Escapaba el oro de las manos, el mármol del fuego y también mi nombre
Escapaba la calle del ojo y algunos colores de ciénaga vertical
Escapaba la verde humareda, los amplios follajes, las multiplicadas aves
Escapaba mi pie, su doctrina de pie musical
En esa hora en que toda la sangre era un charco de luz
las palomas póstumas acariciando ventanas, ombligos encendidos, nube
en esa hora de lenguaje sonámbulo cuchillos blancos secos diccionarios
en esa hora de arena callada peces ahogados silencio de huesos opacos
descubrí tus ojos y casi era muerte mi vida
y casi era muerte
la noche centella de cabeza rota nieve de harapos
en que caminamos hasta el cementerio –yo temblando
en el manantial del trigo se encendió el relámpago
vi como paseaban por sobre mi espalda aquellas mujeres heladas y algunos
hombres oscuros
golpeaban gangrena huyendo entre aromas de vino y espanto
gastaban el horizonte desmoronándolo
El destierro repentino de la cólera
con un brazo en alto como quien detiene o expulsa el abismo
en una mirada abierta
un vago trazo de ruinas con la fugacidad increada de un sueño
me salvó
nos salvamos
en la primavera húmeda en el próximo invierno espejo de jardines fuentes
que sostienen la luz
hoy soñé que paría frutos y pirámides
hoy soñé que nacía resbaladiza y pura como un pájaro
desde la imposible matriz de los reptiles respiraba escribía desoía gritaba
la irrealidad transparente de un almanaque dormido sobre un piano.
Laura Martínez Coronel (Melo, Uruguay, 1965), Archipiélago de nadie, Sediento Ediciones, Ciudad de México, 2015
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Foto: Laura Martínez Coronel FB
Escapaba la calle del ojo y algunos colores de ciénaga vertical
Escapaba la verde humareda, los amplios follajes, las multiplicadas aves
Escapaba mi pie, su doctrina de pie musical
En esa hora en que toda la sangre era un charco de luz
las palomas póstumas acariciando ventanas, ombligos encendidos, nube
en esa hora de lenguaje sonámbulo cuchillos blancos secos diccionarios
en esa hora de arena callada peces ahogados silencio de huesos opacos
descubrí tus ojos y casi era muerte mi vida
y casi era muerte
la noche centella de cabeza rota nieve de harapos
en que caminamos hasta el cementerio –yo temblando
en el manantial del trigo se encendió el relámpago
vi como paseaban por sobre mi espalda aquellas mujeres heladas y algunos
hombres oscuros
golpeaban gangrena huyendo entre aromas de vino y espanto
gastaban el horizonte desmoronándolo
El destierro repentino de la cólera
con un brazo en alto como quien detiene o expulsa el abismo
en una mirada abierta
un vago trazo de ruinas con la fugacidad increada de un sueño
me salvó
nos salvamos
en la primavera húmeda en el próximo invierno espejo de jardines fuentes
que sostienen la luz
hoy soñé que paría frutos y pirámides
hoy soñé que nacía resbaladiza y pura como un pájaro
desde la imposible matriz de los reptiles respiraba escribía desoía gritaba
la irrealidad transparente de un almanaque dormido sobre un piano.
Laura Martínez Coronel (Melo, Uruguay, 1965), Archipiélago de nadie, Sediento Ediciones, Ciudad de México, 2015
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Foto: Laura Martínez Coronel FB