base
la calle oriental cambia la vida
y sería irreverencia no pensar en hashish y sociedades secretas).

Alberto Girri, Obra poética I. Corregidor, Buenos Aires, 1977
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Foto de Susana Mulé

lunes, octubre 09, 2006

Lo mejor del Modernismo

Foto: Herrera y Reissig


La gota amarga
Julio Herrera y Reissig
"Los parques abandonados" (1902-1908)

Soñaban con la Escocia de tus ojos
verdes, los grandes lagos amarillos;
y engarzó un nimbo de esplendores rojos
la sangre de la tarde en tus anillos.

En la bíblica paz de los rastrojos
gorjearon los ingenuos caramillos,
un cántico de arpegios tan sencillos
que hablaban de romeros y de hinojos.

¡Y dimos en sufrir! Ante aquel canto
crepuscular, escintiló tu llanto...
Viendo nacer una ilusión remota,

callaron nuestras almas hasta el fondo...
y como un cáliz angustioso y hondo
mi boca recogió la última gota.



La yapa
Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)
"Sonetos medicinales" (1919)

Como una sola estrella no es el cielo,
ni una gota que salta, el Ocëano,
ni una falange rígida, la mano,
ni una brizna de paja, el santo suelo:

tu gimnasia de jaula no es el vuelo,
el sublime tramonto soberano,
ni nunca podrá ser anhelo humano
tu miserable personal anhelo.

¿Qué saben de lo eterno las esferas?
¿de las borrascas de la mar, las gotas?
¿de puñetazos, las falanges rotas?
¿de harina y pan, las pajas de las eras?...

¡Detén tus pasos Lógica, no quieras
que se hagan pesimistas los idiotas!



Griseta
Tango
1924
Música: Enrique Delfino
Letra: José González Castillo

Mezcla rara de Museta y de Mimí
con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
era la flor de París
que un sueño de novela trajo al arrabal...
Y en el loco divagar del cabaret,
al arrullo de algún tango compadrón,
alentaba una ilusión:
soñaba con Des Grieux,
quería ser Manon.

Francesita,
que trajiste, pizpireta,
sentimental y coqueta
la poesía del quartier,
¿quién diría
que tu poema de griseta
sólo una estrofa tendría:
la silenciosa agonía
de Margarita Gautier?

Mas la fría sordidez del arrabal.
agostando la pureza de su fe,
sin hallar a su Duval,
secó su corazón lo mismo que un muguet.
Y una noche de champán y de cocó,
al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita, se durmió,
lo mismo que Mimí,
lo mismo que Manon.



Reír llorando
Juan de Dios Peza (c. 1885)

Viendo a Garrik* -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,
y el más feliz..."

Y el cómico reía.

Víctima del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso
llegóse un hombre de mirar sombrío:
"Sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío".

"Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importa mi nombre ni mi suerte.
En un eterno spleen, muriendo vivo,
y es mi única ilusión la de la muerte".

-Viajad y os distraeréis.
-¡Tanto he viajado!

-Las lecturas buscad.
-¡Tanto he leído!

-Que os ame una mujer.
-¡Si soy amado!

-Un título adquirid.
-¡Noble he nacido!

-¿Pobre seréis quizá?
-Tengo riquezas.

-¿De lisonjas gustáis?
-¡Tantas escucho...!

-¿Qué tenéis de familia?
-Mis tristezas.

-¿Vais a los cementerios?
-Mucho... mucho...

-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?

-Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos
yo les llamo a los vivos, mis verdugos.

-Me deja -agrega el médico- perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo:
"Sólo viendo a Garrik podréis curaros".

-¿A Garrik?

-Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa,
¡tiene una gracia artística asombrosa!

-¿Y a mí me hará reír?

-¡Ah sí, os lo juro!;
él sí, nada más él, mas... ¿qué os inquieta?

-Así -dijo el enfermo-, no me curo:
¡yo soy Garrik!... cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora, cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.

* David Garrick, Hereford, 1717-Londres, 1779


Tornasolando el flanco...
Enrique Banchs
"La urna" (1911)

Tornasolando el flanco a su sinuoso
paso, va el tigre, suave como un verso,
y la ferocidad pule cual terso
topacio el ojo seco y vigoroso.
Y despereza el músculo alevoso
de los ijares, lánguido y perverso,
y se recuesta lento en el disperso
otoño de las hojas... el reposo.
El reposo en la selva silenciosa,
la testa chata entre las garras finas,
y el ojo fijo, impávido custodio,
espía, mientras bate con nerviosa
cola el haz de las férulas vecinas
en reprimido acecho... así es mi odio.

Enrique Cadícamo / Por la vuelta

Por la vuelta
Tango
1937
Música: José Tinelli
Letra: Enrique Cadícamo

¡Afuera es noche y llueve tanto!...
Ven a mi lado, me dijiste,
hoy tu palabra es como un manto...
un manto grato de amistad...
Tu copa es ésta, y la llenaste.
Bebamos juntos, viejo amigo,
dijiste mientras levantabas
tu fina copa de champán...

La historia vuelve a repetirse,
mi muñequita dulce y rubia,
el mismo amor... la misma lluvia...
el mismo, el mismo loco afán...
¿Te acuerdas? Hace justo un año
nos separamos sin un llanto...
Ninguna escena, ningún daño...
Simplemente fue un "Adiós"
inteligente de los dos...

Tu copa es ésta, y nuevamente
los dos brindamos "por la vuelta".
Tu boca roja y oferente
bebió en el fino bacarát...
Después, quizá mordiendo un llanto,
quedate siempre, me dijiste...
Afuera es noche y llueve tanto,
... y comenzaste a llorar...