Gatillazo en El Sindicato o Claudio desfalleciendo
El Sindicato, también conocido como Centro de Bajo Rendimiento del Marquesado de Mondadori y Aledaños, es un espacio en el que regularmente se puede disfrutar, por llamarlo de alguna manera, de, por ejemplo, los textos de unos cuantos hablando de los libros de sus amigos; también del blog llamado UBSD, que venía a ser algo así como el germen de todo esto, hablando de… bueno, hablando, así, en general de las cosillas de Mondadori, y de las críticas de Carlota Moseguí o las de Pablo Muñoz (que duerme el sueño de los justos desde el 28 de noviembre) o los análisis de Bob Pop sobre las tendencias del invierno en las bibliotecas públicas. También está Fresán, claro, la estrella de lugar. Y ya. El Sindicato es la imagen de un algo cayendo en picado. Parece que alguien no está haciendo bien su trabajo, señor Marqués. ¿Se lo dibujo?:
Rodrigo Pinto no actualiza desde el 22 de noviembre. Su último artículo era un elogio a la novela de Julián Herbert, que acaba de hacer los deberes después de un par de meses de sequía. Desde el 4 de noviembre Jordi Soler no da palo al agua y poco más que eso hacen Mónica Carmona (7 de noviembre) y Andreu Jaume que recién publica hoy tras dos meses de silencio administrativo. MRPUC, es decir, el blog de Caballo de Troya, se la viene fumando desde el 10 de octubre, que es más o menos lo que venía haciendo desde el 9 de octubre Diego Zúñiga hasta que publicó algo el último día del año. Y por último el más holgazán de todos, Juan Diego Montiel, que se debió quedar mico después de las cuatro entradas dedicadas a la crítica literaria y no se ha vuelto a saber de él desde el 24 de septiembre. Se le busca en un pozo sin fondo.
Etiquete a todos estos, haga el favor, como vagos y maleantes y recuérdeles a unos que esa no es forma de colaborar con el grupo y a otros que los favores se pagan con artículos o copas, nunca con silencio. Ya no hay proletarios como los de antes.
P.D. Mención especial para el nuevo fichaje: Power Paola, una joven de Ecuador que se estrena en Reservoir Books en marzo de 2013 y empieza así, a lo grande. Es un decir. Bienvenida Paola a esa tu nueva casa. Que todo vaya bien. Háganse a un lado, por favor: ¡arranca la promotabilización de Power Paola!
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¿Se puede ser más posmoderno?
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Hablando de El Sindicato y por no dejar títere (nunca mejor dicho) con cabeza. Un síntoma de modernidad es que te guste David Foster Wallace. Que te guste Chuck Palaniuk, también, especialmente El club de la Lucha, película de referencia para unos, novela de referencia para otros. Hay más síntomas, claro, pero esto no es un documental. Es fácil identificar a estos modernetes en la red puesto que acostumbran a citar regularmente a uno o a otro escritor, dejan sus Me Gusta en cada puta cosa que tiene que ver con ellos, ponen fotos de sus estanterías repletas de sus libros, abren blogs corporativos a los que ponen nombres-homenaje (unblogsupuestamentedivertido, for example) y dicen cosas como “La primera regla El Sindicato es: no hablar sobre El Sindicato”. En ello están, parece, visto lo visto en la noticia inmediatamente anterior. Concretamente en el caso de El Sindicato estas normas son una auténtica soplapollez, ya que no hay peleas, ni hay zapatos ni camisas que quitar, ni, desde luego, contendientes; sólo un post por persona y tampoco especialmente comentado. Ahora bien, este tipo de introducciones modernizan mucho un blog, que es de lo que se trata. A ver si nos vamos enterando, folks, de una puta vez.
Descubro gracias al Quimera que en Lima también les gusta Chuck Palahniuk (es un decir) pero ellos se han inventado un juego bastante más acorde con las normas establecidas por el escritor de “Fight Club”. Su nombre: LUCHALIBRO. La cosa va de esto: “LuchaLibro es el enfrentamiento, en vivo, de escritores que improvisan historias en un espacio público. Los escritores son una suerte de performers, enmascarados como luchadores, que intervienen el espacio con una laptop y una pantalla gigante sobre sus cabezas donde se proyecta la historia que están escribiendo. El tiempo máximo que tiene cada escritor para crear es de 5 minutos.” No cualquier cosa, claro; han de incluir tres elementos elegidos por la organización. El premio son los vítores del publico asistente (unas doscientas personas por sesión semanal) y un libro publicado, vaya usted a saber en qué editorial y con qué tirada. Los perdedores son humillados quitándoles la máscara, que tengo entendido que es algo muy de lucha libre.
Pero no es ganar o perder lo que importa. Se trata de pasar un rato divertido y de humillar a los malos escritores a través del escarnio público. Un gran invento que tiene desde hace poco su réplica en Canarias.
Cosas de la postmodernidad, supongo.
Recuerdo también, no hace mucho, que un colectivo llamado Hotel Posmoderno (que debe ser algo así como el Hotel Kafka de las nuevas generaciones) reunió a siete escritores hispanoargentinos en un mal llamado reality show literario. El experimento, presentado por Eloy Fernandez Porta (no podía ser otro) ponía a Carrión, Olmos, Villarroya, Alberto Torres, Juan Terranova, Iván Moiseeff y Javier Sinay a darle a la tecla durante tres horas frente a la cámara (el evento se retransmitía vía streaming) creando historias a partir un personaje asignado a cada uno de ellos que guardaba una estrecha relación con la película de Serie Z “Kung Fu contra los siete vampiros de oro”. Ni idea qué fue de aquello pero tal como la sindicada crítica Carlota Mosegui se preguntaba en el siguiente vídeo (que no deberían perderse) ¿se puede ser más posmoderno? No, seguramente no.