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sábado, septiembre 17, 2016

Mara Pastor / Moho













Los carros de mi casa
tenían los retrovisores pegados con silicona
porque no había dinero para repararlos.
Los espejos fragmentados
como en un rompecabezas mal hecho.
Cuando mirabas por ellos
veías a conductores ebrios, mujeres golpeadas,
adolescentes maquillándose,
niños olvidados en los asientos traseros,
parejas camino a los moteles o a la iglesia,
asesinos vestidos de empresarios,
veías monjas serias que miraban hacia el frente,
al vecino evangélico gritándole a la esposa,
yerberos capsuleando, novios recién casados,
ambulancias,
músicos camino a los conciertos en el anfiteatro,
transacciones de droga, de armas, de huesos,
veías plátanos verdes traídos de Dominicana
y piñas gigantes más dulces que la miel,
veías volkys de colores,
y los contabas y poco a poco desaparecieron,
veías cañas de pescar, tablas de surfear,
las varetas de madera con las que enmarcaba el padre
y que los amiguitos de la escuela
llamaban escopetas,
veías a los policías
que querían multarnos por ir rápido, por ir lento,
por ir con los retrovisores rotos pegados con silicona,
veías la heroinómana en el semáforo
que se quedaba pidiendo monedas
cuando los carros mohosos aceleraban
para llegar a la casa,
a la escuela, a la universidad, al trabajo.
Retrovisores rotos,
movilidad enmohecida por el salitre
mar por todas partes, reflejo de fractal en aguacero,
posibilidad de Yunque, de ave costeña, de yagrumo,
de flamboyán como hemorragia del camino.
En los carros mohosos de mi casa
se hicieron pequeñas revoluciones
amorosas y escolares,
pronuncié correctamente la palabra periódico,
conduje rápido por las autopistas y la ruta panorámica,
me escapé al grito de Lares y a veces vi fantasmas,
en los retrovisores de los carros mohosos
vi los ferrocarriles dándole la vuelta a la isla
y los rostros de la gente
asomados por las ventanas de los vagones
sin que nadie se quejara de no tener aire acondicionado,
vi a mis tíos sin cinturón yendo por la número uno
antes del accidente que hizo llorar tanto a mi madre
y a mi abuelo subiendo la ventana automática
como si fuera un gran adelanto para la familia.
Porque el pasado de esta isla sólo puede verse
en un retrovisor roto con espejos mal pegados:
recuerdos enmohecidos
que están más cerca de lo que parece.

Mara Pastor (San Juan, Puerto Rico, 1980), Arcadian Boutique (2015) XXIV Festival de Poesía de Rosario

domingo, abril 12, 2015

Mara Pastor / Déjense de excusas














Los profesores nos volvieron locos
                     Nicanor Parra

Los estudiantes saben
las arañas en la luna pero alegan
que es mejor saber si pasan hambre
por culpa de los zares muertos
que cantaban con la boca llena.
Fue Gioconda quien se hizo los bigotes.
No hay gerundios cuando se está en guerra
ni te sangra la nariz en el Amazonas.
Un mandala es un apóstol de la forma.
Flaubert pensó en los mayas cuando fue a Egipto.
No hay ilustrador que haya hecho a Cide Hamete.
Lo importante es que Goliat era un gigante,
la filosofía un holograma de la historia
y una churuata yekuana es una bóveda al cielo.
Irnos, irnos, irnos desde entonces.
Todos dirán que los estudiantes
sabían de la historia su lápiz roto
hablándole sin devociones
con la infidelidad frágil al evento.
Así iban con mezclilla y pancarta
como que estamos a comienzos de siglo.
Tenían todo por lo que molestarse
molestándolos de esa manera
sobre todo por lo inconfesable:
a qué tanta manía policíaca
¡Tanta crueldad en el vacío más negro!

(fragmento)

Mara Pastor (San Juan, Puerto Rico, 1980), 1.000 millones. Poesía en lengua española del siglo XXI, Editorial Municipal de Rosario, Rosario, Argentina, 2014
Vía revista Ñ

Foto: Mara Pastor About en español