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sábado, julio 20, 2024

Daniel Durand / De "Tulang pinoy"




(...)

Yo vivo en el infierno de los perros,
arenales calientes que nunca afilan las garras,
montañas de esqueletos de pescado
y la calor eterna entre vendavales y brisas.
Los perros que muy seguido no comen
le ladran a las olas y rabiosos
andan mordiendo el viento.

Por no haber sido aplicado
ahora estoy condenado
a vivir en esta hamaca
escuchando a los orioles amarillos.
Por no haber sido aplicado
y practicar wingsuit con cromosomas
ahora estoy condenado
para siempre, a la rima y a las bromas.
Acá en la iglesia me dicen el Soga
y en la mezquita de la vuelta, Maderita,
pero mi nombre es Lagarto.
Acá me dicen Botella
pero mi nombre es Bolsita
de plástico.

Alon Niña Maharlika
y el Lobito es toda mi familia.
La casa está llena de vecinos
que a la noche caminan invertidos
por el cielorraso, vecinos fríos de goma blanda,
butikís lizards y lagartijas.

La tabilí es rama de carne
y mi nombre es Tambís.

Ahora resulta que lo mejor que me pasa
es una Go Pro con mango flotante
y toda la humareda circundante
que no se aleja nunca
de aquel lote de barcazas.

La brisa viene a la mesa
a acariciar la comida
y zarparse los vapores de los platos,
la brisa viene a la cama
a refrescar los colchones
y la almohada.
Por esta choza barata
de junco y clavo herrumbrado
la brisa pasa de largo
atravesando
telas cañas y ennipados.
En cambio los vendavales
que se mandan a la noche
se trenzan con las palmeras,
la pelea suele durar la noche entera.
Vendaval encastra en palmeral,
son palabras macho y hembra,
son objetos hembra y macho
y yo en el medio me bautizo basural.

(...)

Daniel Durand (Concordia, Argentina, 1964)

Tulang pinoy (Los días filipinos)
Fadel & Fadel, 
Buenos Aires, Argentina










Más poemas de Daniel Durand:

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martes, julio 25, 2023

Daniel Durand / De "Lupa de la inmersión"




Cinco de mayo

El inexorable destino de una pelota
de tenis es perderse, entre los pastos,
o embarrarse en el charco, salvo
aquellas que permanecen, de a tres,
peludas y brillantes
dentro del tubo que está en la estantería.

Lena tiene una muy vieja, que ya casi 
no rebota: la perra mastica la pelota.

Miro las hojas verde pastel del sauce,
no hay tanta angustia en las ramas
que bajan hasta el suelo, hojas viejas
de mayo que pronto, harán su último
número de color. 

Primero titilarán
hacia los amarillos, veré después
a mi padre barrerlas todas las tardes
acompañando su trabajo con protestas.

Negras y mojadas se amontonan en la zanja,
las usaremos como turba para esparcir
por los canteros, después vendrá lo peor.

Perdimos nuestra última pelota
de tenis, mi perra y yo. Lena huele
en los pastos, olfatea, pero la estela
olorosa de la pelota se desvaneció 
en el aire, ella me mira con la esperanza
de que todo sea otro engaño, quizás la pelota
aún esté escondida entre mis manos, pero no,
es la verdad. 

La pelotita de tenis se perdió
para siempre. Lena mira el muro
por donde la vimos cruzar al otro lado,
luego retorna su actividad olfativa
yo también vuelvo a la observación
de los árboles, pero preferiríamos,
los dos, no haber perdido nuestra pelota
para seguir jugando.


Dios

El microchip Intel core2 duo
6750 velocidad de bus 1333
fue instalado en una mother
Asus pn5 sli.
Tras siete años de funcionar
juntos, la cpu que compartían
fue sustituida y tres años más
quedó al costado de un ropero.
Una mañana fue arrojada
estruendosamente a un container.
Dios empieza después de la última idea.


Adjetivador Club

Qué pregunta la tuya
éter, que pregunta por la chatarra que se purifica
debajo del rocío.
Sí, vuelve a la tierra la música
del hierro pero, éter,
no pueden los insectos que a la flor
le orbitan hincarle su aguijón,
burbuja, jabón
se croma el pétalo,
estas pálidas naves que florecen
rotando van hacia la fábrica
para moldear al Ford.
Huele a jazmines la melodía de este convertible,
viene la hormiga de la rosa por el cable 
del acelerador.
Qué pregunta, éter, la tuya,
si que tienen insectos,
avispas de aroma, hincan su aguja dentro de la pulpa
donde se mulle el hierro,
en la pana porosa 
deja su baba la mariposa,
tras los cristales, éter, sin embargo continúa 
la endeble dalia
con poca luz durante el día
le orbita la mosca
y de repujados paños,
flores,
de chingadas carnes
hacen el esfuerzo,
la obligación de amar tras los cristales de la lluvia
magnética de un televisor descompuesto.
Golpean las puertas, éter, el cielo a los estaños.


Hay pasado podrido en todas partes

Hay recuerdo podrido en todas partes.
Hay futuro podrido en todas las fotos
que nacen diariamente.
Las fotos consumen toda la energía 
para su almacenamiento y existencia. 
Nuestras fotos nos están aniquilando

Daniel Durand (Concordia, Argentina, 1964)

Lupa de la inmersión,
Caleta Olivia,
Buenos Aires, 2023










jueves, septiembre 28, 2017

Daniel Durand / La espantosa bartola





















[Fragmento]

Lo aprendido no es para usar, no es mostrable
   la riqueza obtenida,
todo tendrá que volver a suceder;
de la misma manera que nos horrorizamos y tememos,
cualquier delicia nos conduce al mismo punto que todas
las torpezas, pero hay diferencias,
hay variaciones, eso es lo que quiero decir,
que no todo es igual, pero es inexplicable a la letra,
este vocabulario no puede demostrar su diversión:
la selva clara externa a las escrituras.
Contrario al mecanismo de las perfecciones,
he visto cómo lustra la casa una esposa,
cómo se afana en el brillo de los tenedores cada mediodía,
visible su inexperiencia en la pericia
para pulir las superficies metálicas de su pertenencia,
he estado satisfecho,
y he decidido imitarla oscureciendo
todo lo que brilla: animales que me reúnen en la mesa
para hablar de todo lo que pasa.

Hemos de mirar largamente lo mismo de siempre:
la escarcha de la noche ha cubierto la superficie de los autos,
brilla Morón, la complejidad de un barrio de indecentes
y castillos, hundidos en el polvo que se volverá barro
cuando la escarcha despierte y fluya hacia sus mixturas,
su actividad, movimiento en la luz de la mañana;
ahora pienso en aquel castillo,
lo teníamos adentro de la manga y ganamos
una batalla que teníamos perdida para siempre.
Pero lo que es realmente
indecoroso y nos causa tanto dolor y desconfianza
es que estos sucesos siempre son impensados,
ocurren por cuenta propia y nuestros esfuerzos
son nulos, no hemos participado en los aconteceres,
hemos sido observados por otros
y con el tiempo seremos señalados por la precisión
en el desencanto, por el itinerario fijo hacia nuestro liso antojo,
decidido un día porque sí, sin intervención
   de los convencimientos.

Daniel Durand (Concordia, Argentina, 1964), Cabeza de buey, Lomo, Argentina, 2017

Otra Iglesia Es Imposible - Lomo - El Desaguadero

Foto: LinkedIn

miércoles, julio 31, 2013

Poemas elegidos, 93


Daniel Durand 
(Concordia, 1964)

Cada día, de William Carlos Williams
Sí, son 18 versos divididos en tres estrofas de seis. La primera sitúa al señor Williams rodeado de todos sus objetos cotidianos. Pareciera que la presencia del jardín despertara en la mente de W. un mecanismo racional de pensamiento: Aristóteles o los libros. A partir de este conocimiento racional se domestican los objetos. Se detiene el paisaje y luego de una manera lógica e imperturbable se comienza a mover las cosas que se hallan dentro. Claro, se distorsiona la versión convencional de las cosas y se construye un orden mas detallado, raro y real. Así funciona la poeticidad de W., una idea subjetiva pero a partir de la observación objetiva: (no Ideas salvo en las cosas). De este modo aparece la eficacia del artificio dada por la verosimilitud que adquieren los objetos.
Cualquiera sabe que una rosa no rota, está fija en su tallo, pero en este poema de W. rota: es la idea del objeto, la belleza es lo que depende siempre de una imagen willamsiana. No existen objetos bellos, no hay rosas lindas, la luna no es hermosa. Sólo hay belleza. Y cuando el objeto se traslada adquiere movilidad hacia un plano en donde se diluyen los contornos de las cosas y permanece solo una emoción provocada por la distorsión del objeto sin desarticular su realidad.
Pero es una rosa dice Williams, ¿es rosa o belleza o las dos cosas? Una rosa es rosa hasta que es belleza, como la belleza es momentánea, esa belleza torna a rosa nuevamente y así hasta que nos cansemos y el mecanismo de percepción del poema se sature. Al leer este poema no sentí que la cabeza me estallara, sino sencillamente un movimiento; sentí la mente rotar lentamente a pesar de sus esquemas espinosos.

(Escrito para la revista 18 Whiskys en 1993)


Cada día

Cada día al ir hacia mi auto
atravieso un jardín
y a menudo querría que Aristóteles
se hubiera detenido a
considerar el poema ditirámbico,
o que se conservaran sus apuntes.

Rústica hierba afea el bello prado
mientras miro a diestra y siniestra
tic toc...
Y a diestra y siniestra las hojas
crecen en el joven duraznero
por el esbelto tronco.

Ninguna rosa es segura, cada rosa es una
y esta, distinta de otra,
abierta del lodo, casi como un plato
sin taza. Pero es una rosa, color
de rosa. Se la siente rotar lentamente
sobre su tallo espinoso.

William Carlos Williams (Rutherford, New Jersey, 1883-1963)
Versión de Alberto Girri

Foto: Daniel Durand por Walter Moreno en Los Andes Online

miércoles, julio 24, 2013

Poemas elegidos, 79



Cristhian Monti,
(La Paz, Entre Ríos, 1978)

Luz y oscuridad, de Daniel Durand
Ruta de la inversión se llama el libro en el que se encuentra este poema, escrito por un entrerriano, al que, luego, conocí en el Festival de poesía de Rosario en el que dio un taller. Comenzó recitando, de memoria, el poema "Como una mosca de largas zancas", de Yeats, y desde ese momento quedé atrapado en la poesía para siempre. Luego tuve la suerte de conocerlo un poco más, y, a través de él, conocí la obra de grandes poetas. Durand es un gran difusor, siempre nos muestra cosas que nos ayudan a incrementar la pasión por la poesía, ahora tengo yo la chance de difundir su obra, que es inmensa; elegí este poema por todo eso y porque conocí la actual poesía argentina a través de ese libro.





Luz y oscuridad

Llego, entro, prendo la luz de la cocina
y sorprendo a las hormigas coloradas
puliendo los platos y cargando
todos los restos de comida.
No me molestan, pero mentalmente
las advierto sobre la superpoblación:
hasta ahora, el ecosistema se mantiene.
Sin embargo, si consigo trabajo
comeré más, vendrán amigos y mujeres,
habrá más restos, ustedes crecerán
y tendré que echar insecticida.
Sólo esta pobreza puede mantenernos
delicadamente unidos.

Daniel Durand (Concordia, 1964)

miércoles, enero 23, 2008

Daniel Durand / De "Ruta de la inversión"





Luz y oscuridad

Llego, entro, prendo la luz de la cocina
y sorprendo a las hormigas coloradas
puliendo los platos y cargando
todos los restos de comida.
No me molestan, pero mentalmente
las advierto sobre la superpoblación:
hasta ahora, el ecosistema se mantiene.
Sin embargo, si consigo trabajo
comeré más, vendrán amigos y mujeres,
habrá más restos, ustedes crecerán
y tendré que echar insecticida.
Sólo esta pobreza puede mantenernos
delicadamente unidos.


Otra vez

La fiesta se acabó. Las mujeres
más lindas se fueron primero,
después se fueron los amigos.
Ebrio, tambaleante
parado en el medio de la pista,
reconocí los primeros acordes
de una canción famosa en mi adolescencia
y decidí salir al frío cristalino de la calle.
Ahora espero el 65 agarrado al caño
de la parada, siempre lo mismo, sé
que estoy en una noche clónica
de aquella
en que las emociones fueron esenciales.

2/2

Susy está de blanco, adentro
de este calor de febrero, fresca,
le da la teta a su hijo de 20 días
que nació el mismo día de mi cumpleaños.

Y qué significa?

Nada, eso, que las enormes cosas del pasado
se transforman y reducen y concentran
y brillan en el presente
como una pequeña coincidencia.

Daniel Durand (Concordia, Argentina, 1964), Ruta de la inversión, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2007

Foto: Daniel Durand en su casa, Buenos Aires, c. 2005