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jueves, 1 de junio de 2017

Twin Peaks 3 / Pinamar

La otra.-radio, para escuchar clickeando acá



El programa del domingo pasado lo dedicamos a hablar de la nueva temporada de Twin Peaks (David Lynch) y de la película Pinamar (Federico Godfrid, antes co-director de La Tigra Chaco).

La tercera temporada de Twin Peaks se lanzó con un capítulo doble en el Festival de Cannes, mientras simultáneamente se están conociendo sus nuevos capítulos por Netflix. El segundo largo de Godfrid se exhibe los sábados en el Malba y todos los días en el Espacio INCAA Gaumont.

Para hablar de Twin Peaks invitamos a las lynchólogas Gabriela Zubiría y Lilián Cámera. Y también estuvo en el programa Federico Godfrid para hablar de su película.



Pero Godfrid también evocó un recuerdo de lo que le produjo el cine de Lynch:

"A mí con Lost Highway me pasó algo espectacular en el cine. Tuve una experiencia sensitiva que no me volvió a pasar nunca en el cine. En la película hay un trabajo muy interesante sobre la oscuridad, no a nivel conceptual, sino a nivel visual. En un momento entra el auto y te empieza a iluminar con los faroles. Yo me acuerdo que cuando estaba en el cine me encandiló. No podía ver la pantalla. Fue un momento en que pasamos de casi media hora de oscuridad absoluta a la luz absoluta. Y hay una cosa física que te produce hasta que el ojo se acostumbró a ver la luz que generaba la pantalla. Por eso digo que es una experiencia cinematográfica. La he vuelto a ver muchas veces, las escenas de sábanas negras me parecen impresionantes, pero en la pantalla chica, ese efecto de encandilamiento no pasaba".

Todos hemos tenido alguna vez experiencias físicas con el cine de Lynch, que este director logra con su trabajo sobre la luz, la sombra, el color y el sonido, los elementos propios del cine que inciden en nuestra sensorialidad y hacen a sus películas tan inquietantes. Cuando Lynch se metió en la televisión, hizo también bastante lío. Por supuesto que estamos todos bastante perplejos y deslumbrados con esta nueva temporada de Twin Peaks que estamos conociendo en dosis semanales, lo que también nos invitan a revisitar toda la filmografía de uno de los autores más importantes de la historia del cine. Ampliaremos.

Para escuchar toda nuestra conversación sobre Twin Peaks y Pinamar, mientras escuchamos las músicas de Angelo Badalamenti, pueden descarga el programa clickeando acá.


miércoles, 26 de marzo de 2014

BAFICI $26: Geografía Humana, Cheatin, Han Gong-Ju

Una recomendación y dos pálpitos *



por Gabriela Zubiría


Marc Augé acuñó el concepto de "no-lugar" para referirse a aquellos espacios transitorios que no tienen la importancia antropológica o vital en la vida de las personas -esos espacios en los que nos relacionamos- como para ser consderados "lugares". Las estaciones de tren están comprendidas entre lo que Augé en su formulación considera un no-lugar.

Claire Simón, en la mirada, y su amigo Simon Mérabet construyen en Geografía Humana una tesis que se enfrenta directamente con la tesis Augé, pero no sólo con ella, a partir de tratar de conocer las historias de las personas que trabajan y de las que pasan por la estación.

Durante el día el ritmo es impresionante, como en todas las estaciones de tren de las grandes ciudades, imagino, hay turistas, usuarios locales y trabajadores. Es sobre estos últimos que Simon se detiene y serán ellos los que construirán su tesis de Clare du Nord como una "aldea global" en la que se cruzan los que pasan y los que permanecen.

Pero no sólo se trata de migrantes: están las historias de los locales que, en la mayoría de los casos, también están de paso por su terruño. Jóvenes profesionales que emigran a los más variados destinos en busca del mismo futuro promisorio. Y Geografía humana sigue derribando mitos, no sólo el mundo subdesarrollado expulsa a los suyos. El primer mundo también lo hace.

La estación de noche es otro paisaje, guardias con perros, la galería cerrada. Todos afuera.

Hace frío. Ingresamos a la prácticamente desierta Clare du Nord y nos encontramos con una homeless jovencísima y con muletas. Ella contará que es británica, que llegó a Francia en busca de mejores oportunidades laborales (eso será una constante), y que las cosas no salieron tan bien y ahora no tiene los medios como para regresar a su país. Hoy duerme en la calle. Sobre por qué no busca ayuda a través de alguna organización contestará: "las cosas están difíciles".

Son las 4:30 de la mañana y la estación se va poblando. Mérabet siente que se le hace difícil interpelar a la gente, que "en la estación siempre tienes la sensación de que la gente se está yendo, son tan rápidas (urgentes) las conversaciones, como si fuera el último momento..."; a lo que Claire Simon responde: "eso es lo hermoso, un último momento antes de que las personas desaparezcan, dicen solo unas pocas palabras y desaparecen".

Otro mundo es el de los que trabajan en la estación de Gare du Nord, allí hay una constante marcada por el desplazamiento de su tierra natal, por lo general en busca de una vida mejor. Aunque no siempre sea ese el resultado. Es notable que la mayoría de los entrevistados tengan grados universitarios y que, en la mayoría de los casos, estén ocupados en empleos para los que están sobrecalificados.

Un buen ejemplo de esto es la entrevista al guardia de seguridad congolés: formado en política internacional en Bélgica y Francia, tuvo un cargo ejecutivo en Alcatel en el Congo, hasta que la situación política lo obligó a volver a Francia con el estatus de refugiado político; y es ahí dónde su vida es otra: el único trabajo al que puede acceder es el de guardia de seguridad... Su signo es la decepción.

Geografía humana es una película visceralmente política y a la vez luminosa. Se derriban mitos universales como el de la formación, el estudio como el medio de llegar a una vida en mejores condiciones (algo indiscutido desde "Mi hijo, el dotor" hasta hoy) y, por otro lado, se habla de los sueños, la alegría y los lazos que van transformando espacios estériles de relación humana en mundos globales a escala. (Nota: además de este documental de Claire Simon, también se proyecta Gare du Nord, un largo de ficción situado en la misma estación de trenes.


Los pálpitos

Gracias a la existencia de las redes sociales hemos podido disfrutar de los avances del último trabajo de este genial animador (y guionista y, por qué no, contador de cuentos). Realizador purista y clásico, casi un fundamentalista, cada fotograma está dibujado y coloreado por él mismo, dueño de un humor mordaz y una inteligente y divertida visión del mundo y de las relaciones humanas. Siempre un placer, el querido Bill.




Opera prima de Lee Su-Jin, me gustan particularmente las óperas primas y creo que allí los directores ponen en juego todo lo que son, lo que piensas y en lo que creen y dan cuenta de cuestiones que flotan en el espíritu de sus sociedades. Siempre son una sorpresa, aunque no siempre grata.

NOTA DEL EDITOR: A partir de ahora todas las notas de nuestra cobertura sobre el BAFICI van a ir encabezadas por la etiqueta BAFICI $26. Es tan brutal el aumento de las entradas que impusieron Panozzo y Lombardi que cualquier cobertura del festival merece recordar que muchos cinéfilos tendrán que optar por ver pocas películas porque no les alcanza el dinero para más. No queremos olvidarnos nunca de este detalle. Así que este no será el BAFICI [16] ni el BAFICI 2014, sino el BAFICI $26.

Les pedimos a nuestros amigos que nos marquen algunas películas, ya sea porque las vieron y las recomiendan, o porque tienen una intuición de que pueden ser interesantes. En cada caso se indicará si se trata de una recomendación o un pálpito. Clickeando sobre los títulos pueden ir a la página del BAFICI $26 en busca de más información.

sábado, 20 de abril de 2013

Los desastres del BAFICI Panozzo

“...un público que no es capaz de comprender...” 
(aka un público de mierda)


por Gabriela López Zubiría

Con este BAFICI, ¿por dónde empezar? ¿Por el final? Bueno.

Son las 11 de la noche del viernes 19 de abril y recién llego de no ver Like someone in love de Abbas Kiarostami en la sala Lugones del Teatro San Martín. ¿Motivos? Simple. A los 30 minutos de la proyección (aproximados), en la escena en que los protagonistas –el profesor y Akiko, la universitaria escort- se conocen y se sientan a charlar (imaginamos que ese es un momento clave del relato, ¿verdad?), la película salta a la escena siguiente –como en un chiste sobre la censura- y del interior del departamento de él en noche cerrada pasamos al interior del coche de él en mañana luminosa… Los subtítulos desaparecen y la película, que transcurre en Japón, sigue.

Empiezan los aplausos, los pedidos de que interrumpan la proyección, los ánimos se caldean –ánimos caldeados y mucha indignación, que parecen ser el leit motiv del BAFICI Panozzo– y la proyección sigue y nadie nos dice nada hasta que, finalmente, uno de los “chicos” (no sé si son pasantes, personal contratado o carne de cañón; aunque me inclino por esta última y ustedes ya verán por qué) nos dice que hay “un problema que no se puede solucionar (sic) que la proyección no se puede parar hasta que termine el rollo, que el problema es que el rollo está mal armado”, todo esto a los gritos sobre el audio de la película y con la sala a oscuras. Pero la cosa no termina acá. Empiezan a circular los rumores de que la volverían a pasar desde el principio, que sí, que no…

Finalmente nos informan que, si queremos retirarnos, nos devolverán el dinero en la boletería, con las disculpas del caso, claro.

Mientras esperamos el ascensor preguntamos a uno de los “responsables” (las comillas son casi un gesto de cariño, porque no creo que ninguno de estos chicos esté en condiciones de hacerse responsable de nada de lo que pasó allí: los verdaderos responsables brillan por su ausencia) si había alguna posibilidad de que la proyección continuara. La respuesta, muy amable, fue que no. Que el rollo estaba mal armado, que quedaban al menos 20 minutos de proyección en esas condiciones y que, una vez cambiado el rollo, no había garantía alguna sobre la presencia de los subtítulos. Ya que lo teníamos a mano le hicimos las preguntas más obvias como: “¿nadie que chequea los materiales estén en condiciones, nadie ve las películas antes de que se proyecten en las salas?”. “Sí, -respondió- de eso se ocupa la gente de técnica del festival”… Y nos fuimos…

De haber sido este un hecho aislado en el contexto del festival sería un hecho bastante grave, pero no lo fue, lo que lo convierte en un hecho gravísimo y no hablo sólo de mi experiencia. El profundo desprecio por el espectador, por los realizadores, por el hecho cinematográfico en sí, es la constante que atraviesa al 15 BAFICI.

Algunos ejemplos: (en estricto orden cronológico, porque estamos furiosos pero somos prolijos):

Jueves 11 de abril. Sala: Arte Multiplex Belgrano

- En la proyección de Centro Histórico el fragmento de Pedro Costa se corta, se des-sincronizan los subtítulos y se interrumpe la proyección. La solución fue adelantar el resto de la película hasta el final, como cuando hacemos flash forward en el reproductor. 

- En la misma sala pero en la proyección de Sobreviven de Carpenter comienza la película sin imagen y adelantada, interrumpen 10 minutos y después reinicia sin problemas.

Sábado 13 de Abril: Village Caballito. Sala 7

Nos ubicamos en la sala y llega, bastante agitado, un muchachito que nos da la bienvenida al 15 BAFICI (después veremos ese horrendo manifiesto del lugar común que es el institucional de la cumpleañera en vestido rosa y escenografía rococó). Tras un recorrido discursivo por todos los tópicos remanidos y de muchas referencias a su “desastroso” estado físico (el del chico agitado, claro) nos agradece el “acompañarlos en este festival, su proyecto” (!!!).

A la 1 y monedas de la tarde inicia la trilogía Paradise de Ulrich Siedl con Love. La cosa viene tranquila a pesar de que las butacas del Village están en pésimas condiciones (asientos rotos y prácticamente todos respaldos vencidos) hasta que, más o menos, a los 10 minutos de iniciada la función, se interrumpe. Pasan unos minutos y de la organización nada… Finalmente una señorita nos dice que hay un problema con el retroproyector, y que en cuanto lo solucionen volverán a pasar la película desde el principio porque no se puede adelantar… Bueno, una excusa dudosa pero estábamos tiernos y recién llegados.

Reinicia la peli y, en el momento en que funde a negro para presentar el título (toda la trilogía inicia in media res), un cierto escozor recorre la platea que ya temiendo lo peor se relaja y ríe. Pero fue solo un momento, no va que salta y se corta otra vez. Ahora la cosa se pone espesa, la paciencia se agota, hay quejas, aplausos, reclamos y circula una cierta indignación entre los espectadores. Mientras tanto… el tiempo pasa.

Retoma Paradise Love justo ahí dónde se había quedado… Pero ¿no era que no se podía adelantar? Y, así como su protagonista Theresa va abandonando su candidez y transformándose en un depredador, nosotros también. Antes del final otro corte, en total fueron tres (si, leyeron bien, la proyección se cortó 3 veces).

En la sala estaba presente Veronika Franz, coguionista de la trilogía. Sus primeras palabras fueron: “en este momento deberían estar escuchando una canción sobre los títulos de cierre, cada episodio de la trilogía termina con una canción que lo sintetiza”. Un auténtico papelón, a pesar de que Veronika le puso muchísima onda a la situación, incluso a la inconcebible grosería con la que la traductora se dirigía al público.

La función que debió terminar a eso de las 3 y 20, terminó a las 4 de la tarde. Salimos de la sala y nos dicen que a las 4 y 10 inicia la función de Paradise Faith. En esos 10 minutos descubrimos que estamos atrapados en el Village y que nos van a asaltar cobrándonos una botella de agua saborizada entre $12 y $18. Hacemos, prolijamente, la fila para reingresar a la sala que es la misma. De más está aclarar que salimos últimos y entramos últimos. Pero no todas son pálidas, en el fondo de la fila nos reconocemos y compartimos indignaciones, se van formando lazos (¿de resistencia?)

Paradise Faith se corta, claro… dos veces (sí, dos veces más). Nos piden mil disculpas, el proyector es una máquina malvada que sólo nos trae disgustos, y siguen las excusas pueriles. Ahora estamos enojados, nos tratan como a idiotas. A eso le sumamos el alegre bullicio proveniente de la sala de proyección y un episodio delicioso que nos llevó a conocer a Flor, otra de las “empleadas” (honestamente, no sé cómo llamarlos) del Festival, cuando en medio de la película ingresa a la sala con el handy abierto y se escucha un “Flor, ¿me copiás?”. ¿No es una divina? Entre corte y corte los reclamos se hacen oír, estamos enojados –repito- y gritamos y exigimos y, en realidad, no nos cabe una excusa más.

Ya no tenemos ni idea de qué hora es y estamos decididos a no abandonar la sala. Esto es un piquete. La cosa ya está espesa. Encima, otra chica (notable cómo rotaron y cuántos eran: al chico agitado, por ejemplo, no lo volvimos a ver) no tiene mejor idea que aducir que necesitan “hacer unas pruebas con la sala vacía para la próxima película”. La respuesta es obvia e inmediata: “Noooooo!!! No prueben nada, si ya está saliendo todo como el culo”. En algún oscuro rincón nos estamos divirtiendo, los espectadores, claro.

Momentos de tensa calma, llaman a Seguridad (sí, llaman a Seguridad para desalojar la sala). Llega la ley encarnada y nos mira, aclara que no es policía sino bombero (¿?) y nada… Fue en ese momento en el que sentí, brevemente, cierta compasión por todos los “chicos 15 BAFICI”, absolutamente superados por la situación, sin argumentos, sin competencias y tomando las peores decisiones. Solos frente a nosotros, los espectadores, indignados y virulentos. Pero duró poco. Como nada funcionaba y no nos movíamos de nuestros asientos, casi al borde de las lágrimas de impotencia, Lucrecia Lionti (así se presentó, no tengo forma de chequear si está correctamente escrito, ya que en la página del BAFICI sólo aparece su director artístico, Marcelo Panozzo) nos regaló una hermosa reflexión: “ustedes son un público que no es capaz de comprender…”. Era lo que faltaba, no sólo nos estábamos fumando esa situación, por la que además, habíamos pagado, sino que además éramos... ¡¡¡culpables!!! Pero esta vez la victimización no funcionó.

Negociamos quedarnos en la puerta de la sala, salimos y volvimos a entrar. Llegamos al final, Paradise Hope que, obviamente, se cortó. Y claro, por qué iba a ser diferente. Sería ocioso describir la reacción de la sala. Lo pueden imaginar. Dan luz y, en este caso, Flor fue la responsable de la excusa: “hay que cambiar la placa del proyector”, lo que generó una creativa respuesta del público: “sí, la placa bacteriana…” y las risas de la concurrencia. Al borde del desmadre hace su ingreso (preventivo) el Seguridad antes mencionado que es recibido con un cerrado “bombero, bombero”. Y sí, a esta altura esto ya es una joda… Casi sin interrupciones transcurre Paraíso: esperanza. Termina y nos vamos, son más de las 9 de la noche, llevamos hora y pico de atraso…

Domingo 14 de Abril: Sala del Centro Cultural San Martín.

Pendejos, de Raúl Perrone. Acá la cosa estuvo bastante tranquila, apenas un problema técnico (en un momento la pantalla viró al magenta), la proyección se interrumpió y Pablo Ratto, su productor, que fue el encargado de presentar la película, informó al público. Rápidamente se solucionó y, tras retomar en el punto en el que se había producido el problema, la cosa siguió su curso con normalidad.

Miércoles 17 de Abril: Village Caballito.

Post Tenebras Lux, de Carlos Reygadas. Los 10 minutos finales de la película fueron proyectados con las luces de la sala encendidas. ¿Se habrán puesto literales? Eso sí, del clima del relato, ni noticias…

A modo de conclusión, pedido esperanzado y propuesta (aunque no en ese orden):

Me considero una usuaria del BAFICI al que concurro, casi sin interrupción, desde su segunda edición. Disfruto muchísimo de la posibilidad de acceder a miradas sobre el mundo y relatos que, de otra manera, no conocería. Le debo al BAFICI el deslumbramiento que me produjeron muchos directores que hoy son mis favoritos. Agradezco la posibilidad de tener todos los años un festival de cine a mano, al que puedo ir. Nada de esto evita que me sienta profundamente indignada con los responsables de esta edición. Nunca, JAMAS, en todos los años que llevo de festivales padecí algo así. Me puedo fumar la deleznable campaña gráfica de este 15 BAFICI, pero no estoy dispuesta a dejar pasar el maltrato, la improvisación, la ineficiencia, la incapacidad.

Me llama poderosamente la atención que, habiendo tanta prensa acreditada, no he(mos) leído nada acerca de las condiciones de exhibición de las películas, del trato recibido por los empleados (aunque es cierto que no por todos), de la constante presencia de “fallas técnicas”, siempre atribuidas a otros –el caso de los subtítulos en Centro Histórico la culpa fue de ¡Pedro Costa! que los mandó así, en el caso de Like Someone in Love el rollo estaba mal armado…-, la cantidad de excusas pueriles y falaces que recibimos frente a cada uno de los episodios y, esencialmente, que estos episodios fueran una constante. También es notable la ausencia de los responsables del Festival en todos estos casos.

En la organización de cualquier festival de cine –y esto lo se por experiencia propia- entre la recepción de los materiales y su exhibición hay un tiempo estipulado para chequearlos, la cosa es simple: si el año pasado no incluyeron en la grilla a Tierra de los Padres de Nicolás Prividera fue porque alguien vio la película y decidió que no le interesaba incluirla. ¿Nadie notó los problemas que tenían alguna de las películas mencionadas? ¿Nadie vio que faltaban los subtítulos en Centro Histórico o que el rollo de Like Someone in Love estaba mal armado? ¿No se chequearon los equipos, los proyectores y sus placas? Son preguntas simples que ameritan respuestas simples, sin tecnicismos. ¿Cuál es la función de “la parte de técnica del Festival”? ¿No se supone que el Director Artístico, entre otras cosas, se ocupa de ver –al menos algunas- de las películas que después incluirá en la grilla de su festival?

Y ya que venimos de preguntas, me pregunto: ¿alguien tuvo la posibilidad de ver en alguna función con director o guionista presente que alguna de las “autoridades” del BAFICI lo presentara? Yo no y esto, en las ediciones anteriores era un clásico.

Claro que también era un clásico el circuito geográfico que se generaba a partir del festival y sus sedes. Creo que parte del diseño de cualquier evento de este tipo está directamente relacionado con la geografía, con cierto núcleo de proximidad que hace que los asistentes (todos ellos, espectadores, realizadores, prensa, productores, etc.) circulen y se relacionen con el espacio y entre ellos. Este 15 BAFICI (ya podríamos llamarlo sin ponernos colorados el BAFICI Panozzo) destrozó la posibilidad del encuentro, de la charla, del boca a boca, de la optimización del tiempo entre películas. Llegar de Caballito a Belgrano, por ejemplo, no fue cosa fácil.

Creo que la mejor noticia para el BAFICI sería que este debut de Marcelo Panozzo como su director sea también su despedida. Alguien tiene que hacerse responsable y no somos nosotros, el público.

jueves, 3 de enero de 2013

La bestia debe morir

Asesinato Utópico (¿en ausencia de las instituciones?)
por Gabriela Zubiría

I. Cine y Literatura, las adaptaciones


En general se entiende que ‘adaptar’ una obra literaria a la pantalla es hallar un conjunto de analogías audiovisuales dentro del texto, partiendo del presupuesto de que no se trata de una réplica exhaustiva. No se trata, pues, de respetar término a término el argumento original, ya que eso sería, de hecho, imposible. ¿En qué consiste, entonces, una buena adaptación? (…) En el respeto por los núcleos significativos e ideológicos fundamentales del texto al que se apela y no la sujeción al detalle argumental” .
(Eduardo Romano, "Entre cine y literatura" en Medios de Comunicación y Cultura popular. 
A. Ford, J. B. Rivera y E. Romano. Ed. Legasa. Buenos Aires, 1985)


La bestia debe morir es una adaptación de la novela homónima de Nicholas Blake (seudónimo del poeta Cecil Day Lewis) y es, además, el libro que Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares eligieron para iniciar la colección El Séptimo Círculo en 1945. La bestia debe morir, la película estrenada en 1952 que se estuvo proyectando por estos días en el MALBA y también en INCAA TV, es una adaptación de la novela dirigida por Román Viñoly Barreto y protagonizada por Narciso Ibáñez Menta, ambos además, responsables del guión. Ibáñez Menta es, junto a Laura Hidalgo, productor de la película. Una curiosidad: Haroldo Conti (sí, el mismo de Sudeste y La Balada del Alamo Carolina) es asistente de director. Es muy difícil pararse casi 60 años después frente a un relato y observarlo con una mirada despojada. Además, como muchos, soy una lectora del Séptimo Círculo desde los 12 años, Esta colección fue mi primera aproximación al género policial y este título en particular, por ser el primero e inconseguible (hasta su reedición en 2003) siempre fue casi un fetiche.

II. Conociendo a la bestia… y a los otros.

¿Qué tan malo puede ser un hombre malo? ¿No es suficiente con haber atropellado a un niño y huir? Jorge Rattery será nombrado por los diferentes personajes como “la bestia”, “canalla”, “un animal” y otros epítetos por el estilo. Golpeaba a su mujer y a su hijastro, acosaba a su cuñada Linda, flirteaba descaradamente con la mujer de su socio: un ser absolutamente deleznable. Guillermo Battaglia está gigante en este personaje, despectivo, sostiene una mueca de asco y fastidio que no se le borra del rictus. Su cara es una máscara de malo, bien malo, que roza la caricatura. En el primer encuentro entre Jorge y Félix, en el marco de una conversación social y tras enterarse de que escribe novelas policiales, le espeta un: “me tranquiliza, pensé que Linda iba a traer un escritor de verdad”.

Su contraparte, Félix Lane (Narciso Ibáñez Menta) parece un hombre bueno, aunque en más bien es un hombre desapasionado y calculador. Es casi cruel la forma en que abandona a Linda a los maltratos de su cuñado, nunca interviene y cuando ella se lo reclama alega que “no es para tanto”. Distinta es su actitud con el niño Ronnie, aunque tampoco interviene cuando este es objeto de la crueldad y el maltrato de su padrastro. Ibáñez Menta es una máscara inconmovible de voz susurrante.

En esta adaptación hay una necesidad manifiesta de generar culpas (¿en la tradición judeo-cristiana?) logradas a través de modificaciones y omisiones en apariencia, menores. El primer ejemplo: inicia la proyección. Música incidental. Un camino arbolado por el que se acerca un auto deportivo, llega a una casa majestuosa, el conductor desciende y aparece la cita sobreimpresa: “La bestia debe morir, el hombre muere también; sí, ambos deben morir. Eclesiastés 3, 19”. Esta cita, en el libro aparece al final, son de hecho las últimas líneas y claro, dichas en otro contexto. Hasta aquí los espectadores no tenemos ni idea de que es lo que sucederá, pero ya nos están contando el final. En el original el accidente sucede cuando el niño va a comprar caramelos (no los cigarrillos del padre) en pleno día. El hecho de que en el film el desencadenante sea comprar los cigarrillos del padre en medio de la noche es una elección culpógena manifiesta.

Siguiendo con el niño, en el libro Ronnie es hijo de Jorge y Violeta, mientras en la versión cinematográfica es hijastro de Jorge, lo que nos permitirá deliciosos diálogos en referencia a su padre muerto (llamado “el finado”), que darán cuenta de la inagotable crueldad de Rattery. Las mujeres: Linda (Laura Hidalgo) hermana de Violeta, la mujer de Rattery (Josefa Goldar), ha sido amante de su cuñado y lo menciona sin culpa, tampoco es juzgada por ello. En la película es una víctima acosada por “este ser sin alma ni compasión por nadie al que ni siquiera le importa matar”, quien la persigue como una bestia, persecución a la que ella, claro, se resiste. La madre de Rattery (Milagros de la Vega), una mujer autoritaria que conserva esa dignidad de los aristócratas en desgracia, lejos está de ser una arpía consumada y cruel: ella protagoniza un diálogo antológico con el pequeño Ronnie, tras el asesinato de su padrastro. El plano abre con el rostro del niño desencajado por el temor y se escucha la voz de la abuelastra:

Abuela: Tarde o temprano la policía sabrá que tu madre envenenó a mi hijo…
Ronnie: Mi madre no, usted miente, mi madre no fue…
Abuela (mientras lo zamarrea): Ella lo odiaba por lo de Rhoda. ¿Sabes que tienes que decírselo a la policía? Júrame que lo dirás.
Ronnie: Déjeme. ¡La odio, la odio!
Abuela: No te dejo hasta que lo jures. Toda la vida te remorderá la conciencia por ocultar a una asesina.

En líneas generales, los personajes femeninos aparecen desdibujados, salvo el caso de Laura Hidalgo, que es reformulada como víctima pero que, por otra parte, es la única que increpa a “la bestia”. Es imposible que la cámara se sustraiga de esta morocha imponente, sus ojos y su porte. Carfax, el socio interpretado por Nathán Pinzón, no es en el libro el pusilánime complaciente que nos muestra la pantalla. En la novela inclusive ejerce un cierto poder -aunque no lo use- sobre Rattery: él con su dinero salvó a la familia de Jorge de la ruina.

II. Similitudes y diferencias

La novela está dividida en tres partes, la primera es el diario minucioso de un escritor de policiales (Félix Lane, seudónimo de Frank Cairnes) cuyo hijo (Martie) ha sido atropellado por un desconocido que se da a la fuga (“la bestia”). Allí se registra la búsqueda del culpable y cada instante de la planificación de la venganza de este padre desencajado por el dolor. La segunda parte cambia de tono, es en presente y registra un asesinato. Finalmente, la tercera, que responde absolutamente a los códigos del género, es la investigación del crimen llevada adelante por el investigador Nigel Strangeways (habría que dedicarle un capítulo a la elección de los nombres de los personajes) que, acompañado por su esposa Georgia resolverá el caso. Una primera observación: en la película Nigel no sólo no tiene nombre sino que se convierte en el “abogado defensor” y Georgia, sencillamente, desaparece.

La película recrea diálogos textuales pero, en la elección de la presentación de los acontecimientos se ve obligada a revelar aspectos de la trama que la vuelven didáctica y previsible. Es un extraño camino el que decide recorrer esta adaptación. Podemos desglosarla en capítulos: en el primero se nos presentan los personajes y su perfil, se comete un crímen (Jorge Rattery muere envenenado), se descubre la trama de la venganza y aquello que la originó (todos leen el diario de Félix Lane, dónde él da cuenta de sus planes y del asesinato de su hijo Martie) y alguien (Ronnie, el hijastro) confiesa ser el autor del crimen de su padrastro. El protagonista (Ibáñez Menta) sólo en su cuarto retoma el diario y escribe en él: “Ronnie me recordaba a Martie y lo que Martie hubiera podido ser”. Este es el final de este primer episodio. Este recurso de la imagen de la escritura permitirá narrar la historia.
La imagen funde a negro…

III. Las razones, en el pasado

En el nuevo capítulo la pantalla abre a un mar embravecido rompiendo contra las rocas (esta imagen se convertirá, por repetición, en una fuerte metáfora de la muerte). Por el mar, cerca de la costa, navega un pequeño velero (el Tessa, como la mujer muerta del protagonista). Un primer plano nos muestra a un niño sonriente y oímos que se lo nombra: Martie. Se trata de un flashback que nos cuenta la idílica relación de este padre con su hijo. La tragedia sucede precisamente, el día del cumpleaños del padre: lo que la desencadena es que al quedarse sin cigarrillos el niño se ofrece para ir a comprarlos al pueblo. Recordemos que es de noche y la casa está algo alejada. En esta secuencia aparece el General (Ricardo Argemí), el amigo más cercano de Lane, quién ya ha sido mencionado, porque es el nexo entre éste y el abogado, entre otros.

Martie se demora y su padre preocupado decide salir a buscarlo en medio de la noche, la música no presagia nada bueno. Lo primero que verá Lane serán los cigarrillos destrozados, luego al niño. Otra vez las olas que rompen contra el acantilado, ¿una metáfora de que algo se ha destrozado en el protagonista? Como un autómata lleva en brazos a su hijo y en un raro efecto en espiral (cómo el del túnel del tiempo) vemos y oímos al médico que dice: “si lo hubieran atendido a tiempo, se habría salvado”. Lane sale de este trance –elipsis temporal durante la cual ha permanecido internado y le ha crecido la barba- y en un diálogo con el General se nos revela el que quizás sea el nudo de la cuestión. La investigación no avanza y Félix concluye que si quizás atrapan al responsable “lo acusarán de imprudencia, le impondrán una multa, acaso un par de años de cárcel, pero eso no le devuelve la vida a Martie y el que lo mató volverá a salir libre para matar a otro… salvo que…”. Frente a la ausencia de respuesta por parte de las instituciones, en su desesperación, este padre elige hacer justicia por su mano. Este plan lo mantienen cuerdo.

La vuelta a casa no es fácil, menos aún volver al cuarto del hijo. Allí encuentra lo que fuera su regalo de cumpleaños: se trata nada menos que de un diario. La dedicatoria se vuelve premonitoria: “Si no quieres llevar un diario puedes usarlo para las notas cuando escribas otro asesinato. Como siempre los estás planeando…”. La venganza ya cuenta, además, con la bendición del hijo muerto. Otra vez el recurso de la escritura que va marcando avances en el relato. La escena cierra con lo que será la declaración de principios de la novela: “Voy a matar a un hombre. No sé cómo se llama, no sé dónde vive, no tengo idea de su aspecto. Pero voy a encontrarlo y lo mataré…” Esta imagen cierra el segundo episodio.

IV. De la búsqueda al presente

La búsqueda es infructuosa hasta que una casualidad lo pone sobre la pista de Linda, una reconocida actriz. Con la ayuda del General, Lane se pondrá en contacto con ella, con la excusa de preparar el material para su próximo libro, Asesinato en el set (Félix Lane no es un autor muy creativo a la hora de titular sus obras, que van de Asesinato en el tren hasta el inquietante Asesinato utópico). No le resulta nada difícil a nuestro galán llegar a la actriz, el romance surge y el plan avanza. Una llamada de auxilio inesperada de su hermana Violeta lo pondrá cada vez más cerca de su objetivo. Antes asistimos a un extrañísimo paso de comedia en el departamento de soltero de Félix Lane (al que ella quiere ir, aunque él no encuentra adecuado llevarla “a estas horas”), que termina con ella llorando y el casi pidiéndole matrimonio. En esta secuencia, además, queda establecido el carácter de víctima de la bellísima y provocativa Linda, que ha bebido demasiado, porque “a veces necesita aturdirse para no pensar”. Parece que va a confesar, pero no, casi.

Llegan a la casa, se instalan, se suceden una serie de situaciones sumamente violentas, siempre protagonizadas por Rattery, el victimario de todos, hasta que parece que cristaliza la posibilidad de asesinarlo. Félix es un experto navegante, y en una de sus excursiones el niño le había comentado que su padrastro no sabe nadar. Tras una provocación, esas cosas de hombres, logra que Jorge acepte la salida al mar y así el plan va tomando forma. Fracasa en el intento, la bestia es mala pero muy astuta. Además ha encontrado el diario de Félix Lane y está al tanto de sus intenciones. Le prohíbe volver a poner un pie en su casa.

-Usted mató a mi hijo.
- Sí, lo maté y usted no puede probar nada. Nunca podrá hacer nada.
-Nunca puede ser muy pronto…

Un fundido da cuenta de los acontecimiento con los que se inicia la película; la voz de Ibáñez Menta en off nos devela la trama: “el veneno ya estaba allí, él creía que nunca iba a pasarle nada y nunca fue muy pronto”. Y otra vez el protagonista escribe, probablemente eso que acabamos de oir. “Parece que Félix Lane ha terminado su novela”, dice el abogado, con el diario en la mano. Lo próximo que sabremos de él es que se aventuró a la mar en un frágil velero, y con los ojos en el horizonte se le aparece el rostro sonriente de su hijo. Las olas de un mar embravecido rompen contra las piedras: la metáfora de la muerte, otra vez. Estalla la tormenta, los rayos atraviesan el cielo. El nuevo día trae la calma y los restos del barco a la playa. La cámara recorre con lentitud el paisaje y se detiene en la sombra en forma de cruz que proyecta el mástil del barco sobre la arena, suena un coro y otra vez aparece la cita bíblica, la misma que abre el relato: “La bestia debe morir, el hombre muere también; sí, ambos deben morir. Eclesiastés 3, 19”.

Hijo, bestia, hombre; todos muertos. La justicia divina es inapelable.

Fin

martes, 17 de julio de 2012

La niña que iluminó la última mañana del mundo


por Gabriela López Zubiría

¿Qué hacer?

¿Acaso tiene sentido invertir este precioso y escaso tiempo en pensar?

Primero fue la incertidumbre, la sospecha. En la radio sólo suena música, la TV sólo pasa viejas películas. Por suerte existe Internet.

Resulta que desde las primeras horas de ayer circula el rumor de que el asteroide “Arcángel” (¿quién los nombra?) colisionará con la tierra entre las 3 y 4 a.m. de mañana. Tras varios años de investigación e intentos fallidos la trayectoria no pudo desviarse y eso lo dicen, con pesar, renombrados científicos de todo el mundo. Frente a la contundencia de la cita de autoridad el rumor adquiere peso de verdad.

No es mucha información, es cierto, pero es suficiente para que el terror se instale. Somos humanos, la finitud de la existencia nos aterra.

Reviso youtube. Todas son noticias viejas.



¿Qué hacer?

Sigo revisando videos. Los más proactivos se dedican al saqueo pero, ¿tiene sentido la acumulación ante la inminencia del fin del mundo?

Algunos lloran y se abrazan con desconocidos, otros rezan.

Los convencidos saltan de las azoteas y se estrellan contra el pavimento.

Las calles, entre saqueos y suicidas, se complican.

Los descreídos se indignan: “no pasa nada, es otra maniobra del gobierno para desviar el foco de la opinión pública. Cómo si no fueran capaces de hacerlo!”.

Cae la tarde, hace horas que no hay registro de actividad alguna. Me asomo a la ventana, las calles parecen desiertas. ¿Así se verá mañana? ¿Veré la mañana? ¿Importa?

Ya es tarde y tengo sueño, mejor me voy a dormir.

¿Dolerá? Eso sí me preocupa.

- Buenas noches.

lunes, 11 de junio de 2012

Los amores imaginarios y otras páginas escogidas

Dolan, Oshima, Almodóvar, Apichatpong y To en revista La otra 26


LOS AMORES IMAGINARIOS: "El segundo film de Xavier Dolan, Los amores imaginarios, se vuelve más estridente y fragmentario en su exploración visual, en sus motivos que evidencian citas u homenajes al cine y la iconografía pop. Hay una búsqueda temática barthesiana hasta la médula, en los vaivenes más impensados del asedio del amor imposible. Dolan deja bien claro que leyó con pasión y fruiciónn al Roland Barthes de los Fragmentos de un discurso amoroso (hasta el punto de bordear el plagio: ver el capítulo “La Espera” en los Fragmentos). Mucho más volcado hacia la comedia que en Yo maté a mi madre, Dolan retrata las estrategias de seducción para materializar los amores imaginarios de tres chicos: Marie (Monia Chokri, increíble labor de chica vintage), Nicolas (Niels Schneider) y Francis (Xavier Dolan). El eje de las tensiones sentimentales es un cuasi Adonis contemporáneo (Nicolas) sobre el cual giran todas las acciones de los otros dos que, cegados en la carrera por conquistarlo, se exponen a las situaciones más ridículas". (Eduardo Benitez, "Las películas del año", revista La otra n° 26).

EL OSHIMAZO: "Una mujer, en estado de éxtasis, corría con el pene seccionado de su amante en la mano. Era el relato -más que la imagen- del final de El Imperio de los Sentidos (Ai no Korida, 1976), la película “escándalo”, por sus escenas de sexo explícito que catapultó a Nagisa Oshima (Kyoto, 1932) desde el circuito de los festivales hasta más allá del prestigioso círculo cinéfilo. Para ese entonces, Oshima contaba con 38 films en su haber; su filmografía completa comprende 51 films, incluyendo cortos y mediometraje para TV. Algunos Oshima post Imperio llegaron incluso a verse en nuestras pantallas, en los albores de la “primavera alfonsinista”; así se estrenaron: El imperio de las pasiones (Ai no borei, 1978); Furyo (aka Merry Christmas, Mr. Lawrence, 1984), con un joven Kitano y un inolvidable David Bowie; la buñuelesca Max, Mon Amour (1986), donde Charlotte Rampling retozaba con un amante chimpancé". (Alejandro Ricagno, "Nagisa Oshima y la noberu vagu", revista La otra n° 26).

LA PIEL QUE HABITO: "¿Qué lleva a un ser humano a la más absoluta abyección arrastrado por una venganza sin límite? ¿Qué Mecanismos operan en la mente y el cuerpo del sometido a las peores vejaciones y confluyen en un punto de identificación y hasta afecto por su verdugo? ¿Cuál es la certeza que algunas veces tambalea en la línea que separa al victimario de la víctima? En 1995 Thierry Jonquet, premiado autor del polar francés (policial negro) nos brindó algunos indicios sobre esas preguntas con Tarántula. La novela, muy breve, ha cobrado renovada notoriedad a raíz del estreno de La piel que habito de Pedro Almodóvar, un proyecto que rondaba por la cabeza del director desde hacía años y cuyo guión fue reescrito muchas veces hasta su adaptación final". (Lilián Camera, "Las películas del año", revista La otra n° 26).

EL HOMBRE QUE PODÍA RECORDAR SUS VIDAS PASADAS: "No estoy aún convencido de que Apichatpong crea en la rencarnaciones, su cine no me transmite ninguna experiencia decididamente religiosa, pero sí estoy seguro de que él hace una apropiación estética de esa fluidez de los seres, con el propósito de jugar a que las líneas narrativas se bifurquen, las identidades muten, los nexos se vuelvan ambiguos, que se produzcan efectos de eco, que el tiempo y el espacio narrativos se vuelvan permeables, el mundo natural se espiritualice y a la vez los espíritus se historicen. No creo que este cine pueda ayudar a que alguien se convierta al Budismo, pero sí me parece que propicia una experiencia de mundo más laxa y más abierta al juego. Pero este juego no parece tampoco la clave definitiva: la imaginería budista no yace sobre un suelo plácido, sino que se ve ligeramente sacudida por ecos de la historia política tailandesa, una historia manchada de militarismo, matanzas masivas y desapariciones. ¿Prevalece la inquietud política o la beatitud religiosa? Difícil decidirlo. Quizá esta indecidibilidad entre política, fe religiosa o religión". (Oscar Cuervo, "Las películas del año", revista La otra n| 26).

LIFE WITHOUT PRINCIPLE: "En Life without principle, Johnnie To mete los pies en el barro de la economía mundial con el garbo de siempre y, para que no queden dudas de que quiere trabajar sobre la actualidad más caliente, incluye imágenes televisivas de la crisis en Grecia. Parece una película muy distinta de las anteriores. Más lenta, menos genérica. En un punto lo es. Sin embargo, el mundo del capital es también un mundo de acción, y la casi total ausencia de armas no oculta todo lo que las transacciones implican. No es la primera vez que To juega a las variaciones. En Election la cuestión era sacar la violencia del dominio de las armas de fuego, volverla más física, obligar a la cercanía. Ahora se trata del movimiento inverso: representarla en gráficos de barras. La mafia, el banco, la bolsa, las apuestas ilegales, la compraventa de inmuebles; todo está unido y funciona de manera equivalente". (José Miccio, "Las películas del año", revista La otra n° 26.

JOHNNIE TO, HOMBRES DE ACCIÓN LÚDICOS Y ELEGANTES: "To siempre demostró tener en claro las reglas que impone la industria cinematográfica de su país y hacer un cine comercial de muy buena factura imprimiéndole su sello de autor. En 2005, a propósito de la dualidad cine de autor/cine comercial, dijo: 'algunas veces, para poder seguir trabajando debo realizar películas más comerciales. (…) gracias a estas puedo realizar otras como Election”. Tan simple y claro como una mañana. En las comedia aplica una serie de parámetros diseñados para seducir a las grandes audiencias (en China son, realmente, muchos espectadores). Uno de sus recursos es la elección de actores muy populares –que en su mayoría son estrellas del pop- como Sammy Cheng, Takeshi Kaneshiro, Gigi Leung, Louis Koo y Cecilia Cheung. Y, claro, Andy Lau, estrella absoluta y actor versátil, que To convirtió en hiper obeso (Love on a Diet de 2001), en musculoso físicoculturista (Running on Karma de 2003), y hasta en mujer (en una maravillosa secuencia de Running out of time, 1999)". (Gabriela Zubiría, "Las películas del año", revista La otra n° 26).

Revista La otra 26: ya está en los kioscos. ¿Dónde conseguirla?
- Librería Gambito de Alfil (Puan 511)
- Librería Biblos (Puan 378)
- En el videoclub de Liberarte (Corrientes 1555)
- Librería Fedro (Carlos Calvo 578)
- Librería Sudeste (Corrientes 1773)
- Kioscos: Corrientes 1486, Corrientes 1505, Corrientes 1587, Corrientes 1596 y muchos otros kioscos del Centro, Barrio Norte, Belgrano, Palermo, Once y Retiro. Para averiguar dónde más encontrarla, hay que comunicarse a distribuidorasinfin@gmail.com - TE 4308-1813

viernes, 18 de mayo de 2012

Odio tu fingida solicitud

(Beast, Christoffer Boe, Dinamarca, 2011)


por Gabriela Zubiría

Las relaciones entre las personas son algo complicado, las relaciones de pareja (como un gran subconjunto del anterior) lo son más aún.

Beast se centra en el final de una relación de pareja, precisamente, en ese momento en el que uno de los protagonistas ha tomado la decisión de terminarla. Siempre escuchamos que en el marco de las relaciones -amorosas, en este caso- las “cosas” que pasan son responsabilidad de ambos participantes, pero es un hecho que terminar siempre es decisión de una de las partes. 

Beast habla de la capacidad, y no solo metafórica, que tiene cada persona para convertirse en una bestia, manifestado desde las reacciones más animales hasta las complicaciones más extrañas de las que somos capaces para lastimar a alguien, en un intento desesperado de aferrarnos a él, al punto tal que Bruno, el protagonista masculino, repite como una letanía: "quiero que estés dentro de mí y quiero estar dentro tuyo". 

"Odio tu fingida solicitud. Tu imagen de buena y entregada. Nunca das nada. No puedes, eres una bestia. Te amo porque eres una bestia", dice Bruno, y parece sugerirnos que es él quien se está volviendo una bestia, pero es también el reclamo que le hace a su mujer a la que, de alguna manera, ya sabe perdida. 

Ambos están concientes de algún modo de ser tan inocentes como culpables, la respuesta es simple y brutal: todos tenemos la capacidad de hacer daño. A partir de esto la película se desarrollará en una trama de engaños y culpas, una extraña -aunque muy leve- escena de canibalismo y un sostenido crescendo hacia locura, como el abismo.

Christoffer Boe, el director de Reconstruction (2005), propone una interesante vuelta de tuerca sobre una historia tantas veces vista, la de la ruptura amorosa con un tono sincero, entre lo cruel y lo tierno, para un tópico sobre el que es fácil caer en el idealismo: el amor en su faceta más desesperada, que se vuelve desoladora cuando Bruno pregunta: ¿por qué no tuvimos la vida que soñamos?

jueves, 15 de marzo de 2012

Los nombres y el amor

Diseño gráfico de Gabriela López Zubiría *

Nacido como Luis Yanischevsky Lerer el 11 de octubre de 1921 en el barrio de Villa Crespo, ciudad de Buenos aires, hijo de los inmigrantes judíos ucranianos Gregorio Yanischevsky y Paulina Lerer, se hizo (no muy) conocido como Luis Luchi, el poeta de Parque Chas. Militante comunista con tendencias anarquistas, obrero gráfico, vendedor viajante de libros, a la final poeta. El crítico literario Eduardo Romano lo definió como “poeta extraoficial” al que “se lo buscaría inútilmente en las más prestigiosas selecciones de la poesía argentina e incluso en muchas que no lo son” (Prólogo a la Antología poética, 1986, Rosario). Luchi tuvo irse a Barcelona en 1977, a causa del golpe militar. En esa ciudad murió el 21 de octubre de 2000. Solo entonces su nombre empezó a mencionarse en los medios grandes, tímidamente primero, un poco menos tímidamente después. Menciones laterales en La Nación, Revista Ñ, una contratapa del diario Crítica firmada por Washington Cucurto (2009, lo llama “poeta genial”), nota de Juan Sasturain (“Una vacuna contra qué”) en febrero de 2010 en el suplemento Verano/12 de Página/12 (lo llama poeta “imborrable”). En 2010, Jorge Monteleone lo incluye en la gigantesca antología bicentenaria 200 años de poesía argentina (Alfaguara). Ese mismo año Ediciones del Escorxador (que él mismo Luchi había fundado 30 años antes) publica en Barcelona una antología titulada Espérenme que volveré, que incluye una selección de sus poemas editados, junto a varios textos inéditos y una serie de ensayos e ilustraciones especialmente preparados por amigos (Alberto Szpunberg, Liliana Garrido, Horacio Altuna, Oscar Grillo, Carlos Nine, Jorge Quiroga, entre otros). 

Y dentro de pocas semanas en el número 26 de revista La otra (nueva época).

* La imagen que ilustra este post es un bonus del dossier sobre el poeta Luis Luchi del nuevo número de La otra. Esta página no aparecerá incluida en la revista y es un anticipo-obsequio exclusivo para los lectores del blog. El poema "Los nombres y el amor", de Luis Luchi, fue originalmente publicado en el libro Poemas cortos de genio, 1970.

jueves, 25 de agosto de 2011

Atrapada

(The Ward) John Carpenter, 2011


por Gabriela López Zubiría

Que un director de culto para los amantes del género estrene en pantalla grande después de 10 años de ausencia es una noticia. Que ese director sea el responsable de Halloween, The Thing, Escape de Nueva York y La niebla genera expectativas y, si a esto le sumamos su condición de outsider de la industria, cierra por todos lados.

En rigor de verdad pasaron 10 años desde el estreno de Fantasmas de Marte, su última pelicula, lo que también es cierto es que Fantasmas... no es una película recordable (“una experiencia imposible”, según algunos críticos…).

Y bueno, vamos y vemos Atrapada según su título en español –The Ward en el original–, la primera impresión es que se trata de una película de bajo presupuesto lo que, de alguna manera, amplifica a nuestro héroe. Pero el amor se termina ahí nomás.

Rubia protagonista que huye e incendia una cabaña con una caja de fósforos. Inmediatamente después es llevada al hospital (el sistema funciona) que se nos aparece como todos los hospitales neuropsiquiátricos en donde-algo-pasa. De ahí en más, una seguidilla de lugares comunes que no convencen a nadie. Psiquiatras, enfermeros y enfermeras bastante copados y complacientes, el famoso pabellón al que alude el título con un grupete de preciosas y anodinas chicas que parecen estar de vacaciones, la misteriosa desaparición de algunas de ellas (lo que la conecta directamente con Shutter Island de Scorsese, pero con la diferencia que esta funciona como un efectivo mecanismo de relojería, marca indeleble del cine de suspenso), el fantasma malísimo, el crimen encubierto, los flashbacks que nos llevan al trauma donde reside el origen de este presente… demasiados elementos, como en un licuado de todas las frutas que, al final, no sabe a nada.

Atrapada se vuelve previsible al poco tiempo de empezar, el giro que presupone el revelador final se anticipa mucho antes, lo sobresaltos funcionan (el viejo y querido susto siempre funciona), en síntesis una película bastante aburrida y, lo que es peor, “vieja”.

¿A qué me refiero con vieja? Bueno, pienso en los géneros –en el contenido de su discurso, las marcas que nos permiten identificarlos como tales– como algo dinámico, histórico. El amor, la forma en la que las personas se relacionan, no responde hoy a los mismos parámetros que 1950, no son siquiera parecidas las relaciones familiares. Las sociedades y sus historias se complejizan. ¡Ni siquiera el mapa del mundo es el mismo! Los espectadores también evolucionamos, nos formamos en el mirar, precisamente, mirando. Es bastante desalentador que John Carpenter, quien participa activamente en producciones para televisión, no haya tenido en cuenta este detalle.

Pero a no desalentarse, parece que habrá más Carpenter para ver, por lo menos es lo que anuncian en la Imdb (Internet Movie Database) en el 2012 veremos Riot (Scared Straight), un “drama carcelario” (dixit) protagonizada por Nicolas Cage y en 2013 Darkchylde, basada en un comic, sobre “una adolescente con una maldición: se transforma en las criaturas que aparecen en sus pesadillas”, habrá que esperar y ver…

Pero como soy optimista puedo ver el vaso medio lleno: saludemos el retorno de las películas de terror, porque pensar que la evolución del género era el gore (la saga de Hostel, Saw y otras por el estilo) era una perspectiva más repulsiva aún que hectolitros de sangre de utilería saliendo de entre las tripas (de increíble realismo) de los protagonistas de estos sádicos engendros.

Con todo respeto Carpenter, pero con Atrapada no se le cayó ni una idea.