Parador en olvido
el semisueño, semi recuerdo
tomó casa lindera, almohadas, salas
de visitas, caramelos
tachó balcón francés por dar a tierra
el mural donde cenaba
el nombre de una estrella
como noche entrando en pesadilla
vereda de enfrente, punto y vista:
un soñador a borde, en el estribo
tablón testigo de cuajo
del papel
que se lava entre la ropa (la boca
llena de toallones)
y los aretes perdidos
un anillo al gallinero
gargantillas cortadas, la puerta
del palomar, huella de espárragos…
pero un nombre de galaxia se asomaba
chapa picada en cruz, siete cabritos
zanja tras zanja
reseca piel al pie descalzo
después sillas en
altillos de galpones (una rata
toma asiento, enciende velas
-arista de momentos- roe
una hoja de gomero letra a letra)
VII
la enredadera de la verja subió al techo
y ya estropeó la chapa, le decía
un gato membrillo a
una viejita doble enaguas, doble medias, le daba
de comer polenta en plato
temprano nomás de otoño
enseguida
se hizo el espejismo: adiós de vieja
chau de gato y en el espejo
hojas blancas de anotar
el día tal la fecha: ni una nube
el camino centellaba por estrellas
en la arena (se habrían quedado
en la huella del carro) los vasos
llenos de caballo dejaron
un sello de cerrado a cada paso
cerrado al trote, nada
más sucederá por estos lados
carro, caballo y boina
más boina que muchacho
XVII
los naipes se clavan
en las mesitas del puerto
a eso de vagabundo en muelle
a eso de la isla de gaviotas
graznido por graznido, callejuelas
limo a la vista, descargado
está el pescado
los changarines hacen fila
gancho en mano y pasadizos
hielo en torre, papeles
de envolver colas, cabezas
un tiempo rosa agallas
que atardece en carne espera
sobre tablón, cualquiera, no quedaron
ni balsas, ni lanchones
recién idos del niño, los muchachos
crecen, cinchan, se relamen
las cocinas
usan perlas y capotas
cucharones de mar fresco
los ojos cormoranes en el morro
estudian la mecánica sin pausa
sin caídas, aún la espera
del baldazo final, brazo que limpia
así estuvo la cosecha
(se charla entre los humos)
la bruma a filo raso
es la próxima plomada por caer
Joaquín Valenzuela (Dolores, Argentina, 1971)
Buenos Aires, 2024
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Foto: Joaquín Valenzuela/Facebook
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