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martes, 8 de mayo de 2012

Y quien dice poeta...

JACQUES: Señor, ¿queríais decirme algo acerca de ese poeta?
EL AMO (aún bajo el hechizo de la posadera): ¿Qué poeta?
JACQUES: El joven poeta que fue a visitar al amo de los dos.
EL AMO: ¡Ah, sí! Un día, un joven poeta vino a ver a nuestro amo, el que nos inventó. Los poetas venían con frecuencia a importunarlo. Los jóvenes poetas son siempre legión. Aumentan en unos cuatrocientos mil al año. Sólo en Francia. ¡Pero es aún peor en las naciones menos cultivadas!
JACQUES: ¿Y qué hacen con ellos? ¿Los ahogan?
EL AMO: Esa era la costumbre de antaño. En Esparta, en aquellos buenos tiempos. Allí arrojaban al mar a los poetas desde lo alto de un acantilado inmediatamente después de su nacimiento. Pero en nuestro iluminado siglo se permite que cualquiera viva hasta el fin de sus días.
LA POSADERA (trae una botella de vino y llena los vasos): ¿Le gusta?
EL AMO (tras probar el vino): ¡Excelente! Déjenos la botella. (Sale la posadera.) Así pues, un día, un joven poeta se presenta en casa de nuestro amo y saca un papel de su bolsillo. «Esto sí que es una sorpresa», dice nuestro amo, «¡son versos!». «Sí, versos, Maestro, versos de mi cosecha», dice el poeta. «Os ruego que me digáis la verdad, nada más que la verdad.» «¿Y no tenéis miedo a la verdad?», dice nuestro Amo. «No», responde el joven poeta con voz temblorosa. Y nuestro Amo le dice: «Mi querido amigo,(“no sólo me habéis demostrado que vuestros versos no valen su peso en mierda, )¡sino que jamás los haréis mejores!». «Es mal asunto», dijo el joven poeta, «de modo que me pasaré la vida haciendo malos versos». Y nuestro Amo le responde: «Os lo advierto, joven poeta. ¡Ni los dioses, ni los hombres, ni los postes indicadores han perdonado nunca la mediocridad de los poetas!». «Lo sé», dijo el poeta, «pero no puedo evitarlo. Es un impulso».
JACQUES: ¿Un qué?
EL AMO: Un impulso. «Es un formidable impulso que me empuja a escribir malos versos.» «¡Os advierto una vez más!», grita nuestro Amo; y el joven poeta le responde: «Ya sé, maestro, que sois el gran Diderot y que yo soy un mal poeta, ¡pero nosotros, los malos poetas, somos los más numerosos, siempre tendremos la mayoría! ¡La humanidad entera no está compuesta sino de malos poetas! ¡Y el público, por su espíritu, por sus gustos, por sus sentimientos, no es más que una asamblea de malos poetas! ¿Cómo creéis que los malos poetas podrían ofender a otros malos poetas? ¡Los malos poetas que constituyen el género humano se vuelven locos por los malos versos! ¡Es precisamente por escribir malos versos por lo que me convertiré un día en un gran poeta consagrado!».
"Jacques y su amo", Milan Kundera