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domingo, 28 de junio de 2020

Nuestro negacionismo

La deuda sagrada




"Nosotros nos educamos sobre un negacionismo de la segregación de los pueblos originarios, de los indígenas, de los negros, de los morochos, de los sectores populares que no son los blancos descendientes de europeos. Nos educamos sobre un negacionismo de lo que se les ha hecho, de lo que se les hace, de lo que sigue ocurriendo. Creo que ese drama es hora de que lo rediscutamos. Entonces un día ocurre una experiencia. De repente un grupo de indios hacen algo. Hacen algo porque se les deja hacer eso. Hay una situación que también es de buena conciencia, la buena conciencia movimientista, populista, peronista. Y es bueno que hagan eso, el lado mejor de todo esto que estamos discutiendo ocurre de ese modo. Pero en el mismo momento en que ese proceso se da se gesta también la destrucción de ese proceso. Esa destructividad hacia el movimiento empoderado de los pueblos, de los indígenas, de los humildes los acosa desde el primer instante y los obliga a replegarse, a estar a la defensiva, en un estado permanente de tensión, de descalificación y de alienación. Todo el trayecto de la Tupac Amaru en Jujuy estuvo conviviendo con el rechazo permanente. Qué desgracia los grupos políticos rivales, competidores o compañeros que no lo han podido pensar. Y tampoco se les puede reprochar eso porque también forman parte de los subuygados, de las víctimas. Es decir, toda lucha emancipatoria es taambién una tensión que se produce entre los propios actores de la emancipación. En las velocidades y los caminos divergentes, las tensiones porque uno está mejor que el otro, porque uno recibió algo que el otro no recibió. Esas son cosas que también tienen que ser pensadas, no pueden ser pensadas por el discurso político, son tabúes, que no hay que mencionarlas y que el enemigo sí sabe usufructuar, sabe cómo incentivar, cómo manipular, lo sabe todo el tiempo, desde el primer momento" comienza diciendo Alejandro Kaufman en "El drama de la Tupac" capítulo V de unta serie de documentales cortos producidos por Mariano Gerbino para el sitio web Sangrre que aquí pueden verse:

Cap. I



Cap. II



Cap. III



Cap. IV



Capítulo V



Experiencias emancipatorias vs. negacionismo. 
La Tupac Amaru y la violencia manipulatoria sobre lo popular. 
Colonialismo y subyugación: elementos latentes. 
Milagro Sala: no fue magia.
Una conversación en proceso con Alejandro Kaufman.

Voz en off: Alejandro Kaufman
Fotografías: Silvana Lanchez
Música: Gustavo Santaolalla
Entrevista: Karina Arellano
Grabación voces: Alejandro Soler, Manuel Soler
Posproducción de sonido: Hernán Espejo
Producción: Mariano Gerbino
Fuente: Sangrre - Sitio web, ensayo antifascista.

martes, 31 de octubre de 2017

"Hay una incompatibilidad esencial entre derecha y democracia" - Alejandro Kaufman sobre el nuevo totalitarismo

Una conversación con Alejandro Kaufman en La otra.-radio, que se puede escuchar clickeando acá



Fotografía: Sebastián Puenzo

- Quisimos volver a hablar con vos a propósito de tu texto "Antes y ahora, esto y aquello" -acotamos-, aparecido en la revista Contraeditorial, en el que cuestionás la caracterización que algunos hacen de este período como una derecha democrática y planteás el problema de cómo reconocer esta nueva forma del negacionismo.

- Es una ilusión esa de la derecha democrática, ¿no? - dice Kaufman-. Porque el siglo xx está lleno de crímenes que invierten la carga de la prueba. Cuando uno sostiene ciertas posturas políticas, tiene que dar cuenta de la inversión de la carga de la prueba. Y eso ocurre por derecha y por izquierda, porque ocurre también con el Partido Comunista Soviético, en Camboya con el Khmer Rouge, hay un genocidio por hambre en Ucrania en la época del stalinismo donde murieron 6 millones de personas. Entonces que nadie se ponga nervioso porque haya que invertir la carga de la prueba. Es un fenómeno generalizado. En el caso de la derecha está acentuado, porque en su propósito no está la igualdad, la emancipación, la libertad, aunque ellos usen esta palabra para referirse a otra cosa: entonces queda solamente la inversión de la carga de la prueba. Así que hay una incompatibilidad esencial entre derecha y democracia, una incompatibilidad que tiene mediaciones, zonas grises, no se tomen está incompatibilidad en una forma literal. Pero la relación entre capitalismo y democracia es problemática por la acumulación de capital. Viste que se pregunta qué tiene de malo ser rico. Y... ¡todo tiene de malo ser rico! Las formas de pensamiento vinculadas con cualquier ética en toda la historia de la humanidad han considerado que ser rico es algo malo. Malo como otras cosas con las que se convive y que pueden encontrar formas de habitabilidad, pero hay que  buscarlas, no es que tan fácilmente se convive con la acumulación de riquezas. La acumulación de riquezas siempre tiene que dar explicaciones, tiene invertida la carga de la prueba. Porque ¿cómo hago yo para ser rico en un mundo en el que hay necesidad, pobreza, injusticia, ignorándolo? Si no ignoro que hay desigualdad, no puedo ser rico.

- Una de las características de la derecha argentina es que no osa llamarse a sí misma "derecha", es difícil que se asuma como tal.

- Es un fenómeno de la Argentina. sí. Porque la Argentina ha tenido una tradición muy progresista, populista, igualitarista, y la derecha durante mucho tiempo ha estado descalificada, deslegitimada.

- Ha sido una derecha vergonzante, ¿no? -pregunto.

- Sí -dice Kaufman-, deshonrada por ella misma. Y entonces lo que estamos viviendo ahora es un intento de recuperar respetabilidad.

- A mí me sorprende -digo- la irrupción a la que estamos asistiendo del odio, el racismo, el clasismo de la las clases dominantes, el desprecio, la crueldad con que se mueven en el caso de Santiago Maldonado. Y pienso: en realidad esto ya estaba, porque la hipótesis de que aparece en los últimos años a esta altura yo ya no la puedo creer, pienso que es un sector de la sociedad que estuvo siempre, pero estaban recluidos porque las condiciones culturales no daban para que ellos lo digan a viva voz abiertamente, en los medios oficiales.

- El afloramiento de la expresión pública de ese tipo de enunciados comenzó en 2008 -dice Kaufman-. En 2006 y 2007 habían empezado con la cosa de la crispación. Entonces empezamos a ver algo que en nuestras generaciones no habíamos visto, porque había ocurrido en el 55. Cuando decían por ejemplo que Perón abusaba de las adolescentes de la UES -y hay gente que todavía lo repite- por decir la cosa más obviamente disparatada de todo, porque imaginate que si alguien abusa de personas, esas personas durante años estarían dando testimonios. No es como un bien que es enajenado, que se puede guardar o no, es algo que queda tan marcado en la subjetividad que no puede guardarse. Esas cosas, una vez que se pronuncian, quedan ahí. Pero nosotros no habíamos visto esto. Mucha gente más joven no lo sabe, cree que puede haber ocurrido en la dictadura y no es así. A nosotros nos contaban esto y no lo creíamos del todo. Los libros de historia o los mayores te cuentan cosas que no las terminás de creer, las tenés que comprobar vos mismo. 

- Incluso la dictadura, con todas las atrocidades que hizo, en el nivel del discurso tenía un cierto cuidado, un disimulo para no nombrar las cosas, como ahora sí las nombran de manera totalmente desatada. No solamente algunos funcionarios, sino también en las redes sociales, en los medios de comunicación masivos, y un sector de la población no menor se anima a decir estas cosas.



E.S. Fotografía

- Yo creo -dice Kaufman- que lo que los conduce a explicitarse así son dos situaciones: el primer peronismo y ahora el kirchnerismo. Esos dos momentos produjeron este tipo de odio, porque efectivamente realizaron procesos igualitarios. Hay una multitud que impone un proceso igualitario, de maneras pacíficas, democráticas, y eso les resulta completamente intolerable. Aparte de que, en un caso, terminó con un golpe de estado en el 55, con bombardeos, las masacres, etc., y ahora llegaron de un modo electoral, como si el solo voto les confiriera un carácter democrático, desconociendo que muchos totalitarismos empezaron con procesos electorales. Pero el odio tiene la misma estructura. Trataron unos años de aguantarse ese igualitarismo, pero es insoportable. Es insoportable que la doméstica haga turismo y se vaya a otro país. Encontrarse en el avión con la doméstica les resulta totalmente intolerable.

- Bueno -digo-, el tema del fútbol para todos, justamente este fin de semana es especial, porque hay que volver a pagar para ver los partidos por la tele. Y aparecieron fotos en twitter de gente que se juntaba en las vidrieras de los bares para espiar la pantalla con los partidos. Es una condensación de época, de los que quedan afuera.


- Sí, de la ñata contra el vidrio. Es ese odio que puede estar siempre como sentimiento de clase y aflora inconteniblemente en estos momentos. ¿Qué define a la derecha? La idea inherente de desigualdad. Hay personas que tienen un merecimiento y una virtud y otras que no lo tienen. Y las que no lo tienen, tienen que servir a aquellas o estar excluidas. Esa es la idea de derecha y no hay manera de matizarla, ni de atenuarla, ni de hacer nada con eso. 

- Y esa exclusión no tiene límites, porque en el extremo más bajo es la exclusión del derecho a la vida. Es lo que le pasa a Santiago Maldonado: porque sos hippie, porque sos artesano, porque estás con los mapuches, bueno... ¿de qué te quejás?

- Es la servidumbre, la esclavitud, que el otro me sirva, verte eximido de la necesidad del trabajo porque otro te sirve. 

Santiago Maldonado



- Nosotros estamos perdiendo derechos semana a semana y a veces no nos damos cuenta -pienso en voz alta-. Porque las balas pican cerca y le pegan a otro y pensamos que cayó uno con el que no tenemos nada que ver. 

- Cuanto antes dejemos de tener la idea de que había algo que estaba disponible, que poseíamos y que lo estamos perdiendo, mejor. Los derechos están muy bien cuando son un instrumento de lucha, o cuando son reconocidos políticamente, como pasaba hasta hace poco. Pero hay momentos como este, cuando empiezan a desconocerse políticamente, entonces lo único que queda es cuánto se los sostiene en la vida real, en la vida práctica, como pasa en la mayor parte de la historia. Hay que pensar esto: la dictadura lo que hizo fue castigar a un gran movimiento social igualitario, emancipatorio, con componentes revolucionarios. Lo castigó de la manera más atroz y eso dejó un trauma en la sociedad. Yo siempre les digo a los chicos más jóvenes -si tengo que sintetizar la diferencia que ahora ya empieza a ponerse en cuestión-, que una madre, un padre que tenían un hijo adolescente que militaba, ¿qué implicaba militar en la década del 70? Implicaba que te podían torturar o te podían matar. Cosas que pueden ser asimilables: tu mamá puede tener un hijo muerto, puede tener un hijo torturado o un hijo preso. Lo que no puede tener, lo que no es asimilable, lo que se hizo fue decirnos "esto no lo vas a poder soportar, te voy a hacer algo que no vas a poder soportar": es la desaparición. Entonces la desaparición se instala en la sociedad argentina como una figura, una condición que bajo la democracia se podría atenuar. Pero lo que está ocurriendo ahora viene de una manera muy compleja, porque viene como inocentemente. El caso Maldonado, que no sabemos cómo va a terminar, indica por un lado a quienes han tenido afinidad con la dictadura, que piensan que de un modo u otro la desaparición es justificable porque hubo violencia política. Esto se dice de un modo aparentemente inocente, el otro día veía a un intelectual diciendo esto: que la democracia erradicó la violencia política. Esto no es así: la violencia política no depende de si hay o no hay democracia y la democracia no consiste en que no haya violencia política, sino en cómo se trata la violencia política. Eso son los derechos humanos, no son que algo no pase, sino cómo se lo trata: si lo tratás de una manera atroz o si lo tratás de una manera humanamente y jurídicamente concebible.



- Se trata de equiparar la desaparición de Santiago Maldonado con el asesinato de Mariano Ferreyra o la desaparición de Julio López, como si fueran equivalentes: "bueno, el kirchnerismo tiene dos, nosotros tenemos uno, Duhalde tuvo dos, etc.". Y ahí hay algo que se nos escapa.

- Sí, yo creo que estas circunstancias nos han colocado en un lugar muy difícil de definir, porque evidentemente no hubo el propósito de que desapareciera Santiago Maldonado. Lo de Mariano Ferreyra fue un asesinato, un tipo de asesinato patoteril que no es tampoco "vamos a matar a alguien", sino que se desarrolla en una situación que implica correr ese riesgo y permitir de algún modo que suceda. Tiene toda la responsabilidad de un homicidio y en eso no hay ningún atenuante. Y hubo una decisión política del gobierno de no tolerar que eso hubiera sucedido. Pero es diferente a un atentado, por ejemplo, donde se busca a alguien particular y se atenta contra su vida. En el caso de Julio López sí hubo un atentado específico contra una persona, de hacerla desaparecer porque era un testigo, eso está en cualquier novela policial básica: que desaparezca el testigo. En el caso de Maldonado está ocurriendo algo diferente, porque lo primero es que no hubo un propósito de que esto le pasara a un muchacho de clase media bonaerense, rubio, encima con características de santidad, en una especie de situación crística. Yo, si fuera católico, estaría pensando en beatificarlo. Un muchacho que de un modo totalmente desinteresado va a apoyar una lucha de un pueblo ancestral desde la pobreza, humilde, con una mirada pura, una belleza física, tiene todo para ser santo. Si hubiese sido un mapuche, como ellos mismos lo dicen, esto no les hubiera ocurrido. Aquí está la matriz desaparecedora del estado argentino, porque quien cometió los crímenes de lesa humanidad es el estado argentino, no alcanza con ningún perdón que pida un presidente, sino con décadas y generaciones para que eso se limpie, para que se pueda redimir de ese crimen. Lo que está haciendo el caso Maldonado es reponer esa precariedad del estado con respecto a los crímenes de lesa humanidad. Y empezó como una especie de accidente, de algo que no les salió bien, como dicen con ese lenguaje brutal, que se les fue la mano. Pero lo que es completamente desalentador y desolador es la consecuencia que decidieron tener con respecto a esto. Porque en algún momento puede haber habido una inadvertencia, como dice Beatriz Sarlo, porque ella ve todo siempre desde el punto de vista pedagógico: "no leyeron el libro, no aprobaron el examen de los derechos humanos" y entonces eso no lo saben hacer. Pero ya van a hacer tres meses, recibieron la información de lo que estaba ocurriendo. Por esta afinidad con la dictadura, ellos forman parte de este sector de la sociedad, que será un 15% o un 20%, a los que les parece natural que eso ocurriera. Si vos defendés de manera incondicional el derecho a la propiedad, no te parece tan mal que desaparezcan unos miles de personas, porque, bueno, "es necesario, la historia, ha ocurrido siempre", etc. Lo que pasa es que vivimos una época en la que esto no es compatible con las formas contemporáneas de convivencia. No es compatible con la sociedad de consumo. ¡Porque yo no puedo abrir una botella de agua comprada en el supermercado si desaparece gente! Eso es lo que no se está entendiendo. Pero el capitalismo tiene una doble cara. Por un lado, el capitalismo necesita que vos puedas abrir una botella de agua con confianza, porque la confianza es un término muy precario que articula la vida contemporánea. Pero el capitalismo es otra cosa también: el capital puede prosperar aunque eso no funcione. El capital carece de toda ética y se basa totalmente en la acumulación, la lucha a muerte por la posesión, y puede prosperar en situaciones de catástrofe, de guerra, de naufragio, en cualquier situación. El capitalismo contiene esa contradicción, eso es lo que nos suele confundir en los contextos democráticos, porque nos terminamos creyendo que hay una derecha democrática (se ríe). Puede haber un capitalismo democrático, pero es contingente. Lo es en tanto les sirva la institucionalidad democrática para su acumulación. Los capitalistas no se arruinan con las guerras, las catástrofes, los desastres, sino que se enriquecen, es cuando más se enriquecen. Entonces la desaparición tiene una relación débil o ausente con estos sectores dominantes. No es el tema pedagógico de los derechos humanos, que no leyeron un libro. Lo desatienden porque no les importa. Ahora, hay un momento en el que ya no lo pueden seguir desatendiendo, porque hay evidencia de que es un problema político de primera magnitud.



Y ahora no sabemos todavía qué va a pasar con Santiago Maldonado. Lo preocupante es que a los que conducen esto se les metió en la cabeza, a través de Durán Barba, que "si nosotros usamos esta máquina de persuasión, de segmentación, que ya usamos con eficacia para las elecciones, entonces vamos a poder pasar la cresta de esta ola". ¿Qué puede decir uno sobre eso? ¿Que no va a ocurrir? No lo sé. Yo espero que no. Porque además el costo que tendría para Argentina que les salga bien, desde el punto de vista de los derechos humanos, de la democracia, de la convivencia, sería enorme, sería una tremenda deuda ética que la Argentina volvería a contraer, aparte de la deuda externa que hay, que podría también llevar años superar. Es mucho mayor el costo que para ellos va a tener también, porque después, en algún momento, cae la ficha, vos no podés sostener una cosa como esta indefinidamente, sin que produzca consecuencias, traumas, malestar, incredulidad, que van a ocurrir, no sé cuándo ni cómo. Es muy preocupante que hayan seguido este camino.

***

Esto es menos de la mitad de lo que hablamos con Kaufman. En una conversación con el tono torrencial de su habla, pasamos por otros lugares del presente y de la historia argentina: la fragilidad del peronismo, Cristina, las comparaciones entre la década del 70 y la actualidad, el nuevo totalitarismo, el ser consumista, las economías populares, el trauma de Cromañón, la mentira de la alternancia democrática, Durán Barba, la Big Data y las posiciones de izquierda, liberales y socialdemócratas, que no saben cómo pararse ante este nuevo totalitarismo que asoma y aún no sabemos hasta dónde puede llegar. Vale la pena escuchar la charla entera, clickeando acá.

La música que escuchamos: Charly, Mercedes Sosa, Milton Nascimento, Leonard Cohen, Tom Waits, Tunng y Gonzalo Aloras.

martes, 17 de octubre de 2017

El negacionismo y el tercio de los nada que ver

La otra.-radio del 16/10, para escuchar clickeando acá



El programa del domingo en La otra.-radio lo empezamos comentando un artículo de Alejandro Kaufman aparecido en el n° 5 de la revista Contraeditorial, extraordinariamente interesante, titulado "Antes y ahora, esto y aquello", de lo más lúcido que leí en los últimos tiempos, sobre las vinculaciones, relaciones, comparaciones que se establecen últimamente entre el régimen gobernante y las anteriores dictaduras; Kaufman también se refiere a los que se irritan ante quienes señalan algunas inquietantes continuidades. En un tramo Kaufman caracteriza esta irritación como una forma de negacionismo:

"El negacionismo nuestro, de ahora, no va dirigido solo a promover la impunidad de los perpetradores. No tiene como meta que se repita lo sucedido tal cual porque no hay repetición idéntica en la historia. como se sabe. Y por eso mismo es también ociosa la irritación por las comparaciones si no es por lo que efectivamente realiza el negacionismo: desalentar las evocaciones, las asociaciones de ideas y sentimientos, la inquietud por el presente y por el porvenir. (...) Quien reacciona airado por tales comparaciones no defiende las memorias sino solo censura las advertencias del presente. Así avanza un clima de época: los espantos del pasado congelados en una conmemoración vacía y despojada de sentido para la actualidad, y el presente sumido en la indiferencia frente al dolor de los otros, frente a la injusticia". 

Kaufman logra articular una serie de interrogantes que nos venimos haciendo en los últimos tiempo frente a las crecientes persecuciones del régimen y las continuidades con los procesos autoritarios del pasado que, por supuesto, no son idénticos a este. Sin embargo, Kaufman encuentra una continuidad notable:

"(...) de manera reconocible vuelve la pregunta de la mediación por parte de quienes no son perseguidores ni perseguidos, el otro tercio: -¿y con nosotros qué va a pasar? La pregunta es indiscernible y su recuerdo inconfesable. Es un discurso que forma parte del legado. Porque el legado, lo que resta, lo que queda, lo que nos mantiene abierta la herida, lo que vuelve, es todo ello y no hay línea demarcatoria natural que nos separe del pasado sino lo que hagamos, cómo hablemos, lo que deseemos, hacia donde vayamos. El interrogante de los exentos de persecución que preguntan o negocian por su destino evoca a quienes también lo hicieron en los años oscuros, aquellos a quienes se les decía que no debían preocuparse por lo que les sucediera a las víctimas de la época. Los actores que ahora muestran sus destrezas políticas en alegación de 'ayudar', 'gobernar' y 'mediar' tenían sus oportunidades de prestar servicios en aquellos tiempos de golpes. Quienes permanecen en el medio, idealmente ni perpetradores ni víctimas, ni difamadores ni difamados, ni acusadores ni acusados: inquieren por su destino. El poder responde aclarando quiénes deben preocuparse y quiénes solo deben esperar lo que les toque con tal de que consientan. Esa estructura de discurso forma parte de un legado y se encuentra disponible tal como la vemos asomar. Es lo que los golpes dejaron".

Es tan honda la formlación que hace Kaufman de la pregunta por lo político actual que no excluye en su interpelación a ningún sector ni posición de la acción política, la omisión, la descripción ni el comentarismo: incluso los descriptivos más neutros posibles y los callados quedan abarcados por la política, tal como Kaufman logra interrogarla. También aquellos que celebran a esta derecha como democrática.

"Cierto conformismo celebratorio porque la derecha accede al gobierno por elecciones en lugar de por golpes encuentra más o menos rápidamente su límite. (...) El Caballo de Troya al que se abre la puerta es seductor, se le prodiga hospitalidad. Tiene como propósito distraer, no hacer pensar y puede ser olvidado con mayor facilidad que la interrupción".

Citando sólo unos párrafos de un artículo bastante más extenso no le hacemos completa justicia: recomendamos leerlo en su totalidad. Anoche lo comentamos un rato durante el programa y esperamos contar con Kaufman muy pronto en el estudio del programa para comentarlo más largamente. 

Ese tramo del programa lo pueden escuchar clickeando acá.

martes, 9 de mayo de 2017

Una atrocidad ya está en curso, la hacen con palabras humanistas y benévolas

Alejandro Kaufman, pensando en voz alta el domingo en la radio, para escucharlo acá

El domingo a la medianoche, mientras se desplomaba sobre la ciudad de Buenos Aires una tormenta que parecía que iba a arrastrarlo todo, nos encontramos a pensar junto a Alejandro Kaufman. Hablamos del retorno del terror de estado que estamos detectando en estos meses, que encuentra una condensación en la sentencia de la corte que repone las formas jurídicas de la impunidad. Un terror que a veces vacilamos en llamar por su nombre, con el cuidado de que no se trate de una exageración o de un desgaste de palabras. Yo dudo en poner un título como El regreso del estado terrorista. Pero como ya lo hemos atravesado, conocemos los signos con los que el terror se hace presente. Por más que el régimen intente tender una cortina de banalidad que produzca la apariencia de una vida normal, es preciso señalar el terror como tal cuando él se asoma. A continuación algunos de los tramos de lo que dijo Kaufman (la versión completa se puede escuchar clickeando acá):

- Hay que relatar de nuevo los golpes [de estado] - dice Kaufman-. Los golpes no eran "en contra" de toda la población. Fijate que hace poco un colegio quiso simular un golpe de estado y armaron una escena de pánico. Asustaron a los chicos y les hicieron sentir que era como una película de terror. Pero en realidad los días de los golpes fueron siempre muy tranquilos. Tanteaban el estado de ánimo de la población y sabían cuándo era oportuno intervenir, había una población que ya estaba esperando el golpe. Eran operaciones mediáticas, políticas y sociales que se hacían en los períodos constitucionales y, cuando llegaba un momento determinado, se daba el golpe. Se modulaba según cómo se percibía el estado de ánimo de la población. Entonces la gente no entraba en pánico, ni se oponía, para nada. Lo esperaba: estuviera o no de acuerdo con el golpe. Yo recuerdo muy bien el golpe del 76, estábamos esperando lo que iba a pasar, estaba anunciado con medias palabras. No era distinto a este estilo discursivo que tenemos ahora, de cosas que están anunciadas, hay un montón de cosas que ya están anunciadas. Y en los momentos del golpe había consentimiento. No consenso, porque el consenso es explícito, sino consentimiento. El consentimiento es que la gente se quede quieta y deje que algo ocurra. Ahora también están sucediendo. (...) Cuando Durán Barba dice "a la gente no les importa esto o lo otro", se refiere a una parte de la realidad. Porque hay una parte a los que efectivamente no les importa, son los mismos que consentían los golpes. Porque no hace falta ser nazi, basta con consentir, con hacerse el distraído, ni siquiera hay que poner en el centro la cuestión del odio, que también opera de una manera muy importante. Pero hay una variable que es la que ha recorrido toda la historia reciente, que es aceptar un cierto estado de cosas que tiene consecuencias gravísimas. Hay una situación de crueldad, de violencia sobre los sectores populares que es cosa de todos los días. CORREPI no inventa nada, no están alucinando, han estado siempre detrás de estas cosas que han ocurrido aún en el gobierno anterior. A pesar de sus políticas reparadoras y de derechos humanos, en los márgenes esas cosas han ocurrido. Ahora esos márgenes se desplazan al centro.


Las clases dominates usan la lógica del acecho, funcionan como predadores, como el felino que se acerca a su presa y espera el momento oportuno para atacar. Hacen eso, con mentiras, con medias palabras, esperando el momento oportuno y así se va viendo adónde van. Por eso ponen a dos jueces, se produce una escena con ese voto que les hacía falta. No les importa la prolijidad ni el republicanismo. Permitirse establecer este fallo con una mayoría simple, de tres votos contra dos, es de una debilidad impresionante, insostenible. Pero todo eso no les importa y eso es lo que nos cuesta entender. Realmente no les interesa la política, en el sentido democrático de la palabra. Les interesa acumular capital, recuperar ganancias que consideraban como lucro cesante, volver a establecer posiciones, hacer retroceder al movimiento popular. 

(...) Para ellos las masas deben obedecer y agachar la cabeza en silencio. Todo lo que el movimiento popular haga es delito. Que una parte del capital se distribuya para el consumo, eso para ellos es un crimen, porque la ética que tienen está basada exclusivamente en acumulación del capital. Lo único que les importa es ganar, en el sentido económico. No tienen nada que perder, porque tienen garantizada su ganancia. No es una cuestión subjetiva, no se trata de lo que opine alguien o de lo que sienta en su corazón, es la lógica del capital. El tenedor del capital está como tragado por un agujero negro, es como un esclavo del capital, Marx decía eso de la burguesía: está alienada por el capital y su único propósito es acumular. Cuando llegan a la política, como ahora, para no tener mediaciones e intervenir directamente sobre sus intereses, actúan con una lógica del capital, no la de la política. Por eso los que tienen una lógica política de la alianza gobernante están en la sombra, tanto del radicalismo como del mismo PRO.  

- A veces -comento- yo tengo dudas en titular una nota mencionando la vuelta del terrorismo de estado, pero esa es la dirección que se muestra.

Lo extorsivo de una medida como esta -dice Kaufman- es que es tan brutal que te obliga a responder de una manera muy simple, hablando del peligro de que algunos estén sueltos. Pero el problema principal no es que estén sueltos algunos genocidas o que se les abrevie la pena: el problema principal es la vuelta de la dictadura, es decir: el retorno de una sociedad opresiva, totalitaria, policíaca, donde se molesta a la gente en las calles por las contravenciones, donde hay censura. Una atrocidad que ya está en curso. Y lo hacen con palabras humanistas y benévolas. La dictadura también hacía eso: Massera hablaba de amor. Nuestro golpes no tenían un discurso totalitario explícito. Eran golpes que pretendían restablecer las condiciones para que se reanudara la democracia, porque "los gobiernos democráticos van en contra de la democracia", entonces los militares la restituían.


- De hecho el golpe de estado del 55 se denomina "revolución libertadora"...

- Exacto, incluso un gobierno más integrista como el de Onganía se llamó "revolución". Y la palabra "cambio", ahora lo podemos decir con mayor certidumbre, significa lo mismo que "revolución". "Cambio" significa todo esto que estamos viendo. Lograron darle ese contenido duranbarbista de la estupidez y la superficialidad de los globos y de hacerle creer a un montón de gente a la que le mintieron. Por eso es una victoria a lo Pirro la que tuvieron. Ganaron pero sin decir lo que iban a hacer. Porque Le Pen o Trump dicen muchas cosas xenofóbicas que son explícitas. Esa es una diferencia importantísima: tanto en Trump como en otros casos europeos nunca dicen todo lo que van a hacer, porque nunca se puede decir todo, pero dicen muchas cosas horribles y la gente los vota. Acá eso no pasó: acá dijeron que todo iba a seguir igual, que iba a cambiar lo que estuviera mal y lo que no lo iban a conservar, pero hicieron lo contrario. Y esto les va a caer encima. Todavía la gente está en un estado de entumecimiento, de estupefacción. Porque cuando se miente de esa manera y al día siguiente, por medio de permanentes engaños, como al acecho,  van haciendo algo distinto, a la multitud le lleva tiempo procesar eso. Pero cuando a la gente le caiga la ficha de lo que ha venido ocurriendo y de lo que puede seguir ocurriendo, yo no quisiera estar en el lugar de ellos. Digo moralmente, que no me vengan a correr con el tema de la destitución o del golpismo porque ellos han sido siempre los destituyentes y los golpistas. 

(...) Ya vemos que la idea de la alternancia que manejaban era un engaño. La verdadera alternancia es la de los períodos del movimiento popular ascendente y los de la reacción. Lo que pasa es que siempre la leemos moralmente en lugar de leerla de un modo funcional. Hay una funcionalidad. Porque la nuestra es una sociedad que no ha logrado estabilizar la opresión, como pasa en otros países. Uno puede hablar de Chile o hasta de Brasil, donde sí hay burguesías que lograron establecer una relación estable con los sectores oprimidos. En cambio nosotros tenemos una sociedad muy móvil, muy movimientista: esa es la verdadera institución argentina. 


Lo que digo está destinado a que si podemos tener menos ilusiones, creernos menos algunas cosas, no estaría mal, por lo menos hacia el futuro, no para reprochar el pasado. Yo me acuerdo en los años últimos, cuando se decía "lo obtenido no se puede perder". No: absolutamente todo se puede perder. Primero, se puede perder la vida, así que si se puede perder la vida, se puede perder todo. No hay derechos, ni conquistas, ni logros comprados, no los tiene nadie ni nunca. Entonces esa ilusión que hemos tenido en los últimos años fue debilitante. Y de alguna manera nos hace pensar ahora de un modo dubitativo. Porque lo que va a detener esto es el movimiento social, no porque los logros sean intangibles. Lo que intentan no tiene ningún límite que no sea el movimiento social. Y por supuesto, todo lo que se hace es valioso. Ellos actúan como si no lo fuera. Hay marchas tremendas como las de marzo y ellos actúan como si no hubiera pasado nada. Pero eso tiene un efecto, un efecto muy importante, nos mantiene en estado de vitalidad, de vigilia, esa es una gran respuesta, muy buena, de las multitudes argentinas.

- Es decir, - acoto- no hay una fuerza ideal de los principios que no esté sostenida por nuestra movilización. Para que sea real la imprescriptibilidad de los crímenes, nosotros nos tenemos que estar movilizando, en principio esta semana. Y después las otras.

- Exactamente. Y siempre. Porque solo hay una cosa que está garantizada, es el mal. El mal no se puede mostrar, lo tienen que ocultar. Las cosas que han hecho son intolerables. Nadie puede decirle a una sociedad: "yo te voy a gobernar de esta manera". Ni cuando lo está haciendo, ni después. Cuando una clase social, un poder económico, social y político hace lo que hicieron ellos... Tuvieron la astucia de que los sectores beneficiados por la dictadura se mantuvieron intactos. Eso también hay que verlo. Es muy difícil llegar a juzgar, porque no es el método, el método del juzgamiento no sirve para llegar a cambiar una sociedad, ni siquiera para hacer justicia en el sentido más radical de la palabra. Lo que el juzgamiento ha permitido son cosas muy importantes como reducir las expectativas represivas, desarmar parcialmente los aparatos represivos, que son muy fáciles de volver a construir también, lo estamos viendo en estos días. Si hay voluntad y si hay ciertas condiciones, se repone. Hay que pensar mucho también eso: que tantos años de derechos humanos que estuvieron muy bien hechos, impartidos a las fuerzas de seguridad, se pueden borrar, tampoco está comprado eso. Hubo carreras universitarias, una construcción enorme para delimitar la represión, para desplazarla, para anularla incluso, por lo menos como política pública, como política de estado. Pero ahora vuelven.


Lo que yo sí creo que da una esperanza es que lo que hicieron es inhabitable, incluso para ellos. Nadie puede mostrar que ha hecho eso que hicieron. No hay una sociedad que pueda vivir alrededor de eso. Pero sí hay una certidumbre, eso lo saben los organismos de derechos humanos, porque son los que vivieron al borde del horror, muchas veces sobrevivieron al horror directamente, saben algo, no solamente resistir, saben lo que ocurrió y saben trasmitirlo, saben dar testimonio de eso, saben convertirlo en una política. Y eso es lo que ha aportado la sociedad argentina, eso es más importante que lo que pase con las condenas. No tenemos que ver el tema de los juicios y las condenas como una cuestión cuantitativa. No digo que no haya que ir por ese camino, porque ese es el camino trazado y no hay otro. Pero lo decisivo es que eso que ellos hicieron es impresentable. No lo pueden decir. 

Y el trabajo nuestro es hacer patente lo impresentable. No hay que permitir que eso no presentable se disimule, se omita ni se olvide. Porque eso se intenta hacer de mil maneras. E inadvertidamente uno mismo cae en ayudar en ese sentido, hay que estar muy atentos. Por ejemplo, las marchas de derechos humanos son unitarias, ¿qué importa si un grupo va a la Plaza de Mayo diez minutos antes que el otro? En política no tiene ninguna importancia. Todos los que han estado comprometidos con los derechos humanos han sido consecuentes, han sido cuidadosos, hay una unidad de hecho, con todas las diferencias, una unidad fluida, movimientista, que hay que reconstruir y redefinir. Pero hay una potencia que se pone de manifiesto en estos días que nos tiene que dar esperanzas. Es el Nunca Más. Esta sociedad ha construido un límite. Y cuando aparece alguien que intenta cruzarlo, hay que nombrar el horror. Por eso yo creo que sí, que esto que decís vos es así, hay que nombrar el horror. Lo que pasa es que uno no puede estar cómodo con algunas palabras y hay que dar muchas vueltas, pero sabemos de qué estamos hablando.


viernes, 5 de mayo de 2017

El terror incesante

¿Con la democracia se libera a los genocidas? El domingo a las 12 de la noche conversamos con Alejandro Kaufman en Radio Gráfica, FM 89,3


por Oscar Cuervo

La reciente sentencia de la Corte aprobada por los jueces Elena Highton, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz convalida una reducción de la pena a criminales de lesa humanidad por la aplicación del principio de la "ley más benigna", la del 2 por 1, a pesar de que dicha ley fue derogada hace años y tampoco estaba vigente en el momento en el que los crímenes comenzaron a cometerse, con el agravante de que la desaparición forzada de personas y la apropiación de menores se siguen cometiendo indefinidamente en la medida en que las víctimas no aparecen. Los crímenes de lesa humanidad, según una política de estado que nuestro país sostuvo hasta que estos jueces la derribaron, son imprescriptibles. Será imprescriptible la responsabilidad de estos funcionarios en la reposición del terrorismo de estado.

Una ley derogada a la que estos jueces recurren por su benignidad en favor de criminales que no cesan de cometer crímenes atroces es una catástrofe humanitaria que voltea de un saque una trabajosa conquista lograda por la lucha pacífica de varias generaciones de argentinos. Es una lucha ejemplar en el mundo para que los responsables y ejecutores del terrorismo de estado fueran juzgados con todas las garantías de la ley y cumplieran sus condenas en cárceles comunes.


La voluntad tortuosa de tres personas aniquila en un instante el esfuerzo colectivo de años de lucha y abre la puerta para que en un plazo corto los criminales más abominables de la historia argentina vuelvan a caminar por nuestras calles.

El agravio hacia las víctimas es infinito: la cúpula del poder judicial les concede a los criminales una benignidad que ellos nunca se mostraron dispuestos a practicar con los secuestrados, torturados, asesinados o privados de su identidad, quienes siguen desapareciendo en cada instante en que los criminales no colaboran con el esclarecimiento de los crímenes ni dan señales de arrepentimiento.

El Estado Argentino encarnado en la voluntad de Highton, Rosatti y Rosenkrantz los vuelve a hacer desaparecer, mientras emite una terrible señal de permiso para que crímenes similares puedan ser cometidos otra vez con la presunción de que no serán castigados. Si esta lúgubre decisión pesara sobre sus conciencias éticas -si fueran capaces de experimentar algo así-, no se trataría apenas de la esfera íntima en que tres personas pudieran vislumbrar un atisbo de vergüenza.

Este fallo se produce en un contexto político que lo posibilita, en la semana en que la cúpula de la iglesia católica, perpetuatemente sospechada de complicidad con el terrorismo de estado, llama otra vez a promover una reconciliación de los terroristas de estado con sus víctimas. La sincronización de jueces y curas no puede ser disimulada con excusas tardías de los obispos, cuando aclaran que su propuesta de reconciliación no pretende "sentar en una misma mesa" a los represores y sus víctimas.


Nora Cortiñas, una de las Madres de Plaza de Mayo que hace pocos días cumplieron 40 años de lucha por la memoria y la justicia, dijo que el anuncio de los obispos argentinos de su decisión de establecer un protocolo para consultar documentos eclesiásticos relativos a la desaparici´on de personas es una hipocresía más de la curia: van a presentar las mismas cartas que los familiares de las víctimas y las organizaciones de Derechos Humanos le dirigían a la Iglesia durante la dictadura. Cortiñas reclamó a los curas: “Abran sus archivos en serio; ellos saben la verdad, porque los capellanes entraban a los campos de concentración, palmeaban a la gente sangrante, torturada, diciéndoles que hablaran, porque si no seguiría la tortura, y hacían de puentes para entregar a los bebés de las cautivas que daban a luz".

Estos que hacían puentes para repartir a los chicos apropiados, con hipocresía agobiante, ahora proponen tender puentes para la reconciliación entre los represores y las víctimas. Esta iniciativa no es una ocurrencia nueva del obispado actual. La idea de una memoria completa fue lanzada en el año 2000 por el entonces arzobispo porteño Jorge Bergoglio durante una reunión con el jefe del Ejército Ricardo Brinzoni. El militar manifestó entonces en una entrevista que le hizo Nora Veiras para Página 12 la idea de organizar una mesa de consenso en la que se analizaran las responsabilidades de distintos sectores en la "tragedia" argentina, como método superador de la justicia. Diez años después, durante el Tedeum del Bicentenario, cuando el obispo Bergoglio presidía la Conferencia Episcopal, uno de sus miembros, Agustín Radrizzani, obispo de Mercedes-Luján, entregó al Poder Ejecutivo una solicitud de amnistía firmada por Jorge Videla y un centenar de presos por crímenes de lesa humanidad. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ordenó devolver la vergonzosa petición sin siquiera responderla. ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma?

La decisión aciaga de la Corte no está fuera de contexto, dado que el actual gobierno no para de emitir señales de negacionismo, de boca de funcionarios que ponen en duda el número de los desaparecidos, con intentos de transformar el encuentro de cada 24 de marzo en conmemoración de la lucha por los derechos humanos en un feriado móvil. Es el mismo presidente que antes de asumir la jefatura de estado dijo que se iba a terminar "el curro de los Derechos Humanos". La Corte expresa entonces con su dictamen una relación de fuerzas en la que los sectores que en su momento promovieron la dictadura se sienten envalentonados porque uno de los suyos llegó al poder mediante el voto popular. El camino de la democracia no asegura la vigencia automática de la justicia ni el respeto por los derechos humanos. Puede ser que con la democracia ni se coma ni se cure ni se eduque.

Como dice Alejandro Kaufman en un lúcido artículo escrito hace casi un año para la revista El Ojo Mocho: "La institucionalidad democrática, una vez así establecida, suspende toda esperanza sobre sus alcances que, al consumarse, no dejan pendiente una promesa adicional sobre la beatitud que durante tantos años fue esperada de la democracia. Decimos que en 1984 'comenzó' o 'volvió' o 'se recuperó' la democracia, como si tal condición fuera un estado homogéneo y vacío que por solo habitarse concediera de por sí todas las garantías".

El sentido preciso de la democracia está en permanente disputa y ahora vemos que tampoco asegura que los crímenes de estado no se vuelvan a repetir.

En una solicitada publicada en el diario Convicción en 1983, poco antes de que la dictadura entregara al poder al presidente electo Raúl Alfonsín, las "fuerzas vivas" de la Nación, los sostenes políticos y beneficiarios económicos del terrorismo de estado declaraban:

"Los argentinos estuvimos en guerra. Todos la vivimos y la sufrimos. Queremos que el mundo sepa que la decisión de entrar en la lucha la provocó e impuso la subversión, no fue privativa de las Fuerzas Armadas. Fue una decisión de los argentinos. Todos, absolutamente todos los hombres de buena voluntad que habitan el suelo argentino pedimos en su momento a las FFAA que entraran en guerra para ganar la paz. A costa de cualquier sacrificio. Y tal como cualquier otra guerra, la nuestra también tuvo su precio. Hoy la guerra terminó, aunque no la vigilia. Aunque en idéntica circunstancia volveríamos a actuar de idéntica manera, quiera Dios que nunca tengamos que pagar este precio para vivir en paz. Las instituciones que abajo firmamos queremos refrendar de esta manera nuestro apoyo a aquella dolorosa pero imprescindible decisión: Asociación de Bancos Argentinos – Bolsa de Comercio de Buenos Aires – Cámara Argentina de Editores de Libros – Cámara Argentina de Anunciantes – Cámara Argentina de Comercio - Consejo Empresario Argentino – Consejo Publicitario Argentino – Liga de Madres de Familia – Sociedad Rural Argentina. Y continúan más de 100 firmas. ("Los argentinos queremos decirle al mundo", diario Convicción, 1983).


En idéntica circunstancia volverían a actuar de idéntica manera. Esa amenaza también revive hoy con la sentencia de la Corte.

Un amigo me comentaba, al enterarse de la triste noticia: "cómo subestimamos a estos muchachos". No lo creo, yo no los subestimé: están haciendo lo que sabíamos que querían hacer, porque son la continuidad de aquello. Baja del salario, endeudamiento, represión de las organizaciones sociales e impunidad para los genocidas forman parte del programa de una derecha argentina clásica. En sus estrategias no hay novedad. Es lo que iban a intentar indefectiblemente.

Pero, ¿por qué lo consiguen?

Nuestro problema no es que subestimamos a los macristas, sino que sobrestimamos a esa figura inasible del peronismo. Erróneamente lo creímos comprometido con los avances de doce años del kircherismo en materia de derechos humanos, paritarias libres, presencia del estado en favor de los sectores más vulnerables y protección del empleo.

Desde el 10 de diciembre de 2015, Cambiemos gobierna con un senado que cuenta con mayoría absoluta de peronistas, en cuya composición a su vez hay una mayoría de senadores que llegaron en las boletas del Frente para la Victoria. Son estos senadores presuntamente peronistas los que aprobaron los Decretos de Necesidad y Urgencia que macri emitió, entre ellos el que designa a dos de los jueces que esta semana indultaron a los terroristas de estado con el argumento de la ley más benigna. Los senadores peronistas también aprobaron los proyectos de ley más malignos para los intereses del pueblo. No subestimamos a macri: sobrestimamos a la CGT porque, pensando en la actitud combativa que tuvo la burocracia sindical durante los últimos años del gobierno de Cristina, no creímos que esta misma burocracia fuera a aceptar mansamente que el macrismo imponga topes a las paritarias por debajo de la inflación durante dos años consecutivos.


Cambiemos, por ende, no ha demostrado ninguna capacidad política especial en este año y medio. Solo sucede que una parte del establishment peronista en el Congreso, las gobernaciones y los sindicatos nos muestran que decirse peronista no significa en principio nada, ningún compromiso con el pueblo ni vínculo con bandera histórica alguna. Solo muestran apego permanente al poder, sea cual fuera. Tendríamos que haberlo aprendido en la década menemista, aunque en el siglo xxi todavía muchas atribuladas disquisiciones políticas se acaban ni bien se reivindica una fantasmal identidad peronista.

¿Qué hacer entonces? El camino que emprendimos hace tantos años no se desanda: hay que marchar. El miércoles 10 de mayo a las 18:00 tenemos que ser una multitud inmensa repudiando frente a los tribunales de Talcahuano al 500 a los jueces de la ignominia.

Postdata de las 18:00 hs.: la convocatoria para repudiar el indulto a los genocidas se cambió de Tribunales a la Plaza de Mayo.

lunes, 21 de julio de 2014

Masacre de Gaza - Atentado a la AMIA - Polémica Brieger / Szpolski - El Papa en Medio Oriente

Alejandro Kaufman en La otra.-radio. Una apuesta a la reflexión en medio de un clima crispado. Para escuchar el programa clickear acá.


por Oscar Cuervo

El notable texto de Horacio González aparecido ayer en Página 12 sobre el conflicto en Medio Oriente, "Los dos Estados", puede servir de preludio a la conversación que anoche tuvimos con Alejandro Kaufman en La otra.-radio. Dice Horacio González:

"Pues todos sentimos la puntada profunda cuando el misil cae sobre pueblos enteros (y en su singularidad dramática, cuando mueren niños en una playa o parroquianos en un café de Gaza viendo el mundial de fútbol, que millones en el mundo festejaron de maneras bien otras), pero una palabra nuestra mal dicha, sólo satisfactoria para nuestros ensueños revolucionarios antes acariciados, sólo satisfactoria para nuestra valoración indulgente de antiguos militantes deseosos de complacencias con nuestros recordados ritos insurrectos, una sola palabra, digo, mal dicha, puede ser una profunda irresponsabilidad que ocasione más muertes en vez de conjurarlas". (Completo acá)

El texto fue leído ayer en el programa en el que recibimos la vista de Kaufman, para hablar de la forma en que el conflicto en Medio Oriente nos implica como sociedad. Estos días nuestra vida estuvo atravesada por debates acerca del aniversario del atentado a la AMIA, de la masacre que está llevando a cabo Israel contra los palestinos de Gaza, de lo que se puede y de lo que se debe hacer desde Argentina respecto de estas duras cuestiones. 

Cualquiera que haya frecuentado las redes sociales durante esta semana pudo ver, incluso pudo verse envuelto en la virulencia que estos debates generan entre nosotros.  Es entendible que estos conflictos nos interpelen, por varios motivos: porque los atentados a la embajada israelí y a la AMIA nos pusieron violentamente en el escenario de violencia global. Estas bombas no solo dejaron cráteres físicos, sino que produjeron un cráter simbólico en el seno de nuestra historia. Fue inevitable que esta irrupción del conflicto en Medio Oriente entre nosotros se entrelazara con los conflictos locales: la conexión local de los atentados, el encubrimiento propiciado por dirigentes políticos argentinos, las internas de las organizaciones comunitarias, la inconfiabilidad de nuestro poder judicial, tan voluble a todo tipo de presiones políticas y económicas, la presión de Israel y EEUU para alinearnos en un proyecto bélico que no puede nunca ser el nuestro, todo hizo que la onda expansiva de las bombas aún no cesen entre nosotros.

Además en Argentina tenemos a una de las comunidades judías más numerosas del mundo. También tenemos a muchos descendientes de inmigantes árabes: yo mismo lo soy. Nuestra tradición ha sido, afortunadamente, la de una convivencia pacífica de las comunidades inmigrantes provenientes de diversos lugares del mundo. Todo esto también hace que el conflicto en Medio Oriente repercuta en nuestra política cotidiana. Con dolor e ira.

¿Cómo asumir una posición sobre las bombas a la Embajada y AMIA y ante la actual masacre en Gaza que sea políticamente consistente con nuestro proyecto como sociedad? ¿Cómo defender a rajatabla la necesidad de la resolución pacífica, política y negociada de estos conflictos, ante quienes alimentan el espiral de violencia, desde trincheras discursivas pro-israelíes o pro-palestinas? 

No se trata de dos demonios: se trata de encontrar palabras que ayuden a que la masacre cese y que los pueblos puedan convivir en paz. Se trata de no ceder ante quienes con diversos artilugios verbales no quieren el cese del fuego y abogan todo el tiempo para resignarnos a la violencia. 

En el programa también nos referimos al Memorándum firmado con Irán, los zigzagueos de las entidades comunitarias judías argentinas ante esta propuesta, la oposición cerril a la iniciativa, la polémica entre Szpolski y Brieger y la línea política del Papa en Medio Oriente. Para escucharlo, clickear acá.

sábado, 19 de julio de 2014

20 años del atentado a la AMIA: un asunto denso

Alejandro Kaufman, el domingo a medianoche en La otra.-radio. FM La Tribu. 88,7. www.fmlatribu.com



por Oscar Cuervo

Ayer se cumplieron 20 años del atentado a la AMIA y se hicieron cuatro actos conmemorativos, lo que da cuenta de las tensiones que respecto de esta cuestión atraviesan a la comunidad judía argentina y a los familiares de las víctimas. El acto oficial de la comunidad, convocado por AMIA y DAIA, se hizo como siempre frente al edificio reconstruido de la mutual, en la calle Pasteur. Los discursos de los oradores principales pusieron su mayor énfasis en criticar al gobierno, a causa del Memorándum de Entendimiento firmado con Irán. Estas entidades parecen alinearse acríticamente con el eje Israel / EEUU, cuya prioridad no es esclarecer el atentado ni reparar sus daños, sino escalar en la confrontación contra Irán y forzar a la Argentina a subordinarse a este objetivo. No sorprende entonces que las entidades comunitarias hayan desechado la única iniciativa que podría mover una causa estancada desde hace décadas. Así como tampoco sorprende que estas entidades hagan la vista gorda a la cercanía del PRO con sujetos imputados de encubrimiento del atentado, como el Fino Palacio, o que no remarquen la gravedad de las escuchas que realizó el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, entre otros a Sergio Burstein, familiar de víctimas del atentado e integrante de la Asociación 18J. Burnstein habló por última vez en el acto de AMIA y DAIA de 2011,cuando hizo duras críticas a Macri, al rabino Bergman y al Fino Palacios, y denunció desde el palco la complacencia de algunos dirigentes comunitarios con estos sectores políticos. Burstein dijo en 2011 que hubo dirigentes comunitarios que presionaron al poder judicial para evitar que los encubridores locales del atentado llegaran a juicio oral y públic. También fue durísimo contra el periodista Pepe Eliaschev, a quien acusó de ser un operador de los que quieren que el atentado no se esclarezca jamás y para ello es capaz de utilizar la memoria de las víctimas.



La causa AMIA está atravesada por internas de la comunidad judía argentina, por las presiones internacionales de la derecha israelí y también por otras tensiones políticas locales. Una prueba es que el duro discurso de Burstein en 2011 fue el último que pudo pronunciar en un acto oficial y a partir de 2012 se le impidió participar en ellos. El que ayer habló en el acto oficial de la AMIA fue Alfredo Leuco, uno de los voceros más bizarros de la derecha clarinista, que hizo un discurso previsiblemente apocalíptico, de furia opositora contra el gobierno, ensañándose con el canciller Timerman, al que acusó de "alta traición" por la firma del Memorándum. Leuco dijo que "un canciller no judío no se hubiera atrevido a tanto” y acuñó el disparate semántico de atribuir al gobierno un "crimen de lesa impunidad", una expresión absurda que sustituye la palabra "humanidad" por la de "impunidad", como si esa equivalencia fuera posible. Lo que muestra el uso brutal de las palabras en el que se suele incurrir cuando se trata de atacar al gobierno con cualquier motivo, banalizando asuntos muy delicados.

La dirigencia judía local, al haber decidido bajar a Burstein del palco y al ponerlo a Leuco, parece haber optado por alinearse con la más rancia derecha opositora, la que demoniza cualquier iniciativa del gobierno y es capaz tanto de defender los intereses de los fondos buitres como de boicotear el Memorándum. Este Memorándum fue una audaz inciativa kirchnerista para destrabar la causa, ejerciendo una muy visible presión diplomática sobre el gobierno iraní sin alinearse con el belicismo de la derecha israelí. El gobierno en el foro de las Naciones Unidas había exigido tiempo antes que Irán colabore en la investigación, así que mal puede considerarse que haya propiciado una política pro-iraní.

La causa AMIA es un tema de una gran complejidad, donde se cruzan múltiples factores que resisten cualquier simplificación. Alejandro Kaufman sostiene que este atentado y las secuelas que siguió produciendo en la política argentina e internacional durante estos 20 años requieren una "descripción densa", que dé cuenta de esta complejidad, sin ceder a la tentación de las operaciones políticas que lo reducen a un esquema simple. Mañana en La otra.-radio viene Kaufman y vamos a hablar largamente del tema, analizando en perspectiva estos 20 años transcurridos desde aquel atentado terrorista.

jueves, 21 de febrero de 2013

La violencia simbólica de las clases dominantes precede al linchamiento y la persecución

"¿Por qué el peronismo es la única opción? Porque si es derrotado, lo que viene después es borrar todo" le dice Alejandro Kaufman a Carlos Barragán. Un programa para descargar clickando acá.


En estos días volvió Lanata a la radio y tuvo la oportunidad de justificar y hasta culpar a Kicillof por la patoteada que sufrió: "“Si Kicillof en lugar de ser un pibito soberbio hubiera hablado con la gente, cambiaban las cosas en el Buquebús”, dice Lanata. Parece la consagración del derecho al linchamiento y la condena de las víctimas del mismo: te insultan, te rodean, te echan y vos sos el culpable porque tenías que haber respondido a las patoteadas con argumentos. El tipo de justificación que consagra Lanata (precedido por otros voceros de la derecha mediática como Gustavo Noriega y Ari Paluch) se inscribe en una lógica que prepara la posibilidad de nuevos actos de mayor gravedad. La violencia simbólica que se inyecta cada día desde los medios derechistas prepara el terreno para la más directa violencia física. No hace falta abundar en detalles acerca de la práctica cotidiana del insulto y la injuria con que Lanata o Elisa Carrió justifican por adelantado cualquier linchamiento. Los comentarios de lectores de las ediciones digitales de los medios de derecha (Clarín y Perfil, especialmente, y en menor medida La Nación) instalan un grado de violencia que puede preparar otras peores. Ya se vio en los cacerolazos: no solo los carteles y las consignas racistas y con exhortaciones a la muerte, sino actos de violencia concreta contra periodistas y un clima de intimidación a todo aquel que planteara interrogantes sobre la legitimidad de esa violencia, como pude comprobar personalmente cuando intenté dialogar con los caceroleros.

Este crescendo simbólico que puede convalidar futuras violencias mayores, e incluso intentos de golpe y persecusión política, parece no encontrar una respuesta adecuada de parte de quienes adherimos al gobierno. Nuestros recursos argumentales parecen ineficaces. Cuando Clarín le otorga a Lanata la voz cantante, pasa a una nueva fase que desecha la posibilidad de la lucha argumental e instaura el insulto y la demonización sistemáticos. Podemos aventurar que en este año electoral la gimnasia de la injuria, la violencia de género y el insulto racista va a agudizarse. La derecha quiere provocar respuestas de violencia equivalentes. Caer en eso sería dirimir la lucha en un escenario que por tradición le es propicio a esa derecha golpista: las clases dominantes saben de sobra aplicar la secuencia "estigma/masacre".

Del lado del kirchnerismo tenemos el esquema 678, que se creó para otra coyuntura. La respuesta a una agenda impuesta cada día por la derecha, el tener que dar lugar a funcionarios que salgan a defenderse de las injurias, el recurrir al viejo truco de los archivos que demuestran las contradicciones de las figuras políticas, ya son recursos ineficaces y agotados. Eso es lo que quise decir cuando dije que 678 es un esquema agotado. No se trata de abogar por el levantamiento de un programa ni de pedir que cambien los panelistas, ni de hacer objeciones estéticas, mucho menos de "disparar" contra los amigos. Se trata de constatar la poca flexibilidad de un recurso político, su ineficacia. Hay aquí un doble problema: ideológico y técnico. Un formato televisivo no sale de la nada, sino de la concepción política desde la cual se lo piensa. Desde el lockout patronal agrario pasaron ya 5 años. Lo que se agotó es una política comunicacional cuyo único recurso es el estilo Gwirtz de los informes binarios contra el clarinismo. ¿Por qué en la TV Pública no hay otros espacios que incluyan a nuevos actores políticos y comunicacionales, nuevos estilos y otro ejercicio del pensamiento que nos permitan cuestionar nuestras propias posiciones?

En la TV Pública no los hay y no sabemos si los habrá. Por eso cada noche nos limitamos a esperar 678 y al final del programa sentimos una nueva decepción. Un blog como este, colocado en los márgenes, puede darse el lujo de ensayar otras posibilidades que en el centro del oficialismo no aparecen. Es lo que venimos haciendo.

El 24 de agosto pasado Alejandro Kaufman estuvo en el programa de medianoche de Carlos Barragán en Radio Nacional. La radio de la medianoche puede ser también un margen propicio para el autocuestionamiento que no es posible en los lugares centrales. Recomiendo efusivamente que escuchen el audio completo de este programa, del que acá transcribo apenas el comienzo:

Kaufman: La violencia simbólica es una violencia que no es física pero tiene un correlato y consecuencias eventualmente físicas. Y precede a la violencia física. Siempre que va a haber violencia física viene precedida por la violencia simbólica. En los colectivos sociales la violencia no ocurre de repente. Cuando se trata de situaciones de linchamiento, de discriminación, de racismo y de genocidio antes hay una sistemática situación de violencia simbólica que puede durar mucho tiempo y que se parece mucho a lo que está ocurriendo en estos años. Todavía no se comprende bien ese problema, el peronismo no lo comprendió porque es un movimiento político y no se vive a sí mismo como víctima, sino como resistente, como luchador. Hay un conflicto entre defenderse de la violencia simbólica y hacer política. Si el peronismo no fuera como es, si se hubiese puesto en una posición de víctima, te puedo asegurar que la masacre de 1955, de centenares de personas en la Plaza de Mayo, crimen de lesa humanidad indudablemente, sería recordado y conmemorado como el peor atentado de la historia argentina. Y eso no es así: en la propia resistencia peronista se hablaba de bombardeos, como si no hubiera muerto nadie ahí.



En las democracias modernas las cosas han cambiado un poco y aparece la problemática de los derechos humanos. Y los derechos humanos están relacionados con combatir la violencia simbólica, porque esta precede a las atrocidades. Carrió, por ejemplo, no está loca, lo que hace es construir un arma letal de tipo verbal que está disponible para cuando sea necesario usarla, es un arma linchadora. Cuando ella dice "lo que viene ahora es Rumania y Roma", está llamando al linchamiento de la presidenta.

Esto nos lleva a una de las debilidades que tenemos en este momento: esto no es una discusión sobre argumentos, no es una discusión sobre la verdad y la mentira, lo que hacen no es representar a la realidad de un modo falso, sino insultar. Cuando vos insultás, cuando alguien te compara con un cerdo [como hizo Lanata con Barone], eso implica el ejercicio de una violencia que sepulta la posibilidad de todo diálogo. Si alguien te grita y te insulta, no está hablando con vos, entonces no le podés replicar con argumentos.

Barragán: Ahí hay un nivel de psicopatía, porque el mismo tipo que te dice que sos un ladrón y que sos un chancho, te dice "vos sos un fascista que no querés conversar conmigo".

Kaufman: La injuria, el insulto busca vulnerarte, mancharte, de modo que vos no puedas permanecer sentado junto al otro. El que insulta lo que busca es debilitarte, desmoralizarte. Clarín lo que hace es insultar, injuriar, todos los días, todo el tiempo. Eso produce un efecto.

Barragán: Esto no es que hay un grupito de inadaptados, está el poder detrás de eso.

Kaufman: El poder ha hecho eso siempre: con los esclavos, con las brujas, con los judíos, con los negros, con los colonizados, con los indios. Es lo que pasaba en los campos de concentración. Primero tenés que hacer que una persona deje de ser persona, que se convierta en una basura. Lo hicieron los genocidas es organizarlo sistemáticamente para que funcionara en serie. En la vida común también ocurre en otra escala muy diferente, pero no es ajena a eso. Busca derrotar al adversario a través de esos métodos, no le da cuartel, no lo puede escuchar, no puede convivir con él.

El problema de fondo de la Argentina es que las clases dominantes no pueden aceptar el piso que estableció el primer peronismo. No es una cuestión de que argumentes nada, porque no lo quieren aceptar, quieren borrarlo, volver a como era antes, quieren volver al año 40. Es una cuestión de distirbución de la riqueza y de derechos. ¿Sabés lo que produce tanto odio? La persona que adquirió derechos es otra persona, no la podés tratar como una basura. Las clases dominantes no aceptan eso, no aceptan tener una economía que sea compatible con este piso de derechos. ¿Por qué el peronismo es la única opción? Porque si es derrotado, lo que viene después es borrar todo. Eso está en el aire, de esos hablamos todos. Si no hay re-reelección porque si no la hay...

Barragán: ¿Entonces por qué después nos parece una perversión el binarismo? ¿Qué otra cosa que no estar de aquí o de allá?

Kaufman: El problema del binarismo es que es ineficaz. Si el que te insulta te lleva a vos a responder del mismo modo, ganó él. La política de 678 era oportuna durante un momento, el primer año 2009, relativamente. Pero después empezó a perder eficacia, porque el espectáculo de ver que uno miente y el otro desmiente permanentemente, eso confirma una metodología de la mancha y el insulto que la gente lo que intenta es alejarse de eso. Es como la riña de gallos. ¿Qué querés ver en eso? Que uno quede muerto y otro quede vivo, pero eso no es lo que queremos para la vida en común...

Después la charla entre Barragán y Kaufman sigue y se interna por terrenos tanto o más problemáticos: el amarillismo, la violencia de género y de clase que se practican no solo en los medios de la derecha, sino incluso en algunos del propio kirchnerismo (Kaufman señala concretamente a la productora PPT; a lo que podríamos agregar, después de haber visto el pernicioso amarillismo de C5N en estos últimos días, a los medios de Cristóbal López) y la necesidad de que la violencia simbólica que propagan los medios sea criticada en el marco de la lucha por los derechos humanos. El programa completo se descarga acá: acá.

viernes, 15 de febrero de 2013

PPT: el gvirtzismo y la comunicación kirchnerista

Alejandro Kaufman en La otra.-radio. Segunda parte
Un programa para descargar clickando esto



Dijo Alejandro Kaufman en su visita a nuestro programa La otra.-radio del domingo pasado:

"El gobierno necesita canales de comunicación y usa los que hay. Así como está Insfrán en Formosa o está la patria sojera, también está PPT. Ese tipo de complejidades se verifican en el orden de la comunicación también. Entonces tenemos lo que yo llamo el "gvirtzismo", es decir, PPT. ¿Qué ha hecho estos años? Una apología de la televisión de la farándula. En 678, en los informes, es muy importante qué dijo Tinelli, qué dijo Rial, qué dijo Mirtha Legrand. Han logrado capturar a la militancia política, a las figuras de los DDHH, sentarlos en ese sillón de TVR y que acepten las cosas que pasan en TVR que no son interesantes. Es una cuestión de farándula y amarillismo, más moderado que el de la oposición. No es la cloaca... hay otra orientación política que atenúa esa cosa tan cloacal de Clarín, La Nación, Perfil, etc, que han profundizado tanto su grado de perversidad que son récords mundiales de perversidad en la manera de practicar el periodismo.

"El problema es que está tan en crisis la cuestión mediática argentina que no hay mucho con quién hablar. Las prácticas mediáticas y periodísticas no se han depurado después de la dictadura, sino que han profundizado sus características antipopulares. Tinelli es tan enemigo del pueblo como demagógico. Lo captura pero va en contra de los intereses populares. Es machista, es misógino, es cruel con los más débiles. Cuando uno hace comunicación popular, no tiene que ser condescendiente con Tinelli, tiene que ser crítico con Tinelli.

"Este es un debate sobre derechos humanos, un debate sobre el artículo 70 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. ¿Qué dice este artículo?

ARTÍCULO 70: La programación de los servicios previstos en esta ley deberá evitar contenidos que promuevan o inciten tratos discriminatorios basados en la raza, el color, el sexo, la orientación sexual, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, el nacimiento, el aspecto físico, la presencia de discapacidades o que menoscaben la dignidad humana o induzcan a comportamientos perjudiciales para el ambiente o para la salud de las personas y la integridad de los niños, niñas o adolescentes.

"Es un artículo que hace todo un relevamiento de lo que a nivel de contenidos no debe ser emitido en los medios. Contenidos: la ley sí interviene sobre los contenidos, y eso tiene que ver con los derechos humanos. Si vos tomás ese artículo hay muchas cosas de TVR o PPT que serían cuestionables. Yo me acuerdo de una vez en TVR, cuando se tocó el tema de un señor que quedó sepultado en el derrumbe de un edificio en Capital, se lo hizo de una manera morbosa, irrespetuosa, chabacana. Lo que pasa es que ha logrado hegemonía en el horizonte político y cultural argentino un grado de violencia simbólica que genera insensibilidad. Aparece el argumento de que tal cosa hay que mostrarla porque es una noticia, una información. Esa idea en realidad es un pretexto que se usa para capturar la sensibilidad de la audiencia con contenidos morbosos, sexuales, violentos. Eso es lo que hace Tinelli, pero eso también es lo que hace la comunicación kirchnerista lamentablemente. Un empresario que tiene un multimedios kirchnerista no puede tener medios amarillos. El video de Florencia Peña provino de un medio amarillo de Szpolski. Esas son cuestiones que deben ser discutidas políticamente.

"Hay inteligencia en la comunicación de la propia Cristina. Una comunicación cristinista que son los discursos de la Presidenta, twitter, facebook, la cadena nacional y los grandes eventos, como el de diciembre en Plaza de Mayo, Tecnópolis, el Bicentenario, eventos espectaculares que están hechos con un criterio político de seriedad, de contención, de corrección política. Ahora no queda bien hablar de corrección política. La corrección política consiste en que yo no te insulto, no te injurio, no soy racista. En el orden de la sátira, como lo hace Barcelona, Capusotto o como se hace en literatura, no rigen esos criterios. Pero en la esfera pública es diferente: parte del proceso de farandulización fue confundir los géneros. ¿Por qué desapareció la comicidad de la televisión argentina (y recién volvió con Capusotto)? Porque todo se volvió cómico... ¡todo es joda! Se suicidan jubilados en la Plaza y nos reímos, siempre hay payaso diciendo estupideces. Y lamentablemente se está produciendo un retroceso con respecto a eso".

(La conversación con Kaufman sigue en el programa de radio, que se puede descargar clickando ahí: http://www.mediafire.com/?4r225met18eu95e)

Temas musicales que escuchamos: Jack White "Love Interruption"; Pappo, Charly García y Botafogo "Desconfío de la vida": Led Zeppelin "Black dog"; Paolo Nutini "Rehab".