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lunes, 14 de diciembre de 2015

Sinceramiento


por Juan Manuel Iribarren

Prat Gay viajó para presentar su plan económico a los Estados Unidos, y después... después a nadie, que yo sepa.

Pero dijo (después de una campaña mediática de desestabilización que se estudiará en las escuelas de periodismo en las próximas décadas como ejemplo de mala praxis, déjenme al menos ilusionarme con esto) lo que todos los hombres de buena voluntad ya sabíamos: la Argentina está en buenas condiciones.

Y ahí nomás metió el tema del sinceramiento. ¿Qué significa? Sinceramiento significa reducción del poder adquisitivo, ponele un 30, un 40%. Esta reducción del poder adquisitivo implica, por supuesto, reducción del consumo. Y la reducción del consumo afecta a la mayor parte de la industria y al comercio. En la industria que se mantiene con el consumo interno en poco tiempo significa desempleo, y en el comercio en poco tiempo significa más inflación, porque el comerciante (si nadie lo controla) remarca para que no le disminuya el poder adquisitivo. ¿Y quien se beneficia con todo esto? Los que ganan en dólares, principalmente, y por otro lado las libertades civiles, dicen los economistas neoclásicos, pero digo yo: en especial las que permiten a los ciudadanos especular con estas situaciones, ofrecer empleos de menos calidad con salarios más bajos, especulando con que hay desempleo, o levantar los precios por encima de la inflación especulando con que hay inflación, y todo esto porque hay menos control estatal. "Somos más libres" significa en el fondo que nos pueden joder mucho más.

También inclina la balanza hacia Buenos Aires, ya que la disminución del consumo trae irremediablemente disminución del turismo, y para muchas provincias el turismo es un factor importante de sus ingresos. Si a eso se le agregara una apertura del cepo, habría una transferencia de recursos del turismo interno al turismo externo, la gente no viajaría tanto por el país. Todo esto juega en contra de las provincias y va a contrapelo del discurso federal. Yo no diría que es un discurso cínico, porque los fundamentos del discurso no son cínicos, sino simplemente dogmáticos. Y como todo dogma implican transiciones de significado, donde las palabras comienzan a significar cosas distintas a las que estábamos acostumbrados a asociarlas.

Lo llaman sinceramiento porque los presupuestos de las teorías económicas que defienden dicen que la libertad de mercado es la verdad y, por ende, si hay libre mercado, la información va a ser la correcta; lo que también implica que la intervención estatal es la mentira, y que con intervención estatal toda información es falsa: del discurso económico neoclásico y neoliberal se desprende un poco esta idea.

Cuando se dice que la intervención estatal es la mentira, no solo se refiere a que los controles estatales son mentirosos porque no dejan expresiones puras del libre mercado, sino que el presupuesto estatal destinado al gasto público debe disminuirse al máximo, lo que significa a la larga sinceramiento en las instituciones, lo que hay que leer como despidos y quita de subsidios.

Es increíble la cantidad de gente que cree que no cobra subsidios y que ellos no fueron beneficiados por el gobierno anterior de ningún modo: si se los quitan, se darán cuenta del error en el que estaban.

Es decir, que sólo desde ese punto de vista se dice que el gobierno anterior fue falso, porque no permitió la libertad de mercado total y para eso generó paritarias por encima de la inflación y dio subsidios de todo tipo (defendiendo el poder adquisitivo) o generó expectativas falsas (defendiendo al pueblo de los especuladores). Y todo esto necesita un sinceramiento.

Los economistas saben que la libertad de competencia lleva a las grandes concentraciones de capital y a las prácticas monopólicas, y que los mercados de competencia perfecta del liberalismo económico no existen, por eso no estoy del todo seguro de que no sea un discurso cínico. Mucho más pensando que muchos de estos economistas tienen relaciones directas con los que van a dar la plata para poder hacer el sinceramiento, relaciones directas que en este mundo pueden implicar fácilmente comisiones. Este sinceramiento, por otra parte, también nos subordina a aceptar condiciones de quien nos permita tener los recursos necesarios para hacerlo.

Ahora creo que se puede entender mejor por qué Macri al jurar dijo "honestidad" en vez de "patriotismo" . No se refería a lo que entendemos por honestidad los hombres, sino a un concepto de honestidad propio de la tecnocracia neoliberal que es incompatible con el patriotismo.

martes, 18 de agosto de 2015

El plan económico de Macri


por Juan Manuel Iribarren

(Viene de acá)

Regreso por un momento a la Argentina del Siglo xxi, a la reunión del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, con economistas que se autodenominan liberales porque consideran despectivo el término "neoliberal" -o quizás piensen que no tiene que ver con ellos.

Lo que llama singularmente la atención es que no hay ninguna señal en el debate de que la Argentina haya pasado por un proceso de crecimiento y cambio, reconocible aun para muchos economistas ortodoxos; la negación de estos 12 años es total, e incluso la llaman "la década perdida" en un intento de negación pueril que sólo evidencia una completa adhesión a su credo.

En realidad, es como si estos señores recién acabaran de salir de un seminario con Milton Friedman, iluminados y racionales en contraposición al dogmatismo ignorante de los viejos economistas del establishment (veteranos keynesianos del New Deal). Y entonces, sinceramente preocupados por el problema de la inflación, sinceramente histéricos por su reputación, creyesen que nada se ha hecho correctamente, que hay que cesar la emisión monetaria, abrir fronteras, ajustar, más deuda externa y punto: lo demás lo hace el sector privado. Sinceramente, pero raro.

La arrogancia y la impostada seriedad con la que hoy hablan de estos temas no hace más que solapar la inseguridad que sentirían frente a verdaderos referentes de peso en este momento, pero también oculta algo peor, algo que se le debería poder cuestionar a cualquiera que se dedique a una ciencia social -con matices normativos- y pretenda ser un referente: desconocen por completo la sensibilidad contemporánea, aun de los economistas de más peso en la opinión mundial; desconocen -o quieren desconocer- que el tema más preocupante en el mundo en estos momentos para los verdaderos referentes de la economía -de los cuales ninguno, hay que decirlo, es neoliberal- es la abrumadora desigualdad, es el capitalismo patrimonial -que vuelve superfluos los puntos de vista liberales de la igualdad de oportunidades-, y que todos estos temas, evidenciando que son centrales en esta época, se transparentan en la crisis del Euro por la imposición de esas políticas que defiende la Troika y que están acabando con el proyecto de la Unión Europea por irracionalidades, cinismos y castigos.

(Fragmento de la nota "Fundamentalistas de mercado", publicada en el blog Un Largo, que se puede leer completa acá)

viernes, 14 de agosto de 2015

Los economistas del PRO y el equívoco del liberalismo


por Juan Manuel Iribarren

Como por consejo de asesor han decidido no presentar ningún proyecto económico, habrá que hacer de cuenta que las ponencias de Espert, Broda y Melconian en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción son el único rastro, la única pista con la que contamos para dilucidar algo de lo que están pensando sobre la economía, por lo que no sería descaminado hacer de cuenta también que esa reunión semiprivada fue una reunión pública con el objeto de dar a conocer cómo piensa el equipo económico del macrismo y por qué lo deberíamos votar. Que no podamos recurrir al Pro para saber cómo piensa el Pro solo es parte de la época; hoy no solo la derecha ya no cree en la división derecha- izquierda, y los neoliberales se ven a sí mismos como liberales, sino que hay un intento de dejar de considerar a la política como tal con el fin de presentarla como gestión- y la gestión es racional y esa racionalidad es más o menos compartida por todos los analistas de buen fundamento; lo que evidencia, por supuesto, que la ideología es de los otros, y que son ellos- los gestores- los únicos que no tienen ideología, ya que la ideología es irracional y ellos representan el sentido común; y por sentido común también se debe entender una razón suprema, por lo que los políticos solo deben limitarse a gestionar, o en su defecto, a buscar quien les gestione y nada más: se trata por supuesto de ideologías reforzadas, y hay que entender en esta naturalización de la ideología un enorme y peligroso acto autoritario- tan brutal en sus fundamentos como inofensivo en su imagen- expresado en la frase de Melconian: "aquí no hay ideología, aquí hay capitalismo, aquí hay sentido común y aquí hay reglas de juego".

Como los tiempos han cambiado, hoy algunos partidos políticos ya no pueden lucir sus economistas como en otras épocas, hoy tienen que esconderlos, ocultarlos, solapar un poco sus ideas, y si fuera posible, negarlos un poco, oscurecerlos, aunque se trate de economistas reconocidos, todos doctores con una larga reputación de la que sin embargo ya no se ocupa la sociedad civil, que ha dejado de percibir garantías en el conocimiento académico como lo hacía en otras épocas; pero quizás esté tan naturalizado el ocultamiento del macrismo detrás de falsas banderas, y sea tan fácil de entender, que no pensemos que sea importante intentar entender también la otra cara de la moneda y es por qué estos economistas se prestan al juego, y qué lejos quedó la época en que los economistas defendían a capa y espada sus ideas y sus locuras, diciendo lo que había que hacer con todas las letras y en todos los medios, muy lejos de la inquietante timidez (matizada de soberbia compulsiva, hay que decirlo) de algunos economistas de hoy, que juegan el papel de los incomprendidos, los que no pueden decir lo que piensan porque la sociedad no está preparada.

Que Melconian sea el único economista orgánico del Pro, que los demás sean asesores, que incluso Espert reniegue de la política y de los políticos y diga que no pertenece a ninguna corriente, no invalida que se pueda ver un conjunto en las ideas, no tanto porque se presenten juntos sino porque las diferencias sutiles en los discursos no son lo suficientemente evidentes para, de ser conocidas, generar una repercusión pública de distinto tenor; puede que si les tocara gobernar tuvieran algunas diferencias, pero en lo que respecta a la opinión pública no habría diferencias sustanciales, la reacción sería la misma, así que es conveniente ir a la cuestión central, que a mi modo de ver, no es tanto la que dicen, como la que suponen (e incluso dicen en otras ocasiones) al pasar: debido a que la sociedad argentina está enferma de populismo no es posible decirle la verdad sin generar una reacción negativa (sin que no nos voten), por lo que, dado que la sociedad argentina no puede hacer valer su razón, ya que se trata de una razón enferma, es necesario engañar al pueblo para evitar que el pueblo se autoengañe a sí mismo con falsas ilusiones de carácter patológico, digamos, por ejemplo, la inclusión social, el pleno empleo, el aumento del gasto público, entonces, resumiendo: es necesario engañar al pueblo para que el pueblo no se autoengañe. Y con esto arribamos a una diferencia sutil con la factoría Duran Barba que diría que es necesario engañar al pueblo solo para llegar al poder, lo cual no es tan sencillo de ver como reflejo de alguna ideología en particular, y parece ser un poco más elemental; en tanto que engañar al pueblo para que ese pueblo no se autoengañe, y por supuesto, con las mejores intenciones, no puede dejar de pensarse como una ideología interesante de señalar ya que tratar al pueblo como a un enfermo al que no hay que decirle lo que tiene ni explicarle cual va a ser su cura, presupone echar por la borda todos los ideales liberales al suponer un sujeto sin libertad, sin capacidad de decisión, y sin racionalidad, y evidentemente en esto hay una verdad y un sentido común que presupone lo conveniente de esa táctica y ambos, tanto la verdad como el sentido común, son una construcción ideológica; en lo que respecta a lo conveniente, son estrictamente ideológicos y como tales, siempre algo difíciles de vislumbrar y retener un tiempo en la lupa. Y con lo que intenta ser invisible, lo que no quiere mostrarse, siempre tenemos la opción de un deber: Visibilizarlo.

Ya que el macrismo se presenta como no ideológico y no creo que sea prudente juzgarlo sin saber que piensan ellos de sí mismos, y dado que sobre eso no pueden hablar por consejo de asesor, para acercarnos, deberíamos saber al menos qué piensan estos economistas de sí mismos? Por supuesto, que son liberales, pero ¿lo son realmente? ¿De qué hablamos cuando hablamos de liberales?

[Fragmento de la nota "De qué hablamos cuando hablamos de liberales y otras cuestiones (1)", cuyo texto completo puede leerse en el blog Un Largo, clickeando acá]