LAS UNAS
Planificando las lecturas del verano me encuentro con demasiado de lo que me apetece a rabiar y la imposibilidad de abarcarlo todo en tan corto espacio de tiempo. Hagámoslo semestral, pienso (yo pienso en plural en la intimidad), y así es que me sale una lista con 30 libros que son tan como 30 monumentos a lo inabarcable. Si le quito el componente fantástico el resultado es el de la fotografía: 18 libros, que ya no está mal. Sólo de pensarlo me entra una flojera terrible.
Y es que viendo que este año está siendo un mierda mortal a nivel nacional y parte del extranjero he pensado que es la oportunidad perfecta para tratar de terminar algunos libros que quedaron a medias (los menos) y otros que nunca se empezaron (los más). Los exiliados y Ardinguello están a medio terminar, más cerca del final que del principio; La versión de Barney, Los Bruddenbrook o La Saga/Fuga de J.B todo lo contrario: los empecé y abandoné no sé por qué si me estaban gustando. Bueno, sí lo sé: los dejé precisamente por eso: para disfrutarlos en verano o tiempo de ocio similar. Para el resto, eternas cuentas pendientes, no tengo excusa: se suman a los prejuicios las prisas y las novedades y vence por k.o. la curiosidad al sentido común.
Esta es la parte en que alguno me recordará -ya lo ha hecho- que tengo por leer esto o lo otro, entendiendo como “esto o lo otro” algo de lo siguiente: La familia Mashber, los Thibault, Mason y Dixon, Eumeswil o Sangre Vagabunda. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Y si tengo que elegir (y sí, tengo que elegir) elijo lo que he elegido y bien elegido está.
LAS OTRAS
Y luego están las otras, que, salvo excepciones, son siempre aquellas con las que uno se va cuando no debería. Son las que distraen del objetivo y las que al mismo tiempo ayudan a desconectar de tantísima calidad y tantísima viejunería que es algo que -moderno como es uno- no he podido nunca aguantar mucho tiempo. Aquí están las que ven: desde reconocidos escritores como Aramburu, Pinilla, Vila-Matas o Andújar a otros semi-desconocidos como puedan ser Garrido ("Las flores de Baudelaire"), Cuadrado Martín ("Las caricias de la caridad") y demasiado largo etcétera: Meruane, Luisgé, Uribe, Zanón, Argemi, Barrueco... Por otro lado estos días me han llegado también algunos manuscritos de gente que sospecho se tomó demasiado en serio el post de Tongoy Editions. Habrá que echarles un vistazo igualmente. Nunca sabes lo que te puedes encontrar.
LAS DE MÁS ALLÁ
Y ahora, con su permiso, voy a poner el blog en modo vacaciones. Esto en cristiano quiere decir que seguirá exactamente igual que hasta ahora pero conmigo en bañador, con una cervecita bien fresquita en una mano y alguno de los libros (espero que) del primer bloque en la otra. Dejo escritas y programadas algunas reseñas para que se entretengan este mes (incluyendo un par que tenía que haber publicado el verano anterior). Pocos serán del agrado de muchos, me temo. Serán, o deberían ser, las siguientes:
(FIN)
(Bueno y ahora les voy a contar la verdad de este post que parece tan escrito para sacarles de la aburrición del anterior. Verán, están siendo ustedes vilmente utilizados. Razón, aquí: cuando hace unos seis años dejé de fumar no fue tanto gracias a una cuestión de voluntad como de orgullo: durante todo el año inmediatamente anterior al día D me cansé de contarle a todo el mundo lo que iba a hacer: dejaré de fumar el dos de enero, les decía. Y así fue. A ver con qué cara iba a ir yo después a decirle a esa gente que les había mentido tantísimas veces. Total, que lo dejé y hasta hoy. Pues esto es un poco de lo mismo aplicado a la literatura: se lo cuento con la sana intención de sentirme obligado a leer en el plazo indicado. No pueder ser más difícil que dejar de fumar. No me lo creo.)