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martes, diciembre 08, 2020

Mario Benedetti / De "Umana gloria", 2


















Pueblo con posada

Como en un vuelo, el ómnibus me dio el claro con la fachada.
Era hermoso, los pantalones que caían amplios sobre zapatones gruesos,
pararse entre las hojas aquí y allá.
Mañanas sin saber que estás en un lugar, dentro de una vida
que siempre está ahí, y tiene la fábrica de aluminio, los campos.
Las cosas se mueven mientras uno habla,
las ventanas con los jarrones, las cortinas finamente bordadas.
Afuera discurren lentos los patios, las hojas ruedan lentas debajo de las vacas.
El cielo gira hacia Cividale, la hermosa luz gira
sobre las manitos que teníamos, ha sido la vida estar vivos así.

Mario Benedetti (Udine, Italia, 1955-Piadena, Italia, 2020), Umana gloria, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino



Borgo con locanda

Come in un volo la corriera mi ha dato lo spiazzo con la facciata.
Era bello, i calzoni che cadevano larghi sulle scarpe grosse,
stare in mezzo alle foglie qua e là.
Mattine senza sapere di essere in un posto, dentro una vita
che sta sempre lì, e ha la fabbrica di alluminio, i campi.
Si muove il bancone quando si parla,
le finestre con i vasi, le tende minutamente ricamate.
Fuori i cortili corrono piano, le foglie vanno piano sotto le mucche.
Il cielo gira verso Cividale, gira la bella luce
sulle manine che avevamo, che è stata la vita essere vivi così.

sábado, abril 18, 2020

Mario Benedetti / De "Umana gloria"



Después de todo

Esta mañana el cielo golpea la mano del temporal,
el hombre de los pagarés nos hizo estar aquí solo por ver
quien puede llegar a la puerta a hacer un gran barullo.
Las nubes se comen el infinito,
mandan a guardar toda la vista. Annina,
está en el arroyo de fango el palo recto que recuerda tu casa.
Tiene un techo de chapas,
con gruesas paredes y, una vez, solo las flores con Silvio que habla.
En la calle las sombras están bajo del asfalto,
se buscan los niños en los tubos de cemento del alcantarillado nuevo.
Detrás de los postigos grita la lengua de los padres. Detrás de los postigos
la carne de las chicas tuvo un patio lleno de golondrinas,
la tierra lo sostenía, no sé cómo decirlo, la arena y la hierba.
El sismo repentino
como el muerto que llevamos al hombro para hacernos sentir
imprevistamente la luna, la luna, la luna.

*

Pasos distantes, niños crespos en el aire fuerte,
el pequeño escalofrío de las manos que casi se toman. Oh, invierno.
En el frío, el cigarro de Vanni, la hierba blanca y dura, jugar.
Hemos aprendido a comer en nuestras casas.
Los techos, esos techos me dijeron que yo era mis ojos y no otros.
En el frío, ahora, tengo un poco de fiebre y aquí solo...
Una vez andaban luces antes de acostarse y era la abuela.
Había madera para preparar el carbón y Ernesta
tuvo que bajar a la posada para comprar toscanos.
La jarbe jenfri i claps ôr de strade.
La hierba entre las piedras al borde del camino.
La pequeña valla.
Ya no podemos bajar así.

Necesitamos mirar desde la distancia, pensar que miramos.

Una siesta plena de duermevela quiero tener.
Estar con las nubes firmes como una cosa blanca de las montañas.

En una ventana recordamos el viento entre las hojas.

"Me dices que no vienes, y creo
incluso que si vienes no te diré nada
pero si no hablo entenderás
que no te quiero".

Era una que se convertía en una. Oh, invierno

Mario Benedetti (Udine, Italia, 1955-Piadena, Italia, 2020), Umana gloria, Mondadori, Milán 2004 / Nuovi Argomenti, 15 de septiembre de 2017
Versiones de Jorge Aulicino

Otra Iglesia Es Imposible - Il Messaggero - Corriere della Sera - Nazione Indiana - Luigia Sorrentino/RAI News - Interno Poesia - Poetarum Silva - La Nación - Hablar de Poesía

Foto: Interno Poesia


In fondo al tempo

Stamattina il cielo batte la mano del temporale,
l’uomo delle cambiali è venuto a farci stare qui solo per guardare
chi può venire sulla porta a fare un grande rumore.
Le nuvole mangiano l’infinito,
mandano al gabinetto tutto lo sguardo. Annina,
è nel rivo di fango il bastone diritto che ricorda la tua casa.
Ha una volta il tetto di lamiera
con i muri grossi, e una volta solo i fiori con Silvio che parla.
Nella strada le ombre vanno sotto l’asfalto,
si cercano i bambini nei tubi di cemento della fognatura nuova.
Dietro gli scuri grida la lingua dei genitori. Dietro gli scuri
la carne delle bambine ha avuto un cortile pieno di rondini,
le teneva la terra, non so come dire, la sabbia e l’erba.
Il terremoto improvviso
come il morto che viene alla spalla per farci sentire
improvvisa la luna, la luna, la luna.

*

Passi lontani, bambini crespi nell’aria forte,
il piccolo gelo delle mani tenute vicine a prendersi. Oh inverno.
Nel freddo, il sigaro di Vanni, l’erba bianca e dura, giocare.
Abbiamo imparato nelle nostre case il modo di mangiare.
I tetti, quei tetti mi dicevano che io ero i miei occhi e non altri.
Nel freddo, adesso, ho un po’ di febbre e qui da solo…
Una volta sono venute le luci prima di dormire e c’era la nonna.
C’era la legna da preparare per il carbone e Ernesta
doveva scendere alla locanda a comprare il toscano.
La jarbe jenfri i claps sul ôr de strade.
L’erba tra i sassi sull’orlo della strada.
La piccola staccionata.
Noi non possiamo scendere più così.

Servirebbe guardare da lontano, pensare che si guarda.

Pieno un pomeriggio di dormiveglia voglio stare.
Stare con le nuvole ferme come una cosa bianca delle montagne.

In una finestra si ricorda il vento tra le foglie.

«Mi dici che non vieni e così penso
se anche verrai non ti dirò niente
ma se non parlerò tu capirai
che non ti voglio.»

Era una che diventava una. Oh inverno.

miércoles, febrero 12, 2014

Mario Benedetti / El tranvía a Milán...




















[Tersa morte, sección “Madre”]


El tranvía a Milán en la avenida Monte Nero,
estabas sentada; lo mirabas como mirabas a los trenes.
Con la bicicleta, sin los frenos,
después del paso de Monte Croce,
para ir hasta Attimis, hasta Forame,
fue una suerte que no te cayeras y te destrozaras.
Sabía que estabas, que estabas ahí nomás, mirando,
mientras yo pensaba, y te contenía.
Como una hoja entre las hojas
estabas sobre el banco. Había árboles y árboles,
y tu rostro, el vestido del azul de siempre.
Madre, persona muerta
en avenida Monte Nero, en la ruta hacia Attimis,
hacia Forame, donde naciste.

Mario Benedetti (Udine, Italia, 1955-Piadena, Italia, 2020), Tersa morte, Mondadori, 2013
Versión de Diego Bentivegna en Poesía Argentina


Il tram a Milano in viale Monte Nero,
eri seduta a guardarlo come guardavi i treni.
Con la bicicletta senza i freni,
dopo il paso di Monte Croce
per andare a Attimis, a Forame,
è stata una fortuna non cadere, sfracellarsi.
Sapevo che c´eri, che eri vicino a guardare
mentre io pensavo, e ti trattenevo.
Come una foglia tra le foglie
eri sulla panchina. C´erano alberi e alberi,
e il tuo viso, il vestito del solito blu.
Madre, persona morta
in viale Monte Nero, sulla strada per Attimis,
per Forame, dove sei nata.

---

act. ago. 2020

miércoles, noviembre 13, 2013

Mario Benedetti / De "Tersa morte"















Voy a abril del dos mil diez...

Voy a abril del dos mil diez
cuando era nuestra la casa, y el asfalto,
los hilos de la luz, las montañas, el sol.

Nadie nos veía y veíamos todo.
Era el secreto de cada uno para vivir.

Cae aquella primavera sobre las suelas de nieve,
con el peso de todos mis años:
un blanco pisoteado en una amarga sal gris
la única imagen, mi cuerpo de ahora.


En las conversaciones se pierde...

En las conversaciones se pierde
la primera cosa que el niño ha mirado.
Él juega silencioso y los ojos no mueve.
Han cortado el árbol, el tronco ha caído,
no mueve los ojos, oye lo necesario.
Aprende a vivir pobremente.


Ver la vida desnuda...

Ver la vida desnuda
mientras se habla una lengua por decir algo.
Salir a la tarde hace más bella la tarde
pero es el poco sol oblicuo la tarde sin palabras.
Ver desnuda la vida cuando estabas con tus cosas.
Ahora las cosas están solas,
no está la promesa de tu despertar
y continuar con las pantuflas, las tazas, las cucharas.
No vale la pena preocuparse.
El juego de los días es la promesa que no sabías
perder siempre antes.

Mario Benedetti (Udine, Italia, 1955-Piadena, Italia, 2020), Tersa morte, Mondadori, Milán, 2013
Versiones de Jorge Aulicino

Vado nell’aprile del duemila e dieci
quando la casa era nostra, e l’asfalto,
i fili della luce, le montagne, il sole.

Nessuno ci vedeva e noi vedevamo tutto.
Era il segreto di ognuno per vivere.

Cade quella primavera sulle suole di neve
con il peso di tutti i miei anni:
un bianco pestato in un amaro sale grigio
la sola immagine, il mio corpo di adesso.

*

Dentro i discorsi si perde 
la prima cosa che il bambino ha guardato.
Lui gioca silenzioso e gli occhi non muove.
Hanno tagliato l’albero, il tronco è caduto,
lui non muove gli occhi, ascolta il da farsi.
Impara a vivere poveramente.

*

Vedere  nuda la vita
mentre si parla una lingua per dire qualcosa.
Uscire di sera rende la sera più bella 
ma è il poco sole obliquo la sera senza parole.
Vedere nuda la vita quando c’eri con le tue cose.
Adesso le cose sono sole, 
non c’è la promessa del tuo svegliarti
e continuare con le ciabatte, le tazze, i cucchiai.
Non è valsa la pena affaccendarsi.
Il gioco dei giorni è la promessa che non sapevi
a perdere sempre da prima.

---
act. 2020

martes, abril 10, 2012

Mario Benedetti (Udine, 1955-Piadena, 2020) / Dos poemas






Mi nombre se ha equivocado al creer en la continuidad
emocionada, sus antiguos lugares íntimos, mi historia.
Las palabras han seguido su curso.
Los hospitales no tienen carriles. Del cementerio de los perros,
cercano al vertedero de Limbiate, salen los muertos con collar.
Nada se condensa. Se dispersa en el teléfono mi pecho.
Las palabras han seguido su curso.
Sólo estás cansado, repite una voz cualquiera.

*

Las palabras están en las historias que me has hecho ver.
¡Cuánto no he visto nunca, y cuánto no se dice hoy!
Va adelante confiado el cuerpo ciego y obligado a permanecer.

Tu mano no busca hongos.
Tu mano se ha cerrado los ojos con curitas.
¿Lo ves? ¿Qué se puede hacer?

Mario Benedetti (Udine, Italia, 1955-Piadena, Italia, 2020), Tersa morte, Mondadori, 2013
Versiones de Jorge Aulicino


Il mio nome ha sbagliato a credere nella continuità
commossa, i suoi luoghi intimi antichi, la mia storia.
Le parole hanno fatto il loro corso.
Gli ospedali non hanno corsie. Dal cimitero dei cani
vicino alla discarica di Limbiate escono i morti al guinzaglio.
Non si addensa nulla, si disperde al telefono il mio petto.
Le parole hanno fatto il loro corso.
Sei solo stanco, ripete una voce qualunque.



Le parole sono nelle storie che mi hai fatto vedere.
Quanto non è mai visto, e quanto non si dice oggi!
Va avanti fidandosi il corpo cieco e obbligato a stare.

La tua mano non cerca i funghi.
La tua mano si è chiusa gli occhi con i cerotti.
Lo vedi? Cosa si può fare


Foto: Benedetti en La dimora del tempo sospeso

act. ago. 2020