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domingo, 31 de mayo de 2015

Cómo incide el derrumbe del FR en el voto al Frente para la Victoria




A principios de marzo, cuando publiqué en mi blog este tweet del amigo Nestor Sbariggi, muchos compañeros plantearon, legítimamente, temores en cuanto a la conveniencia de un hipotético triunfalismo de nuestra parte. Les sonó excesivo lo allí dicho, obviando que se trataba de información, que no de opiniones. Y, en igual sentido, siguen dudando a propósito de la ecuación costo/beneficio que implicaría para el Frente para la Victoria una renuncia de Sergio Massa a su carrera presidencial, que a esta hora es cada vez más probable.

Va de suyo que toda presencia electoral que coseche siquiera mínimamente en territorio opositor es bienvenida. Y Massa fue eso, durante un buen tiempo, en proporciones difíciles de precisar, porque en 2013 se sustentó tanto en voto gorila, como en una división del acompañamiento que plasmó el PJ-PBA en 2011. Sumen lo obtenido por el ex intendente de Tigre y por Martín Insaurralde en las PASO de hace dos años y compárenlo con el desempeño bonaerense de la presidenta CFK en su reelección, y verán que las diferencias son insignificantes. Pero, en cualquier caso, allí estaba el marido de Malena Galmarini para dividir el campo adversario.

Pero ni entonces ni ahora existió ese 70% de impenetrable antikirchnerismo que tanto agitó el establishment, primero para sentenciar un fin cada día más lejano, y luego para impulsar amalgamas imposibles.

Ahora bien, conforme se fue diluyendo, creció, primero, la candidatura de Maurizio Macrì, aunque en una magnitud que no le permite todavía alcanzar al kirchnerista mejor posicionado, Daniel Scioli, y habiéndose, ahora, luego de un salto a principios de año, amesetado. Lo que hace pensar que ya chupó todo lo que podía de lo que Massa había sumado entre las elecciones primarias y las generales que lo consagraron diputado nacional en 2013: poco menos de 25% de aquel 44%.

En cambio, cuando uno estudia las fugas de los intendentes que fueran pilares de su proyecto político, rápidamente advierte que, salvo Jesús Cariglino, que ya no formaba parte del FpV en 2011, el resto ha emprendido el retorno hacia el dispositivo organizado por CFK. Humberto Zúccaro explico que ello era así debido a que 8 de cada 10 de sus militantes rechazaban la posibilidad de acabar en un acuerdo electoral encabezado por Macrì. Lo que remite tanto a cuestiones ideológicas como a la sobreabudancia que supondría una mega confluencia opositora en términos de armados de listas subancionales.

Cuando uno entiende que en política, si bien no puede negarse el impacto específico de las individualidades, en última instancia éstas resultan el emergente de estructuras sociales, a cuya significación institucional deben corresponder, nada de esto le puede extrañar.

El massismo se fundó en varias razones, pero en el fondo existía fundamentalmente una tensión interna mal resuelta con la conducción nacional del FpV, siendo en cambio la pertenencia sociológica de ambos espacios, mayormente, compartida. No se trataba --no mayormente, que se entienda-- de un voto a Massa en sí, sino de una suma de situaciones que elaboraron una nueva mayoría, a la vista está que meramente coyuntural.

La perspectiva continuista del kirchnerismo, en el marco de una discusión que tiene al programa de reivindicación histórica de la esencialidad peronista en el eje de la disputa, con las derivaciones que ello puede suponer para las bases de cada dirigente, están empujando las piezas del tablero hacia su cauce, digamos, natural. Y cada uno de los jefes territoriales ejecuta en consecuencia, según entiende que mejor puede expresar esas realidades, de las que son producto. Las PASO, por su parte, ordenarán los apetitos.

Massa, equivocadamente, creyó que todo se debía a una elaboración exclusivamente propia, y por ende perdió el pulso de los acontecimientos tanto como la posibilidad de maniobrarlos en su provecho.

Dicho todo esto, y en conclusión, si el tigrense insiste en su aventura nacional, bien; y si no, también. Ya resulta indistinto.


* Pablo D. Papini es editor del blog Segundas Lecturas y asesor de la diputada Mayra Mendoza en la HCDN.

lunes, 27 de enero de 2014

Con Gerardo Fernandez, el Ingeniero y el Licenciado Baleno analizamos todo, todo, todo (El Vermucito)



Esta foto del Vermucito no es de ayer, así que, afortunadamente, yo no aparezco

Ayer fui invitado al Vermucito, el programa conducido por Gerardo Fernández en AM Cooperativa, en el demencial horario de los domingos a las 9:00 de la mañana. En realidad era la última emisión en ese horario, ya que a partir de la semana próxima pasan a los sábados al mediodía.

Compartí la mesa y tuve el gusto de conocer al Ingeniero Néstor Sbariggi, al Lic. Baleno y a Guille Di Baja.

Antes de nuestra tertulia hubo una serie de entrevistas a economistas sobre el tema del momento, obvio: devaluación, pulseada con el poder económico concentrado y demás. Después, cuando llegó nuestro turno, pasamos por todos los temas de la coyuntura, el momento inédito para el kirchnerismo, Cristina y la cristina-dependencia, la sucesión del liderazgo K, los candidatos que se perfilan, Scioli, el desinfle de Massa y su lucha por mantener visibilidad, la prudencia del peronismo, los dilemas radicales y satélites, la política comunicacional, los errores del gobierno, los trenes, los cortes de luz, el síndrome del pato rengo, el sciolismo gaseoso, Alberto Fernández, la capacidad de Kicillof para la pulseada que se viene, la carencia de segundas líneas, lo que hacía Néstor y nadie hace, la capacidad de Cristina para elegir un sucesor, las PASO, Manal, los panaderos anarquistas, las bolas de fraile, la sintonía fina que no fue, la inequidad de los servicios subsidiados, el rock de la tercera edad y otros rubros igualmente importantes, decisivos, candentes y decisivos. E importantes.

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