Acaba de estrenarse en netfliz un mamotreto de cinco horas llamado Rompan todo, que pretende contar la historia del rock en castellano. La producción ejecutiva corre por cuenta de Gustavo Sanataolla. El título contiene dos referencias: "Break it all!" es una canción del conjunto uruguayo Los Shakers, tan fundacional del rock rioplatense como los rosarinos Los Gatos, solo que Los Shakers cantaban en inglés y Los Gatos en castellano, lo que a mediados de la década del 60 se consideraba "mersa". Fuera de esa diferencia idiomática, todo el mundo reconoce que Los Shakers y Los Gatos son dos pilares del rock de acá.
La otra referencia de Rompan todo es la frase con la que Billy Bond arengó a la multitud que había ido a ver a la Pesada del Rock el 20 de octubre de 1972. La arenga provocó desmanes que tuvieron eco en los diarios de la época. Fue un gesto proto-punk que se discutió y que aún algunos sobrevivientes de aquellos años siguen discutiendo. A esta altura es anecdótico y el rock argentino no corrió peligro de extinción por ese exabrupto, como sí podría correrlo cada vez que el rock amaga con convertirse en la banda de sonido del establishment, como puede suceder con esta opereta que ahora emprendió Sanataolla con el respaldo de netfliz.
Sanataolla aprovecha su carácter de narrador/productor para encaramarse en objetor de un período de la obra de Charly. No pudo resistir la tentación de mostrar la arrogancia mezquina que le da su dinero y su posición corporativa: solo por eso Sanataolla tiene la chance de postularse como interlocutor de Charly. Cualquiera puede decir cualquier cosa de cualquiera, pero cuando Rompan todo se conoció en Argentina a Sanataolla le salió el tiro por la culata: lejos de realzar su ajada figura, se ganó un intenso repudio en las redes sociales que lo dejó mal parado. Tanto que tras días de recibir puteadas en las redes, Sanataolla se vio obligado a publicar una aclaración que lo oscurece más. Una pequeña frase que Sanata dice en un momento de las horas del mamotreto no es siquiera un problema grave, no mueve el amperímetro, tan solo muestra la hilacha. Más abajo enumero algunas omisiones y distorsiones más graves de Rompan todo, pero antes vayamos al encono de Sanataolla con Charly.
Esto viene desde que Charly compuso "Canción de Hollywood" en 1979.
Es el fin de una comedia americana
un jardín, dos que se aman
música para violín.
Luz de gas, el cielo es tan azul pintado
la ciudad un decorado
vidrio, cartón y aserrín.
Ya sé, dirán: es ilusión
es como el primer amor
Hollywood está desierto
tengo que volver al sol.
Quién querrá tu corazón de marquesina
tu vejez, estrella en ruinas
rubia paseando en Rolls Royce.
Es el fin del infinito en cinerama
es el fin de este programa
tiempo de meditación.
Ya sé, dirán: es ilusión, es como el primer amor
Hollywood está desierto, tengo que volver al sol.
Adiós, adiós, París, New York
¿Ves la tierra en que naciste?
Sos vos
tus peliculas no existen, adiós.
Ya sé, dirán: es ilusión, es como el primer amor
Hollywood está desierto, tengo que volver al sol.
En ese momento Sanataolla se había ido a vivir a Los Angeles y "descubrió a la new wave", se cortó el pelo, se puso la corbatita y formó una banda llamada Wet Picnic.
Antes era conocido acá porque con el grupo Arcoiris formaba una secta de El Palomar que pregonaba el celibato y no tomar alcohol ni drogas. Al llegar a Los Angeles, lo poseyó la ardiente fe de los conversos a la postmodernidad. Cuando escuchó
Adiós, adiós, París, New York
¿Ves la tierra en que naciste?
Sos vos
tus peliculas no existen, adiós
a Sanataolla le cabió el sayo. Charly toda la vida negó que la canción se refiriera a Sanata. Una vez, Sanata se cruzó a Charly y le reprochó indignado: "¡mis películas existen!". Charly contaba la anécdota risueñamente, porque al principio no entendía qué le pasaba al otro.
Desde entonces Sanata estuvo tratando de ensuciar la figura de Charly.
En un fragmento de Rompan todo y en su reciente "descargo" Sanataolla cuenta solo una parte de la historia: dice que al escribir "Mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar" Charly impugnaba la new wave como representante del establishment y así reaccionaba contra lo nuevo, y que solo años después Charly habría reconocido su "error" cuando en 1983 hizo Clics modernos. Charly publicó "Mientras miro las nuevas olas" en el extraordinario Bicicleta (1980), cuando efectivamente era parte del mar, como lo sigue siendo. Como Sanataolla nunca lo fue, ni en su secta del Palomar ni en su bandita new wave. Tampoco cuando ganó dos Oscars por sus soundtracks, el premio menos prestigioso del mundo.
Charly, dice Sanataolla, se equivocó fiero.
Quiero estar en la playa cuando se han ido
los que tapan toda la arena con celofán
recordar las estrellas que hemos perdido
y pensar a ciencia y verdad nuestro porvenir
¿será como yo lo imagino o será un mundo feliz?
dice Charly en ese tema, según Sanataolla, "equivocado".
Al cometer el error de cálculo de incluir esa frase resentida en su propia película, Sanataolla reincidió en su viejo rencor. El repudio que se ganó en pocos días muestra que la maniobra le salió mal. Sanataolla es uno de esos que tapan toda la arena con celofán y nunca le dará el piné para discutir con Charly. Ni netfliz ni la Academia de Hollywood ni el Séptimo de Caballería podrían ponerlo en posición de discutir nada como par de Charly.
Como se ve que sintió el repudio que se ganó, ayer publicó una "aclaración":
Considero a Charly García un amigo del alma. Alguien a quien conozco de muy chico y con el que me une una amistad hermosa que hemos mantenido a través de los años.
Cuando allá por 1981 regresé brevemente a Argentina para grabar mi primer album solista, venía de Los Ángeles, de haber tocado en Wet Picnic (banda que teníamos con Aníbal Kerpel) y Los Plugz (banda chicana seminal en la escena punk de LA).
Luego de llegar a USA en 1978 y haberme encontrado con una escena musical para mi gusto aberrante, representada por grupos como Boston, Styx , Kansas o Journey (rock corporativo en su máxima expresión) me sentí perdido y decepcionado.
Muy atrás había quedado aquel rock que se enfrentaba al sistema, ese que l@s jóvenes del mundo habían abrazado como herramienta para expresar su insatisfacción con los abusos de poder, la injusticia, etc.
Aquel rock por el cual en mi país nos metían pres@s, nos allanaban recitales, nos amenazaban y nos perseguían. Afortunadamente ese año también, los Sex Pistols pasaron por USA dejando un reguero de pólvora que en conjunción con el trabajo de los Ramones y otros tantos (en USA y en Inglaterra), terminó de proclamar oficialmente la llegada de una tan deseada e imprescindible reformulación del estancadísimo rock de ese entonces. ¡¡¡Bienvenido el Punk y la New Wave!!!
Aníbal y un servidor sentimos ese llamado. Aparte de cortarnos el pelo y agregarle algún color, nos zambullimos en un movimiento y música nuevamente transgresores, que entre uno de sus discursos contaba con la crítica al status quo del rock que en ese momento se escuchaba.
Aunque hoy sea difícil de creer, cuando Aníbal y yo “cambiamos”, no se pueden imaginar cuánta gente del rock que antes nos seguía o conocía dijo: “¿Qué les pasó?”. El rock, aparte de haber sufrido de misoginitis aguda por mucho tiempo, ha sabido ser bastante conservador.
Es en ese contexto, que alguien a quien yo consideraba y considero de lo más grande que nuestra música y movimiento han dado, se manifestara en una canción diciendo: ‘Mientras los demás miran las nuevas olas yo ya soy parte del mar”, me chocó. Simplemente eso. Me chocó.
Siempre pensé que Charly era alguien que el público miraba y escuchaba con suma atención. Y que de alguna manera reducir la importancia de algo nuevo, tan poderoso y necesario para nuestro movimiento, no era una impronta que condecía con él y lo que siempre había representado.
¿Cómo terminó esa historia? Charly vino a las grabación de mi disco, hablamos, nos dimos cuenta que ni lo de su letra era tan grave ni mi molestia tan importante. Escuchamos varios temas, nos abrazamos como se podía en esos tiempos y ya. Se acabó. Hay cosas que no se rompen.
Años después regresé a Argentina para hacer “De Ushuaia a La Quiaca” con mi hermano León Gieco. En ese viaje me encontré nuevamente con Charly cuando me invitó a su grabación de Piano Bar. Allí me vi con él y también con Fito, con Alfredito Toth y Pablo Guyot.
Escuché esos temas maravillosos que estaban grabando y pasamos nuevamente un momento hermoso. En esta historia que comenzamos a escribir hace 50 años y que aún seguimos haciendo, hemos jugado muchos partidos.
A veces en los partidos hay puteadas: “Eh,¿no ves que no la pasás?“; “¡¡¡Bajá, te dije que bajés!!!”; “¡¡Dale, morfón!!”. Son eso, nada más, puteadas en medio de un partido.
Después, al vestuario a abrazarnos y a estar listos para jugar juntos de nuevo.
Amo y admiro profundamente a Charly. Es un amigo del alma con el cual hemos vivido momentos mágicos e inolvidables. Muchachos, muchachas y muchaches, estaría bueno que lo sepan, lo entiendan, y por favor, no rompan más.
#RompanTodo
Lo que quedó roto es el ojete de Sanataolla después de su fallida maniobra.
Sin embargo, las deficiencias de Rompan Todo superan ampliamente este episodio menor. Su reescritura de la historia del rock en castellano contiene graves omisiones y distorsiones, aparte de su baja calidad narrativa y su notoria deficiencia musical. Pretende contar la historia de un género musical que tiene más de sesenta años, pero en cinco horas no se escucha siquiera una canción entera. Nunca se detiene a apreciar una letra, la estructura de una canción ni un solo instrumental. Los testimonios de los entrevistados están descuartizados en planos de no más de cinco segundos, lo que hace imposible el desarrollo de una idea. Para poner un ejemplo: Juana Molina concedió a los realizadores una entrevista de varias horas en la que, entre otros temas, se explayó sobre la música de Sumo o el estilo del bajista Diego Arnedo. Ese fragmento, de gran interés, no figura en los quince segundos en los que Juana aparece. En cambio, buena parte de su fugaz testimonio se consume cuando ella cuenta que el primer disco que compró era uno de Palito. A pesar del papel irrelevante que Rompan Todo le asigna a Juana en su metraje, figura como una de las atracciones del flyer con que netfliz lo promociona.
El documental pretende contextualizar la historia del rock en el marco de las décadas agitadas de Latinoamérica. Es interesante tener en cuenta lo que señala Fernando Barraza en el blog Vaconfirma, en la nota "Rompan nada" acerca de la reaparición de la teoría de los dos demonios en la narrativa de la serie de Sanataolla. Para ampliar este análisis, vayan aca
´Para terminar, enumero algunas omisiones y distorsiones musicales del relato de Rompan Todo:
Un par de minutos para Los gatos. De Almendra solo se escucha el acordé inicial de "Muchacha", de Pescado Rabioso solo unos segundos del riff de "Post Crucifixion". Del resto de la obra de Spinetta, nada: no se menciona el disco Artaud, las bandas Invisible y Spinetta Jade, ni nada de su obra solista. La carrera del Flaco parece haberse terminado en 1973. No se menciona el histórico show de las Bandas Eternas (2009), ni te enterás de que el Flaco se murió en 2012. No existe La Máquina de Hacer Pájaros, parece que Charly solo hizo Vida, Adiós Sui Generis, los primeros discos de Serú y Clics modernos. Por supuesto, no se escuchan más que algunos segundos de unos pocos temas de García y jamás se analiza su lírica. En cambio, se extiende en una larga secuencia para Soda Stéreo. A Moris lo menciona una vez Calamaro. Aparece 3 segundos una foto de Tanguito, 30 segundos para Manal, un pasaje insturmental de "Avenida Rivadavia". No se oye un solo de guitarra de Pappo. De Vox Dei se dice erróneamente que grabaron La Biblia en 1973 cuando en realidad lo hicieron en 1971, mientras lo que suena es un fragmento de "Presente", que no forma parte de ese disco. Miguel Abuelo aparece 15 segundos cantando "El Marinero Bengalí", Sumo menos de un minuto. No se mencionan a Pedro y Pablo, ni ninguna etapa de Palo Pandolfo. De los Shakers se escuchan pocos segundos de "Break it all", a pesar de que le da título al docu y de Fattorusso nada más. Aparece Rada al principio en fugaces testimonios pero no se habla del Kinto ni de ninguna de sus bandas posteriores. Eduardo Mateo no existe. Santaolalla se reserva varias secuencias para hablar de Arcoiris, de su disco de Los Angeles y de Bajofondo, que de esta manera parece tener muchísima más relevancia que Invisible. Daniel Melero no existe ni siquiera en su disco en dúo con Cerati. El resto es un montón de bandas latinas producidas por el propio Sanataolla. Espectadores de otros países de Latinoamérica señalan otras importantes omisiones. No se soporta ver las cinco horas enteras así que los tres últimos capítulos los terminé en fast forward.