sábado, noviembre 30, 2024

Edith Södergran / Virgen moderna


No soy una mujer. Soy un neutro.
Soy un niño, un paje y una valerosa decisión,
soy un rayo alegre de un sol escarlata.
Soy una red para todos los peces glotones,
soy un brindis en honor a todas las mujeres,
soy un paso hacia la coincidencia y la perdición,
soy un salto a la libertad y al propio yo.
Soy el susurro de la sangre en el oído del hombre,
soy un escalofrío del alma, deseo y negación de la carne,
soy el anuncio de entrada a nuevos paraísos.
Soy una llama, curiosa y animada,
soy un agua, profunda y atrevida hasta las rodillas,
soy un fuego y agua en sincera unión sin condiciones…

[1916]

Edith Södergran (San Petersburgo, Rusia, 1892 – Raivola, Finlandia, 1923), Un encuentro con tres poetas suecas, Editorial Yaugurú, Montevideo, 2021; "La tormenta y otros cincos poemas de Edith Södergran traducidos del sueco", Revista Aullido, octubre 19, 2022
Traducción de Hebert Abimorad


Vierge Moderne

Jag är ingen kvinna. Jag är ett neutrum.
Jag är ett barn, en page och ett djärvt beslut,
jag är en skrattande strimma av en scharlakanssol…
Jag är ett nät för alla glupska fiskar,
jag är en skål för alla kvinnors ära,
jag är ett steg mot slumpen och fördärvet,
jag är ett språng i friheten och självet…
Jag är blodets viskning i mannens öra,
jag är en själens frossa, köttets längtan och förvägran,
jag är en ingångsskylt till nya paradis.
Jag är en flamma, sökande och käck,
jag är ett vatten, djupt men dristigt upp till knäna,
jag är eld och vatten i ärligt sammanhang på fria villkor…
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Foto: Revista Aullido

viernes, noviembre 29, 2024

Harry Martinson / Dos poemas


Aves marinas 

Aves marinas son nuestros pensamientos
siempre volando.
Mientras tomamos la sopa de carne
en el comedor del barco junto al Cabo God
nuestra vieja ave marina deja caer un excremento
sobre la piedra miliar del mar-Rockall
o dormita como un pingüino somnoliento-
con la pechera de su camisa recién lavada-
allá abajo junto a la barrera de Ross-
o susurra como una paloma cansada de volar
en el oído de Karen, mi amada Karen,
en la cocina del alcalde de Kerteminde.
Aves marinas son nuestros pensamientos
y siempre se alejan de nosotros volando;
y nosotros seguimos sentados en el comedor junto
al Cabo God –enhollinados, sudorosos- y la sopa de carne
bien lo sabe Dios no es muy allá-


Li Kan expone su opinión sobre los gallos 

El gallo fuerte hace el último momento
una exhibición ante la fuerte y ciega vida
para demostrar que está a la altura de ella.
Pero el que se atreve a ser el débil no se apresura.
Lo que opine la vida no puede opinarlo él.
Lo que le da la vida lo aprovecha pacíficamente
como el pollo perseguido a picotazos en el bosque de la vida. 

Su concepto de la vida no es negación, ni odio ni desprecio,
sino la triste aceptación, que a veces puede mezclarse con alegría,
de existir, no obstante, un breve tiempo.
Canta tristemente sobre la tumba del gallo fuerte.

Harry Martinson (Jämshög, Suecia, 1904 - Gnesta, Suecia, 1978), Altazor, revista electrónica de literatura, año V, noviembre de 2024
Traducción al español de Francisco J. Uriz

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jueves, noviembre 28, 2024

Diego Rodríguez Reis / De "After ego"


a los héroes de ayer

los héroes han transmutado
ya sin las broncíneas espadas
o los pesados revólveres
hermenéutica en mano
andan
sin descanso
a la busca de sentido
lúcidos exhaustos
echándole el guante a cuanto
dato imagen signo ande 
dando vueltas

les debemos
al menos respeto
cuando menos
cariño o admiración
a esos aquiles modernos
que lidian día con día
con la filosofía filología
álgebra lógica epistemología
etimología lingüística criminalística
psicología semiótica y demás hidras 
y esfinges cotidianas

a esos héroes de ayer
transustanciados
hoy

¡salve!

yo sé que ellos
aprueban y necesitan
esta 
traducción


fiel y discreto

ahora
arrecian las iglesias
las sinagogas
los blogs
los templos

yo 
ya buscaba a dios
derramaba 
lágrimas nocturnas
y diarias
oraciones
cuando todo esto era campo

Diego Rodríguez Reis (Buenos Aires, 1979)

After ego
,
Buenos Aires, 2024









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miércoles, noviembre 27, 2024

Luciano Erba / Del Dr. K


(con tres glosas y una variante)

Suéltate, acuéstate, relájate
y asocia las imágenes del sueño
el clergyman de los curas
la panza de los atunes
las ciruelas
las ciruelas blancas de Bohemia -1
¡asocia! Es difícil
ce blanc ci tendre de pl'tre
sous un ciel de vent d'ouest
sali par les cheminèes d'hiver -2
¡asocia! después del viaducto empezamos a subir
entre dos setos de zarzamoras -3
¡asocia! subía escaleras recién pintadas
de casas recomenzadas
arrancaba grumos de nimio de las barandas
¡asocia, asocia! ¡pero regresa el atún!
asocia suelta relaja
subía escaleras sobre el mar
K. sentado como Napoleón
Decide
Subir escaleras es como (Adler) amar. -4

1 habíamos partido de Mariahilfe hacia las flores de porotos entre las amapolas de alta montaña

2 Variante ce blanc des cuisses des filles quand elles quittent leurs bas noirs dans un meublè

3 fue un verano de flores arrancadas de trenes frescos, de postigos entreabiertos

4 ¿fue cuando sobre una silla de mimbre tatuaba el mono de Rimini?

Luciano Erba (Milán, Italia, 1922 - 2010),  Il male minore, Mondadori, 1960
Versión de Jorge Aulicino

Más poemas de Luciano Erba en Otra Iglesia Es Imposible, Periódico de Poesía


Dal dottor K.
(con tre glosse e una variante)
 
Si sciolga si stenda si rilassi
e associ le immagini del sogno
il sottogola dei preti
la pancia dei tonni
le prugne
le prugne bianche di Boemia 1
associ! Ë difficile
ce blanc ci tendre de pl‚tre
sous un ciel de vent d'ouest
sali par les cheminèes d'hiver 2
associ! dopo il viadotto cominciammo a salire
tra due siepi di rovi 3
associ! salivo scale verniciate di fresco
di case ricominciate
strappavo grumi di minio dalle ringhiere
associ, associ! ma ritorna il tonno!
associ si sciolga si rilassi
salivo scale sopra il mare
K. seduto come Napoleone
Decide
Salire scale è come (Adler) amare. 4
 
1 eravamo partiti da Mariahilfe fino ai fiori dei fagiolitra i papaveri d'alta montagna
 
2 Variante: ce blanc des cuisses des filles quand elles quittent leurs bas noirs dans un meublè
 
3 fu uníestate di fiori divelti di treni freschi, díimposte socchiuse
 
4 fu quando su una sedia di vimini tatuavo la scema di Rimini?
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martes, noviembre 26, 2024

Sergio Velazquez / De "El recado y otros escritos"


1937 

Horacio del cianuro en el ocaso,
del rojo barro 
y de la selva casta.
Horacio del amor de las doncellas,
gótico Horacio, 
misteriosa gema.

Ahí están la jangada,
los mensú,
el almohadón,
los opas, 
la anaconda, 
y la cercana muerte tan cercana.
en el fatal gatillo traicionero.

Atardece en Misiones, 
una flor de lapacho a la deriva
deja sus alas en el Yabebirí.
La noche entra en la noche
y más allá del yerbatal espeso
renacen las criaturas,
que vuelven a soñarte, 
eternamente.


Flaco

Ya ascendiste a la nave del errante,
con Fermín, con Artaud, con los dementes
que beben soledades y amarguras.
Ya circundan Haedo, y las terrazas
se pueblan de malvones y duraznos
sangrando melodías que son lágrimas.
Ya el mudo te hizo un sitio en el comando,
y el santo te sonríe con ternura.
Ese es tu cielo. Tu mundo de corcheas
y metáforas, lejanas muchas veces,
abrieron una grieta en los cerebros.
Tachonan nuestro cielo, ahora eclipsado,
tu diamante dulzura, tu muchacha
de ojos de papiro, tus plegarias.


La voz
                 A propósito de "Moisés" de J.J. Saer

“Ahora, te elijo entre mi rebaño.
Podrías haber sido cualquiera (las piedras son infinitas en el yermo), 
pero para ti estaban destinadas la voz en la zarza, el báculo y la tabla. 
El látigo golpea las espaldas y la arena está manchada de sangre.
Ahora unjo con mantequilla tu frente.
No condesciendo a la pena.
No escribo promesas en aguas bermejas.
Conozco el desprecio y la desobediencia de los muchos.
Vivirás para salvar unos pocos guijarros,
matar al becerro
y perpetuar mi nombre.
Antes de llegar a la tierra prometida,
la muerte pisará tu manto 
y no me habrás visto.”


Panadería

Aromas de espigas en la madrugada,
la vereda poblada de pasado es una romería
mechones canos que aguardan su pitanza
esclavos de Ramsés 
legionarios 
devotos que parten la ración en una catacumba
viajeros de la diáspora en pascuas clandestinas
los Forclaz tenaces en la molienda
campesinos que humillan el césped de la Reina
Valjean y su mendrugo.

El recuerdo es un remoto margen
un puente carcomido
y una balsa

En mi calle, 
la niña del olvido
me dejó unos retazos
bordados de memoria

Hoy el pan me trae una ceniza
apenas encendida en la fragua del tiempo.

Sergio Velazquez (Buenos Aires)

El recado y otros escritos
,
Barnacle,
Buenos Aires, 2024-2025









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Foto: Barnacle

lunes, noviembre 25, 2024

Javier Sologuren / Dédalo dormido

         
                  Most musical of mourners, weep anew!
                  Not all to that bright station dared to climb.
                                                                    Shelley

Tejido con las llamas de un desastre irresistible,
atrozmente vuelto hacia la destrucción y la música,
gritando bajo el límite de los golpes oceánicos,
el hueco veloz de los cielos llenándose de sombra.

Ramos de nieve en la espalda, pie de luz en la cabeza,
crecimiento súbito de las cosas que apenas se adivinan,
saciado pecho con la bulla que cabalga en lo invisible.

Perecer con el permiso de una bondad que no se extingue.
Ya no ser sino el minuto vibrante, el traspaso del cielo,
canto de vida rápida, intensa mano de lo nuestro, desnuda.

Hallarse vivo, despierto en el espacio sensible de una oreja,
recibiendo los pesados materiales que la música arroja
desde una altura donde todo gime de una extraña pureza.
Miembros de luz sorda, choques de completísimas estatuas,
lámparas que estallan, escombros primitivos como la muerte.

Vaso de vino pronto a gemir en una tormenta humana,
Con una sofocante alegría que olvida el arreglo de las cosas,
ebrio a distancias diferentes del sonido sin clemencia,
errando reflexivo entre el baile de las puertas abatidas,
alistando una racha salobre en la inminencia de la muerte,
pisando las hierbas del mar, las novedades del corazón,
pulsando una escala infinita, un centro sonoro inacabable.

Modificado por una azarosa, por una incontrolable compañía.

Pisadas en nuestro corazón, puertas en nuestros oídos,
temblor de los cielos de espaldas, árboles crecidos de improviso,
paisajes bañados por una murmurante dulzura, por una sustancia
que se extiende como un vuelo irisado e instantáneo.

Prados gloriosos, estío, perfil trazado por un dedo de fuego,
blanco papel quemado para siempre detrás de los ojos,
valles que asientan su línea bajo el zureo de las palomas,
fuentes de oro que agitan azules unos brazos helados.
Quietud del mar, neutros estallidos de un imperio cruento,
mudas destrucciones, espuma, golpes del espacio abierto.

Sueños que toman cuerpo, coherentes, en una silenciosa tentativa;
mecanismos ordenados en medio de una numerosa vehemencia,
lujo intranquilo del cielo que sella una hora inmune.

Cuerpo que asciende como la estatua de un ardoroso enjambre
buscando muy arriba la inhumana certeza en que se estalla
para quedar inmensamente vacío y delirante como el viento.

Una idea, Dédalo, una idea que iba a acarrear nuestro futuro
(un sueño como un agua amarga que mana desde la boca del sol),
los planos hechos a perfección, la elocuencia del número,
el ingenioso resorte para suplantar los ojos de la vida,
todo era una inocente flecha en tránsito de lucidez y muerte.

Ciudades perdidas por un golpe de viento, ganadas por un sueño.
Palabras incendiadas por la fricción de un remoto destino,
murallas de un fuego levantado al que no nos resistimos
canto arrancado a la tumultuosa soledad de un pecho humano.

Javier Sologuren (Lima, 1921 - 2004), Dédalo dormido, Cuadernos Americanos, México, 1949; Altazor, año 5, noviembre 2024

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domingo, noviembre 24, 2024

Eugenio Montejo / Tres poemas


Escritura

Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.

No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.

Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.

Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.


El sol en todo

El trópico y sus horas de calor,
el sol sobre las cosas día tras día,
y el rencor de los malos matrimonios...
Se oye un sapo a la sombra en todo esto 
que no se ve porque no hay sombra,
sino luz recta y piedras refractarias.
El calor de las horas emerge con su lava
de pantanos volcánicos.
Hay silbatos de barcos en el polvo sin puerto,
un salobre espejismo sin espumas, 
el acre aroma de frutas descompuestas
y el color sin color de la miseria.

—¿Qué más, qué menos, cuál sopor no dicho,
cuál nieve inalcanzable en densos copos
cayendo siempre como blancos sapos,
en las noches más tórridas y amargas?
... Y cuanto no se tuvo ni ha de tenerse nunca,
lo que perdimos antes de este mundo,
el calor con su tedio y su postedio
y la tierra que gira para otros
y tanto sol en todo, hasta de noche,
y el rencor de los malos matrimonios.


Mare nostrum

El horizonte es intuitivo
pero las palmas a la orilla del mar
se sirven té y hablan de los clásicos.

El horizonte es intuitivo y la noche y los barcos
que a esta hora retornan a puerto
por los confines del Atlántico.
Hay un bar de roída madera
donde el agua se rompe en marejada.
Hay una casa miserable
con el grito de un niño en las paredes,
un grito azul, de náufrago.

La luna ronda blanca e intuitiva
pero las palmas conservan sus gafas.
Abstraídas prosiguen sus charlas
ante el mar, ante el salobre té del mar,
sorbo tras sorbo y hablan de los clásicos.

Eugenio Montejo (Caracas. 1938 - Valencia, Venezuela, 2008), Los ausentes y otros poemas, antología del autor, colección Un Libro por Centavos n° 31, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2007

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sábado, noviembre 23, 2024

Constantino Mpolás Andreadis / Zapatero remendón, 15


Carece de anillo

carece de anillo
pero no de sombrero
su cuerpo es redondo como un fruto
como una primavera al pie de un volcán
como el borde de un pájaro
cuando vuela como ella
o sea
como un pañuelo
donde los dioses se cultivan como plantas 
    que han perdido sus uñas
y ella es delgada y alta como el bronce
como una caja de dominó
las 28 fichas del juego
revueltas boca arriba unas del revés las 
    demás
como si todas fueran ella
es más
como si fuera un hombre
porque los dioses no tienen sombra ni
    sombrero
ni agallas ni medallas
y se alimentan de los resucitados
de las corbatas voluntarias y los zapatos
    negros
un dios no es otra cosa que un paraguas
    roto
y el hombre no es un paraguas ni un dios
y esa mujer es hermosa como su reflejo en
     unos ojos muertos
y esos ojos continúan abiertos mientras ella
     se peina con la eternidad de una rosa
y sus cabellos son efímeros pero sus
    ademanes son de oro
y si nos mirara dos veces nos duplicaría
y si nos mirara tres veces nos derrumbaría
    como un himalaya o una madre
y tendríamos piedras y gaviotas y otras falsas
    herencias
y volveríamos a inventar nefertiti
y nos esperarían con cebollas y travestis
y nos encogeríamos de hombros
porque cómo podríamos olvidarla
sin seducirla previamente con una pecera o
    un dedal

Constantino Mpolás Andreadis (Buenos Aires), Literatura Constantino, 29 de julio de 2012

Más poemas de Constantino Mpolás Andreadis en Otra Iglesia Es Imposible
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Foto: Constantino Mpolás Andreadis, Facebook, 10 de julio de 2016

viernes, noviembre 22, 2024

Luis O. Tedesco/ De "Sangre subjetiva"


Dejala ir, no se te ocurra
untar la herida, desinfectarla
con pomadas y teóricos plumajes,

ni lavar con meadas evangélicas
el flujo salvaje de su nadie,
ese que raspa, muerde tu nirvana.


*

Dejala ir, no la conjugues
en el sibil sin aire de tu mímesis,
¡ese orden que la matrícula pondera!

Es vozarrón, oxígeno de pampa,
simún en tu temblor en cautiverio,
¡esa matriz de muerte que nos urge!


*

Dejala ir, aunque chueca, medio tarta,
se manca tribunera vayejiana
en albores sin madre de la imagen.

Va donde no va, su espuma
cavila en los suburbios de la mente
sin dios, sin aire, sola con su tripa

va donde no va el fajo misionero.


*

Dejala ir, no siempre es gentil
su manar de borrasca, su dación
de pavor sopleteando en el cerebro.

Sus minúsculas lidian entre sí,
buscan el palo mayor, la constancia
de fazer entreveros de limpieza.

*

Dejala ir, la oscuridá,
el quieto baldosón de las palabras,
sin sonido, sin pose de oración

o anatema, sin discurso
de ménades piafantes, sin herida
donde saciar sus venas invisibles,

quebranto de no ser de la materia.

Luis O. Tedesco (Buenos Aires, 1941)

Sangre subjetiva
,
Cartografías y
Ediciones La Yunta,
Buenos Aires, 2024








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jueves, noviembre 21, 2024

Sona Van / Biografía


Mi abuelo era sacerdote
creía en Dios de 9 a.m. a 6 p.m.
después de las 6 p.m. descansaba  

mi padre era físico
de 9 a.m. a 6 p.m. refutaba a Dios
y después de las 6 p.m. creía en Dios secretamente  

mi tía guardaba todas sus cartas de amor
en páginas raídas de Biblia 
en la secuencia de las revelaciones
ella leía la Palabra de Dios
y sus cartas de amor
con la misma expresión en su rostro
y en ambas confiaba sólo la mitad 

dependiendo de su misteriosa sonrisa
a través del ojo de la cerradura
era difícil saber
a quién prefería mi tía
para la salvación
de ese día  

mi madre
(estaba a punto de olvidarlo)
no tenía tiempo para creer o no creer
estaba siempre ocupada
creando algo desde la nada
mi madre siempre estaba en silencio  

Heredé la fe diurna de mi abuelo
la fe crepuscular de mi padre
la sonrisa de mi tía
y las manos de mi madre 

mi padre físico creía seriamente
la historia 
de que Cristo nació en un pesebre
mi padre decía
que a veces las historias
que parecían absurdas al principio
pueden ser ciertas,
porque nadie (decía mi padre)
se permitiría
inventar semejante historia  

mi padre siempre habló con simpatía
de José
mi padre físico creía en milagros también
mi madre era un milagro  

estos días
llevo a Dios bajo mi camisa
como un pan recién horneado
y lo comparto con cualquiera
que se cruce en mi camino  

en nuestra cocina
el gran abrevadero de madera
siempre estaba lleno de masa en igual medida
era como si mi madre hiciera masa de sus dedos
o más bien
la masa parecía ser la metamorfosis
de los dedos de mi madre en el abrevadero de madera 

mi madre a veces trataba de secar
el sudor de su ceño                                 
y diez chorros iguales de masa salían
desde los dedos de mi madre hasta su frente 

mi padre decía que mi madre
nos hizo de masa y se reía
mi madre guardaba silencio y continuaba
colgando blancos ángeles de masa
de las puntas de sus dedos  

mi madre 
lo juro
podría caminar sobre el agua
si sólo pudiera despegar sus dedos
de la masa…

Traducción de la autora
En Otra Iglesia Es Imposible: Mi tío, lisiado de guerra
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Foto: Sona Van/Facebook

miércoles, noviembre 20, 2024

Dolores Etchecopar / De "No hables tan rápido delante de la noche"



El cartero

el cartero tardó 65 años en llegar
tuvo percances
le dieron un beso y cerró los ojos
vio morir a su padre
cuidó a su perro enfermo
tuvo un huerto que abandonó
por aliarse a los insectos
que devoraron todo lo sembrado
el cartero tardó 65 años en llegar
mientras tanto tuve percances
cuando creí estar afuera estaba adentro
vi morir a mi padre
y no sostuve su mano
mi cuerpo esculpido en desapariciones
me llamó con muchos nombres
y sin responder
me quedé dormida
en el país tumultuoso de los muertos
con denuedo me puse a la par de ellos
a buscar las dos orillas del río
el cartero tardó 65 años en llegar
tuvo percances
se enamoró de una ola
que levantó sus pies sin derribarlo
cuando recordó la carta

todas las puertas del mundo estaban en guerra
y ya no supo dónde se encontraba
cuál era mi puerta
entregó la carta al primero que pasaba
en los ojos de un extraño vivió la carta que iba a traerme
cuando el cartero tocó el timbre
habían pasado 65 años
llegó con el invierno
en las manos vacías vi el fulgor de su contento
su llegada por fin y solo eso
ninguna otra cosa tenía para darme


XI

a veces hay que volverse hacia los Antiguos
sus voces atraviesan los siglos
como luz de estrellas extintas
sus voces sacudidas por el viento feroz de la historia
así trastocadas álgidas
hasta aquí llegan intactas las preguntas
y dañados los argumentos
por sus fisuras nos llega el sollozo el desespero de alguien
que antes de morir sueña una puerta
y golpea el muro con palabras
deja marcas partituras
para un instrumento roto

pero hay otras voces unas pocas
no piden que ceda la última puerta
ellas se abren como ramas
abrazan el sol
y sostienen por unos instantes
lo que en ellas se posa
sea eso una araña
o el Espíritu Santo


XVII

el tilo de ramas desgajadas
mora en lo que demora su caída
las palabras comenzaron a tararear la muerte
no puedo detenerlas
a mis penas les pido
que se entiendan con los muertos
los muertos se desprenden de mi vida
mientras respiro
y cuando lloro
caminan más rápido que yo
hacia el día inmenso

Dolores Etchecopar (Buenos Aires, 1956)

No hables tan rápido delante de la noche
,
Buenos Aires, 2024









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Foto: Altazor

martes, noviembre 19, 2024

Emily Dickinson / No me hables de los árboles del verano...



No me hables de los árboles del verano
El follaje de la mente
Es un tabernáculo para pájaros
No corpóreos
Y los vientos marchan por ahí al mediodía
Hacia sus hogares etéreos
Cuyos clarines convocan hasta al más pequeño de nosotros
Hacia reinos inéditos

Emily Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 1830- 1886), Zoon Phonanta, noviembre 14, 2024
Versión de Isaías Garde

Más poemas de Emily Dickinson, por distintos traductores, en Otra Iglesia Es Imposible


J1634 *

Talk not to me of Summer Trees
The foliage of the mind
A Tabernacle is for Birds
Of no corporeal kind
And winds do go that way at noon
To their Etherial Homes
Whose Bugles call the least of us
To undepicted Realms

La inicial J refiere a la primera edición ordenada de los poemas completos de Emily Dickinson, realizada en 1955 por Thomas Johnson para la Universidad de Harvard en los Estados Unidos; la segunda edición ordenada, aunque de modo diferente, fue la de R. W. Franklin (1998), también para Harvard.
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Imagen: Retrato de Emily Dickinson basado en el daguerrotipo de 1846 o 1847, una de las dos fotografías de la escritora reconocidas por el Amherst College, de Massachusetts, Estados Unidos. La Izquierda Diario

lunes, noviembre 18, 2024

Carolina Kibudi / Dos poemas




Insondable

Remolinos
en el aire.
Danza azul
de la ventisca.

Del otro lado
del tiempo,
en sus bordes
marginales,
el sueño
sigue su viaje
hacia el fin.

Bocanada exiliada
de territorios
vastamente explorados.

Donde los restos
resurgen de las cenizas
para tener
nuevamente
un nombre.

Todos queremos lo mismo.
Y, sin embargo,
algo distinto
cada vez.

Todos buscamos algo
que es todo
y es nada
también.

Mientras el tiempo
nos guarece del olvido
al pie de escaleras
que suben y bajan
por rellanos crepusculares
que invitan
a descansar.


Prehistoria

Un surco
en el vacío

donde la nada
se vuelve traza

en la horda
de los días
por venir.

Carolina Kibudi (Buenos Aires, 1982), Devenir, Barnacle, Buenos Aires, 2022

Más poemas de Carolina Kibudi en Poetas Argentinos, Sofiaterra
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Foto: Barnacle

domingo, noviembre 17, 2024

Cesare Pavese / Paisaje IV



                                                                 (A Tina)

Los dos hombres fuman en la orilla. La mujer que nada,
sin romper el agua, no ve más que el verde
de su breve horizonte. Entre el cielo y las plantas
se extiende esta agua, que la mujer recorre,
sin cuerpo. En el cielo se posan nubes,
como inmóviles. El humo se detiene a medio aire.

Bajo el hielo del agua está la hierba. La mujer
la recorre suspendida, pero nosotros la aplastamos,
a la hierba verde, con el cuerpo. No hay a lo largo del agua
otro peso. Nosotros solos sentimos la tierra.
Quizá el cuerpo alargado de ella, sumergido,
siente el ávido hielo absorberle el sopor
de los miembros soleados y derretirla viva
en el verde inmóvil. Su cabeza no se mueve.

Ella estaba tendida también, allí la hierba está doblada.
Su rostro entornado posaba sobre el brazo
y miraba la hierba. Ninguno decía una palabra.
Se estanca aún en el aire aquel primer chapoteo
que la recibió en el agua. Sobre nosotros se estanca el humo.
Ahora, ha llegado a la otra orilla y nos habla, goteante
su cuerpo atezado que surge entre los troncos.
Su voz es el único sonido que se oye sobre el agua
-ronca y fresca, es la misma voz de antes.

     Pensamos, tendidos
sobre la orilla, en ese verde más hondo y más fresco
que sumergió su cuerpo. Después, uno de nosotros
se tira al agua y cruza, descubriendo los hombros
en brazadas espumosas, el verde inmóvil.

[1934]

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908 - Turín, Italia, 1950), "Trabajar cansa", Poesía completa, Barnacle, Buenos Aires, 2024
Versión de Jorge Aulicino

Más poemas de Cesare Pavese en Otra Iglesia Es Imposible
Una selección de poemas de Pavese en italiano en Avamposto
Una introducción a los poemas de Pavese en Op. Cit.


Paesaggio IV

I due uomini fumano a riva. La donna che nuota
senza rompere l'acqua, non vede che il verde
del suo breve orizzonte. Tra il cielo e le piante
se distende quest'acqua e la donna vi scorre
senza corpo. Nel cielo si posano nuvole
come immobili. Il fumo si ferma a mezz'aria.

Sotto il gelo dell'acqua c'è l'erba. La donna
vi trascorre sospesa; ma noi la schiacciamo,
l'erba verde, col corpo. Non c'è lungo le acque
altro peso. Noi soli sentiamo la terra. 
Forse il corpo allungato de lei, che è sommerso,
sente l'avido gelo assorbirle il torpore
delle membra assolate e discioglierla viva
nell'immobile verde. Il suo capo non muove.

Era stesa anche lei, dove l'erba è piegata.
Il suo volto socchiuso posava sul braccio
e guardava nell'erba. Nessuno fiatava.
Stagna ancora nell'aria quel primo sciacquío
che l'ha accolta nell'acqua. Su noi stagna il fiumo.
Ora è giunta alla riva e ci parla, stillante
nel suo corpo annerito que sorge fra i tronchi.
La sua voce è ben l'unico suono che si ode sull'acqua
-rauca e fresca, è la voce di prima.

     Pensiamo, distesi
sulla riva, a quel verde più cupo e più fresco
che ha sommerso il suo corpo. Poi, uno di noi
piomba in acqua e traversa, scoprendo le spalle
in bracciate schiumose, l'immobile verde.
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Ilustración: Cesare Pavese por Tullio Pericoli, 1990

sábado, noviembre 16, 2024

Oscar Hahn / De "Reencarnación de los carniceros"


Reencarnación de los carniceros 

          Y salió otro caballo, rojo: y al que estaba
          sentado sobre éste, le fue dado quitar de
          la tierra la paz, y hacer que los hombres
          se matasen unos a otros.
                                      San Juan, Apocalipsis


Y vi que los carniceros al tercer día,
al tercer día de la tercera noche,
comenzaban a florecer en los cementerios
como brumosos lirios o como líquenes. 

Y vi que los carniceros al tercer día,
llenos de tordos que eran ellos mismos,
volaban persiguiéndose, persiguiéndose,
constelados de azufres fosforescentes. 

Y vi que los carniceros al tercer día,
rojos como una sangre avergonzada,
jugaban con siete dados hechos de fuego,
pétreos como los dientes del silencio. 

Y vi que los perdedores al tercer día,
se reencarnaban en toros, cerdos o carneros
y vegetaban como animales en la tierra
para ser carne de las carnicerías. 

Y vi que los carniceros al tercer día,
se están matando entre ellos perpetuamente.
Tened cuidado, señores los carniceros,
con los terceros días de las terceras noches.


O púrpura quemada o nieve roja

                          Batalla de Stalingrado, 1943

Está la sangre púrpura en la nieve
tocando a solas llantos interiores
al soplo de memorias y dolores
y toda la blancura se conmueve
Fluyendo van en ríos de albas flores
los líquidos cabellos de la nieve
y va la sangre en ellos y se mueve
por montes de silencio silbadores
Soñando está la novia del soldado
con aguas y más aguas de dulzura
y el rostro del amado ve pasar
Y luego pasa un río ensangrentado
de blanca y hermosísima hermosura
que va arrastrando el rostro hacia la mar

Oscar Hahn (Iquique, Chile, 1938), Reencarnación de los carniceros, Visor, Madrid, 2019

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viernes, noviembre 15, 2024

Eugenio Montale / Sobre una carta no escrita


Por un hormigueo de albas, por unos pocos
hilos en los que se enrede
el arco de la vida y se entrelace
con horas y años, hoy los delfines en parejas
¿hacen cabriolas con sus hijos? Oh, que no oiga
nada sobre ti, que escape del resplandor de
tus pupilas. Hay otras cosas en la tierra.

Desaparecer no sé ni reaparecer; tarda
la fragua bermellón
de la noche, la tarde se hace larga,
la oración es un suplicio y todavía
entre las rocas que surgen no recibes
la botella del mar. La onda, vacía,
rompe sobre el cabo, en Finisterre.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino


Su una lettera non scritta
 
Per un formicolio d' albe, per pochi 
fili su cui s'impigli 
il fiocco della vita e s'incollani 
in ore e in anni, oggi i delfini a coppie 
capriolano coi figli? Oh ch'io non oda 
nulla di te, ch'io fugga dal bagliore dei 
tuoi cigli. Ben altro è sulla terra. 

Sparir non so né riaffacciarmi; tarda 
la fucina vermiglia 
della notte, la sera si fa lunga, 
la preghiera è supplizio e non ancora 
tra le rocce che sorgono t'è giunta 
la bottiglia dal mare. L' onda, vuota, 
si rompe sulla punta, a Finisterre. 
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Foto: Eugenio Montale en su casa en Milán, Italia, 1972 Keystone/Getty Images

jueves, noviembre 14, 2024

Lawrence Ferlinghetti / El mundo es un hermoso lugar...


Poema XI

El mundo es un hermoso lugar
                                     para nacer
si a Ud. no le importa que la felicidad
                                      no siempre sea
                                               tanta diversión
si a Ud. no le importa un golpe infernal
                                 de vez en cuando
justamente cuando todo está bien
                          porque aún en el paraíso
           no se canta
                 todo el tiempo

El mundo es un hermoso lugar 
                       para nacer
si a Ud. no le importa 
                    que la gente muera
                                     todo el tiempo
o que sólo desfallezca
                    parte del tiempo
lo que no es tan temible
                      si a Ud. no le pasa

Oh el mundo es un hermoso lugar
                            para nacer
si a Ud. no le importan
                    unas cuantas mentes paralíticas
en las posiciones más altas altas
                                o una bomba o dos
de vez en cuando
              sobre su cara mirando el cielo
o algunas otras inconveniencias
                       de las 
que nuestra sociedad de Marca Nueva
es víctima
           con sus hombres de distinción
y sus hombres de extinción
                        y sus curas
y otros patrulleros
                y sus varias agregaciones
                                y otras constipaciones
                 que nuestra carne loca
                        hereda

Sí, el mundo es el mejor de los lugares
                                   para un montón de cosas
             hacer la escena divertida
                         y hacer la escena del amor
y hacer la escena triste
              y cantar canciones bajas y tener inspiraciones
y pasear
       mirándolo todo
                  oliendo flores
       y derribando estatuas
                         y hasta pensando
                                  y besando gente
y haciendo niños y calzando pantalones
                                  y besando gente
                              y ondeando sombreros
                    y bailando
                            y nadando en los ríos
            en picnics
                    en medio del verano
     y generalmente "seguir viviendo"

  pero en medio de todo esto
                         viene el sonriente
                                                funebrero

["Poems from Pictures of the Gone World (1955)", 11. A Coney Island of the Mind, 1958] 

Lawrence Ferlinghetti (Yonkers, Estados Unidos, 1919 - San Francisco, Estados Unidos, 2021), Nueva poesía U.S.A. De Ezra Pound a Bob Dylan, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1970
Traducción de Marcelo Covián


11

The world is a beautiful place 
                                              to be born into 
if you don’t mind happiness 
                                           not always being 
                                                               so very much fun 
       if you don’t mind a touch of hell
                                                 now and then
                just when everything is fine
                                                       because even in heaven
                                they don’t sing 
                                                  all the time


        The world is a beautiful place
                                                     to be born into
       if you don’t mind some people dying
                                                           all the time
                        or maybe only starving
                                                    some of the time
                 which isn’t half so bad
                                               if it isn’t you


      Oh the world is a beautiful place
                                                   to be born into
               if you don’t much mind
                                            a few dead minds
                   in the higher places
                                             or a bomb or two
                          now and then
                                          in your upturned faces
         or such other improprieties
                                              as our Name Brand society
                             is prey to
                                       with its men of distinction
             and its men of extinction
                                             and its priests
                         and other patrolmen
                                                  and its various segregations
         and congressional investigations
                                                     and other constipations
                    that our fool flesh
                                              is heir to


Yes the world is the best place of all
                                                       for a lot of such things as
         making the fun scene
                                         and making the love scene
and making the sad scene
                                    and singing low songs of having 
                                                                                inspirations
and walking around 
                          looking at everything
                                                         and smelling flowers
and goosing statues
                       and even thinking 
                                                 and kissing people and
     making babies and wearing pants
                                                  and waving hats and
                                 dancing
                                        and going swimming in rivers
                          on picnics
                                in the middle of the summer
and just generally
                     ‘living it up’


Yes
   but then right in the middle of it
                                        comes the smiling
                                                                 mortician
                                           
 A Coney Island of the Mind, copyright © 1955 by Lawrence Ferlinghetti. New Directions Publishing Corp.
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Foto: Lawrence Ferlinghetti examina una máscara de la Estatua de la Libertad, en su casa de San Francisco, Estados Unidos. Marzo de 2018 Carlos Ávila González/ San Francisco Chronicle/ Getty Images

miércoles, noviembre 13, 2024

María del Carmen Marengo / De "Las bestias"


Un tipo especial de cabras

Cuando
por alguna razón,
no quieren hacer algo,
(como buscar el pasto para todas,
o dar de mamar a los pequeños)
lo que intentan
es huir hacia arriba.
Logran embaucar
a la princesa de la montaña
y hasta a la misma reina
en ocasiones.
Logran su complicidad
porque conocen (y es lo único que conocen)
todos los desfiladeros
que las llevan más alto.
Desde allí
dominarán
su triste porción
de tierrita
desamparada.


El gliptodonte

Se aferra
al lugar
que consiguió hace años.
Usa sus garras y sus mandíbulas,
saca raíces
como si fuera planta.
Falsea datos.
Todo
para no dejar pasar
a especies más jóvenes.

“El gliptodonte morirá”,
vaticinan algunos libros,
“fruto de su propia incapacidad
adaptativa”.


Chacalas cebadas

La sangre.
Les encantó la sangre.
Les encantó
que se eternizara.
Que fuera desleal
con los que estaban a su lado.
Que los pisoteara,
que ocupara
todos los lugares,
que les robara la comida,
los mantuviera pobres,
estancados
en el barro primero
que a nadie divierte
después de veinte años.
Que falsificara los datos.

Por eso ahora
beatificarán al gliptodonte.
Le pondrán coronita,
lo instalarán en altar
mejor.

Y como la mentira
es su hábitat,
y saben que su poder reside
en sus dientes ocultos,
inventarán otra historia.
Despedazarían a cualquiera
que osara gritar
lo contrario
aunque fuera en el desierto.

María del Carmen Marengo (Balnearia, Córdoba, Argentina, 1968)
Envío de Alberto Cisnero

Las bestias
,
con ilustraciones 
de Juan Pablo Cozzi,
Charco
(editora artesanal),
Buenos Aires, 2023






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martes, noviembre 12, 2024

Paulina Juszko / Del vagar breve

 


Un día brotamos

¿es eso la primavera ?
la dicha se prende desesperadamente a esas puntitas verdes
hablamos de renacimiento de crisálida
le ponemos la tapa a los vientos helados
adiós para siempre adiós
¿es posible?
el miedo se desploma y algo
comienza a manar
allá
dentro del pecho a la izquierda.

*


Y de pronto
la mañana es una cosa simple
pasa un camión con un letrero fileteado
ILUSIÓN  DE  MI  VIDA
montados en un jamelgo dos chicos de blanco delantal
avanzan
en la blancura de los campos.
Hay un solcito joven que balbucea
sobre la helada
sobre el asfalto
y nos deslizamos a través de la trama de la vida
fácilmente
 como un puñal.

Paulina Juszko (La Plata, Argentina, 1938), Del vagar breve, Enigma Editores, Buenos Aires, 1938
Envío de Rolando Revagliatti

Más poemas de Paulina Juszko en Tuerto ReyEmma GunstArcoiris TVPoesía del MondongoPoetas Siglo XXI
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Foto: Paulina Juszko, Facebook

lunes, noviembre 11, 2024

Doris Lessing / Dos poemas



Fábula

Cuando miro hacia atrás me parece recordar el canto.
Sin embargo, siempre hubo silencio en aquella larga y cálida habitación.

Impenetrables, esas paredes, que creíamos
oscurecidas por escudos antiguos. La luz
brillaba sobre la cabeza de una niña o jóvenes extremidades
estirándose al descuido. Y las voces débiles
se elevaban en el silencio y se perdían como el agua.

Sin embargo, pese a que era tranquila y cálida como una mano,
si uno de nosotros corría las cortinas
una lluvia continua soplaba afuera despreocupadamente.
A veces entraba el viento, moviendo las llamas,
y haciendo que las sombras en la pared se encogieran,
o un lobo aullaba afuera en la noche inmensa,
y sintiendo que nuestra carne se helaba nos amontonábamos.

Pero durante un tiempo el baile continuó—
Esto es lo que me parece ahora:
siluetas lentas moviéndose en calma a través
de charcos de luz como una red dorada sobre el piso.
Podría haber seguido, como un sueño, para siempre.

Pero entre un año y otro— ¿sopló un viento nuevo?
¿La lluvia pudrió las paredes al fin?
¿Los hocicos de los lobos llegaron empujando los rayos caídos?

Fue hace tanto tiempo.
Pero a veces recuerdo la habitación con cortinas
y escucho las lejanas voces juveniles cantar.

[Versión de Silvia Camerotto]


Oh cerezos que son demasiado blancos para mi corazón

Oh cerezos que son demasiado blancos para mi corazón,
y todo el suelo blanquean con su muerte,
y todas sus ramas van a sumergirse al río,
y cada gota cae de mi corazón.

Si hay justicia en el ángel de los ojos que brillan,
va a decir “¡Esperá!” y me va a alcanzar una rama de cerezo.
El ángel barbudo, justo y firme como una cabra
levanta una cabeza rumiante y mastica en la nieve con lentitud.

¿Hace falta, cabra, que te quedes acá?
¿hace falta que te quedes acá, quieta?
¿siempre vas a estar parada acá,
a prueba de fe, a prueba de inocencia?

[Versión de Sandra Toro]

Doris Lessing (Kermanshah, Irán, 1919 - Londres, 2013), Fourteen Poems, Scorpion Press, Londres, 1959


Fable

When I look back I seem to remember singing.
Yet it was always silent in that long warm room.

Impenetrable, those walls, we thought,
Dark with ancient shields.  The light
Shone on the head of a girl or young limbs
Spread carelessly. And the low voices
Rose in the silence and were lost as in water.

Yet, for all it was quiet and warm as a hand,
If one of us drew the curtains
A threaded rain blew carelessly outside.
Sometimes a wind crept, swaying the flames,
And set shadows crouching on the walls,
Or a wolf howled in the wide night outside,
And feeling our flesh chilled we drew together.

But for a while the dance went on—
That is how it seems to me now:
Slow forms moving calm through
Pools of light like gold net on the floor.
It might have gone on, dream-like, forever.

But between one year and the next – a new wind blew?
The rain rotted the walls at last ?
Wolves’ snouts came thrusting at the fallen beams?

It is so long ago.
But sometimes I remember the curtained room
 And hear the far-off youthful voices singing.


Oh Cherry trees you are too white for my heart

Oh Cherry trees you are too white for my heart,
And all the ground is whitened with your dying,
And all your boughs go dipping towards the river,
And every drop is falling from my heart.’

Now if there is justice in the angel with the bright eyes
He will say ‘Stop!’ and hand me a bough of cherry.
The bearded angel, four-square and straight like a goat
Lifts a ruminant head and slowly chews at the snow.

Goat, must you stand here?
Must you stand here still?
Is it that you will always stand here,
Proof against faith, proof against innocence?
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Foto: Doris Lessing en Francia, 1990 Louis Monier/ Gamma-Rapho/ Getty Images