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lunes, abril 04, 2022

María Meleck Vivanco / Tres poemas




Las grandes contraseñas

Airosamente convivo con los adolescentes que
caminan descalzos la repugnante menta Eunucos de
un serrallo con chispas de alcanfor que hacen crujir
la manivela de la suerte En seguimiento de los
     incendios oscuros
Yo no respiro No confío más en la mandrágora que
ciega mariposas Ni en la temperatura del placer que
me recuerda que una mañana desperté amapola Ni
en los encantamientos que suceden con las grandes
     contraseñas de la vida
Voladas las trincheras que espesan los crepúsculos,
es imposible arriar caballos bajo el espectro flotante 
     de la cordura

Me desconciertan la pobreza y el humo
amo el secreto último de los cuerpos arrastrados en el viento

[Balanza de ceremonias, 1992]


[Desde infinitos mundos...]

Desde infinitos mundos, cayó una nube en la mirada
     de los cuervos
Imaginé, la falsa levitación de las murallas que
rodeaban mi sangre El peine de carey, en su estuche
de semillas vacías Un par de anteojos de tempestad,
con su visor fantasma siempre empañado Las
miserables patas de la muerte, muertas de miedo
Descubierta por el deseo, probé los numerosos ritos
de la impaciencia Con mis caderas frágiles, en senti-
do inverso del sol

Porque nací, secretamente separada

["Los regalos de la locura", Antología poética, 2009]


Reclinatorio donde la virgen

Mi arrobamiento se suma a los conjuros de la
sombra A la savia picante y sensual de los paraísos
abstraídos Como ala de abanicos angélicos que
refrescan la turbulencia de la tierra
Mientras la luna exhala su perfume animal, me
instalo soberana en los jergones del monte En los
     remiendos estrellados del viento
Llegan los marginados de la procesión Abren el
follaje y se reparten los manjares deliciosos y las
naranjas profundas El rocío distrae más allá de la
fiesta Y obedezco al pulso salvaje de ruidos luminosos
Fruto de la compasión, la niña alisa sus cabellos con
peine de palo santo Y el ave infiel se despereza entre 
     las flores
Amo las chimeneas desoladas Y suspiro la púrpura
en el reclinatorio, donde la virgen descansa su cabeza

Ahora las máscaras, se prueban corazones alrededor
     de mi casa

[Mar de Mármara, 2011]

María Meleck Vivanco (San Javier, Córdoba, Argentina, 1921- Portezuelo, Maldonado, Uruguay, 2010)

Poetas surrealistas argentinos.
Recopilación de textos y notas: Javier Cófreces
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2022









miércoles, noviembre 10, 2010

María Meleck Vivanco / Las apariciones



Las apariciones

Las estrellas guardan secretos de un deseo agujereado por la lluvia

Desde qué valle te contemplo, desde qué estación y otras voces calientes de intensa fuga, justo a la altura de mi alma

Hay ventanas y sitios luminosos que envidia el atardecer Sus delicados arpegios

horadando la totalidad de lo incorpóreo Envolviendo en seda las mariposas verdes des-

prevenidas del verano

Hay un marcapasos de pulso de fiesta ausente en los graznidos de la noche El

último tren arracimado que se miró cara a cara con la desolación

Y existen también los albergues celestiales a partir de un rencor oculto, sabiamente marginado, sabiamente indeciso

El ombligo partido de la serenidad es como una hilera de gansos cegados por la luz de los ríos

Se me olvidó la vida Se me olvidó la muerte

Me he quedado con las apariciones de mi corazón


María Meleck Vivanco (San Javier, Córdoba, Argentina, 1921- Portezuelo, Uruguay, 2010)

Antologíatriplov

Foto: María Meleck Vivanco, Facebook

sábado, noviembre 22, 2008

María Meleck Vivanco / Dos poemas



La culebra

Al dejar entreabierta la sala del insomnio, ya bajan dando tumbos los conejos -matrimonios de fósforo, que estrenan un bagaje de recíprocas culpas- Separación exigua de airados galopantes. Divorcio enamorado. Los parias del placer que desafinan.
La presencia del ocio es cama con mujeres, donde el demonio gusta meterse por las tardes.
Fugada destreza, al corazón solo le quedan las fauces del leopardo y las espinas.
Pero volcó tinta dorada el polizonte sobre una piel de escama y providencia. Pudiendo la sinuosa criatura resignarse.
Y un hueco del cielo, encendido en derroches

mostró su dientito de leche, la marginada santa. La culebra.


Amante provisoria

Balas insoslayables amenazan al rey del fregadero. Ya existe la rapiña en los desiertos. La vorágine en la maraña de sus ídolos.
Al pie de las glicinas, una muchacha boba es fantasma celeste. Vía láctea estremecida. Zumbido que atolondra de forma natural. Y amante provisoria sobrepasando límites.

No obstante, la distancia del mar conspira para poder nadar en círculos.

María Meleck Vivanco (Valle de San Javier, Traslasierra,  Argentina, 1931), del libro inédito Los regalos de la locura, en revista La Guacha, Año 11, N° 29, agosto de 2008

Foto: Meleck Vivanco, por Daniel Grad (2004)