En la sesión de ayer la cámara de diputados votó el desafuero de Julio De Vido y se allanó a una operación de Martín Irurzun, Claudio Bonadío, Ricardo Lorenzetti y otros funcionarios facciosos de Comodoro Py. No se trata de la inocencia de Julio De Vido, asunto que debiera dirimirse en un sistema judicial del que el país hoy carece.
Que los diputados se plegaran a esta operación empuja a nuestra sociedad un paso más rumbo al estado de excepción, con el principal partido de oposición en proceso de ser proscripto.
Entre quienes se sumaron a esta defección están los diputados trosquistas, quienes en algún momento, si se volvieran peligrosos para el régimen, serían los próximos proscriptos.
Myriam Bregman ha sido una destacada militante trosquista y abogada luchadora por los derechos humanos, por lo que se ganó un merecido prestigio.
Ayer Bregman no participó de la votación, puesto que no forma parte de la cámara de diputados. Pero salió a defender la vulneracción de la presunción de inocencia por la cual se le quitaron los fueros y se detuvo inmediatamente a De Vido.
Los criminales de lesa humanidad gozaron de las garantías en juicio que ayer sus pares le negaron a De Vido.
Yo no esperaba nada bueno de los diputados radicales o justicialistas vendidos al macrismo. Pero sí guardaba mucho respeto por el apego a los derechos humanos de parte de Myriam Bregman especialmente. Los DDHH tienen vigencia para un pibe de la villa, para un genocida o un ex-ministro. Quien permite que se vulneren en un caso cualquiera, permite que se vulneren en cualquier otro. El mismo criterio vale para la prisión política que está sufriendo Milagro Sala en Jujuy. Los principios vulnerados son los mismos, aunque las personas y las acusaciones sean distintas. Los poderes judicial y legislativo nacionales procedieron de idéntica manera ayer a como lo vienen haciendo desde enero de 2016 los poderes judicial y ejecutivo de Jujuy. Así, la provincia norteña gobernada por los radicales ha sido el laboratorio en el que se probaron las violaciones a los derechos que ahora vemos extenderse al resto del país. Por eso caminamos hacia el estado de excepción, allí donde los analistas frívolos solo ven el ejercicio de un poder ejecutivo "fuerte", avalado por los votos. La democracia es bastante distinto a esto.
Si un diputado trosquista llegara a molestar al gobierno podría ser sometido al mismo trato que De Vido, el mismo que recibe Milagro Sala. Ese día pediríamos que se respete el derecho del trosquista perseguido. Pero mi respeto a Myriam Bregman está definitivamente perdido. Por cálculo político, el trosquismo necesita crecer gracias a la proscripción del kirchnerismo. Esa mezquindad practicó ayer Bregman. Al relativizar su defensa del estado de derecho, ella se alineó con el estado macrista de excepción: se colocó como el ala izquierda del régimen perseguidor. Ese estado de excepción alguna vez puede vulnerar a los compañeros de Bregman, si llegan a molestar al poder, algo hoy improbable, dada su completa funcionalidad con macri, Bonadío, Pichetto e Irurzún. Los trosquistas en los poderes legislativos pueden presentar los proyectos más audaces, pero en esa función son completamente declamativos. Hasta pueden volver a ser invitados a la totalidad de los medios oficiales, dada su funcionalidad, incluso sobreactuando sus berrinches. En el momento en que se transformen en un peligro real para el sistema, ellos mismos van a caer gracias a su defección actual y ahí saldremos a defender sus derechos.
Probablemente al trosquismo y a Bregman no les moleste ser colaboracionistas si eso beneficia su presencia en los medios y su aceptación en la escena política, como los revoltosos inocuos.
Ella cree que nos mata. Yo creo que se suicida.