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viernes, 8 de enero de 2016

2016: Novedades, promesas y otras mentiras.

No voy a fingir que no me veo venir.

No hace tanto de aquel ya sólo queremos faulkners y casi hemos vuelto a las andadas. Casi, digo (tanto que matizar). La idea de planear un año entero de lecturas cuando toda mi vida he sido incapaz de organizarme a dos días vista se antoja un tanto absurdo, lo sé, pero el plan, en realidad, consiste en dar una idea aproximada de lo que puede que se vayan ustedes a encontrar en este santo blog de aquí al próximo enero. En algunos casos coincidirá con algunas de esas novedades que también me propongo comentar. 

El caso es que arranca 2016 y uno, aficionado desde siempre a toda clase de listas, se apunta a un plan imposible pero inevitable desde que ha empezado el bombardeo informativo de lo que está por venir. Se lo pueden ustedes imaginar: un mundo de color y fantasía, una cosecha excelente y no como el 2015 (ahora que ha pasado ya lo podemos decir), que fue peor que malo, un completo desastre.

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ESTO ES LO QUE VIENE

Entramos en una dinámica aterradora. 

Hace dos o tres años un grupo de gente publicó una serie de libros. Esto significaba que, a su vez, un grupo de editores les había dado en su momento su bendición. Eso por un lado; por el otro y sin hacer apenas ruido para no alertar a la competencia, buscaron en baúles libros, rarezas, productos mediocres lo bastante antiguos para suponerles en la contra un prestigio que nunca habían tenido ni mucho menos merecido. 

Hoy, los mismos escritores vuelven, dos o tres años después, a la carga. Los mismos editores, que nuevamente han bendecido el gesto; los mismos baúles, cada vez más vacíos; los mismos lectores, cada vez menos exigentes. La misma mierda, una vez más.

Me niego a entrar en detalle de lo que está por venir. Me niego a dar una lista detallada de nombres y apellidos y títulos nobiliarios, me niego a indicar la editorial, me niego al comentario de rigor en cada caso. Si están ustedes interesados en tal detalle, pueden visitar vozpopuli, por ejemplo, donde una tal Karina Sainz Borgo hace un repaso a la actualidad o bien el blog que Alberto Olmos tiene en El confidencial y en el que hace exactamente lo mismo (en breve) que la citada muchacha con el valor añadido de ese salero al que nos tiene acostumbrados.

La cosa, ya les digo, es un poco lo mismo de siempre. Están, para empezar, los aniversarios (esos baúles): que si no sé qué novela de Muñoz Molina que hacía por lo menos 15 años que no se reeditaba, con la falta que tiene el mundo de tal cosa, que están las redes clamando al cielo; que si Shakespeare y Cervantes murieron hace como cientos de años y eso hay que celebrarlo (prepárense para las reediciones, biografías y, en el caso del inglés, novelizaciones de sus obras). Más de lo mismo con Cela, Natalia Ginzburg y Henry James que también nacieron hace lo suyo. O sea, un no parar no-novedades, va a ser esto.

Volverán también Capote, Chirbes (con una de esas obras magistrales que se esconden en los cajones) y Semprún. Y los de siempre: Irving, Vargas Llosa, Modiano, Coetzee, Banville, Delillo, Murakami, Nothomb… escritores de los que se publica tanto que resulta imposible echarlos de menos. Y un largo etcétera que incluye a Patricia Cornwell, Mary Higgins Clark, Donna Leon, Jo Nesbo, Camilleri, Holt para cubrir la cuota imprescindible de crímenes anuales. 

Del otro lado del charco vuelven, entre otros, Emiliano Monge, premio nosequé nosecuándo y Pola Oloixarac, aquella filósofa argentina que sedujo a medio país a golpe de interiorizar el mentón, poner carita de emoticono intenso y publicar en la ultramoderna Alpha Decay, que es una cosa que directamente lo dice todo de uno. 

Y dentro de nuestras fronteras lo que decíamos más arriba: los que publicaron hace un par de años (alguno incluso menos): Sara Mesa, Alberto Olmos, Miqui Otero, Eduardo Lago (rescate), Javier Cercas, Vila-Matas y Javier Calvo, así como el muy esperado regreso de Jesús Carrasco, ya saben, el de Intemperie, aquella novelita ruraloide que deslumbró a medio país y que el complaciente Carles Francino, haciendo gala de una ignorancia supina, no se cansaba de recomendar en la Ser un día sí y otro también, que como publicidad gratuita (quiero pensar) ya no está mal. 

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Y ESTO ES LO QUE HAY

Los amantes de las novedades lo tienen (tenemos) realmente difícil, pero haremos lo posible por estar a la altura de lo que se espera de nosotros.

No, qué va, ni de coña. En realidad este año resulta tan poco apetecible que casi se agradece que coincida con el 50 aniversario de la editorial Alianza, a la que prometemos suscribirnos del único modo posible, esto es, leyendo sus libros. Quisiera que fuese uno cada mes, pero ya veremos. Prometo intentarlo. Fácil me lo pone su catálogo, en cualquier caso. Entre los candidatos (a estas alturas más que candidatos) se encuentran Guerra y paz y Los miserables (excuso indicar los autores), novelas ambas recién reeditadas en un formato prácticamente perfecto y La cartuja de Parma, de Stendhal. Quisiera poder decir lo mismo de El idiota y El eterno marido, ambas de Dostoievski o de al menos un par de volúmenes de la saga de Los Thibault de Roger Martin du Gard, saga a la que sí le vendría de perlas una generosa reedición. 

El plan, pues, consiste en leer cada mes una GRAN novela ("gran" ya por su calidad, ya por su tamaño, ya por ambas), caso de ser posible. A las ya mencionadas habría que añadir, pues, Su pasatiempo favorito, escrita por el mismísimo Dios; Tristam Sandy; Pureza de Franzen; Las luminarias, de Eleanor Catton; El ángel que nos mira, de Thomas Wolfe; los Cuentos completos de Stevenson; Retrato de una dama, de Henry James; Absalon, absalon de Faulkner; Viaje al fin de la noche, de Celine; El maestro y margarita, de Bulgakov (en su edición de Nevsky, si es posible); Los Buddenbrook de Mann; Thomas Bernhard (autobiografía o teatro u Hormigón o Extinción o Corrección…) y tropecientas más. Y eso sin contar las novedades de Sexto Piso o Pálido Fuego o el sello Insomnia (productos a los que ya en su momento decidí suscribirme) que puedan suscitar interés, que serán casi todas, ya lo estoy viendo. 

Sí, esa clase de plan. No se preocupen, a mí también me da la risa.

El resto del tiempo se irá (o debería hacerlo) en cosillas “menores” (de tamaño, fundamentalmente) tipo Richard Ford, John Connolly, Pynchon, Joy Williams, Nicole Krauss, Poe… En el apartado “nacional” Miguel Angel Hernández y Marta Sanz, actuales estrellas del firmamento o Sara Mesa, se lo van a llevar de calle, fundamentalmente porque no hay mucho más donde elegir. A un nivel más íntimo, seguiremos con los diarios de Iñaki Uriarte (que leo actualmente). Y fuera de esto, se me irá el tiempo en saciar curiosidades: David Perez Vega, Guillem López o Iván Reguera, por ejemplo. Incluso Matías Candeira, si me apuran (y me dejan). Ah, y casi seguro Javier Calvo y ese libro sobre traducción que también está al caer.


En definitiva, 2016 se presenta como un año [sobre]cargado de buenas intenciones pero con escaso o nulo interés por lo que está por venir toda vez que lo que está por venir no tiene maldito interés.