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martes, 24 de diciembre de 2024

¿Qué nos pasa con las canciones?

Patologías Culturales - Programa del 21/12/2924: el cine y las canciones populares


En el último programa de Patologías Culturales (FM La Tribu, sábados a las 18 hs) Maxi Diomedi y Oscar Cuervo estuvieron conversando de:

- El cine argentino en 2024, con especial referencia a las recientes películas de Raúl Perrone (Solo qu3r3mos un poco de amor), Mariano Llinás (Popular tradición de esta tierra) y Andrés Di Tella (Mixtape La Pampa). La calidad de estas películas se destaca en un momento especialmente incierto para las perspectivas del cine argentino, a raíz de la posición abiertamente hostil asumida por el gobierno mileísta, ensañado especialmente contra la creación cinematográfica. 

- La gravedad de esta situación encontró una interesante respuesta en un grupo de cineastas que se autoconvocaron para organizar Contracampo, una muestra de películas argentinas de producción reciente llevada a cabo hace pocas semanas en forma paralela a un degradado Festival de Cine de Mar del Plata. En Patologías resaltamos el caracter auspicioso de esta manifestación cinematográfica colectiva para responder al ataque del mileísmo.

-Practicando poéticas muy diversas, las recientes películas de Perrone, Llinás y Di Tella tienen un inesperado recurso en común: las tres construyen su itinerario narrativo a partir de canciones populares.

- Filosofía de la canción moderna: el libro de Bob Dylan. Dice Bob:

"...la música es un ámbito donde el conocimiento no desentraña el misterio. De hecho, puede argumentarse que cuanto más sabes de música, menos la entiendes. Tomemos a dos personas: una estudia la teoría del contrapunto, la otra llora cada vez que escucha una canción triste. ¿Quién de los dos comprende mejor esa música? ...

"Y luego están las letras... a menudo, al verlas impresas se antojan poca cosa, es difícil creer que puede haber una canción ahí.

"Pero es importante recordar que esas palabras se escribieron para el oído y no para la vista. Como sucede en la comedia, donde una frase aparentemente banal puede transformarse en humor por medio de la interpretación, algo inexplicable ocurre cuando las palabras se acoplan a la música. El milagro está en la fusión. ...

"Algunos llamarían química a ese emparejamiento, pero la química parece demasiado basada en la ciencia y, por tanto, replicable. Lo que pasa entre las palabras y la música es más afín a la alquimia, el precursor revoltoso y menos disciplinado de la química, ávido de experimentación y plagado de fracasos, con sus tentativas fallidas de convertir metales vulgares en oro. La gente puede seguir intentando convertir la música en ciencia, pero en la esfera científica uno más uno siempre serán dos. La música, como todas las artes, incluida la de la seducción, nos dice una y otra vez que uno más uno, en la mejor de las circunstancias, suman tres."

También:

- La muerte de Beatriz Sarlo.

- La inteligencia artificial no piensa (El cerebro tampoco), un provocativo ensayo de Miguel Benasayag y Ariel Pennisi. Las paradojas de la tecnolgía de disponibilidad infinita.

El programa se escucha acá:

domingo, 15 de septiembre de 2024

Escuchar esas voces


La Lógica del Escorpión: para un oído sensibilizado por cinco décadas de la música de Charly el disco aparecido esta semana es un ripio. Pero los analistas aguzan su flexibilidad retórica para explicar por qué esta música tan fea es artísticamente valiosa. Al revés de lo que Charly siempre ha sido: su música era tan hermosa que exigía una interpretación que estuviese a su altura.




Una voz rota y un arte consumado:

Hablando de la voz rota y sus usos artísticos, creo que Dylan lo viene haciendo desde hace años. Recuerdo cómo nos impresionó su bramido en Velez ha ya cuántos años? 2008, 16 años! Pero la diferencia es que Dylan ha estado todo el tiempo en completo control de esta performance: quizás porque viene macerando su voz desde hace décadas, siempre jugó con esa limitación. Creo que lo que alguien puede conjeturar retóricamente en el Escorpión, en Dylan ya es un arte consumado. Su voz rota es el pilar de su arte. Es verdad que Dylan despierta reacciones similares de rechazo, pero como él lo sostiene desde hace dos décadas no se trata de una conjetura sino de voluntad de estilo desafiante y corrosiva. Dedicó nada menos que cinco volúmenes a cantar con su voz rasposa el repertorio de Sinatra, ¡la Voz!). Dylan nos educó en la aridez.


Yo nunca pedí
lo que vos me diste
pero, bueno, yo
hoy aprendí lo que me diste
vos nunca pediste lo que yo te di
y está bien así para mí.
@laotra214 #FrasesDeMama ♬ sonido original - laotra21

sábado, 1 de octubre de 2022

Cuando el acuerdo venza

Bob Dylan

En la quietud de la noche, en la antigua luz del mundo 

donde la sabiduría se abre paso a golpes 

mi cerebro desconcertado se esfuerza en vano 

a través de la oscuridad, en los caminos de la vida. 

Cada oración invisible es como una nube en el aire 

El mañana está a la vuelta de la esquina 

Vivimos, morimos y no sabemos por qué 

pero voy a estar con vos cuando el acuerdo venza. 


Comemos y bebemos, sentimos y pensamos 

vagamos calle abajo 

Río y lloro y estoy obsesionado 

por cosas que nunca entendí ni quise decir 

La lluvia de medianoche sigue al tren 

Todos llevamos la misma corona de espinas 

Alma con alma, nuestras sombras ruedan 

Y voy a estar con vos cuando el acuerdo venza. 


La luna da luz y brilla por la noche 

Bueno, apenas siento su brillo 

Aprendemos a vivir y después a perdonar 

es el camino por el que tenemos que transitar 

más frágiles que las flores son estas horas preciosas 

que nos mantienen tan atados 

aparecés ante mí como una visión celestial 

Y voy a estar con vos cuando el acuerdo venza. 


Tomé una rosa y la enganché en mis ropas 

Seguí la corriente sinuosa 

Oí el ruido ensordecedor, sentí las alegrías fugaces 

Sé que nunca son lo que parecen 

En este reino mundano, lleno de pena y decepción 

Nunca vas a verme juzgarte 

Te debo mi corazón, esa es toda la verdad 

Y voy a estar con vos cuando el acuerdo venza.  

"When the deal goes down", Modern times, Bob Dylan, 2006

martes, 28 de septiembre de 2021

Dylan, Bresson, Welles, Tarkovsky: buenos tiempos, malos tiempos

Una de las mejores canciones y una de las peores noches de la historia del cine (los años '80)


Quisiera recordar una película que vi una vez

recuerdo que la protagonizaba Gregory Peck

un muchacho hambriento que intentaba hacerse un nombre le disparó

la gente del pueblo quería colgarlo por el cuello

entonces el sheriff golpeó al chico hasta convertirlo en una pulpa sangrienta

mientras el pistolero moribundo yacía al sol y jadeaba su último aliento

suéltalo, déjalo ir, diles que me venció con justicia

quiero que sienta lo que es encarar a la muerte en cada momento.


Bueno, veo estas cosas que siguen dando vueltas

y sabes que me atraviesa como una bola y una cadena

sabes que no puedo creer que hayamos estado viviendo tanto tiempo separados

tu recuerdo me sigue sonando como la sirena de un tren.

Todavía puedo ver el día en que viniste a mí en el desierto pintado

En tu Ford baqueteado y tus tacones de plataforma

nunca pude entender por qué elegiste ese lugar en particular para juntarnos

ah, pero tenías razón, fue perfecto cuando me puse al volante.

Bueno, manejamos ese auto toda la noche hasta San Antón

y dormimos cerca de El Alamo, bajo las estrellas

más al sur en México fuiste a ver un doctor y nunca volviste

me quedé un tiempo hasta que me empezó a parecer que estaba en Marte.

Bueno, estamos manejando este auto y el sol sale sobre las montañas rocosas

algo me recuerda a ti, como cuando ella canta "Nene, deja que los buenos tiempos vuelvan"

pero estoy demasiado cerca del abismo como para recordar las cosas que decíamos o hacíamos

y ella no quiere recordármelo, sabe que el auto se puede ir de control.


Chica de Danville con tus rizos de Danville

dientes de perlas brillando como la luna

chica de Danville, llévame por todo el mundo

chica de Danville, tú eres mi amor.


Bueno, cruzamos la frontera y fuimos hacia Amarillo

corrimos hasta donde solía vivir Henry Porter, el dueño de un lote fuera de la ciudad

pudimos ver a Ruby en la ventana mientras llegamos envueltos en polvo

y ella dijo: "Henry no está aquí, se fue, pero pueden entrar y quedarse un rato".

Bueno, ella nos dijo que los tiempos estaban difíciles pero nunca supimos lo mal que estaba

sabes que cambiaba de tema cada vez que salía lo del dinero

sus ojos estaban tan tristes, estaba tan desilusionada con todo,

Ella dijo: "Incluso las reuniones de trueque se están volviendo corruptas".

"Adónde están yendo?" nos preguntó Ruby con un susurro

"Vamos hasta el fin, hasta que las ruedas se caigan y se quemen

"Hasta que el sol pele la pintura y las fundas de los asientos se desvanezcan y la serpiente de agua muera"

Ruby se limitó a sonreír y dijo: "Ah, ya sabes, algunos chicos no aprenden nunca".


Pero sigo tratando de recordar esa película y el recuerdo insiste

aunque no puedo recordar mi papel o quién se supone que yo era

lo único que puedo recordar es que está protagonizada por Gregory Peck, que él actuaba,

y todo lo que él hacía me hacía acordarme de mí, sí.


Chica de Danville con tus rizos de Danville

dientes de perlas brillando como la luna

chica de Danville, llévame por todo el mundo

chica de Danville, tú eres mi amor.


Bueno, buscaban a alguien con rodete, yo estaba cruzando la calle cuando abrieron fuego

no supe si agacharme o correr pero corrí.

me sonó como si me estuviera persiguiendo el coro de la medianoche.

Viste mi foto en el Corpus Christi Tribune, abajo decía "Un hombre sin coartada".

Te arriesgaste a atestiguar y dijiste que yo estaba contigo, ¡sí, lo hiciste!

y te vi derrumbarte frente al juez y llorar, fue la mejor actuación que nunca hayas hecho.

Siempre fui una persona emocional, pero esta vez me exigía demasiado

si tuviera una idea original, ¡ah, podría usarla ahora mismo!

sí, me siento bastante bien pero sabes que podría sentirme mucho mejor, sí

si estuvieras a mi lado para decirme cómo.

Bueno, estoy haciendo cola bajo la lluvia para ver una película protagonizada por Gregory Peck

acá estoy aunque no es la que yo recordaba, tiene una nueva ahora, sabes que no es la misma,

la veré de todos modos, estoy haciendo la cola.


Chica de Danville con tus rizos de Danville

dientes de perlas brillando como la luna

chica de Danville, llévame por todo el mundo

chica de Danville, tú eres mi amor.


Sabes, es curioso cómo la gente solo quiere creer lo que le conviene

nada sucede a propósito, es un accidente si es que sucede

y todo lo que nos pasa parece que pasa sin nuestro consentimiento

pero estamos ocupados hablando con nuestra propia sombra contra un viejo muro de piedra.

Oh, tienes que hablarme ahora, querida, cuéntame del hombre que solías amar

y cuéntame de tus sueños, justo antes del momento en que te desmayaste

cuéntame sobre el momento en que el motor se averió y fue el peor de los tiempos

cuéntame todas las cosas sobre las que no supe hacer nada.

Había una película que vi una vez, creo que la vi dos veces.

no recuerdo quién era ni qué papel hacía

todo lo que recuerdo es que estaba protagonizada por Gregory Peck.

pero eso fue hace mucho tiempo y oscureció.


Chica de Danville con tus rizos de Danville

dientes de perlas brillando como la luna

chica de Danville, llévame por todo el mundo

chica de Danville, tú eres mi amor.


Comúnmente se dice, hasta yo lo digo, que los primeros años 80 son los peores en la carrera de Dylan. Pero acaba de publicarse Springtime in New York City: The Bootleg Series vol. 16 - 1980-1985 que recoge temas descartados y grabaciones inéditas de esa etapa, que abarca los discos Saved (1980), Shot of Love (1981), Infidels (1983) y Empire Burlesque (1985), los peor valorados de su carrera. El formato Deluxe de esta edición trae cinco cds. Ahora los escucho y pienso que si estos fueran todos los que Dylan hubiera publicado en su vida, probablemente solo con ellos se ganaría un lugar entre los mejores artistas de la historia del rock. Lo que me lleva a revisar mis asentadas ideas sobre sus años decadentes. Se suponía que Dylan años después tomaría vuelo nuevamente a fines de esa década, cuando Daniel Lanois se metiera con él en el estudio para grabar Oh Mercy (1989). Bueno, a la mierda con  todo eso: escuchen esta canción "New Danville Girl", coescrita con Sam Shepard y que quedó afuera del disco Knocked Out Loaded (1986). El disco trajo en su lugar una canción llamada  «Brownsville Girl», con su letra reescrita.


Extraordinaria en cualquiera de sus versiones, uno se pregunta cómo es que las cosas son valoradas en su debido momento. ¿Qué pasaría si un artista hiciera hoy una canción así? Casi por la misma época en la que se supone que Dylan estaba en baja, en Francia Robert Bresson presentaba L'argent en el Festival de Cannes y era abucheado por el público y rechazado por la crítica. Vean el momento en que el que sube al escenario para recibir un premio honorario. Quien lo anuncia es Orson Welles y en el mismo acto se le entrega otra condecoración a Tarkovsky, que había presentado Nostalghia. Bresson sufrió ese rechazo y no dijo una sola palabra. Pero Tarkovsky captó la situación al vuelo y se fue del escenario diciendo solo "gracias" y tomando del brazo a Bresson. Era la forma como se recibía su última película, una obra maestra imperecedera. Debió ser una de las peores noches de la historia del cine.



miércoles, 28 de julio de 2021

Dylan McCartney

 

No sé si están viendo McCartney 3,2,1, la serie de Paul que tiene seis capítulos de media hora en los que repasa distintas canciones de su obra,  algo genial. Justo sale al mismo tiempo que el streaming de Dylan, Shadow Kingdom, casi simultáneamente. Esa simultaneidad permite apreciar que son las dos personalidades más opuestas que puedan haber existido y de la combinación de ambos Dylan/McCartney, sale todo lo que queda en el medio, o sea el rock. 

McCartney es el rey Midas y todo lo que toca, los más sencillos acordes, los convierte en oro. No tiene una personalidad enigmática, parece un tipo común, un par que habla de hacer canciones, como un panadero que explica cómo hace el pan, lo que pasa es que hace las canciones que uno jamás podrá olvidar: "Blackbird", "Hey Jude", "Here, there and everywhere", "Eleanor Rigby", "Band on the run". Con una sola de las mil que hizo habría pasado a la historia, pero él las cuenta como si no hubiera un misterio y cualquiera pudiera hacer una cosa tan fácil.

   
 
Creo que no es casual que haya aparecido esta serie a mediados de año, porque Peter Jackson, el neozelandés de El Señor de los Anillos, está desde hace dos años montando un documental con muchísimas horas descartadas de la grabación del disco Let It Be, un material que parece ser joya y durante años nadie le había dado bola, porque los Beatles se pelearon después de eso y la película oficial Let It Be a ninguno de ellos le había gustado. Jackson se encontró con un metraje alucinante que se iba a estrenar en cines el año pasado cuando se cumplían 50 años de Let It Be, pero por la pandemia pararon el estreno y Jackson siguió trabajando. Es tanto el material que decidieron que sea una serie de varias horas en lugar de una película para los cines. Cosas de la época. Seguro que va a ser extraordinaria, vamos a volver a verlos mejores. Pero como hizo otras veces Paul habrá pensado que tenía que adelantarse a ese acontecimiento beatle y largó esta serie solo él conversando con el productor Rick Rubin, de toda su obra, no solo los Beatles, un patrón de conducta típicamente McCartney. Es sensacional cada episodio, el intimismo que logran solos con Rubin escuchando los canales separados de esas canciones eternas, los pequeños truquitos inaudibles, los yerros que se convirtieron en aciertos geniales. 


Por estos mismos días Bob Dylan anuncia su broadcast Shadow Kingdom, el reino de la sombra, que genera una expectativa descomunal como todo lo que hace. Salió el domingo pasado on demand, u$s 25. ¡Todos esperando un show on streaming! Y él una vez más muestra toda su oscuridad y su misterio  impenetrable, que solo habla por las letras de sus canciones. En sus shows ni dice "good night", el tipo más hermético que existe. Hizo esta especie de film noir que alguien definió como "Rough and rowdy ways meets Twin Peaks", parece sacado del capítulo 8 de la tercera temporada de la serie de Lynch. Un bar de mala muerte, oscuro y polvoriento, las cortinas rotas, la luz que viene de afuera, el aire denso, el público escucha impávido, no aplaude ni nada, como si estuvieran tocando los músicos de un bar de ruta, una banda acústica. Los parroquianos fuman sin parar, el local lleno de humo, algo que ya no se puede en ninguna parte. Una banda acústica. Lo insólito es que todos los músicos tienen barbijos, no se les ven las caras, y es totalmente incongruente con el público fumando. Muchos de los fans después de 60 años todavía no lo entendieron y comentaron en las fanpages que toda esa gente fumando era una falta de respeto a las medidas sanitarias. La combinación del público fumando sin parar y los músicos con barbijo es absurda pero nadie se ríe. Bob canta sin barbijo, obviamente, hace sus clásicos de los años 60, "Early songs" dicen los títulos, pero en versiones nuevas, arreglos muy folkies. En las páginas de fans se arman discusiones porque algunos esperaban un streaming normal y dicen que no se ve bien si la boca de Bob está en sincro con voz o hace playback. Cuando su cara no está en un contraluz completo, la boca está tapada por un micrófono antiguo.

   

Los quejosos decían que habían pagado sus 25 dólares y querían un show como se debe y no esta película que parece una pesadilla. A pesar de todos estos años todavía hay quienes esperan que haga lo previsible y Bob siempre hace algo mejor. Deberían seguir a Bon Jovi, que siempre les va a dar lo que esperan. 

En fin, para decir que Bob y Paul hicieron casi al mismo tiempo dos cosas que son una el extremo opuesto de la otra porque ellos son opuestos y sin ellos el rock no habría existido. Paul transparente y amable, Bob opaco e impenetrable. Pero también puede ser al revés: hay algo de cálculo en la naturalidad de Paul y mucho de pulsión involuntaria en la antipatía de Bob. Igual es el mismo concepto: ellos son los extremos y en el medio lo demás.


Bob Dylan habla de McCartney: “Quiero decir que McCartney me asombra. Él es el único que me asombra. Pero me asombra. Puede hacerlo todo y nunca se rinde, ya sabés. Tiene el don de la melodía, tiene el ritmo. Puede tocar cualquier instrumento. Puede gritar y grita tan bien como cualquiera y puede cantar la balada tan bien como cualquiera, sabés ... Y sus melodías salen, ya sabés, sin esfuerzo. Estoy asombrado por él, solo porque todo lo hace tan malditamente bien y sin esfuerzo. Quiero decir, solo desearía que se retirara, ya sabés. Cada cosa y todo lo que sale de su boca tiene melodía". 


A Paul le preguntaron qué le pareció el último disco de Bob:  “Siempre me gusta lo que hace. A veces desearía ser un poco más como él. Es legendario... ¡y no le importa un carajo! Yo no soy así. ¿Su nuevo disco? Pienso que es muy bueno. Escribe muy bien. Me encanta su forma de cantar, llegó a través de esos álbumes de standards como todo un crooner. La gente me pregunta de quién soy fan y Bob Dylan y Neil Young siempre están en la lista".

lunes, 24 de mayo de 2021

Dylan y sus 80 vueltas alrededor del Sol




El siglo xx le cedió en herencia al xxi toda su abyección. Y un par de signos que todavía nos orientan.

Godard cumplió 90 hace poco.

Dylan hoy cumple 80.

Ellos marcaron como nadie más la época que termina. 

Atravesaron con sensibilidad y clarividencia la pesadilla en que devino el sueño.

No sería quien soy sin sus obras. 

Me ubicaron políticamente, poéticamente, me mostraron una ética, la fe y la belleza en medio del desastre. 

Me dieron las pistas para orientarme en una tierra hostil.

No nací en el mejor momento sino en el único que pude. 

Vivo en el mismo suelo que ellos pisan. No está mal.

 

Soy el enemigo de la traición, el enemigo de la pelea

soy el enemigo de una vida no vivida y sin sentido

no soy un falso profeta, sólo sé lo que sé

voy donde solo los solitarios pueden llegar.

Soy el primero entre los iguales, el segundo de nadie

soy el último de los mejores, pueden enterrar al resto

entiérrenlos desnudos, con su oro y su plata

pónganlos seis pies bajo tierra y recen por sus almas.

¿Qué estás buscando? No hay nada para ver

solo una brisa fría que me circunda

caminemos por el jardín, a lo largo y a lo ancho

podemos sentarnos en el borde umbrío de la fuente.

He buscado por todo el mundo el Santo Grial

canté canciones de amor, canté canciones de traición

no importa lo que bebí, no importa lo que comí

escalé montañas de espadas con los pies desnudos.

No me conocés querida, nunca lo sabrás

no soy nada de lo que mi apariencia fantasmal sugiere

no soy un falso profeta, solo dije lo que dije

estoy acá para vengarme con la cabeza de alguien.

Sacá la mano, no hay nada que sostener

abrí la boca, voy a llenártela de oro

oh, pobre diablo, si querés levantar la mirada

la ciudad de Dios está ahí en la colina.

Hola, forastero, hola y adiós

vos regís el mundo pero yo también

mula vieja y lujuriosa, tenés un cerebro envenenado

voy a engrillarte a una cadena y una bola.

Sabés querida la vida que vivo

cuando tu sonrisa se encuentra con la mía algo hay que ceder

no soy un  falso profeta, no soy la novia de nadie

no puedo recordar cuando nací y olvidé cuando morí.

"False prophet", incluida en Rough and rowdy days, el disco que Dylan sacó hace menos de un año, es un blues áspero como los que suele hacer en sus discos del siglo xxi. La voz rota de Dylan juega a hablar de sí mismo y a la vez se esconde detrás de una máscara. El truco lo repite en "I contain multitudes" y sobre todo en "Murder Most Foul", el tema más largo de su carrera, diecisiete minutos, una cima de la canción popular detestada por su última camada de decepcionados a causa de su cúmulo de anomalías. No es fácil saber si Dylan se conduele muy tardíamente por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, si se refiere al momento en que empezó a declinar su nación o solo quiere recrear el ambiente de una audición radial de los años 60 en la que él como oyente le pide al disc jockey que pase los highlights de la música norteamericana, el legado de una civilización en decadencia, entre los cuales incluye varios curiosos anacronismos y hasta la canción que termina hablando de sí misma, como sucede en los conjuntos anormales. 

Libertad, oh libertad, la libertad sobre mí
odio decirlo, señor, pero sólo los hombres muertos son libres
dame un poquito de amor, no me mientas
lanzá el arma al arroyo y sigue caminando
despertá, pequeña Susie, demos un paseo
crucemos el río Trinity, mantengamos viva la esperanza
encendé la radio, no toqués el dial...

Pasá “Misty” para mí y “That old devil moon”
Pasá “Anything goes” y “Memphis in june”
Pasá “Lonely at the top” y “Lonely are the brave”
Pasala para Houdini girando alrededor de su tumba
Pasá a Jelly Doll Morton, pasá “Lucille”
Pasá “Deep in a dream” y pasá “Driving wheel”
Pasá “Moonlight Sonata” en fa sostenido
y “A key to the highway” por el rey del arpa
Pasá “Marching through Georgia” y “Dumbartons drums”
jugá a que la oscuridad y la muerte vengan cuando vendrán
Pasá “Love me or leave me” por el gran Bud Powell
Pasá “The blood-stained banner”, pasá “Murder most foul”...

Cuando creés que lo encontraste en un lugar, él ya no está ahí. Acaso la voz que dice "yo" es un personaje mientras el narrador se oculta en la sombra. ¿Quién habrá sabido desde que hace 60 años Dylan subió al escenario de algún bar del Greenwich Village a tocar para unos parroquianos desatentos qué es lo que pasaba por su cabeza? ¿Le habrá dicho Bob a Woody Guthrie en el lecho de enfermo de su ídolo unas palabras que ya no volvió a repetir? ¿O  al contrario, el colmo del disfraz, en cada canción abre completamente su alma herida?

En "False prophet" la banda suena cortante y clásica, con un riff que arolla desafiante. Lo que le quita rutina es que cada estrofa termina con una línea melódica descendente en la que su voz alarga la última sílaba como si estuviera cayéndose por una pendiente. ¿Se ríe? ¿Se nos ríe? ¿Está enojado? Nadie hizo canciones de rabia como Dylan. Su ingenio para la maledicencia es único y eso parece decir cuando se jacta de ser primus inter pares y segundo de nadie. Dylan es y no es el que vuelve para hacer rodar cabezas y a desafiar al que rige el mundo que él también rige a su modo. El horno no está para bollos. Cuando era joven el tipo se resistió a ser la voz de una generación. Ahora, en un tema curiosamente llamado "Falso profeta" avisa: "no soy un falso profeta, solo sé lo que sé".

Dylan tuvo la suerte de ser esa clase de artistas que conocen un reconocimiento rotundo a la altura de su genio, desde que empezó hasta hoy. ¿Qué le faltaría alcanzar hoy que está dando su 80° vuelta alrededor del sol? ¿Qué podrá faltarle? Nadie lo puede saber. Nadie es Dylan. En la tercera década de un siglo del que se siente ajeno, puede ser que Dylan esté esperando la oportunidad de seguir con su Neverendig Tour. Capaz que vuelve a Buenos Aires.

miércoles, 8 de julio de 2020

Formas ásperas y ruidosas



Vivo en una calle que lleva el nombre de un santo
las mujeres van a la iglesia maquilladas y pintadas
los judíos, los católicos y los musulmanes rezan
puedo reconocer a un protestante a una milla de distancia.
Adiós Jimmy Reed, el auténtico Jimmy Reed
dame esa religión de antaño, es todo lo que necesito.

Porque tuyo es el reino, el poder, la gloria
andá y decilo en la montaña, contá la verdadera historia 
decilo en ese tono directo y puritano
en las horas místicas cuando una persona está sola.
Adiós Jimmy Reed, buena suerte para vos
golpeá sobre la Biblia, proclamá el credo.

No valdrás tanto, me decía la gente
porque no tocaba la guitarra detrás de mi cabeza
nunca me entregué, nunca actué con orgullo
ni me saqué los zapatos para tírarlos a la multitud
Adiós Jimmy Reed, adiós y buenas noches
poné una joya en tu corona y apagá la luz.

Me tiraron con todo, todo lo que tenían
y no tenía nada para pelear salvo un gancho de carnicero
no tuvieron piedad, nunca me dieron una mano
no puedo cantar una canción que no entiendo.
Adiós Jimmy Reed, adiós, buena suerte.
No puedo poner el disco porque la púa se trabó.

Una mujer transparente con vestido transparente
te queda bien, lo debo confesar
voy a romper tus uvas y a chuparme el jugo
te necesito como mi cabeza necesita una soga.
Adiós Jimmy Reed, adiós y hasta luego
pensé que podría resistirle pero me equivoqué.

Dios esté contigo, hermano querido.
Si no te importa que te pregunte, ¿qué es lo que te trae por aquí?
Oh, no mucho, solo estoy buscando al hombre
necesito ver adónde yace en esta tierra perdida
Adiós Jimmy Reed, con todo lo que fuiste.
¿No podés oírme llamándote desde Virginia?

Este fabuloso blues es el tema 6 de Rough and roudy ways, el disco de Dylan que se constituyó para mí en uno de los pocos acontecimientos estimulantes de esta temporada, por lo que vengo insistiendo sobre él desde hace ya un par de meses. ¿Puede uno instalarse a vivir en una obra de arte, como ser este disco, no como un acto de evasión, sino como una afirmación de una forma de ser ante a la horribilidad del giro de la época? Está claro para mí que Dylan no hizo este disco como un acto evasivo, no es así como lo escucho, tal como vengo proponiendo mis interpretaciones desde que escuché el primer corte, "Murder most foul". 

Dylan debe haber concebido esta obra como una tarea de varios años; de hecho perfecciona algunas tensiones que preformaron sus discos anteriores hasta dar con la forma exacta. El blues duro y cortante es una de las vertientes en las que Bob trabajó en los discos de estas dos últimas décadas. Hay varios así en este disco. Este tema es particularmente apreciable porque está dedicado a esa estirpe de artistas en cuyo salón Dylan quiere habitar. Jimmy Reed fue un bluesman que apenas llegó a los 50 años, una vida difícil, nada parecido a un triunfador. Dylan está buscando la tierra en la que el hombre yace, lo invoca al final de cada verso. El linaje de los artistas populares -no el de los ganadores del show business- es lo que puede rescatar a un pueblo de su destino de infamia. Una buena nueva.

Acerca de las buenas nuevas, hay unas declaraciones que Dylan hace días antes de salir el disco en las que se refiere con respeto y admiración hacia uno de esos cantantes populares junto a los que Dylan quiere ser ubicado, el recientemente fallecido Little Richard:

- ¿Por qué no hubo más gente que le prestara atención a la música gospel de Little Richard?
- Probablemente porque la música gospel es la música de las buenas nuevas y en estos días simplemente no hay ninguna buena nueva. Las buenas nuevas en el mundo de hoy se parecen a un fugitivo que es tratado como un matón y se da a la fuga. Todo lo que vemos son nuevas buenas para nada. Y tenemos que agradecer a la industria de los medios por eso. Se sacude a la gente, chismes y ropa sucia, noticias oscuras que te deprimen y te horrorizan. Por otro lado, las buenas nuevas del evangelio son ejemplares. Pueden darte coraje. Pueden darle un eje a tu vida, o intentarlo, de todos modos. Y podés hacerlo con honor y principios. [Completo acá]



"No puedo poner el disco porque la púa se trabó" dice con voz áspera Bob promediando la canción. Está hablando de Jimmy Reed y está hablando de él. Y me está hablándo a mí, que se me trabó la púa.

Acá abajo pueden escuchar la coda radial de mi incursión dylaniana de este invierno, en conversación con Maxi Diomedi durante 26:10. Prometo que no vuelvo a hablar de él, por ahora.

viernes, 3 de julio de 2020

No soy nada de lo que mi apariencia fantasmal sugiere

El excepcional nuevo disco de Bob Dylan: Rough and rowdy ways


por Oscar Cuervo 

Rough and rowdy ways, modos ásperos y ruidosos. Lo estábamos esperando aunque no sabíamos que vendría. Dylan llevaba 8 años sin sacar un disco de estudio con canciones propias. Entretanto había ganado el Nobel de Literatura, acontecimiento que dio lugar a una controversia banal entre literatos ofendidos: ¿cómo un cantante popular va a ganar un premio destinado a literatos aspirantes? Narcisismo ofendido, los aspirantes parecieron ignorar que, antes que cualquier texto quedara escrito en un soporte material, la poesía nació cantada. En la segunda década de un siglo al que él ya no pertenece, Dylan había alcanzado todos los reconocimientos posibles, incluido el que le adjudica una jerarquía lírica superior. Más bien se podría decir que el Nobel se prestigió con Dylan y no al revés. Nada que no se supiera, excepto quizás en el mundo estrecho de los aspirantes a premios. ¿Dylan aspiraba al Nobel? Difícil saberlo. Siempre fue difícil saber a qué aspira Dylan. Él ya no está ahí cuando lo buscás.

Qué más puedo decirte
duermo en la misma cama con la vida y la muerte
váyase, madame, levántese
mantenga su boca lejos de mí
dejaré la puerta abierta, la puerta de mi mente
procuraré no dejar el amor de lado
tocaré sonatas de Beethoven's y preludios de Chopin
yo contengo multitudes.
("I contain multitudes", Rough and rowdy days, 2020)

Así termina la canción con la que empieza el disco que Dylan acaba de publicar hace unas semanas, con el que vino a despejar las dudas que quedaban sobre su distancia del resto. 79 años, 6 décadas de carrera en la línea de fuego, el más icónico de rock, el más desconocido, el gran desconocido popular, el más persistente. Es curioso: la paternidad del rock propiamente dicho puede atribuirse a un puñado de jóvenes de los 60 que se nutrieron de las fuentes del rock'n'roll y el rythm'n'blues negros de los 50 a los que estos jóvenes veneraban pero cuyo concepto expandieron con políticas, sonoridades, colores, aromas, narrativas, cuerpos, pelos y señales de una libertad que el business no había conocido hasta entonces y no conoció después. Lennon y McCartney, Jagger y Richards, Jimi Hendrix. Y Dylan.

Dylan aportó algunas cosas que marcaron al rock para siempre: un decir indócil y mordaz, sugestivo más allá de lo dicho, estructuras líricas inauditas, proliferantes, libérrimas en su recurso a fuentes diversas. Con Dylan el decir del rock perdió toda ingenuidad. El que se inspiró en salmos antiguos y cantos anónimos del viento mostró con osadía que el rock podía ser algo más que pop business. Fue desobediencia, espíritu, inasibilidad. No resulta extraño que 60 años después Dylan se muestre todavía en la línea de fuego, aguerrido combatiente de la belleza. Sus raíces son más hondas y sus héroes más periféricos que los de cualquier otra estrella del negocio. Adentrado en el nuevo siglo como un intruso, como un fantasma, muestra su desdén por las capas de barniz que hoy los otros acatan. Dylan es demasiado viejo y demasiado nuevo a la vez para mostrarse al día. Lennon y Hendrix ya no están. Jagger y McCartney luchan, cada uno como puede -y a veces pueden bien- con las sombras de aquellas cumbres que alcanzaron cuando marcaban el beat de su época. Por andar demasiado rápido, Dylan se fue de época muy pronto y nunca mostró interés en volver. A esta altura no tiene que demostrar que es un ex esto o un ex aquello o que todavía puede adecuarse a las normas de la escena actual. No busca los productores que diseñan el sonido de hoy, ni suena como suenan los que hoy suenan. Bob es el que es y dijo lo que dijo, el pop business no puede abarcarlo, al punto de que anticipa su nuevo disco con una canción de una extensión, una ambición y una estructura fuera de todo rango usual.


Acaba de sacar el disco que no sabíamos si vendría, aunque lo esperábamos. Dylan hizo en estos años algo extraño, mientras ganaba el reconocimiento de su estatura. Estuvo grabando discos con canciones de otros, temas del cancionero popular americano, mayormente del repertorio de Frank Sinatra, más conocido como La Voz. Dylan midiéndose con La Voz, una ironía. Shadows in the night, Fallen Angels, Triplicate (disco triple): es decir 5 vólumenes con canciones conocidas por otra voz, grabadas por el tipo que mutó la forma de la canción popular.

Nadie puede saber cuándo, cómo, dónde empezó la canción. Fernando Cabrera siempre dice que a esta altura encontrar un motivo digno para hacer una nueva canción se le hace difícil, porque a veces parece que todos las canciones ya fueron hechas. Dylan desde joven supo que él era uno más de una larga cadena que lo precedía. Lo difícil, cuando se sabe esto, es no caer rendido ante la imposiblidad. Dylan le mostró a sucesivas camadas que las canciones podían ser diferentes, de muchas maneras: rabiosas, hilarantes, oníricas, urgentes, épicas, escuetas, desbordadas, burlonas, hipnóticas, irregulares, apolíneas, dionisíacas, elusivas, desencantadas, llanamente directas, repetitivas, rudas, dulcísimas. Recibió un don para acuñar frases memorables en sentido y en rimas. Pero su forma de exhalar los versos, de escupirlos o susurrarlos, de raspar el borde de su garganta, de gruñir, de alargar las vocales y de endulzar sus maldiciones podía insinuar cosas que las meras palabras no tienen previstas y hacer silencio cuando otros explican, rugir cuando otros callan.

Busqué por todo el mundo el Santo Grial
canté canciones de amor, canté canciones de traición
no importa lo que bebí, no importa lo que comí
escalé montañas de espadas con los pies desnudos.
No me conocés querida, nunca lo sabrás
no soy nada de lo que mi apariencia fantasmal sugiere
no soy un falso profeta, solo dije lo que dije
estoy acá para vengarme con la cabeza de alguien.
Sabés, querida, la vida que vivo
cuando tu sonrisa se encuentra con la mía algo tiene que ceder
no soy un falso profeta, no soy la novia de nadie
no puedo recordar cuando nací y olvidé cuando morí.
("False Prophet", Rough and roudy days, 2020)

Lo estábamos esperando pero no sabíamos si vendría: ¿cuántos discos más con versiones de canciones populares puede sacar el tipo que todos terminaron por reconocer que supo hacer mejores canciones que nadie, sobre todo cuando el tipo se acerca a esa edad en la que nadie puede asegurar si vendrá un disco más?

En marzo de este año, sin más aviso, de un día para el otro, en medio de las imágenes terroríficas de los cadáveres apilados en las ciudades de su país, Dylan publicó "Most Murder Foul" la canción más larga que jamás escribió. En una atmósfera crepuscular creada por un combo fantasmal, la voz rota de Dylan dice en los cinco primeros de las decenas de versos por venir que va a contar la historia del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, Dallas, una tarde de 1963, un buen día para vivir, también para morir. Empieza uno de esos relatos de los grandes crímenes de la historia americana, crímenes del odio que Dylan supo narrar desde hace 60 años. Cuenta un asesinato repugnante, citando a Shakespeare, una historia por todos conocida, no precisamente una denuncia. Lo raro no solo es que el final de la historia lo conocemos todos sino que él mismo lo explicita al comienzo de los 17 minutos. Pasadas un par de estrofas se hace evidente que la línea melódica no variará. Sin embargo, cada palabra que Dylan pronuncie avanza un paso hacia un abismo, la perspectiva de narración varía de un momento a otro, el relato se detiene en detalles laterales y en asociaciones inesperadas, humoradas en medio de un clima funesto.

En Rough and rowdy ways Dylan muestra que es múltiple y único. Sus ojos azules fueron testigos de demasiadas canalladas en una nación arrogante. Si algo aún lo sorprende, puede ser un gesto minúsculo que se le escapa al observador ajetreado. El disco hace converger al cronista, el falso profeta, el único cantante maldito que tuvo éxito, el songwriter y el crooner, el violento y sigiloso. El anónimo que se desliza inadvertido en la multitud exasperada. En las nuevas canciones logra construir conos de silencio entre las palabras, silencios elocuentes. Prefiere quedarse cerca de los viejos bluesmen, más que de las celebridades.

Rough and rowdy ways se ubica sin dificultad entre los mejores cinco o seis discos de una obra imponente: junto con Bringing It All Back Home, Blonde on Blonde, Blood on the tracks, Oh Mercy, Time out of mind. Dylan está rogando que los dioses sean buenos con él. Aunque admite que tarda un rato en darse cuenta de las cosas, esta época parece ya no interesarle. Sus ojos son estrellas fugaces y le cuesta detener su mirada acá o allá.

Sentado en mi terraza, perdido en las estrellas
escuchando los sonidos de guitarras tristes
estuve pensando y repensándolo todo
me preparé para ofrendarme a vos. 

Vi la primera nevada

vi las flores ir y venir
no creo que nadie se haya dado cuenta
me preparé para ofrendarme a vos.

Me ofrendo a ti, voy
de Salt Lake City a Birmingham
de East L.A. a San Antone
no podría soportar vivir mi vida solo.

Mis ojos son como estrellas fugaces
miro la nada aquí y allá, miro la nada de cerca o lejos
nadie me lo dijo, es algo que sabía
me preparé para ofrendarme a vos.

Si tuviera las alas de una paloma blanca como la nieve
predicaría el evangelio, el evangelio del amor
un amor real, un amor verdadero
me preparé para ofrendarme a vos.

Llevame de viaje, sos un viajero
mostrame algo que yo no entienda
ya no soy el que era, ni las cosas son como eran
me voy a ir con ella lejos de casa.

Recorrí un largo camino de desesperación
no encontré a ningún otro ahí
muchos se fueron, muchos que conocí
me preparé para ofrendarme a vos.

Bueno, mi corazón es como un río, un río que canta
me lleva un tiempo darme cuenta de las cosas
he visto la aurora, he visto el alba
yaceré a tu lado cuando todos se hayan ido.

Viajé de las montañas hasta el mar
espero que los dioses sean buenos conmigo
sabía que dirías que sí, yo también te lo digo
me preparé para ofrendarme a vos.


Este tema, quizá el más dulce del disco, está dedicado vaya a saber a quién. ¿A quién o a qué se preparó para ofrendarse? La línea melódica con que la banda lo acompaña cita una Barcarola de Offenbach.


martes, 12 de mayo de 2020

Falso profeta


Otro día interminable, otro barco que se va
otro día de rabia, de amargura y dudas
sé cómo pasó, lo vi al empezar
abrí mi corazón al mundo y el mundo entró.

Hola Mary Lou, hola Miss Pearl
mis guías veloces en el inframundo
no hay estrellas en el cielo que brillen más que ustedes
ustedes hacen negocios, yo también.

Soy el enemigo de la traición, el enemigo de la pelea
soy el enemigo de una vida no vivida y sin sentido
no soy un falso profeta, sólo sé lo que sé
voy donde solo los solitarios pueden llegar.

Soy el primero entre los iguales, el segundo de nadie
soy el último de los mejores, pueden enterrar al resto
entiérrenlos desnudos, con su oro y su plata
pónganlos seis pies bajo tierra y recen por sus almas.

¿Qué estás buscando? No hay nada para ver
solo una brisa fría que me circunda
caminemos por el jardín, a lo largo y a lo ancho
podemos sentarnos en el borde umbrío de la fuente.

He buscado por todo el mundo el Santo Grial
canté canciones de amor, canté canciones de traición
no importa lo que bebí, no importa lo que comí
escalé montañas de espadas con los pies desnudos.

No me conocés querida, nunca lo sabrás
no soy nada de lo que mi apariencia fantasmal sugiere
no soy un falso profeta, solo dije lo que dije
estoy acá para vengarme con la cabeza de alguien.

Sacá la mano, no hay nada que sostener
abrí la boca, voy a llenártela de oro
oh, pobre diablo, si querés levantar la mirada
la ciudad de Dios está ahí en la colina.

Hola, forastero, hola y adiós
vos regís el mundo pero yo también
mula vieja y lujuriosa, tenés un cerebro envenenado
voy a engrillarte a una cadena y una bola.

Sabés querida la vida que vivo
cuando tu sonrisa se encuentra con la mía algo hay que ceder
no soy un  falso profeta, no soy la novia de nadie
no puedo recordar cuando nací y olvidé cuando morí.



Enigma revelado en la saga Dylan 2020: si este año horribilis merece ser recordado por algo es por la vuelta de Bob a las andadas y por la vuelta al cine de Tsai Ming-liang. Con solo eso el mundo merece seguir aún habitado. Si Days, el regreso de Tsai, se conoció pocos días antes de la maldita pandemia, las primeras tres canciones de Rough and roudy days, el nuevo disco de Dylan, fueron apareciendo a medida que los ataúdes se apilaban en las capitales imperiales. La película de Tsai es una elegía involuntaria, las canciones de Dylan un rugido de formas ásperas como su título lo advierte. Dos artistas de carácter diverso se plantan frente a la debacle del nuevo siglo con un oído puesto en lo mejor del anterior. La melancolía de Tsai y la iracundia de Dylan redimen cada uno a su modo a la humanidad herida y palpitante en esta era desértica.

Cuando hace semanas Dylan  sorprendió primero con "Murder Most Foul" y en seguida con "I Contain Multitudes" fuimos desovillando de a poco un hilo que invitaba al desconcierto. Tan mal no anduvimos: la anacrónica letanía por el asesinato de Kennedy era un tiro por elevación contra la presente decadencia de su nación: detrás del tono fúnebre había enojo y hasta un humor asordinado. La paráfrasis de Walt Whitman que siguió dejaba asomar una leve sorna detrás de un corazón triste. Cada una de ellas  tenía un tratamiento instrumental distinto, como si Dylan amagara a mostrarse de un modo y de otro. Si el tour de force de "Murder Most Foul" no sonaba como nada de lo que hubiera grabado antes, la sencillez elegante de "I Contain Multitudes" remitía al estilo con que revistió los cinco volúmenes de standards en los que jugó a hacer de crooner

Ahora, "False prophet" confirma las sospechas entrevistas sobre su juego del desconcierto. Se trata de un blues rudo en el que la voz rota de Dylan suena como la única forma de decir su rabia con el mundo. La banda toca cortante y clásica, con un riff que se repite todo el tiempo sin variantes. El detalle que le quita toda rutina a la canción es que cada estrofa termina con una línea melódica descendente en la que la voz alarga la última sílaba como resbalándose por una pendiente. Ese gesto revela la mordacidad de su enojo. Nadie hizo canciones de odio como las de Dylan. Como quedó claro desde "Like a rolling stone", su inventiva para la injuria siempre fue única y eso parece saberlo cuando reconoce ser  primus inter pares y segundo de nadie.

Por supuesto, Dylan es y no es el yo que toma la palabra, el que vuelve para hacer rodar una cabeza y engrillar unos pies: viene a desafiar a quien rige el mundo que él también rige a su modo. Es la continuación por otros medios de la tensión que se esconde detrás del tono fúnebre de "Murder Most Foul". Dylan no volvió para decir cosas lindas, el horno no está para bollos.

Cuando era joven el tipo se resistió a ser la voz de una generación. Ahora, en un tema curiosamente llamado "Falso profeta" avisa: "no soy un falso profeta, solo dije lo que dije".

jueves, 23 de abril de 2020

Dylan contiene multitudes


En un post reciente sobre "Murder most foul", la primera canción propia que Dylan dio a conocer desde hace 8 años, nos preguntamos si se trataba del acto final de su obra o del anticipo de un nuevo disco. Pocos días después él parece responder la pregunta con una nueva canción. Lo que lleva a pensar que es posible que Bob esté dando a conocer de a poco su nuevo disco -si es que tal objeto puede existir a esta altura del siglo y la pandemia.

La segunda canción de la serie Dylan 2020, "I Containe Multitudes", viene a reafirmar en parte y a desdecir en otra el análisis que hicimos de "Murder most foul". La estructura narrativa de "I Containe Multitudes" es bastante más sencilla: no es una de sus canciones torrenciales sino de esas en las que arma formas escuetas, basadas en repeticiones y variaciones. El tratamiento instrumental se parece al que Dylan les dio a los standards de jazz que interpretó en su serie de discos anteriores: Shadows in the night (2015), Fallen angels (2016) y Triplicate (disco ¡triple! de 2017). Una banda de instrumentos de cuerda, entre los que se destacan una steel guitar y un arpa, acompaña su fraseo con sobriedad.

La atmósfera es crepuscular. Dylan parece haber desechado la rabia con la que cantaba en sus años de gritos y opta por los susurros. Podría decirse que es muy triste si no fuera que ahí están sus cómicas rimas y sus asociaciones insólitas y hasta insolentes, como juntar en un mismo verso a Anna Frank e Indiana Jones, que matizan tanta melancolía.

Si la estructura simplificada difiere de la de "Murder most foul", las canciones tienen sin embargo algunos puntos en común: principalmente, las múltiples referencias intertextuales. Aquí desfilan el asesino de Lincoln, los Rolling Stones, Edgar Allan Poe, Beethoven, Chopin, William Blake, entre muchas otras citas más escondidas. Pero la referencia más evidente es al poeta norteamericano Whalt Whitman, de cuyo "Canto a mi mismo" Dylan extrae el verso "I contain multitudes" con que cierra cada estrofa.

Ni siquiera en estas canciones casi fúnebres, en las que parece detenerse a contemplar el largo camino transitado, Bob deja de jugar sus mascaradas. ¿Es un tema autobiográfico, en el que finalmente admite lo que todos sabemos: que su 'yo' es irreductible a la unicidad? ¿O Dylan crea un personaje esquivo detrás del cual se esconde un bromista insaciable? Ya lo había dicho hace mucho, en el 67: "I wish I was there to help her but I'm not there, I'm gone". No sin cierta crueldad, Dylan juega a no estar donde íbamos a encontrarlo.



Hoy, mañana, también ayer
las flores se mueren como todas las cosas
sígueme de cerca, voy a Bally-na-Lee
perderé la cabeza si no me acompañas
sacudo mi pelo, peleo con saña
yo contengo multitudes.

Tengo un corazón delator como Mr. Poe
tengo cadáveres en mi placard
brindo por la verdad y por lo que dijimos
pinto paisajes y pinto desnudos
yo contengo multitudes.

Un Cadillac rojo y un bigote negro
anillos en mis dedos que brillan y destellan
dime los que viene, dime lo que haremos
la mitad de mi alma, nena, te pertenece
yo juego y me divierto con todos los jóvenes
yo contengo multitudes.

Soy como Anna Frank, como Indiana Jones
y esos chicos malos, los Rolling Stones
voy hasta el abismo, llego hasta el final
voy directo adonde todo se destruye y reconstruye
canto las canciones de experiencia como William Blake
ya no tengo de qué disculparme
todo está fluyendo al mismo tiempo
vivo en el bulevard del crimen
manejo autos rápidos y como fast food
yo contengo multitudes.

Pantalones ajustados, vaqueros rojos
todas las criadas bonitas y todas las viejas reinas
todas las viejas reinas de mis vidas pasadas
llevo cuatro pistolas y dos cuchillos largos
soy hombre de contradicciones, de muchos temperamentos
yo contengo multitudes.

Viejo lobo codicioso, te mostraré mi corazón
pero no por entero, solo mi parte odiosa
te venderé río abajo, pondré precio a tu cabeza
qué más puedo decirte
duermo en la misma cama con la vida y la muerte
váyase, madame, levántese
mantenga su boca lejos de mí
dejaré la puerta abierta, la puerta de mi mente
procuraré no dejar el amor de lado
tocaré sonatas de Beethoven's y preludios de Chopin
yo contengo multitudes.

domingo, 19 de abril de 2020

Hasta que caiga lo azul


Un segundo
una eternidad
diez mil años
los tardé en llegar
y subí alto una montaña
para ver todo lo que cambia
y en la belleza
de la nada
amar hasta que caiga
lo azul sobre mí.
Loli Molina, "Lo azul sobre mí"

Esta pandemia vino a alterar nuestros hábitos, más que nuestras ideas quizás. Estamos en medio de una tormenta que no nos permite predecir nada, casi nada. Aunque hay quienes están ansiosos por predecir un nuevo orden mundial, si el capitalismo muere o no, en qué se transforma, si en un régimen global autoritario o una hermandad igualitaria. Un afán típicamente moderno (¿típica mente burguesa?) por predecir hacia dónde va el mundo. Un género de la industria cultural presto a satisfacer esa demanda: hoy se suele llamar a eso "filosofía", aunque en su impulso inicial la filosofía fuera casi lo contrario, la percepción de la extrañeza que nos produce el mundo, incluso cuando todo va normal. En estos meses el suelo parece que nos falta y proliferan predicciones probablamente equivocadas. Estamos apurados por que la ciencia nos provea de una vacuna contra la peste y es comprensible que así sea, aunque los mejores investigadores científicos sean capaces de reconocer lo poco y nada que saben, o cuánto se dan cuenta de lo que no saben. Se consume a tanto bocón con ademán de filósofo, capaz que la filosofía debiera ser más lenta que nunca, que tratara de cerrar un poco la boca y abrir la oreja, escuchar lo que todavía no se ha oído. El búho de Minerva despliega su vuelo al atardecer, decía Hegel: algo del sentido empieza a comprenderse una vez que el fenómeno se ha manifestado, ni un minuto antes.

También están los artistas que nos invitan a soportar que nos falte el suelo en que apoyarnos. Abgrund es una palabra que la filosofía alemana usó para designar esa experiencia cuando el suelo nos falta. Y hoy parece que el suelo nos falta, que todo está a punto de írsenos de las manos. Podríamos recordar que el mundo es un lugar inhóspito: nuestros antepasados lo sabían. ¿Cuándo fue que lo olvidamos? ¿Acaso no lo saben los que viven en los barrios más pobres, en las villas, las favelas, en los geriátricos en los que la burguesía deposita a los viejos hasta morir? El mundo es un lugar inhóspito.

No hay app que nos permita esquivarlo. Pero los buenos artistas nos incitan a recordarlo.

Libertad, oh libertad, la libertad sobre mí
odio decirlo, señor, pero sólo los hombres muertos son libres
dame un poquito de amor, no me mientas
lanza el arma al arroyo y sigue caminando
despierta, pequeña Susie, demos un paseo
crucemos el río Trinity, mantengamos viva la esperanza
enciende la radio, no toques el dial...
Bob Dylan, "Murder most foul"

De eso hablamos en el último bloque de Patologías Culturales (sábados desde las 18 en FM La Tribu). Con la ayuda de la música de Bob Dylan y su hermosa y fúnebre nueva canción. "Murder most foul".



Diseño: Ceci Gamacurta

Maxi Diomedi conversa con Nahuel Carfi, director del sello Elefante en la Habitación. EH fue uno de los primeros sellos en poner en práctica la modalidad de los conciertos a través de streaming, con una regularidad y una curaduría pensada especialmente. ¿Qué es EH?, ¿Cuál es la situación de los sellos y las productoras en la ciudad? ¿Cómo afrontar esta coyuntura? ¿Cómo se viene desarrollando el diálogo con los Ministerios de Cultura de Nación y de Ciudad? Todo eso en la charla.

Además: Nurit Kasztelan, mentora de Librería Mi Casa nos contó cómo es la cuestión del delivery de libros y nos recomendó un par de títulos. La editorial Buenos Aires Poetry liberó su catálogo con joyas de todo tipo, entre ellas la antología del poeta chileno Ernesto González Barnert. Le pedimos que nos lea algo desde el otro lado de la cordillera. Loli Molina cuando canta "Lo azul sobre mí".

El programa completo pueden escucharlo acá: